Economía
El milagro económico en Perú: Del colapso del socialismo a las reformas de Alberto Fujimori
Las reformas del presidente Fujimori sentaron las bases para el crecimiento, la estabilidad y ahorro en la economía peruana por primera vez en décadas. El país recuperó la moneda y desarrolló el llamado “capitalismo popular”.

Mientras la región se tiñe de rojo con una nueva ola de gobiernos socialistas, Perú parece sostenerse como uno de los últimos países latinoamericanos que, a pesar de un incursión por la extrema izquierda con Pedro Castillo, ha vuelto a la senda de la economía libre y los valores republicanos.
Es importante recordar que esto no siempre fue así. Para la década de 1980, la economía del Perú era, y por una diferencia enorme, una de las más diezmadas y pobres de toda la región. No solo por sufrir episodios crónicos de inflación y recesión, sino además por mantener un nivel de ingreso por habitante muy inferior al promedio de América Latina.
El presidente Alan García llevó a cabo un experimento de corte socialista que terminó por desequilibrar completamente la economía hacia el final de su mandato. Su gestión finalizó con un nivel de aprobación oscilando entre el 18% y el 21%, cuando había llegado al poder con una imagen positiva superior de hasta el 80% de la opinión pública.
Años después, en 2006, volvería al poder, pero después de las reformas del fujimorismo, gobernaría de una manera diametralmente opuesta a lo que hizo en la década del ’80, respetando los preceptos del “Consenso de Washington” a rajatabla mientras el resto de la región se hundía en el Foro de Sao Paulo.
Los caóticos resultados del socialismo entre 1985 y 1990
El llamado aprismo, implementó un programa heterodoxo que expandió fuertemente el déficit fiscal del 3,7% del PBI en 1985 al 6,7% en 1986, y casi un 9% del PBI para 1987. Estos desequilibrios fueron financiados con emisión monetaria sin respaldo, ya que el Gobierno se resistía a modificar la estructura impositiva para financiar el despilfarro.
La tasa de inflación interanual creció del 65% al 114,5% entre enero y diciembre de 1987, mientras que el Gobierno respondió con la masiva extensión de los controles de precios e incluso intentó estatizar el sistema bancario del Perú como una supuesta receta para combatir el alza de precios.
Los remedios fueron peores que la enfermedad. Los controles de precios no tardaron en masificar el desabastecimiento de productos básicos a lo largo y ancho del país, el cepo cambiario sobre el dólar había provocado que el Banco Central de Perú agotara completamente sus tenencias de divisas.
El mes de julio de 1990 fue particularmente caótico para Perú: el proceso hiperinflacionario se tornó violento e inmanejable y los precios aumentaron un 396% solamente en ese mes, algo nunca antes visto en la historia económica peruana. La inflación interanual había superado el 3.000%.
Al mismo tiempo en que se producía la hiperinflación también se produjo la recesión más violenta en la historia del país: el nivel de actividad se desplomó un 24% entre el tercer trimestre de 1987 y el segundo trimestre de 1990, el último de Alan García en el poder.

Las reformas de Fujimori y el milagro económico
En medio de un clima hiperinflacionario y una recesión profunda, Alberto Fujimori asumió la presidencia del Perú el 28 de julio de 1990, dando lugar a una serie de reformas económicas que fueron el pilar del modelo económico fujimorista que incluso hoy en día se mantiene casi inalterado.
La nueva administración respondió con la aplicación de un programa de shock denominado popularmente como “Fujishock” para terminar con la hiperinflación, de la mano del ministro de Economía Juan Carlos Miller.
Se procedió a la liberalización del mercado cambiario, la rebaja generalizada de aranceles a las importaciones, la eliminación de restricciones cuantitativas al comercio, la liberalización de las tasas de interés bancarias, la reducción de los controles de precios y la aplicación de una política monetaria fuertemente contractiva, todo en un plazo de pocas semanas.
La política monetaria logró un resultado contundente en materia inflacionaria. A partir de 1990, el Banco Central de Perú (BCRP) lanzó un programa de fijación de metas de emisión futura que resultó sumamente creíble y confiable, con reducciones progresivas en el ritmo de expansión monetaria.
Esto fue posible gracias a la “mano de hierro” con la que Fujimori supo gobernar Perú, donde quedó claro que la oposición de extrema izquierda, en aquél entonces defensora del terrorismo del grupo Sendero Luminoso, no tomaría de vuelta el poder en el corto o mediano plazo.
Desde 1992, se implementó un programa de esterilización para la emisión, y en 1993 Fujimori aprueba una reforma en la carta orgánica del BCRP atada a la nueva Constitución que aprobó ese mismo año, garantizando autonomía para la autoridad monetaria y prohibiendo por ley la financiación espuria al Estado.
Al mismo tiempo, el Gobierno fujimorista decidió emprender un importante programa de austeridad fiscal, racionalizando la administración pública y actualizando el valor de las tarifas de los servicios públicos regulados por el Estado. La terapia de shock logró un nivel inédito de credibilidad que consiguió derribar la inflación mensual hasta un promedio del 6,4% durante todo 1991.

A partir de 1993, la economía peruana experimentó un crecimiento vigoroso del PBI y de todos sus indicadores económicos, financieros y humanos, y todos esto con una envidiable estabilidad de precios, una situación que no se veía desde principios del siglo XX en ese país y tampoco se había logrado en otras partes del continente.
Entre 1993 y 2000, la economía del Perú creció un 39,4% mientras que la inflación interanual cayó a un sólo dígito a partir de 1996, y la inflación mensual quebró la inercia persistente que parecía tener en la década de 1980.
Durante este proceso, Alberto Fujimori eliminó rápidamente todos los controles sobre la tenencia de moneda extranjera (principalmente dólares), blanqueando lo que más tarde consolidó una auténtica y funcional economía bimonetaria.
A partir de 1992, Alberto Fujimori consolidó su poder en el gobierno disolviendo el Congreso, una maniobra que la Constitución peruana avalaba, y terminó de completar las “reformas de primer orden” en la transición hacia una economía de mercado.
A partir de ahí, se concretó un extenso programa de privatizaciones que logró una mejora en la calidad de las prestaciones, y se anuló un costo fiscal importante que representaban las empresas estatales ineficientes y deficitarias.
Este modelo trascendió al fujimorismo y perduró por casi tres décadas. Entre 1992 y 2019 el ingreso por habitante en el Perú creció un 166%, consiguiendo una suerte de milagro económico en la región y un “capitalismo popular” que redujo los niveles de pobreza y marginalidad significativamente.
Según las estimaciones oficiales del Estado peruano la tasa de pobreza pasó del 58,5% de la población en 1994 al 21,7% en 2015. Según la medición del Banco Mundial, y utilizando una vara de medición en torno a los US$ 10 PPP constantes de 2011 (similar a lo que utiliza Argentina), la pobreza en el Perú habría pasado del 84% a principios de los 90s, a un 48% en el año 2019.
Economía
Milei denuncia el despilfarro del kirchnerismo: Apuntó directamente contra el contrato millonario del Estado con Eurnekián
El candidato presentó un escrito denunciando una serie de decretos que comprometen obligaciones para la próxima administración, poniendo en jaque las instituciones. Esto incluye un acuerdo millonario con una empresa de Eurnekián para el lanzamiento de los nuevos DNIs.

El candidato Javier Milei arremetió directamente contra el despilfarro millonario de la política, en un momento en donde la mayor parte de la sociedad argentina está sufriendo los efectos de la peor crisis desde 2001.
Mediante una solicitada titulada como “Denuncia acciones contra el sistema democrático, solicita su suspensión y revocación”, Milei denunció abiertamente una serie de decretos recientemente firmados por Alberto Fernández que generan obligaciones para el eventual próximo Gobierno a partir del 10 de diciembre.
El escrito incluye a las Resoluciones 332, 334, 335 y 336 de la Secretaría de Gestión y Empleo Público dependiente de la Jefatura de Gabinete de la Nación, la 607 de la Secretaría de Energía, las 364 y 365 del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), y el contrato millonario para la confección de nuevos DNIs en el cual se encuentra la empresa Unitec Blue SA, cuyo dueño es Eduardo Eurnekián, entre otras resoluciones señaladas explícitamente por el documento.
🇦🇷 | @JMilei reveló que presentó una denuncia para frenar el contrato multimillonario que firmó Alberto Fernández con Eurnekian para hacer los nuevos DNIs.
— La Derecha Diario (@laderechadiario) September 25, 2023
El empresario Eurnekian declaró su apoyo a Patricia Bullrich días atrás.pic.twitter.com/s4NvKWZDvH
Las empresas Unitec Blue SA e Ipesa SA (asociada a la firma china Emperor) fueron las adjudicadas para la licitación del contrato de los DNIs, por una suma que supera los $45 millones de pesos para el Gobierno nacional, junto con un adicional por $11 millones para los nuevos pasaportes.
En este sentido, a tan solo dos meses de una reiterada inminente el Gobierno no tiene la potestad de asumir obligaciones irresponsables para echar sobre los hombros de la próxima gestión, sin ninguna transición ordenada y sin haberse conocido aún el resultado que surja de las elecciones generales.
“En tanto cabeza del Poder Ejecutivo, jefe de gobierno y responsable de la administración general de la nacional, le corresponde a Usted asumir su cargo y permitirle a la sociedad argentina tener elecciones limpias y justas, sin que los recursos públicos actuales y futuros, continúen siendo utilizados para la campaña electoral de su Ministro de Economía”, sentenció el documento presentado por Milei.
El documento denuncia un auténtico despilfarro de recursos con el objetivo de favorecer intereses personales en el Estado, intereses de empresarios cercanos al poder político, y en última instancia a la propia campaña electoral de nada menos que el ministro de Economía en ejercicio.
“Hicimos el apercibimiento y ahora viene la denuncia en sede judicial por la suma de personas a planta permanente y los contratos, por ejemplo, por los DNIs. Le estamos parando eso a Eurnekián, así como escuchas”, anticipó Javier Milei en diálogo con Eduardo Serenellini por Radio Continental.
Estas declaraciones fueron efectuadas después de los duros pronunciamientos que perpetró el empresario contra Milei, entre los cuales lo tildó de “dictador”. A lo cual el candidato contestó lo siguiente: “Quizás no le gustó, pero yo estoy para gobernar a los 47 millones de argentinos, no importa a quién beneficia o perjudica“.
Pero el escándalo no se limita tan solo a la denuncia de Milei. Uno de los competidores de la licitación por el contrato millonario de los DNIs, la firma Eurowitcel S.A, presentó una denuncia por un direccionamiento deliberado del Gobierno nacional para favorecer a la empresa de Eurnekián en la licitación. La firma también advirtió que Ipesa no tiene la capacidad para hacer los pasaportes del contrato debido a la falta de antecedentes.
Economía
El primer año de Giorgia Meloni: Menos subsidios, menos impuestos y récord de puestos de trabajo
La administración de Meloni inició el sendero de reformas estructurales que Italia necesita, apuntando a rebajar la presión fiscal y eliminar las barreras para el crecimiento después de casi dos décadas de estancamiento secular. El desempleo se redujo al umbral más bajo de los últimos 14 años.

Este 25 de septiembre se cumple exactamente un año desde el triunfo histórico de Giorgia Meloni en las elecciones generales de 2022, iniciando un camino de reformas estructurales para revertir el estancamiento que sufre la economía italiana desde principios de la década del 2000.
Meloni logró la aprobación de la reforma del sistema tributario para rebajar las alícuotas sobre los ingresos de personas físicas y sociedades. También consiguió el respaldo parlamentario para flexibilizar y modernizar la legislación laboral, y emprendió un ambicioso ajuste al gigantesco “Estado de Bienestar” que asfixia al país.
En vista al año 2024, la Presidenta de Italia prometió abordar los cambios pendientes en el sistema impositivo para continuar con las rebajas sobre la clase media y las empresas, así como desarrollar un combate frontal contra la inmigración legal en el país.
Il 25 settembre di un anno fa dagli italiani arrivava una indicazione chiara: un governo di centrodestra a guida Fratelli d’Italia. Abbiamo dato il massimo per raggiungere la vittoria, consapevoli che quella non sarebbe stata un punto d’arrivo ma un punto di partenza. A distanza… pic.twitter.com/KRS62aAzr7
— Giorgia Meloni (@GiorgiaMeloni) September 25, 2023
Las reformas que conquistó Meloni en sus primeros meses de gestión
Reforma tributaria
El Gobierno de la “Coalición de centroderecha” consiguió aprobar un total de dos reformas que avanzan en una dirección clara: el objetivo es pasar de un sistema de tasas progresivas sobre los ingresos de personas físicas (sumamente distorsivo) a uno que aplique una tasa unificada y rebajada, lo que se conoce como “flat-tax”.
Este sistema fue propuesto en múltiples oportunidades en los países desarrollados, por ejemplo durante las administraciones de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, entre muchos otros. Actualmente tiene vigencia en algunos países, por ejemplo en Rusia desde el año 2002 por iniciativa de Vladimir Putin.
El impuesto sobre la renta IRPF mantenía hasta 5 escalas progresivas en 2021 que iban del 23% al 43% respectivamente. Para el año fiscal 2022 el sistema se redujo a 4 categorías, en las cuales se rebajaron considerablemente las tasas aplicables para los ingresos medios y bajos.
Más tarde la reforma tributaria de 2023, ratificada por el Senado italiano en agosto, nuevamente modificó el sistema para imponer solo 3 categorías. Se estableció una tasa del 23% para ingresos de hasta 15.000 euros anuales, 27% para el umbral de 15.000 a 50.000 euros, y finalmente una tasa marginal superior del 43% para ingresos más elevados. Nuevamente, el alivio fiscal recayó sobre las categorías medias y bajas.
La apuesta para el año fiscal 2024 será volver a profundizar la simplificación del sistema tributario hasta converger, eventualmente, a una tasa unificada. Se apunta a consolidar una tasa única y reducida para el año fiscal 2027. De esta manera, las distorsiones generadas por el impuesto serían virtualmente eliminadas y se estimularía de una mejor manera el crecimiento de la oferta laboral.
Reforma laboral
El Gobierno avanzó con una fuerte desregulación de los contratos de duración determinada. El decreto de Meloni anunciado el día 1° de mayo, el día del trabajador a nivel internacional, dispuso la ampliación de 12 a 24 meses el límite para este tipo de contratos.
Se ampliaron los incentivos fiscales para la contratación de jóvenes menores de 30 años que no estudian ni trabajan, principalmente mediante una reducción de cargas patronales a cargo del empleador. Meloni anunció una histórica reforma sobre la tasa de impuesto de sociedades, aplicable sobre las utilidades no distribuidas.
En Italia se pagaba una tasa media del 24%, pero tras la reforma de Meloni se creó una alícuota preferencial del 15% aplicada para empresas que declaren una ampliación de su planta permanente de personal.
El mercado laboral respondió positivamente a todos los cambios que se fueron acumulando desde octubre del año pasado. La tasa de desocupación retrocedió al 7,6% de la población activa al término de julio, registrando los valores más bajos desde 2009. La tasa de ocupación alcanzó el 61,3% de la población total de referencia, dos puntos porcentuales por encima del nivel que había antes de la pandemia.
Recorte del “Estado de Bienestar”
El ajuste al tamaño del sector público comenzó a través de las onerosas transferencias sociales que el Estado italiano otorgaba para personas que realmente no las necesitaban. El gigantesco peso del “Estado de bienestar” requiere una presión fiscal que resulta incompatible con el crecimiento, por lo que la reestructuración es de suma importancia.
Meloni anunció la quita de subsidios para un total de 202.000 personas entre julio y agosto, todo esto a cuenta del programa “Renta Ciudadana”. En el recorte no fueron incluidas aquellas familias con hijos menores de edad, o con algún integrante en situación de discapacidad que requiere de constante asistencia económica.
Todas las personas que percibieron este subsidio del Estado, en perfectas condiciones de trabajar, pero que rechazaron por lo menos dos ofertas laborales concretas, fueron despojadas de los beneficios. Asimismo, el Gobierno ofreció un Apoyo para la Formación y el Trabajo (SFL por sus siglas en italiano) para facilitar su incorporación al mercado laboral en los próximos meses.
El recorte de estas partidas presupuestarias es fundamental para concretar la meta fiscal del año 2023, que pretende recortar a la mitad el déficit financiero del Gobierno consolidado.
Argentina
Definición de locura: El kirchnerismo envía un proyecto para rebajar la jornada laboral legal a 36 horas semanales
Se busca reducir la jornada laboral sin una mejora de productividad, lo cual llevará a un fuerte impacto en la informalidad, la desocupación, y una caída en el nivel general de salarios.

El gobierno de Alberto Fernández y Sergio Massa vuelve a insistir con un proyecto para rebajar la jornada laboral legal hasta las 36 horas semanales, con la intención de seguir sumando proyectos que le caen bien a la gente de cara a las elecciones de octubre.
Este martes se tratará en el Congreso una versión del proyecto. Si bien existen una serie de borradores entre los distintos bloques del espacio oficialista, la propuesta más extremista promete rebajar la jornada semanal a 36 horas, aunque existen otros que plantean un tope en torno a las 40 horas.
Esto conforma otra medida más en el arsenal desplegado por Massa para tratar de entrar en el ballotage. La justificación oficial del proyecto consiste en argumentar que la jornada laboral es de hecho (y no solamente por una ley) más baja en los países más desarrollados del planeta. Asimismo, se postula que el proyecto eventualmente “apuntalará la productividad” aunque sin ningún sustento serio.
Si bien es correcto afirmar que en las economías desarrolladas la jornada laboral es drásticamente inferior al que tienen las economías en vías de desarrollo como la Argentina, es un error usual pensar que esto se debe a un mero tecnicismo legal ofrecido por los políticos.
La jornada laboral se reduce de manera natural en respuesta a las mayores tasas de capitalización a las que pueden acceder los trabajadores de un país. Esto es, la mayor inversión en capital físico (maquinaria, equipo pesado, avances en la tecnología) y capital humano (educación superior, capacitación profesional, etc).
Es por medio de estas fuentes que los trabajadores se vuelven más productivos y, con ello, pueden disfrutar de una menor jornada laboral para producir más bienes y servicios. Esto no funciona al revés: forzar la reducción de la jornada laboral no incentiva la productividad, sino que por el contrario la penaliza.
La cantidad de horas semanales que trabajan en promedio los ciudadanos en Noruega asciende a un total de 34, lo mismo ocurre en países como Finlandia, Alemania, Dinamarca, Países Bajos y Austria. Otros países como Francia, Italia, Suecia, Irlanda y España mantienen jornadas laborales semanales de 36 horas en promedio.
Pero ninguno de estos países consiguió tales umbrales por manifestarlo en una ley, sino que hubo la necesidad de acumular décadas de inversión en capital para poder afianzar un nivel de productividad compatible con tales jornadas reducidas. El Estado no permitió afianzar este proceso, sino que fue la innovación propia de la economía de mercado la que favoreció la disminución de las horas de trabajo.
Incluso si estos países establecieran una ley obligando a las empresas a respetar una jornada laboral de 36 horas, el impacto podría ser prácticamente nulo debido a que el mercado ya inspiró estos parámetros hace mucho tiempo. El caso argentino es diferente, la productividad argentina está muy lejos de ser la que alcanza cualquier país europeo.
La disminución forzada de la jornada laboral en Argentina sólo multiplicará los incentivos para la contratación informal, y eventualmente una mayor tasa de desocupación abierta. Esto se suma a los estándares extremadamente rígidos de la legislación laboral argentina, que no sufrió reformas estructurales significativas desde el año 1974 cuando se sancionó la Ley de Contrato de Trabajo.
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