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Japón

Crisis política en Japón: Quién es el nuevo primer ministro que debe llevar tranquilidad antes de las elecciones

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El reformista Fumio Kishida ganó las elecciones internas del partido más importante de Japón, y las facciones internas se reacomodan de cara a las elecciones de fin de año.

Tras la salida del primer ministro Shinzo Abe por problemas de salud, el fracaso fugaz de Yoshihide Suga y la elección de Fumio Kishida como próximo líder del oficialismo, la política japonesa ha estado al rojo vivo y todavía tienen por delante unas complicadas elecciones generales a fin de año.

Fumio Kishida se convirtió este 29 de septiembre en el nuevo presidente del Partido Liberal Democrático (PLD) de Japón, agrupación de derecha que gobierna hace 60 años el país.

Kishida, que viene de liderar las carteras de Exterior y de Defensa, ganó las elecciones internas encabezando su propia facción de corte más liberal será el primer ministro nipón al menos hasta las elecciones generales programadas para antes del 28 de noviembre.

Con un perfil conciliador, una amplia experiencia diplomática y una agenda continuista de las políticas de Abe y Suga, pero con algunos detalles reformistas, Kishida llega al poder en su segundo intento por conquistar el trono de esta formación, precedido por una fama de gestor eficiente pero discreto.

De 64 años, había considerado una candidatura para la presidencia del PLD en 2018, pero fue persuadido por el entonces líder Shinzo Abe para que espere unos años más, ya que buscaba perfilar a Kishida como su posible sucesor. Pero en 2020, cuando Abe decidió retirarse por motivos de salud, el establishment partidario decidió apoyar a Yoshihide Suga en la interna, quien venció con comodidad a Kishida y al reformista Shigeru Ishiba.

Ahora, con un Suga que renuncia con bajísimos índices de popularidad, Kishida logró finalmente obtener el liderazgo del PLD, imponiéndose sobre dos fuertes candidatos, en una de las elecciones internas más competitivas en la historia del PLD.

Suga y Kishida, aunque adversarios en las internas, mantienen una estrecha amistad como las dos asesores más importantes del ex primer ministro Shinzo Abe.

Elecciones internas del partido más importante de Japón

Durante la breve campaña, el favorito de las encuestas siempre fue Taro Kono, un reformista de 58 años tendiente a la centro-izquierda, quien había disputado el liderazgo del partido también en las internas de 2009 pero había sido derrotado. A pesar de obtener el apoyo del saliente Suga y del popular líder reformista Shigeri Ishiba, Kono quedó en segundo lugar debido al masivo apoyo del establishment partidario a Kishida, que se dio cuenta de su error de no apoyarlo en el pasado.

Detrás de Kono quedó Sanae Takaichi, parlamentaria de 60 años que contaba con el apoyo del aún altamente influyente Abe, y quien se hubiese convertido, de ganar, en la primera líder mujer en la historia de Japón. En cuarto lugar, muy por detrás, quedó Seiko Noda, quien había anunciado su candidatura tan solo 2 semanas antes.

El método de elección del nuevo líder del PLD fue mixto, y se realizó en dos rondas: en la primera ronda votaron 380 parlamentarios del partido, y en paralelo tuvieron derecho a votar todos los afiliados del partido con su membresía al día. Kishida ganó ampliamente entre los parlamentarios, con 146 votos, seguido por Takaichi, quien logró un fuerte apoyo de 114 votos gracias al padrinazgo de Abe; Kono resultó tercero, con 86 votos, y Noda última con 34.

En el voto popular, Kono se impuso cómodamente, recibiendo 335.046 votos (44,1%), seguido por Kishida con 219.338 (28,9%), Takaichi con 147.764 (19,4%) y finalmente Noda con 57.927 (7.6%). 382 votos equivalentes a los de los parlamentarios fueron distribuidos de acuerdo a estos resultados: Kono obtuvo 169, Kishida 110, Takaichi 74 y Noda tan solo 29.

De esa forma, el resultado final de la primera vuelta fue un ajustado: 256 para Kishida y 255 para Kono, con Takaichi quedándose con 188 y Noda con 63. De esa forma, Kishida y Kono pasaron a una segunda ronda, donde solo votaron los 380 parlamentarios, y donde se sumaron 47 votos de las bases locales del PLD en cada prefectura japonesa. El resultado final fue de 257 votos para Kishida (249 de los parlamentarios + 8 de las prefecturas) y 170 votos para Kono (131 de los parlamentarios + 39 de las prefecturas). Nunca en la historia de Japón una interna del PLD había sido tan peleada.

Ahora, Kishida liderará el PLD de cara a las elecciones generales, a realizarse antes del 28 de noviembre, donde se renovará la totalidad de la Cámara de Representantes de Japón. Como siempre, el PLD lidera cómodamente las preferencias de los japoneses: tras la renuncia de Suga y previo a la elección de Kishida, el promedio de encuestas le otorgaba casi un 40% de las preferencias, seguido muy de lejos por el centro-izquierdista Partido Democrático Constitucional (PDC), liderado por Yukio Edano, que contaría con un apoyo de tan solo el 7% de los votantes, aunque con un 39% de votantes que no se identifican con ningún partido o que no acudirán a votar, que podrían decantarse por la oposición.

Aún más atrás en las preferencias figuran el conservador Komeito, aliado de coalición del PLD, con el 3,5%, el Partido Comunista de Japón con el 3%, el partido populista de derecha Ishin con 2%, y por debajo muchos partidos menores que no superan el 1%.

Kishida se impuso en las elecciones internas más peleadas de la historia del PLD.

Claves para entender la política japonesa

El Partido Liberal Democrático de Japón es el partido dominante de la política nipona desde su fundación en 1955, habiendo sido minoría solo en 6 de los últimos 66 años (1993-1994 y 2009-2012). Es por eso que la elección del presidente del PLD es prácticamente equivalente a la elección del primer ministro japonés.

Debido a esta condición casi de “partido único” en una democracia totalmente libre y plena, el PLD ha desarrollado a lo largo de los años diversas “facciones”, cada una con sus propios líderes históricos y contemporáneos, y con posturas ideológicas definidas y diferenciadas.

Aunque siempre fue identificado como un partido conservador y referente del nacionalismo japonés, a favor de una cooperación cercana con los Estados Unidos y de una economía de libre mercado, esto no ha evitado que múltiples facciones se disputaran el poder – en ocasiones la competencia entre las facciones internas del PLD es más feroz que aquella entre el PLD y los partidos de oposición.

El PLD surgió de la fusión entre los dos principales partidos de la derecha japonesa: el Partido Liberal, liderado por Shigeru Yoshida (quien gobernó en la pos-Guerra entre 1946 y 1947, y luego entre 1948 y 1954), y el Partido Democrático, liderado por Ichiro Hatoyama (quien gobernó entre 1954 y 1956).

En 1956, los dos partidos se unieron para otorgar estabilidad al país luego de la Segunda Guerra, y el nuevo partido se vio siempre dividido en dos grandes grupos: los “ex Liberales” y los “ex Demócratas”, ambos subdivididos en múltiples facciones.

Del grupo de los “ex Liberales” (más progresistas), actualmente sobreviven 4 facciones:

  • Shikokai, liderada por el ex premier Taro Aso, quien lideró el país entre septiembre de 2008 y septiembre de 2009. Cuenta con 55 miembros en el Parlamento, por lo cual es la segunda mayor facción, lo cual permite a Aso mantenerse desde 2012 en el cargo de vicepresidente del partido, y como tal, vice-primer ministro de Japón. Sus posturas son reformistas y más tiradas a la izquierda, con una impronta pro-China, a favor de la intervención del Estado en la economía. Esta facción surgió de la unión de otras dos, una de las cuales era liderada por Yohei Kono, padre del candidato Taro Kono que fue derrotado por Kishida este año.
  • Heisei Kenkyukai, cuyo liderazgo está vacante desde el pasado 17 de septiembre por el fallecimiento del parlamentario Wataru Takeshita. Cuenta con 51 miembros, y su orientación es keynesiana, liberal en lo social y también pro-China. Su base de apoyos proviene mayormente de los sectores rurales y obreros, y de las minorías. En esta primaria, sin embargo, apoyaron a Kishida.
  • Kochikai, liderada por el flamante actual primer ministro Fumio Kishida. Esta facción, que cuenta actualmente con 46 miembros en el Parlamento, si bien podría ser considerada de centro-derecha en el resto del mundo, se encuentra a la izquierda respecto a otras facciones del PLD, mostrándose a favor de un Estado más intervencionista en la economía y opiniones más progresistas en lo social. De todos modos, a diferencia de otros ex Liberales, esta facción es extremadamente pro-Estados Unidos y pro-status quo. Su base de apoyos proviene principalmente de las élites partidarias, académicas y económicas del país.
  • Suigetsukai, liderada por el reformista Shigeru Ishiba. Con tan solo 15 miembros, esta facción está en peligro de desaparecer: fue formada en 2015 con parlamentarios que no pertenecían a ninguna facción, como un vehículo para la futura candidatura de Ishiba, quien, tras resultar tercero en la interna de 2020, renunció al liderazgo de la facción, dejándolo vacante hasta la fecha. No posee posturas diferenciadas, más allá del apoyo a la carrera política de Ishiba, quien es considerado reformista pero “halcón” en materia de relaciones exteriores, similar a Kishida. Tras considerar volver a presentarse en 2021, Ishiba decidió finalmente apoyar a Kono.

Mientras tanto, de los “ex Demócratas” (más conservadores), al día de hoy existen 3 facciones:

  • Seiwa Seisaku Kenkyukai, liderada por Hiroyuki Hosoda. La mayor facción del PLD, con 96 integrantes, esta facción es nacionalista, conservadora, a favor de la desregulación de la economía y de reducir los impuestos sobre las empresas todo lo que se pueda, con una postura internacional pro-Estados Unidos. El ex premier Shinzo Abe pertenece a esta facción, la cual fue en el pasado liderada por su padre, Shintaro Abe. La base de apoyo de esta facción se encuentra principalmente en el empresariado japonés, la burocracia estatal y las familias de los fallecidos en la Segunda Guerra Mundial, debido a su postura de reivindicar el rol de Japón en dicho conflicto. En esta elección interna, el liderazgo partidario apoyó a Kishida mientras que los simpatizantes de Abe apoyaron a Sanae Takaichi en primera vuelta, y el partido entero se encolumnó detrás de Kishida en segunda vuelta.
  • Shisuikai, con liderazgo vacante. Compuesta por 47 integrantes, esta facción es de orientación keynesiana, nacionalista, a favor de estatizaciones y “halcón” en relaciones exteriores. Esta facción se encuentra en crisis, tras haber perdido a sus 3 líderes históricos: Yasuhiro Nakasone falleció en 2019, Shizuka Kamei abandonó el partido en 2005, y Toshihiro Nikai renunció en octubre de 2021 tanto a la facción como al puesto de Secretario General del PLD. Nikai, considerado el parlamentario “más pro-China” de Japón, había sido el principal arquitecto detrás de la candidatura de Yoshihide Suga en 2020, y se vio fuertemente debilitado por la decisión de Suga de no presentarse a la reelección en 2021. Aunque Suga apoyó a Kono, la facción no apoyó formalmente a ningún candidato en esta interna.
  • Kinmirai Seiji Kenyukai, liderada por Nobuteru Ishihara. Con solo 10 integrantes, es la menor facción del PLD en el parlamento japonés. Sus miembros están a favor de una reforma de la constitución japonesa, la cual fue promulgada en mayo de 1947 y no tuvo ninguna reforma ni enmienda desde entonces, aunque algunos quieren cambiarla por izquierda y otros por derecha.
Infografía del Japan Times sobre las distintas facciones del PLD.

¿Qué esperar del nuevo liderazgo?

Este 4 de octubre se oficializará la salida de Suga y posteriormente asumirá su cargo Fumio Kishida, partidario de reforzar la alianza con Estados Unidos y fortalecer las capacidades militares de Japón para responder ante posibles ataques, principalmente de China y Corea del Norte. Kishida también considera que Taiwán “será el próximo gran problema” y aboga por cooperar con Taipéi, pero manteniendo relaciones estables con China, su mayor socio comercial, quien a su vez es la principal amenaza para Taiwán.

Su currículum como canciller de Japón entre 2012 y 2017, bajo el gobierno de Shinzo Abe, incluye avances en asuntos delicados como el deshielo con Rusia.

Kishida ha sido el ministro de Exteriores más duradero del Japón en la posguerra, y aspira a dar continuidad a la iniciativa de las autoridades locales de Hiroshima para “liderar los esfuerzos globales” por el desarme nuclear, lo que podría significar que Japón empiece a apoyar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares de la ONU, entre cuyos signatarios no están las potencias atómicas.

En cuanto a políticas domésticas, Kishida defiende “un nuevo modelo del capitalismo japonés”, comprometiéndose a aumentar el gasto público para reactivar la economía tras la pandemia e iniciar una redistribución de la riqueza, aunque no tanto como piden otras facciones del PLD.

Este enfoque supondría un cambio respecto a la doctrina ‘Abenomics‘, aunque sin desviarse en exceso de las políticas conservadoras propias del PLD, como sí quizá hubiese significado una victoria del reformista Taro Kono. Además, Kishida está a favor del desarrollo de la energía nuclear, argumentando que es un recurso estratégico muy necesario para la isla.


Por Nicolas Promanzio e Iván Ramos, para La Derecha Diario

Economía

Despega la economía japonesa: Se dispara el crecimiento y Japón recibe a miles de empresas que abandonan China

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Japón recuperó una vigorosa tasa de crecimiento, alentada en gran medida por la fuerte recepción de capitales extranjeros provenientes de China, muchos de los cuales huyen de las políticas del régimen de Xi Jinping y la perspectiva de un derrumbe económico sin precedentes.

En contra de todo pronóstico, la economía de Japón registró una tasa de crecimiento de hasta el 1,5% solamente en el segundo trimestre del año, la variación porcentual más significativa para un trimestre desde la primera mitad de 2015.

Japón registró una de las tasas de crecimiento trimestral más relevantes en el mundo, solo por detrás de Estados Unidos en lo que respecta a las economías desarrolladas. Superó fácilmente a la expansión económica de China, que solo alcanzó a crecer un 0,8% en el segundo trimestre del año.

El PBI japonés acumuló una tasa de crecimiento en torno al 2% con respecto al mismo trimestre del año pasado, pero se espera que esta variación aumente conforme avanza el 2023. El país podría registrar el mayor crecimiento anual desde el año 2010.

Una gran parte de este despegue económico se debe a la masiva recepción de capitales extranjeros que buscan invertir en el país. Japón se convirtió en el mercado favorito para la inversión extranjera directa de Asia, dejando atrás a China (que había liderado el podio en los últimos 20 años).

Cada vez es más común que inversores de gran calibre decidan abandonar sus posiciones bursátiles en la bolsa de Beijing y Hong Kong para invertir en la plaza bursátil de Tokio. Un ejemplo notorio de este fenómeno es el accionar del fondo Allianz Oriental Income, que aumentó sus tenencias accionarias en Japón a expensas de China.

La economía de China se ve amenaza por un histórico derrumbe del mercado inmobiliario (el sector que lideró activamente el crecimiento del país desde la crisis de 2008), y el aborto al proceso de apertura bajo el régimen de Xi Jinping deterioraron en gran medida la confianza de los inversores.

Por otra parte, la crisis geopolítica entre China y Taiwán provocó un gran pánico entre los inversores de este último país ante la posibilidad real de una invasión militar. En respuesta, cada vez más empresas fabricantes de chips deciden trasladarse a Japón, que ofrece una mayor estabilidad jurídica para la inversión y garantiza una relación estable con Occidente para la exportación de tecnología.

La firma IBM decidió incrementar la inversión en Japón por un total de US$ 150 millones para el impulso de las relaciones comerciales con Estados Unidos, mientras que la firma TSMC anunció una inversión por US$ 7.400 millones para la apertura de una segunda fábrica de chips en el país, entre muchos otros ejemplos destacables.

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Economía

El Gobierno de derecha en Japón lanza un plan de ajuste para llegar al equilibrio fiscal en 2025 y eliminar la deuda pública

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El déficit fiscal del Estado japonés se redujo al 5% del PBI en el primer trimestre del año, el resultado más modesto de los últimos 11 trimestres. Fumio Kishida apunta a concretar el equilibrio fiscal primario para el año 2025, y estabilizar el stock de la deuda pública.

El Gobierno de Fumio Kishida impulsa un drástico ajuste fiscal para estabilizar las deterioradas finanzas públicas de Japón en tiempo récord. A través de un plan de recortes presupuestarios y tras haber aprobado la más reciente reforma tributaria, el déficit financiero de Japón se redujo al 5,07% del PBI en el primer trimestre del año.

Se registró el resultado fiscal más modesto en los últimos 11 trimestres, aunque aún se encuentra muy lejos de alcanzar los niveles que tenía antes de la pandemia. La corrección fiscal permitirá estabilizar el ratio de la deuda pública japonesa con respecto al PBI, que adquirió dimensiones históricas tras el estallido de la pandemia.

El objetivo propuesto por Kishida es que el año 2026 sea el límite para alcanzar el equilibrio fiscal primario, algo que Japón no logra concretar desde 1992. Sin embargo, el Primer Ministro prepara un fuerte ajuste fiscal para poder arribar a la meta en el año fiscal 2025 de no producirse mayores contingencias.

Déficit fiscal de Japón desde 1996.

“No abandonaremos la bandera de la reforma fiscal. No hay cambios en la postura del Gobierno de esforzarse por lograr un superávit presupuestario primario en el año fiscal 2025”, anunció el ministro Kishida.

Las proyecciones fiscales asumen un modesto crecimiento del 2% anual sobre el nivel de actividad económica en términos reales, y hasta un 3% en términos nominales.

La reforma tributaria de Kishida aumenta los recargos impositivos sobre los tramos superiores del impuesto a las Ganancias y de sociedades, al mismo tiempo en que baja impuestos para la inversión (especialmente en investigación y desarrollo), la oferta laboral, la remuneración bruta de salarios y las nuevas contrataciones.

El Gobierno impulsa una importante reorganización del gasto público, no solo para acelerar la transición hacia el equilibrio fiscal sino también para financiar el crecimiento del gasto en defensa.

En respuesta a las capacidades militares más agresivas por parte de China y Corea del Norte, la derecha japonesa impulsó un aumento del 26% sobre el presupuesto en defensa para 2023, totalizando los 6,8 billones de yenes con respecto a los 5,4 billones desembolsados hace un año.

El gasto en defensa seguirá aumentando hasta llegar a los 9 billones de yenes en 2027 (66.000 millones de dólares), equivalentes al 2% del PBI estimado para entonces. Esto convertirá a Japón como el país con el tercer presupuesto militar más grande del planeta, solo por detrás de Estados Unidos y China, superando a Rusia e India en los próximos años.

Para financiar estos aumentos, el Gobierno autorizó recortes en el presupuesto para organismos y direcciones del sector público, personal, universidades estatales, prestaciones sociales (excepto las vinculadas con la natalidad) y gastos en el sistema de salud.

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Economía

Japón lanza una fuerte reforma fiscal y tributaria para favorecer la inversión y poder expandir el gasto en Defensa

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El primer ministro Kishida prepara una reforma del sistema impositivo que combina aumentos y desgravaciones, y comprende un aumento neto de ingresos fiscales que serán destinados para alcanzar a duplicar el gasto público en defensa en 2027.

La administración del derechista Partido Liberal Democrático japonés, presidida por el primer ministro Fumio Kishida, lanzó oficialmente una gran reforma fiscal y tributaria que afecta a los principales impuestos del país, entre ellos Ganancias de Personas Físicas, Sociedades, Patrimonios y Consumo.

La reforma oficialista combina rebajas tributarias específicas destinadas a favorecer la inversión privada, y al mismo tiempo aumentos impositivos discrecionales para financiar la duplicación del gasto público en defensa nacional. Se estima que el gasto en defensa logre superar el 2% del PBI para el año 2027. Se trata de una reforma de índole mixto, ni expansiva ni contractiva en relación al nivel de actividad.

Impuestos corporativos

La reforma contempla una amplia revisión de los incentivos sobre la inversión en investigación y desarrollo (I+D). Las bonificaciones fiscales sobre la actividad inversora se amplían por 3 años más, y la tasa mínima para los créditos subsidiados caja del 2% al 1% anual.

También se modifica el monto máximo de crédito fiscal que puede suscribir una empresa. Hasta ahora existía un tope por el 25% de la obligación tributaria anual, pero ahora se aplicará un sistema de límites variables dependiendo del grado de inversión en investigación y desarrollo y se podrán permitir límites más altos.

Se amplían las bonificaciones impositivas por un período de 5 años para empresas que aumenten sus ventas anuales en 1,7 veces, o que alcancen una facturación anual superior a los 3.300 yenes, entre otros requisitos posibles para acceder al beneficio.

Por otra parte, se extiende por un período de 2 años la tributación rebajada para las empresas pymes en Japón, con una tasa reducida de 15% en lugar del 30,6% aplicable para las empresas con una facturación anual superior a los 4 millones de yenes.

Desde el punto de vista contractivo, la reforma crea una sobretasa que varía entre el 4% y el 4,5% sobre el impuesto general de sociedades. Al mismo tiempo se añade una deducción estándar general de 5 millones de yenes anuales para que las empresas pymes no se vean afectadas por el sablazo fiscal.

El llamado “Impuesto sobre la renta especial de reconstrucción”, destinado para asegurar recursos por desastres naturales, tendrá una rebaja del 1% sobre su alícuota nominal aplicable a empresas y cooperativas. También se extenderá su duración hasta más allá del año 2037 (como originalmente estaba previsto).

Impuesto a las Ganancias, sucesiones y consumo

El Gobierno japonés creará una nueva deducción estándar equivalente a los 1,1 millones de yenes sobre el impuesto de sucesiones y donaciones, lo cual facilita que muchas personas dejen de pagar el tributo. Pero por otra parte, se amplía de 3 a 7 años el período de exigencia en el cual se deben incluir las donaciones percibidas para el cómputo del impuesto al momento de producirse la herencia.

El impuesto a las Ganancias para personas físicas tendrá un recargo máximo del 1% sobre las alícuotas marginales más elevadas, que ya de por sí fueron aumentadas del 50,8% a casi el 56% durante la reforma impositiva del año 2016.

Otra gran fuente de recursos para financiar el aumento del gasto militar será el aumento impositivo al tabaco hasta 3 yenes por cigarrillo, implementado progresivamente en 3 etapas. Aún así, no se incluyeron modificaciones sobre el Impuesto al Valor Agregado (IVA). 

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