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Economía

El “Plan Motosierra” de Javier Milei para 2023: Reforma del Estado, privatizaciones y baja de impuestos

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El diputado nacional presentó su programa económico en cara a su candidatura presidencial para 2023. La agenda de Milei propone achicar el tamaño del Estado y su rol en la economía, modernizar las leyes laborales y eliminar el costo de las empresas estatales sobre la sociedad.

Como parte de su acto en la ciudad de Córdoba, el diputado nacional y referente de la corriente liberal más grande del país, Javier Milei, anticipó los puntos de su programa económico en caso de ser electo presidente para 2023.

El economista bautizó su programa como “plan motosierra” y comprende una profunda agenda de reformas estructurales que no se veían desde la década de 1990 en Argentina. El programa consta de 3 etapas secuenciales: las reformas de primera generación, las de segunda generación, y finalmente las de tercera generación donde se incluye la reforma a la salud y la educación.

En sus tres fases de gestación, el plan pretende transformar la economía argentina desde el sistema sistema dirigista, estatista e intervencionista actual, a una economía de mercado moderna.

Reforma del Estado, empresas estatales e impuestos

En esta etapa el diputado Milei propone una profunda reforma del Estado similar a la que se llevó a cabo en 1989, por iniciativa del entonces presidente Carlos Menem. La reforma del Estado implica un drástico recorte del gasto público por medio de las siguientes acciones: la privatización de empresas estatales, la eliminación de las transferencias discrecionales a provincias, ajuste a la estructura burocrática estatal, la eliminación de la mayor parte de los gastos por obra pública y eliminación de subsidios a las tarifas.

La primera reforma que tenemos que hacer es la del Estado. Necesitamos imperiosamente bajar el gasto público para poder disminuir los impuestos”, explicó Milei.

El diputado planteó un ambicioso programa de privatizaciones para la gran mayoría de las empresas expropiadas o creadas por el Estado tras la gestión kirchnerista. Aquellas empresas que no cuenten con ofertas razonables por falta de interesados, como el caso de Aerolíneas Argentinas, serían transferidas a los trabajadores de la empresa.

Se estima que el Tesoro nacional debe desembolsar cada año un 1,5% del PBI en concepto de transferencias y cobertura de costos operativos para mantener las empresas del Estado. A su vez, la estructura burocrática del sector público se encuentra por encima de su costo histórico en términos del producto. A fines de simplificar la estructura del sector público, también se propone la reducción de la cantidad de ministerios a solo ocho.

El programa contempla, además, una reforma tributaria para bajar los impuestos y simplificar el sistema tributario. A pesar de los “efectos laffer” sobre la reforma, el programa espera que se produzca una caída en el nivel de recaudación, pero inferior a la caída del gasto público reformado, eliminando así los desequilibrios fiscales.

Reforma laboral, reforma previsional y gasto social

La reforma laboral de Javier Milei propone introducir conceptos de la economía de mercado moderna sobre el sistema argentino, del mismo modo en que ocurre en los países desarrollados.

La reforma propone eliminar el sistema de indemnizaciones por despido y reemplazarlo por un seguro de desempleo, que cubra a todos aquellos trabajadores que pierdan su trabajo. Desde el punto de vista de los empleadores, se baja el costo para crear trabajo, y desde el punto de vista de los trabajadores la reforma garantiza una íntegra protección social en caso de despido.

Se incluye también una rebaja de impuestos patronales, como parte de la reforma tributaria de la primera fase de aplicación. En conjunto, la mayor flexibilidad laboral crearía condiciones óptimas para la contratación y en beneficio de ambas partes de la negociación. Todos los cambios sólo se aplicarán para las nuevas contrataciones, y no se verán afectadas pautas adquiridas anteriormente.

El modelo laboral en el sector público también está sujeto a cambios según el programa de Milei. Se propone la instalación de un esquema de retiros voluntarios y anulación de nuevas contrataciones en el Estado. Una vez producida la recuperación económica, el programa espera que existan incentivos naturales para el retiro de agentes desde el sector público hacia el sector privado.

Por su parte, la reforma previsional se formula en dos etapas: como parte de la fase de primera generación, se postula la limitación del gasto previsional y la eliminación de las jubilaciones de privilegio. En una segunda fase de aplicación, y una vez saneada la brecha presupuestaria, se plantea la privatización del sistema y la adopción de la capitalización individual.

El gasto social no sería erradicado ni recortado en la primera etapa del programa. Los planes sociales se verían gradualmente reducidos conforme se produce la recuperación de la economía, y su reemplazo por trabajo genuino.

Reforma financiera y bancaria

En la segunda fase de aplicación Milei propone una reforma financiera para liberalizar el sistema bancario y la cuenta capital. A su vez, se propone introducir una única regulación rectora: la separación total de la banca de inversión y el sistema de depósitos.

A estos efectos, la idea de un seguro para depósitos bancarios o un Banco Central propiamente dicho para actuar como prestamista de última instancia, dejarían de cobrar relevancia. Milei propone la eliminación de las funciones del Banco Central, y su reemplazo por una canasta de monedas para elegir la moneda transaccional, y se especula con que el dólar será la alternativa más factible.  

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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