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Economía

El Gobierno de Milei redujo a la mitad la cantidad de Ministerios: Así evolucionó el organigrama del Estado desde 1853

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La reforma del Presidente volvió a introducir la austeridad en el sector público firmando una histórica rebaja de Ministerios a solo 9, la mitad de los que funcionaban en la presidencia de Alberto Fernández. No se veía una organización semejante desde la década de 1990.

El Presidente Javier Milei resolvió la reducción de la cantidad de ministerios de 18 a solamente 9, como el primer paso de la reforma del Estado que será puesta en marcha. Se establecieron los Ministerios del Interior, Relaciones Exteriores, Defensa, Economía, Infraestructura, Justicia, Seguridad, Capital Humano y Salud.

Las dependencias que existían hasta el 10 de diciembre fueron reducidas a Secretarías, Subsecretarías, o bien fueron absorbidas por otras unidades administrativas. No se veía una organización tan austera y simplificada desde la década de 1990, cuando el Gobierno de Carlos Saúl Menem administraba un total de 8 Ministerios.

A partir del primer decreto firmado por el Presidente, el organigrama estatal vuelve a su alineación histórica. Esto permitirá facilitar la gestión del Gobierno, reducir gastos improductivos, y coordinar mejor a las distintas áreas del Estado.

Cantidad histórica de Ministerios desde 1853.

El Estado y la Constitución de Alberdi

El primer organigrama del Estado nacional, tras haberse sancionado la Constitución de Juan Bautista Alberdi, solo mantenía hasta 6 dependencias: los Ministerios del Interior, Relaciones Exteriores, Hacienda, Guerra y Marina y Justicia e Instrucción Pública. Esta sencilla organización fue suficiente para sentar las bases de la expansión económica más importante de la historia argentina.

Solo a partir de 1898, con la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, la cantidad de ministerios se extendió a 8 por mandato constitucional, como parte de una reforma integral sobre la misma. Se produjo una división entre el ministerio de Guerra y Marina, y se crearon los de Agricultura y de Obras Públicas.

Esta organización austera se mantuvo prácticamente inalterada hasta finales de la década de 1940, período en el cual todos los Ministros y funcionarios públicos cabían dentro de la Casa Rosada, y la Argentina llegó a posicionarse como una de las economías más pujantes del planeta.

La reforma de 1949 y las dictaduras militares

La reforma constitucional de 1949 eliminó todos los límites para la creación de ministerios y unidades administrativas en el Estado nacional. La cantidad de ministerios creció hasta 20 entre 1949 y 1951, y a partir del año 1952 llegó a haber incluso 21 ministerios. Esta fue la cifra más alta de la historia argentina.

El Gobierno peronista redujo la cantidad a 19 dependencias en los últimos 2 años de su gestión, más tarde la llamada “Revolución Libertadora” redujo el rango a 16 ministerios, y desde 1958 el Gobierno de Arturo Frondizi volvió al esquema tradicional de solo 8

Sin embargo, los sucesivos Gobiernos militares no respetaron el organigrama, pese a haberse restaurado el mandato constitucional de 1853. El Gobierno de facto de Levingston llevó la cantidad de ministerios a 10, y la administración de Lanusse creó dos más desde 1972.

El tercer peronismo dio marcha atrás con los postulados de su gestión original y redujo nuevamente a 8 la cantidad de ministerios. El Gobierno de Videla elevó el umbral a 9 dependencias, y más tarde Viola llegó a crear hasta 13 unidades administrativas, volviendo más difícil la gestión del Estado.

El tamaño de la administración pública desde la vuelta de la democracia

La normalización del orden constitucional implicó una reducción automática a 8 ministerios desde diciembre de 1983, y los expresidentes Raúl Alfonsín como Carlos Menem respetaron este límite, aunque la Reforma constitucional de 1994 eliminó los topes legales de la misma forma en que lo hizo la de 1949.

Fernando De la Rúa fue el primer presidente de la nueva democracia en volver a expandir la cantidad de dependencias, llegando a un máximo de 12 ministerios en 2001. Bajo las presidencias de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner se mantuvieron un total de 10 ministerios, pero nuevamente el organigrama volvió a crecer a partir de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.

La cantidad de ministerios creció de 10 a 16 entre diciembre de 2007 y noviembre de 2015, incrementando pesadamente el gasto en el funcionamiento del Gobierno nacional. La administración del expresidente Macri disparó la cantidad de ministerios a 20 a partir de diciembre de 2015, pero más tarde reculó con esta idea y resolvió reducir la cantidad a 11 para el año 2018.

Con el retorno del kirchnerismo en 2019 las unidades administrativas nacionales pasaron a ser 20 nuevamente, y a partir de 2022 se redujo la cantidad a 18, como resultado de la fusión entre los ministerios de Desarrollo Productivo y Agricultura Ganadería y Pesca, que fueron absorbidos por Economía bajo la dirección de Sergio Massa.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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