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Economía

Bausili busca sanear el Banco Central después del kirchnerismo: Así funciona la política monetaria del nuevo Gobierno

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El nuevo presidente de la autoridad monetaria anunció una serie de medidas que atacan, y de manera conjunta, a todas las bombas que dejó la administración anterior. Comienzan a darse los primeros pasos para normalizar el funcionamiento país y poder dolarizar de manera ordenada.

La nueva dirección del Banco Central al frente de Santiago Bausili demostró estar a la altura de las delicadas circunstancias en las que se encuentra la economía argentina, y se anunció un paquete de medidas que pretenden atacar todas las bombas que dejó el kirchnerismo de manera conjunta.

Los cuatro años de gestión kirchnerista dejaron como resultado un saldo de reservas netas negativas por el equivalente a US$ 11.000 millones, la deuda remunerada del BCRA superó el 340% de la base monetaria (14 puntos del PBI, el valor más alto de la historia), un déficit cuasi-fiscal en torno a los 10 puntos del producto, y una deuda comercial con importadores (por operaciones postergadas) equivalente a 56.000 millones de dólares.

Con esta herencia, el lanzamiento de un plan de estabilización coherente y creíble resultaba imposible. Fue necesario establecer una primera etapa de transición para normalizar la situación del BCRA, y a partir de esta normalización poder trazar una hoja de ruta para dolarizar el país.

Las claves de la política monetaria del nuevo Gobierno

Para poder comprender los lineamientos de la política monetaria que adoptó Bausili, es necesario señalar las fuentes principales detrás de la expansión primaria de la cantidad de dinero:

  • La asistencia directa al Tesoro a través de Adelantos Transitorios y utilidades
  • La asistencia indirecta al fisco por medio de la compra de títulos públicos en el mercado secundario (la llamada flexibilización cuantitativa)
  • La convalidación monetaria endógena a partir del control de las tasas de interés, y el pago de intereses propiamente dichos por los pasivos remunerados
  • La emisión de pesos para comprar divisas al tipo de cambio oficial que determina el BCRA

De estas cuatro fuentes explicativas para la emisión de nuevos pesos, el Gobierno logró eliminar completamente las primeras dos. Esto es, el Sector Público Nacional (SPN) anunció un ajuste superior a los 5 puntos del PBI para 2024, con la posibilidad de expandirse aún más por el efecto de eventuales privatizaciones, y de esta manera se termina la necesidad de financiamiento del Tesoro.

Al mismo tiempo, la reversión de las transferencias discrecionales a las Provincias obliga a implementar una fuerte disciplina presupuestaria sobre todas las jurisdicciones (anulando la necesidad de financiamiento monetario por esta fuente), y la reversión de la reforma de Ganancias para la cuarta categoría también ayudará a mejorar los balances provinciales.

Las dos fuentes restantes todavía siguen en juego, pero Bausili desplegó nuevos instrumentos para hacer frente a este problema. En primer lugar, el tipo de cambio oficial se elevó a los $800 y se estableció un crawling-peg mensual del 2% para los próximos meses. Al mismo tiempo, se terminó rebajar la tasa de los Pases de 126% a 100% nominal anual, mientras que la tasa de las Leliq fue fijada en el 133% nominal anual sin alteraciones.

Con todo esto, el BCRA pudo establecer una “escalera de tasas”. Se cortó abruptamente la emisión de nuevas Leliq, dejando a los bancos virtualmente “atrapados” en los Pases que suscribieron en las últimas semanas. Esto permite licuar drásticamente el stock de pasivos remunerados en términos reales, y atacar este problema de raíz.

Y por el propio diseño de la escalera de tasas, los bonos del Tesoro nacional se convirtieron en un instrumento mucho más atractivo que los Pases, que las Leliq, y que la variación del dólar. Se creó un fuerte incentivo para prestar al Gobierno nacional en pesos en sus próximas licitaciones, despejando cualquier tipo de duda en cuanto a la capacidad del Gobierno para maniobrar sus vencimientos más cercanos.

Al mismo tiempo, Bausili lanzó oficialmente los Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (BOPREAL), un instrumento financiero que permite atacar al problema de la deuda comercial que había dejado el kirchnerismo. Mediante esta operación, el BCRA compra pesos y promete pagar dólares a una tasa del 5% anual para 2027. Para ese entonces, la institución ya habrá recompuesto sus reservas y podrá afrontar sus obligaciones sin ningún problema.

Pero en el corto plazo, se le ofrece a los importadores una solución concreta: pueden suscribir estos bonos en pesos, y luego venderlos en dólares en el mercado secundario para poder hacer frente a los pagos con sus respectivos proveedores en el exterior. Se normaliza la cadena de pagos con el comercio exterior.

Y desde el punto de vista del Banco Central, se crea un instrumento que “absorbe” pesos en circulación, y compensa el efecto de las dos fuentes de emisión de pesos que todavía están activas (recordar que se emite para comprar dólares y endógenamente por fijar la tasa de interés de la deuda remunerada).

Esta compleja operación financiera orquestada por Bausili permite ampliar el financiamiento voluntario y no inflacionario para Tesoro, licúa la bomba de pasivos remunerados, disminuye progresivamente la deuda comercial, permite normalizar y desregular el comercio exterior desde el punto de vista de las importaciones, anula la dominancia fiscal sobre la política monetaria, y permite reducir la creación neta de nuevos pesos en la economía de forma consistente con la rebaja de la inflación.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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