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El resultado de la estatización del gas en Bolivia: Luis Arce reconoce que se acabó el gas, y para 2029 el país tendrá que importarlo

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El presidente de Bolivia reconoció oficialmente que las reservas de gas se agotaron, y las exportaciones a Brasil y Argentina se verán truncadas. La falta de inversión en desarrollo y exploración por parte de la administración estatal son los motivos detrás del desastre energético.

El reconocimiento del fracaso no es la moneda corriente en el régimen de Bolivia, pero en esta oportunidad el presidente Luis Arce no tuvo más remedio que advertir a la población que la disponibilidad de gas en Bolivia está completamente agotada.

La acumulación de años y años de descapitalización, debido a la virtual estatización de la producción de gas bajo el mandato de Evo Morales, la dirección de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) se concentró en fomentar la extracción y distribución del gas para abastecer necesidades de corto plazo y generar divisas, en detrimento de la inversión en exploración para ampliar la disponibilidad de recursos.

La producción de gas natural se desplomó un 37% desde el año 2014, cayendo a solamente los 37 metros cúbicos diarios según los últimos datos oficiales de YPFB. Cerca del 81% de la producción se destina a la exportación hacia Argentina y Brasil, y el resto se aplica para abastecer la demanda del mercado interno.

La estrategia corto-placista hipotecó el futuro de las exportaciones, la balanza comercial e incluso el abastecimiento interno. Y aún con la gran afluencia de divisas conseguida en los primeros años de la estatización, el Banco Central no fue capaz de acumular ningún saldo debido a la defensa de una paridad cambiaria fija que ahora también está pueda en duda.

Los pilares económicos del “modelo de socialismo del siglo XXI” en Bolivia se están resquebrajando: sin divisas en el Banco Central, el sistema cambiario se vuelve insostenible (y con ello el control de la tasa de inflación), al mismo tiempo en que el país abandona la ventaja competitiva que históricamente mantuvo frente a otros países de la región.

El presidente Luis Arce intentó despegarse de las culpas, y en medio del conflicto interno en el seno del MAS, señaló al expresidente Morales como el principal responsable de la falta de inversión en exploración de nuevos yacimientos.

Todo este tiempo no hubo la exploración, y a partir de nuestro gobierno empezamos a mostrar inversión en exploración. Bolivia deberá encontrar primero los recursos para explorar fuertemente”, sentenció el presidente Arce.

Cerca del 7,4% del PBI de Bolivia se condice solamente con las actividades vinculadas a la producción y explotación de gas, y al mismo tiempo la mayor parte de sus exportaciones son explicadas por este componente.

En medio de la histórica crisis de divisas que atraviesa el país debido al sostenimiento del tipo de cambio fijo, un shock sobre las exportaciones podría ser la gota que rebalse el balso para precipitar el colapso del sistema.

Bolivia

Arce se rebela contra Evo Morales y el gobierno socialista de Bolivia estalla en una guerra interna

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La votación para elegir al nuevo líder del CSUTCB terminó a las piñas entre evistas y arcistas, con la llegada de la Policía Nacional de Arce golpeando incluso al propio Evo Morales.

El actual presidente de Bolivia, el socialista Luis Arce, finalmente se rebeló contra su jefe político Evo Morales y las tensiones entre los evistas y los arcistas llegaron a un punto de no retorno este fin de semana cuando se fueron a las piñas en el Congreso de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb).

Desde el viernes se estaba discutiendo quién iba a ser el nuevo líder de la Confederación, que se disputaba entre Ponciano Santos, un representante de Evo Morales, y Lucio Quispe, alfil de Arce, pero el encuentro terminó a los sillazos este domingo, con la intervención de la Policía Nacional por orden Arce que golpeó incluso hasta al propio Evo Morales.

Las discusiones quedaron inconclusas, y tanto Santos como Quispe aseguran que fueron elegidos antes de que llegue la Policía. Aún no está claro cómo se resolverá la definición, pero el gobierno socialista de Bolivia está al borde de estallar en una guerra interna.

La decisión de quién se queda con uno de los cinco sindicatos que conforman la mesa directiva del partido Movimiento al Socialismo (MAS), no solo es una disputa por una caja miillonaria, si no que es un voto fundamental para nominar en octubre de este año al próximo candidato a la presidencia del socialismo, para las elecciones del año que viene.

Actualmente, de los cinco sindicatos, Evo controla dos y Arce controla otros dos. Por lo que, el que se quede con la Csutcb tendrá la influencia suficiente para quedarse con la nominación a presidente, en un país que no tiene primarias establecidas por voto popular.

Morales denunció que Arce “compró” los votos y a los dirigentes, mientras que Arce aseguró que apoya a Lucio Quispe por su neutralidad, ya que recientemente dijo que el próximo Gobierno no debe ser “ni de Evo ni de Lucho”, sino que de un candidato de unidad. 

Cabe recordar que Arce llegó al poder como delfín político de Evo Morales, mientras pesaba sobre él una orden de arresto en 2020, y lo mandó a “Lucho” como Perón lo mandó a Cámpora en 1973 en Argentina.

Arce, que había sido ministro de Economía de Evo, tenía la orden de llegar al poder y mover los hilos para que Evo Morales volviera a la presidencia, pero en la elección se mostró más moderado que su jefe político, y ganó por una diferencia abismal.

El resultado de las elecciones de octubre del 2020 envalentonaron a Arce, y en casi 3 años de gobierno, nunca le entregó el Gobierno a Evo Morales. Si bien al principio gobernaron juntos y en muchas ocasiones Arce agachó la cabeza contra las demandas de Evo, el último año ha sido especialmente tenso entre los dos líderes socialistas.

Arce decidió tomar control del poder en Bolivia y se lanzó a arrestar a todos los opositores a su gobierno. Entre ellos, arrestó a la ex presidente Jeanine Añez, al gobernador de Santa Cruz y líder de la derecha Luis Fernando Camacho, y al líder de la derecha en Potosí, Marco Pumari.

Mientras pasaba todo esto, el ex vicepresidente y otro de los líderes del MAS, Álvaro García Linera, mandó un mensaje al oficialismo boliviano y pidió que “no jueguen con fuego” y que miren el resultado de las PASO en Argentina.

Si nos peleamos entre nosotros va a ganar la derecha, como ocurrió este domingo en las elecciones de Argentina“, lanzó García Linera, horas antes de que Arce enviara a la Policía a golpear a Evo Morales y sus sindicalistas.

Una reciente encuesta de la firma Diagnosis, arrojó la semana pasada que el 80% de los militantes del MAS no está ni con Morales ni con Arce y que prefieren un candidato de unidad

“Estos números hacen posible una tercera opción que evite el divorcio”, aseguraron desde la consultora. Muchos masistas pider por una candidatura de unidad del actual presidente del Senado Andrónico Rodríguez, de 34 años.

Rodríguez es parte del riñón de Morales, pero mantiene una buena relación con Arce, por lo que muchos quieren que se convierta en la nueva cara del MAS, que se ha convertido en una dictadura en el último año arrestando a sus opositores y sus militantes temen que estas medidas extremistas y la guerra interna hayan hecho perder muchos votos.

Sin embargo, recientemente funcionarios cercanos a Evo Morales aseguraron que Rodríguez solo sería candidato junto a Evo, en una fórmula Evo-Rodríguez o Rodríguez-Evo, en una suerte de vicepresidente que controla el gobierno como hizo Cristina Kirchner en Argentina, aunque con resultados deplorables.

Desde el evismo cambiaron el apodo de Arce del querido “Lucho” al enemigo “Lenin Arce“, en referencia a Lenin Moreno, el presidente de Ecuador que colocó Rafael Correa cuando él no se podía presentar. Lenin, en vez de ser un delfín de Correa, tomó control del Gobierno y buscó arrestar a su ex jefe político.

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Bolivia

Desastre socialista en Bolivia: La producción de la estatal YPFB cae a mínimos históricos y no garantiza el abastecimiento para Argentina

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La Secretaría de Energía argentina advirtió por un alto riesgo de desabastecimiento de gas y electricidad para las Provincias del centro y el norte del país. La petrolera estatal de Bolivia amenaza con incumplir los contratos firmados por la pésima gestión centralizada.

La estatización de la producción de petróleo y gas natural en Bolivia demostró un profundo y contundente fracaso. La firma Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) le informó a la Secretaría de Energía argentina que los envíos de gas previstos para el año 2024 corren un serio riesgo de incumplimiento, y ya este año es difícil sostener el ritmo de exportación.

Bajo la administración centralizada en el Estado, la producción de gas de Bolivia se desplomó de los 22 millones de metros cúbicos diarios a mediados de 2015 a solo 14,5 millones para el año 2022, y este año ya se descuenta un nuevo descenso.

De hecho, la caída es tan significativa que el país se convirtió en un importador neto de energía a partir de abril del año pasado, un hecho verdaderamente inédito considerando las ventajas comparativas que Bolivia mantiene con respecto a este recurso natural.

Por otra parte, la producción petrolera del país andino se desplomó de los 61 barriles diarios en 2016 a tan solo 25 según el último dato correspondiente a marzo de 2023, una caída acumulada de casi el 41% en 7 años.

La Secretaría de Energía presidida por Flavia Royón advirtió por un serio riesgo de desabastecimiento para las Provincias del norte y del centro argentino que dependen del suministro de gas boliviano, una situación que tomaría lugar en el invierno de 2024. 

También se corre un peligro de desabastecimiento para la provisión de energía eléctrica, ya que el sistema energético argentino es altamente dependiente del suministro de gas para el funcionamiento de las centrales térmicas.

El régimen socialista no solo estatizó la producción y condujo a la descapitalización progresiva de las explotaciones, sino que además permitió un profundo atraso del tipo de cambio sostenido únicamente por la venta de reservas internacionales del Banco Central (que ya se encuentran en los niveles más bajos de la historia).

Este hecho deterioró sistemáticamente la competitividad del país, y funcionó como una suerte de “parche” para anclar la demanda de pesos a medida que el Gobierno hizo uso de la emisión monetaria para financiar la mayor parte de sus desequilibrios fiscales desde el año 2014.

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El Banco Central de Bolivia vende sus tenencias en oro para frenar la corrida: Las reservas ya cayeron en US$ 380 millones desde febrero

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El Banco Central de Bolivia volvió a informar por sus tenencias de reservas por primera vez después de un apagón estadístico que duró cuatro meses. El Gobierno de Arce decretó el desarme de la mitad de las reservas de oro para seguir pagando compromisos de deuda y mantener el tipo de cambio fijo.

Por primera vez en 4 meses de apagón estadístico, el Banco Central de Bolivia (BCB) informó por sus tenencias de reservas internacionales netas y ratificó mantener hasta US$ 3.158 millones. La mayor parte de estas reservas se deben a la posición en oro (casi el 80% del total), y el monto remanente en divisas.

Con esta cifra, la autoridad monetaria admite que se perdió un monto de hasta 380 millones de dólares desde el mes de febrero, debido a las sucesivas intervenciones para sostener el tipo de cambio fijo frente a una violenta corrida contra el peso boliviano que pujaba por la devaluación.

El régimen de Luis Arce respondió mediante la llamada “Ley de oro”, que habilita al BCB a desarmar hasta el 50% de sus tenencias de oro, y de esta forma las reservas de libre disponibilidad para intervenir en el mercado cambiario aumentaron automáticamente en US$ 1.260 millones en febrero.

Esta maniobra permitió continuar con la intervención del dólar y se sostuvo la paridad fijada en los 6,9 pesos bolivianos desde 2008. Por otra parte, la liquidación de las tenencias de oro también contribuyeron a financiar los pagos de deuda pública en dólares con acreedores en el exterior.

Pero la corrida está lejos de detenerse. Aunque la autoridad monetaria de Bolivia publicó su último balance de reservas para “llevar tranquilidad y moderar la especulación”, lo cierto es que el grueso de la población estima que el régimen cambiario es insostenible con los actuales niveles de déficit fiscal y busca protegerse de una eventual devaluación.

El déficit fiscal es incompatible con el sostenimiento de una paridad cambiaria fija porque Bolivia monetizó (y sigue monetizando) la mayor parte de sus desequilibrios, en lugar de financiarlo de manera no inflacionaria.

El tipo de cambio fijo simplemente sirvió como el ancla nominal para mantener atadas las expectativas, y así compatibilizar la demanda de pesos con la creciente oferta. Para sostener este régimen, el BCB debió desembolsar más de 15.000 millones de dólares de sus reservas desde 2014 (el año a partir del cual Bolivia comenzó a tener déficit fiscal nuevamente).

El resultado primario del Gobierno llegaría a un rojo del 3,4% del PBI para fin de año según sugiere el FMI, mientras que contabilizando la partida de intereses de deuda el déficit financiero total superaría el 5,5% del producto.

La deuda pública ya supera el 82% del PBI y el índice de Riesgo País aún persiste por encima de los 1.120 puntos básicos, cuando a mediados de 2022 no superaba los 600 puntos. Esto limita gravemente el acceso de Bolivia al mercado de capitales internacional a tasas razonables, y dado el pequeño tamaño del mercado de deuda local, las opciones para financiar el déficit de manera no inflacionaria son muy limitadas.

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