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Economía

El plan Gelbard: El bizarro programa económico preferido de Batakis que destruyó la economía argentina en los 70s

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Batakis aseguró que Ber Gelbard fue el mejor ministro de Economía de toda la historia argentina y dijo que quiere copiar su plan económico. Al día de hoy su programa sigue siendo recordado por el violento estallido inflacionario, el desabastecimiento y la recesión.

En una entrevista para TN, la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, recordó el programa económico que lanzaba en 1973 el militante comunista José Ber Gelbard, elegido por Héctor Campora y luego ratificado por Perón para ocupar el cargo que ahora ella tiene. Sin dudarlo ni por un segundo, Batakis aseguró que Gelbard fue el mejor ministro de Economía de toda la historia argentina.

La reivindicación resulta muy bizarra: el programa del exministro no cosechó éxitos en su primera etapa de aplicación, y fue expulsado del gobierno. Pocos meses después, la situación económica que dejó causó un violento estallido inflacionario que comenzó en el primer semestre de 1975 y culminó en el famoso “Rodrigazo” en junio de ese año.

Al término del plan reivindicado públicamente por Batakis, Argentina consolidó una inflación interanual de 3 dígitos, sufrió el desabastecimiento de productos esenciales como la leche y el papel higiénico, y enfrentó una severa estanflación que no se detendría hasta 1990. ¿Eso quiere copiar?

El plan Gelbard

Tras la asunción de Héctor Cámpora en mayo de 1973, el nuevo Gobierno peronista decide formar un equipo denostado como “gorila” en la jerga de la época, compuesto por radicales y socialistas, con Gelbard a la cabeza.

El nuevo ministro de Economía lanza un programa “trienal” con medidas de shock sobre los precios, los salarios y el mercado financiero. En lugar de pautar metas específicamente ligadas al programa, Gelbard decide pautar metas físicas sobre crecimiento del PBI y empleo como ocurría en las economías planificadas.

Las principales medidas del programa de mayo de 1973:

  • Restricción de la inversión extranjera directa
  • Control de precios y tarifas públicas
  • Control de salarios y suspensión de las negociaciones colectivas por 2 años
  • Control de cambios
  • Nacionalización de depósitos bancarios
  • Reemplazo del Impuesto a los réditos por el actual Impuesto a las Ganancias
  • Aumento de los impuestos al trabajo
  • Aumento del impuesto a los dividendos del 8% al 22%
  • Aumento de la tasa corporativa máxima al 45%
  • Aumento del impuesto a las ventas del 10% al 13% (hoy conocido como IVA)
  • Aumento del gasto público y la emisión monetaria orientada al crédito privado
  • Profundización del comercio con el COMECON (las economías tras la cortina de hierro)

En su primer mes de aplicación, el programa llevó el nivel de inflación mensual 3,5% en mayo de 1973 a un promedio de sólo 0,87% mensual entre junio de ese año y enero de 1974. Por esta razón el programa inicialmente se dio a conocer como “Plan cero” en las conferencias de prensa ante periodistas y empresarios.

Pese a la emisión monetaria, sólo fue posible mantener controlada a la inflación gracias a un notable incremento de la demanda de pesos, tanto para uso transaccional como en demanda de activos financieros con retorno en pesos. Pero esto fue un fenómeno meramente transitorio e incentivado artificialmente por la represión financiera.

Tras 8 meses de relativo éxito, el programa comenzó a colapsar ante el progresivo incremento del desabastecimiento en los mercados oficiales, el rebrote inflacionario y la inminente caída en la demanda de dinero.

El promedio inflacionario subió a casi 3% por mes entre enero y octubre de 1974, y Gelbard abandonó el Ministerio de Economía con una inflación interanual en torno al 30%, 18 puntos porcentuales por encima del mínimo conseguido por el programa en mayo de 1974.

Principales variables monetarias del país entre 1970 y 1976.

Además, habiendo heredado un déficit del Tesoro en torno al 5% del PBI en mayo de 1973, Gelbard abandona el Ministerio con un desequilibrio del 6,35% del producto en el tercer trimestre de 1974, después de haber alcanzado un pico de hasta 7% en el cuatro trimestre del año anterior.

Los controles de precios se hicieron cada vez más insostenibles y la inflación superó el 80% interanual al término de la gestión de Alfredo Gómez Morales en mayo de 1975. Para el mes de junio, no solo los controles de precios sino también el control de cambios y las tarifas públicas se encontraban en un nivel de distorsión imposible de sostener.

Sin reservas para mantener el cepo, con los precios relativos completamente desalineados y con un feroz desabastecimiento, el plan Gelbard termina por colapsar en junio de 1975 con el famoso “Rodrigazo” de su sucesor, el ministro Celestino Rodrigo, pero que debería haberse llamado en honor a Gelbard, ya que fue él quien lo creó.

La inflación mensual saltó al 21% en junio de 1975 y superó el 34% en julio. Más tarde promedió el 18% mensual entre agosto de 1975 y marzo de 1976, con un pico de hasta 37% en este último mes. Argentina sufría el rebrote inflacionario más salvaje de su historia hasta ese entonces, y el plan Gelbard quedaba completamente pulverizado. 

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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