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Economía

La inflación en Estados Unidos llegó al 6,2% en octubre, el nivel más alto en 30 años

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El índice de precios al consumidor registró un alza del 0,9% en el mes de octubre, por lo que la inflación interanual fue la más elevada desde noviembre de 1990. La Reserva Federal sigue paralizada y el gobierno de Biden se niega a abandonar la impronta fiscal expansiva.

Superando las perspectivas de la mayoría de los analistas de la Casa Blanca, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en Estados Unidos subió un 0,9% en el pasado mes de octubre, por lo que la inflación interanual llegó al 6,2% en comparación con el mismo mes de 2020.

Se trata del nivel de inflación más elevado desde noviembre de 1990, cuando el mundo estaba entrando en crisis por el sacudón político que generó la Caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética. La inflación de este año ya superó los peores numeros de la crisis del 2008.

El gobierno de Joe Biden, pareciendo copiarse del manual kirchnerista para justificar la inflación, decidió culpar a los “costos estratégicos” y los “cuellos de botella” en las cadenas de suministros, desligándose a sí mismo de cualquier tipo de responsabilidad, y sin mencionar a la propia Reserva Federal, responsable de la política monetaria en el país.

En un tweet este miércoles, Biden aseguró que revertirán esta tendencia inflacionaria con la reciente aprobación de la Ley de Infraestructura, una medida que prevé una de las mayores expansiones del gasto público en la historia. Una burrada.

Diversos economistas de renombre, pertenecientes a todos los campos de pensamiento, coinciden en que la falta de acción de Biden está acelerando el problema inflacionario.

El histórico funcionario demócrata, Larry Summers, se mostró optimista por el plan de obra pública, pero aseguró que la política fiscal es ridículamente expansiva y que está acelerando la inflación. Summers, a pesar de su visión neokeynesiana, urgió al presidente a impulsar cambios en el Tesoro y dejar de utilizar el dinero emitido por la Reserva Federal para financiarse.

En la práctica, la masiva inyección de dólares por parte del Gobierno federal funciona del mismo modo que la política monetaria incrementando el circulante, con la particularidad de que los cheques por la pandemia fueron percibidos de forma casi inmediata, en contraste con los rezagos de la inyección de liquidez que impulsa la Reserva Federal.

Esto quiere decir que esta emisión monetaria impacta a una velocidad fugaz en el nivel de precios, por lo que la inflación que se está viviendo no es el rezago de lo emitido en 2020 por el inicio de la pandemia, si no que es la expansión monetaria de los últimos 6 meses, como mucho.

Summers estima que, a diferencia de lo que ocurría en 2008, la economía ya logró volver a sus niveles de prepandemia y también logró recuperar la tendencia de crecimiento que tenía en 2019. Por fuera del programa de infraestructura, el estímulo fiscal con el solo fin de “estimular” la economía carece de fundamentación técnica.

Desde una perspectiva diferente, el economista liberal Steve Hanke arribó a las mismas conclusiones, asegurando que los programa fiscales iniciales de Biden, junto con la excesiva inyección de liquidez de la Reserva Federal, están provocando la mayor alza de precios de los últimos años.

"La inflación de Estados Unidos NO es un problema de abastecimiento transitorio", explica Hanke. "Cambios en los gastos del consumidor resultaron en una amplia base de subas de precios a lo largo de todas las categorías de gastos".

En la misma dirección, el economista y Premio Nobel Robert Barro también se había pronunciado al respecto de la política fiscal de los demócratas. Barro estimó a principios del 2021 que las políticas fiscales tan agresivamente expansivas solo conducirían a un mayor grado de inflación, algo imprudente dado el delicado escenario heredado por la pandemia.

Barro advirtió que, de continuar insistiendo con fuertes desequilibrios fiscales (en ultima instancia monetarios), se corre el peligro de romper el ancla monetaria tácita que había sido heredada de la estabilización de Paul Volcker, la cual había sido capaz de anclar las expectativas de largo plazo en torno a un 2% anual durante años.

Economía

El Presidente Biden anunció una nueva guerra comercial contra China: Se establecieron aranceles de entre el 25% y el 100%

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Biden desató una agresiva impronta arancelaria contra China como no se veía desde el año 2019. Se espera una pronta respuesta arancelaria por parte del régimen de Xi Jinping, desatando así una nueva guerra comercial que repercutirá a nivel global.

En medio de la campaña electoral, y viéndose superado por las principales encuestas frente a su contrincante republicano Donald Trump, el Presidente Joe Biden anunció una oleada de represalias arancelarias en contra de las importaciones provenientes de China, muchas de las cuales afectan a sectores especialmente dinámicos y competitivos.

Biden tomó la decisión de establecer recargos drásticamente más elevados en comparación a los que había establecido su predecesor entre 2018 y 2019, pero con una lógica sustancialmente diferente: esta vez se pretende articular una protección de carácter permanente, y los aranceles ya no se ven inmiscuidos como una mera regla de negociación para que China profundice la desregulación sobre su mercado de divisas.

El Presidente Biden anunció una impronta abiertamente proteccionista, y los principales damnificados de esta política serán los propios consumidores estadounidenses que deberán enfrentarse a precios y costos más elevados. Se anunciaron las siguientes disposiciones contra las importaciones chinas:

  • Arancel del 25% sobre el acero y el aluminio
  • Arancel del 50% sobre semiconductores y paneles solares
  • Arancel del 100% sobre los vehículos eléctricos

Los aranceles anunciados protegerán a la industria estadounidense frente a la competencia china, en detrimento de la calidad de sus productos y del poder adquisitivo de los consumidores locales. Muchas enfrentas enfrentarán un gran aumento de costos que sin lugar a dudas será trasladado al bolsillo del consumidor.

También constituye un fuerte desaliento para la inversión extranjera directa de largo plazo, ya que la constante alteración de las reglas de juego generan un clima de inestabilidad que hace imposible la previsión.

Pero incluso a pesar de los evidentes daños generados para los consumidores, los beneficios para la industria estadounidense podrían verse diluídos rápidamente, tan pronto como aparecieron en primer lugar.

Dado el gran tamaño de la economía estadounidense, resulta factible que la aplicación de aranceles puntales revitalicen frente a su par asiático. Sin embargo, es casi un hecho el régimen chino adoptará medidas arancelarias de represalia en la dirección opuesta, desatando una nueva y agresiva guerra comercial.

En caso de que esto ocurra, y con toda seguridad resulta el escenario más probable, entonces quedarían erradicadas todas las ganancias de competitividad que pudiera tener Estados Unidos frente a China. 

El resultado de equilibrio podría traer aparejado un nivel más alto de precios internos tanto en China como en Estados Unidos, pero ninguna ganancia de competitividad para ninguno de los dos países debido a que la relación entre aranceles permanecería relativamente constante.

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Economía

Colapsa la inflación a un dígito: La suba de precios fue de 8,8% mientras que la núcleo fue de 6,3%, lo valores más bajos en casi un año

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La mayor parte de los aumentos se observaron en los bienes y servicios regulados, como resultado de una necesaria corrección de precios relativos que había postergado el Gobierno anterior.

El INDEC informó que la tasa de inflación minorista correspondiente al mes de abril finalizó en torno al 8,8% con respecto a marzo, marcando así el cuarto descenso consecutivo de la variación de precios. La cifra anunciada se encontró en línea con lo esperado por la mayoría de las consultoras privadas del país.

La tasa de inflación interanual alcanzó el 289,4% frente al mismo mes del año pasado, y se espera que pueda comenzar a bajar a partir del dato del mes de mayo debido al efecto de arrastre estadístico que se acumula desde el salto de diciembre.

La variación mensual más importante se registró sobre las tarifas de servicios públicos, como parte de una necesaria corrección de precios relativos. Los precios de la vivienda y los servicios de agua, electricidad, gas y combustibles aumentaron en un promedio de 35,6% en abril, más de cuatro veces la tasa de inflación general del mes.

Asimismo, el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas subió en un promedio del 6%, por debajo de la inflación general. Esto anticipa una cierta recomposición de ingresos, que ya habría comenzado en febrero según los datos de remuneraciones aglutinados en el SIPA.

La tasa de inflación para aquellos bienes y servicios estrictamente regulados fue del 18,4%, como resultado del proceso de sinceramiento que se atraviesa desde el 10 de diciembre. El verdadero resultado de la política fiscal y monetaria se corresponde con el fuerte descenso de la inflación núcleo, que fue del 6,3% en abril y se anotó la variación más baja en 15 meses

La tasa de inflación núcleo, que elimina el impacto de los precios de las tarifas públicas y los bienes con comportamiento estacional, había alcanzado el 28,3% al cierre de diciembre, y desde enero comenzó un fuerte proceso de reducción a la par del ajuste fiscal y monetario.

Asimismo, los precios mayoristas relevados en el IPIM del INDEC llegaron a aumentar hasta un 54,3% en diciembre (prácticamente una hiperinflación de manual), y esta variación se redujo drásticamente 5,4% al término de marzo

La política económica que lleva adelante el oficialismo impactó primero en el tipo de cambio, más tarde en los precios mayoristas y luego en los minoristas. Se espera que el último eslabón en reaccionar a la desinflación sean precisamente los salarios, con lo cual podría registrarse un proceso de recomposición en el poder de compra conforme baje la inflación en los próximos meses.

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Economía

El Banco Central encontró pérdidas adicionales por US$ 45.000 millones de dólares que el kirchnerismo había dejado escondidas

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Se trata de la valuación de las Letras Intransferibles deliberadamente encajadas al Tesoro computando valores ficticios y artificiales, una maniobra iniciada durante la gestión del expresidente Kirchner pero que profundizó Massa en su paso como Ministro de Economía. 

Tras años de maquillaje en las estadísticas del Banco Central, el presidente Santiago Bausili al frente de la institución decidió llevar a cabo un sinceramiento monetario para mostrar el verdadero resultado del balance según las normas contables vigentes.

De acuerdo a las correcciones exhaustivas llevadas a cabo, el BCRA sumó un quebranto a su balance de por lo menos US$ 45.000 millones como resultado de las pésimas administraciones kirchneristas en los últimos 20 años.

Este resultado se debe a la valuación de las Letras Intransferibles que el Tesoro utilizó para hacerse de las divisas en el BCRA en la gestión del expresidente Néstor Kirchner, práctica que se continuó desde el año 2007.

Estos instrumentos se utilizaron para canjear deliberadamente las reservas del Central a cambio de un papel sin mayor importancia y meramente ceremonial en los asientos contables, una práctica que impulsó el entonces ministro de Economía Sergio Massa a todo vapor.

“El principal impacto de esta adecuación se observa en los criterios de valuación de las Letras Intransferibles y Otras Letras del Tesoro Nacional en dólares estadounidenses, así como de los Adelantos Transitorios al Gobierno Nacional”, resalta el comunicado de la autoridad monetaria.

Se calcula que la verdadera valuación de las Letras Intransferibles es hasta un 60% inferior al resultado que hasta ahora se contemplaba en la hoja de balance del BCRA, y como resultado se obtiene el “costo de sinceramiento” por la suma equivalente a los US$ 45.000 millones de dólares respectivamente.

Asimismo, la administración de Bausili dispuso de un nuevo cambio en el funcionamiento de la institución y su comportamiento con respecto al Tesoro: se detendrá abruptamente el envío de transferencias de utilidades al Tesoro Nacional, ya que estas simplemente constituían un artilugio contable que escondía la monetización del déficit fiscal.

Lo que ocurría anteriormente es que el Banco Central reportaba supuestas “ganancias” por la mera tenencia de divisas en su poder, ya que estas se veían revaluadas en pesos con cada devaluación ejecutada sobre el cambio oficial. Pero estas ganancias fueron meramente contables, jamás existieron y no se explicaron por la propia operativa del banco.

Desde el 10 de diciembre del año pasado el BCRA también abortó cualquier tipo de transferencia por concepto de Adelantos Transitorios, la principal fuente de monetización fiscal por vía directa. Son pasos necesarios para 

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