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Economía

El día que Friedman presagió el desastre migratorio que sufre EE.UU. y la Unión Europea por abrir sus fronteras

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El Premio Nobel de Economía explicó que la inmigración masiva en la actualidad no se parece en absoluto a las grandes migraciones de principios del siglo XX, y la diferencia es la presencia del llamado “Estado de Bienestar”.

El mundo está viviendo una de sus peores crisis migratorias de la historia de la humanidad. Los Estados-Nación que nacieron en los últimos siglos habían frenado las masivas olas migratorias del mundo antiguo, pero las políticas progresistas del siglo XXI parecen estar trayéndolas de vuelta.

En la frontera sur de Estados Unidos y en las costas de Europa, caravanas de migrantes llegan todos los días, provocando resultados desastrosos para el nivel de vida y la provisión de servicios públicos, por no mencionar la proliferación de numerosas actividades delictivas del más reprochable calibre.

Para muchos puede resultar una novedad, pero de hecho no lo es. El Premio Nobel de Economía en el año 1976, Milton Friedman, ya advertía por las consecuencias negativas de la libre inmigración, argumentando que son totalmente incompatibles con los estándares de las sociedades modernas.

Usando la clásica comparación con las masivas migraciones que se produjeron a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, el galardonado economista explicó que se hizo en un contexto muy diferente al que existe hoy.

Primero de todo, aunque hoy se omite en los relatos de la época, los migrantes europeos que llegaron al continente americano en aquél entonces lo hicieron de manera legal, ante un fuerte proceso de vetado por las autoridades de la época. Criminales, agitadores sociales y miembros de algunos grupos étnicos fueron denegados acceso a los países americanos.

Pero lo más importante, es que tampoco existía tal cosa como “Estado de Bienestar” en ninguna de las economías que recibieron esos flujos migratorios. No existía el amplio abanico de coberturas sociales que existen hoy en día, ni tampoco los sistemas de salud o educación nacionales abastecidos por el Estado.

En otras palabras, la provisión de los llamados “bienes públicos” era prácticamente nula por aquel entonces, estaba reducida una mínima expresión que se limitaba a servicios como seguridad, justicia, funcionamiento básico del Gobierno, sistemas cloacales y de alumbrado público, pero no existía el arsenal de “contención social” que ofrecen los Gobiernos modernos.

Al día de hoy, todos estos subsidios se incrementan y generalizan automáticamente a medida que llegan olas migratorias, dado que en este tipo de procesos migratorios se movilizan personas de muy bajos recursos, y ni bien reciben el estatus de refugiados, empiezan a cobrar asistencia social.

Bajo estos estándares, indefectiblemente se incrementa la presión fiscal sobre los ciudadanos que aportan al sistema de protección social que ofrece el Estado, deteriorando así el nivel de vida de la sociedad de manera uniforme.

Por otra parte, a medida que cada vez más personas disfrutan de las transferencias sociales del Estado pero una menor dotación relativa de personas las financian, el resultado no puede ser otro sino el deterioro de estas prestaciones (salud, educación, bienes públicos, etc). Nuevamente, se deteriora el nivel de vida de la sociedad de manera uniforme.

Bajo las condiciones actuales, y dado que los consensos políticos en la mayor parte de los países desarrollados parecen rechazar el desarme del Estado de Bienestar por completo, las restricciones sobre los movimientos migratorios aparecen como la única manera concreta y seria para prevenir los efectos negativos en el bienestar de la sociedad.

El dramático resultado de la inmigración descontrolada se está imponiendo en los consensos políticos de las economías desarrolladas, incluso entre los espacios “progresistas” que anteriormente favorecían activamente esas políticas. 

La excanciller Ángela Merkel admitió que el “multiculturalismo” fue un fracaso estrepitoso en Alemania, mientras que en Estados Unidos el alcalde de la Ciudad de Nueva York, el demócrata Eric Adams, admitió que la oleada masiva de inmigrantes ilegales amenaza directamente a los estándares de vida de la ciudad.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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