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Masivo éxodo de empresas: El Banco Itaú anuncia el fin de sus operaciones en Argentina

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Ya se contabilizan hasta 23 grandes empresas multinacionales que abandonaron el país o que están en proceso de hacerlo, mientras que la inversión extranjera se desploma a mínimos históricos.

Las reglas de juego imperantes en Argentina hacen cada vez más inviable el normal desenvolvimiento de la iniciativa privada, especialmente sobre las firmas extranjeras que alguna vez decidieron asentarse en el país. El Banco Itaú, de capitales brasileños, anunció su decisión de abandonar definitivamente sus operaciones en Argentina.

La firma bancaria confirmó estar en negociaciones con el Banco Macro para transferir la administración de sus filiales locales. Asimismo, enunció que el aplastante peso regulatorio del Estado y el Banco Central, así como la violenta escalada inflacionaria, fueron algunos de los aspectos más importantes tenidos en cuenta para decidir abandonar las operaciones en el mercado argentino.

En lo que va de la caótica administración del cuarto Gobierno kirchnerista un total de 23 empresas internacionales decidieron irse, el mayor éxodo del que se tenga registro desde la crisis entre 2001 y 2002. Muchas de estas firmas habían llegado al país durante el menemismo, amparadas en un modelo económico que ofrecía previsibilidad y reglas de juego claras.

El cepo cambiario no solamente impide la adquisición de divisas para financiar insumos importados, sino que además restringe la remisión de utilidades y el pago de obligaciones financieras con acreedores en el exterior. Esto hace completamente inviable la operatividad en Argentina.

La lista de empresas que abandonaron el país

Edding: habiéndose asentado en el país durante la década de 1960, la firma de capitales alemanes proveedora de marcadores decidió irse del país en marzo de este año, cediendo todas sus operaciones al Grupo Mendizábal. Las drásticas trabas a los insumos importados hacían que las operaciones fueran cada día más difíciles de sostener

Enel: se trata de la firma italiana responsable de la administración de Edesur, que confirmó su retirada y la venta de todos sus activos en Argentina. Los sucesivos Gobiernos argentinos incumplieron las cláusulas previstas en los tratados bilaterales de inversión de los 90s y destruyeron la organización de los precios relativos en la economía, razones más que suficientes para dejar de operar.

Dr Martens: la empresa vendedora de zapatos ingleses anunció su retirada de Argentina en enero de este año, principalmente por las trabas a las importaciones de insumos necesarios.

Alicorp: la firma de comercialización y fabricación de productos de consumo masivo para el cuidado personal anunció su venta y retirada del país en diciembre de 2021, tras casi cuatro años de retracción y recesión sobre el consumo.

Bradesco: se trata de una firma bancaria proveniente de Brasil, que anunció el cese de sus operaciones en el mercado argentino en septiembre del año pasado. Las razones fueron similares a las que alegó el banco Itaú, el modelo económico kirchnerista expulsa la inversión extranjera.

Eli Lilly: la importante empresa farmacéutica estadounidense confirmó su retirada de Argentina en el mes de julio de 2021. Los cambios regulatorios del kirchnerismo mantuvieron un sesgo marcadamente contrario a la llegada de laboratorios extranjeros.

Walmart: la icónica cadena de supermercados abandonó Argentina en noviembre de 2020, vendiendo todas sus operaciones al grupo De Narváez. La empresa había desembarcado en el país en 1995 durante el Gobierno de Carlos Menem, pero los sucesivos controles de precios llegados a cabo por el kirchnerismo, así como la falta de acceso al dólar oficial, sentenciaron la continuidad del negocio en el mercado doméstico.

Falabella: la cadena chilena inició un proceso de retirada desde principios del año 2020 y en plena pandemia, ya que se hizo imposible seguir soportando la inestable macroeconomía argentina. Esta firma había llegado en los años 90s por el boom económico del menemismo.

LATAM y otras Aerolíneas: la aerolínea Latam abandonó sus operaciones en Argentina en junio de 2020, en respuesta al sesgo regulatorio implementado por el Gobierno kirchnerista, que benefició deliberadamente a la estatal Aerolíneas Argentinas. Lo mismo ocurrió con el caso de Air New Zealand, Qatar Airways y Norwegian, que también dejaron de operar en el país.

BASF: la empresa de pinturas automotrices trasladó una importante parte de sus fábricas a Brasil, para continuar desde allí una gestión más eficiente del proceso productivo. Aún conserva una planta en la Provincia de Buenos Aires, pero con márgen de negocio más acotado.

Raizen Gas: la firma de comercialización y distribución de gas licuado abandonó el país y vendió sus operaciones a la empresa local Italgas. Aún así, continúa operando en otras áreas del negocio energético a través de las estaciones de servicio de Shell.

Pierre Fabré: el laboratorio francés abandonó sus operaciones locales en julio de 2020, repatriando sus capitales a Francia.

Saint Gobain Sekurit: la importante empresa autopartista trasladó la mayor parte de sus operaciones a Brasil, y paralizó completamente la producción de sus plantas en la localidad de Campana en la Provincia de Buenos Aires.

Under Armour: la firma de ropa deportiva oriunda de Estados Unidos se desprendió de su único local propio en el país situado en el shopping Unicenter, hacia el mes de abril de 2021.

Gerresheimer: la empresa alemana de packaging farmacéutico vendió todas sus operaciones a la firma local IMAP.

Brighstar: la empresa estadounidense de celulares dejó sus operaciones de Tierra del Fuego, y en diciembre de 2020 las vendió a la empresa local Mirgor.

Glovo: la famosa app de Delivery dejó el negocio en Argentina asediada por la inestabilidad jurídica, y transfirió sus operaciones a PedidosYa. 

Asics: la firma de zapatillas running dejó Argentina en diciembre de 2020 por las dificultades para acceder a divisas con las cuales financiar importaciones, deudas comerciales, remitir utilidades, etc. Vendió sus operaciones a Dass Argentina.

Nike: la famosa empresa deportiva anunció el fin de sus operaciones en Argentina a principios de 2020, y limita sus operaciones como licenciatario a través del Grupo Axo de capitales mexicanos.

Argentina

Nosis se disculpó formalmente con Milei por haber publicado falsamente que trabajó como asesor del Congreso por 26 años

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El candidato presidencial había intimado públicamente a la plataforma a rectificar los datos luego de que publicaran información falsa sobre su experiencia laboral.

Los operadores de poca monta que intentaron difamar a Javier Milei, de a poco van teniendo que pedir disculpas. Esta vez, Nosis, una plataforma que almacena datos comerciales y laborales de personas y empresas, se disculpó públicamente este lunes con el candidato presidencial por presentar una información falsa sobre su experiencia laboral.

Para entender la polémica, hay que retrotraerse a abril de este año, cuando algunos medios de comunicación reprodujeron un informe comercial de Nosis que indicaba que Milei había trabajado 26 años seguidos en el Congreso como asesor, entre 1994 y 2020.

Los medios mencionados publicaron la información sin confirmar ni preguntarle al candidato o a gente de su equipo si era verídico, y no se preguntaron en ningún momento si se trataba de un error o una noticia falsa.

Pedimos nuestras más sinceras disculpas al Sr. Javier Milei por cualquier inconveniente que el error pudo haberle ocasionado, agradecemos su buena predisposición, y lamentamos la continuidad de su utilización a pesar de su rectificación en la misma fecha que el mismo tomó estado público”, aseguró la compañía en un comunicado esta mañana.

“Nosis rectificó el error en el transcurso de la misma noche en que tomó conocimiento del mismo y notificó acerca de su rectificación tanto a aquellos usuarios que solicitaron informes comerciales como al propio interesado”, se informó. ”Desde entonces, hemos estado en contacto con el Sr. Javier Milei y su equipo, quienes con buena predisposición han colaborado en aclarar satisfactoriamente lo sucedido”, agregaron.

Según precisó el portal de datos este lunes, en aquel momento se produjo un error que consistió en haber unificado dos períodos distintos en los cuales Milei desempeñó tareas en relación de dependencia en la Cámara de Diputados, que en realidad habían estado separados por varios años de diferencia.

Milei tuvo un breve paso por la Cámara de Diputados cuando fue contratado por tres meses en 1994, junto a un grupo de economistas, para asesorar al espacio político del entonces convencional constituyente de Tucumán, Antonio Domingo Bussi, en dos leyes en específicas; una vinculada a la desregulación de la industria del limón y otra a la de la caña de azúcar.

No sería hasta el 10 de diciembre del 2021 que Milei asumiría como diputado nacional, y trabajaría oficialmente para el Congreso, con un sueldo que dona todos los meses. Según Nosis, un “error de sistema” ocasionó que estos dos trabajos se cuenten como uno solo y por eso surgió la discrepancia.

La explicación no arroja claridad al asunto, ya que en realidad Milei asumió como diputado en 2021, no en 2020. Además, es bastante sospechoso que este error fue inmediatamente captado por todos los medios y reproducido simultáneamente, como si hubiera estado planeado.

A la fecha de publicación de esta nota, ningún medio como La Nación, Clarín, Infobae, Página 12, TN, C5N, Ambito Financiero, El Cronista o los otros grandes medios de Argentina se han disculpado por publicar la noticia sin verificar la información previamente.

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Definición de locura: El kirchnerismo envía un proyecto para rebajar la jornada laboral legal a 36 horas semanales

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Se busca reducir la jornada laboral sin una mejora de productividad, lo cual llevará a un fuerte impacto en la informalidad, la desocupación, y una caída en el nivel general de salarios.

El gobierno de Alberto Fernández y Sergio Massa vuelve a insistir con un proyecto para rebajar la jornada laboral legal hasta las 36 horas semanales, con la intención de seguir sumando proyectos que le caen bien a la gente de cara a las elecciones de octubre.

Este martes se tratará en el Congreso una versión del proyecto. Si bien existen una serie de borradores entre los distintos bloques del espacio oficialista, la propuesta más extremista promete rebajar la jornada semanal a 36 horas, aunque existen otros que plantean un tope en torno a las 40 horas.

Esto conforma otra medida más en el arsenal desplegado por Massa para tratar de entrar en el ballotage. La justificación oficial del proyecto consiste en argumentar que la jornada laboral es de hecho (y no solamente por una ley) más baja en los países más desarrollados del planeta. Asimismo, se postula que el proyecto eventualmente “apuntalará la productividad” aunque sin ningún sustento serio.

Si bien es correcto afirmar que en las economías desarrolladas la jornada laboral es drásticamente inferior al que tienen las economías en vías de desarrollo como la Argentina, es un error usual pensar que esto se debe a un mero tecnicismo legal ofrecido por los políticos.

La jornada laboral se reduce de manera natural en respuesta a las mayores tasas de capitalización a las que pueden acceder los trabajadores de un país. Esto es, la mayor inversión en capital físico (maquinaria, equipo pesado, avances en la tecnología) y capital humano (educación superior, capacitación profesional, etc). 

Es por medio de estas fuentes que los trabajadores se vuelven más productivos y, con ello, pueden disfrutar de una menor jornada laboral para producir más bienes y servicios. Esto no funciona al revés: forzar la reducción de la jornada laboral no incentiva la productividad, sino que por el contrario la penaliza.

La cantidad de horas semanales que trabajan en promedio los ciudadanos en Noruega asciende a un total de 34, lo mismo ocurre en países como Finlandia, Alemania, Dinamarca, Países Bajos y Austria. Otros países como Francia, Italia, Suecia, Irlanda y España mantienen jornadas laborales semanales de 36 horas en promedio. 

Pero ninguno de estos países consiguió tales umbrales por manifestarlo en una ley, sino que hubo la necesidad de acumular décadas de inversión en capital para poder afianzar un nivel de productividad compatible con tales jornadas reducidas. El Estado no permitió afianzar este proceso, sino que fue la innovación propia de la economía de mercado la que favoreció la disminución de las horas de trabajo.

Incluso si estos países establecieran una ley obligando a las empresas a respetar una jornada laboral de 36 horas, el impacto podría ser prácticamente nulo debido a que el mercado ya inspiró estos parámetros hace mucho tiempo. El caso argentino es diferente, la productividad argentina está muy lejos de ser la que alcanza cualquier país europeo.

La disminución forzada de la jornada laboral en Argentina sólo multiplicará los incentivos para la contratación informal, y eventualmente una mayor tasa de desocupación abierta. Esto se suma a los estándares extremadamente rígidos de la legislación laboral argentina, que no sufrió reformas estructurales significativas desde el año 1974 cuando se sancionó la Ley de Contrato de Trabajo.

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Cómo es la propuesta de Javier Milei para cerrar el Banco Central y terminar con la inflación

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La propuesta incluye un drástico ajuste a los gastos del sector público y una solución definitiva a la bola de pasivos remunerados contenida en el Banco Central. La emisión monetaria sin respaldo quedaría completamente desbaratada y Argentina recuperaría una moneda para ahorrar.

Los principales asesores económicos de Javier Milei, entre ellos Carlos Rodríguez, Darío Epstein y Emilio Ocampo, se pronunciaron al respecto de la propuesta para eliminar el Banco Central y eliminar el peso como instrumento de falsificación sistemática contra el poder de compra de los ciudadanos.

El programa consta de varios ejes, atacando la cuestión monetaria pero también el aspecto fiscal para garantizar consistencia. La eliminación del rol preponderante del peso (y su reemplazo por el dólar) podría desarrollarse en un lapso de 9 a 24 meses, y una vez terminado el proceso, podría avanzarse con la eliminación definitiva del Banco Central tal y como lo conocemos hoy.

La reforma desde el punto de vista monetario

El director de Research for Traders, Darío Epstein, se pronunció abiertamente en contra de cualquier tipo de posibilidad de un “plan bónex”, y aseguró que la propuesta de La Libertad Avanza no incluye ninguna ruptura de contratos previamente acordados.

También descartó de plano la necesidad de una hiperinflación para llevar a cabo la propuesta, una crítica usual de los economistas de Juntos por el Cambio y del kirchnerismo.

En cambio, el principal eje de la propuesta monetaria será la reestructuración del Banco Central, liquidando sus activos contra sus pasivos. Este ejercicio es un paso previo indispensable para pensar en su eventual eliminación.

Para efectuar el proceso, un primer rescate será sobre el circulante de pesos en la economía, y a partir de allí avanzar cada vez más en profundidad con los distintos agregados monetarios. Para que esto pueda darse a un tipo de cambio de conversión razonable, será necesario primero reestructurar la deuda remunerada del BCRA, y a estos efectos la propuesta de Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky presenta una solución.

Se propone la creación de un fideicomiso con legislación extranjera, que emitirá nuevos bonos de corto plazo con los cuales serán rescatados por pasivos del BCRA. Estos bonos estarán garantizados por los títulos acumulados de la institución (las Letras Intransferibles y los Adelantos Transitorios), además de los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES, una cierta participación accionaria de YPF y hasta se baraja la posibilidad de ofrecer recursos fiscales a modo de garantía.

Esta maniobra le permitiría al BCRA hacerse de los dólares necesarios para rescatar todos sus pasivos. Ocampo fue elegido para liderar y administrar este proceso, prometiendo eventualmente poner fin a la institución cuando se haya terminado. De esta manera podría convertirse en el último presidente del Banco Central, desde su fundación en el año 1935.

La reforma desde el aspecto fiscal

La pata “fiscal” de la reforma también es sumamente necesaria para garantizar la consistencia del programa económico de Milei. El ancla fiscal es necesaria para detener inmediatamente toda la nueva asistencia monetaria al Tesoro, incluyendo la asistencia directa y también las compras de títulos públicos. Por otra parte, el ajuste debe ser creíble para erradicar cualquier especulación por dominancia fiscal en el futuro.

A estos efectos se propone un ajuste inicial equivalente al 5% del PBI para el año fiscal 2024, uno de los recortes más ambiciosos de la historia argentina para un período de 12 meses. Con el paso del tiempo se propone extender el ajuste hasta los 15 puntos del PBI, pero teniendo en cuenta no sólo al ámbito nacional sino también a las Provincias y los municipios (entre todos los componentes el Estado supera los 42 puntos del PBI).

El ajuste inicial sobre el Estado nacional (que representa poco más del 22 puntos del PBI) se explicará por las siguientes partidas:

  • La privatización del sistema de obra pública, para avanzar hacia un sistema de iniciativa privada similar al que opera en Chile. Esta partida es equivalente al 1,6% del PBI en el gasto nacional
  • Programa de privatización de las empresas del Estado nacional, ahorrando un déficit operativo en torno al 0,7% del PBI, que asciende al 1,2% del PBI sumando las contribuciones figurativas
  • Recorte a las transferencias discrecionales a las Provincias, por un monto que algunos economistas estiman en el 0,7% del PBI cada año
  • Eliminación de los subsidios económicos a las tarifas de servicios públicos. Solamente los destinados a energía y transporte ascienden al 2,6% del PBI, pero también existen subsidios a la industria, producción primaria y las comunicaciones con un umbral para recortar en torno al 1% del PBI.

Bajo estos lineamientos para el ajuste fiscal inicial de 5 puntos del PBI, resulta factible. Por otra parte, las privatizaciones no solo tienen el potencial de eliminar el flujo de déficit que cada año debe costear el sector público (y la sociedad), sino también acaparar stocks por las ventas, con los cuales podrían cancelarse obligaciones o emplearse de diversas maneras.

Los ingresos por privatizaciones llegaron a promediar el 1% del PBI a lo largo de la década de 1990, con lo cual son ingresos que pueden alcanzar cifras verdaderamente significativas.

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