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Economía

El Riesgo País se volvió a disparar y se acerca a los 2.000 puntos básicos

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La falta de confianza en el acuerdo pactado entre el FMI y el Gobierno, junto con la creciente volatilidad financiera a nivel global por la guerra de Ucrania, conformaron un delicado escenario para los títulos argentinos.

La posición crediticia de la Argentina se vuelve cada vez más sombría. Según los análisis de la firma JP Morgan, el Riesgo País alcanzó los 1.991 puntos básicos en la jornada del día lunes y se acerca peligrosamente a los 2.000. Esta cifra representa un nuevo récord alcanzado desde la reestructuración llevada adelante en septiembre de 2020.

La prima de riesgo argentina mide la diferencia entre el rendimiento de los títulos argentinos contra los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, un activo confiable por excelencia. Este diferencial se mantiene en alza desde el pasado 21 de febrero.

El aumento del riesgo argentino tuvo dos causas principales: la falta de confianza en el acuerdo pactado con el Fondo Monetario Internacional, y el severo clima de incertidumbre financiera sobre los mercados internacionales.

Las disputas internas dentro del oficialismo y la falta de una posición clara en favor al acuerdo con el Fondo, siembran serias dudas acerca del tratamiento y la aprobación del paquete global.

A su vez, incluso de ser aprobado exitosamente con los votos de la oposición, el Gobierno no inspira la suficiente confianza como para demostrar que es capaz de cumplir las metas fiscales trimestrales que establece el acuerdo. Estas metas funcionan para monitorear el cumplimiento efectivo de los lineamientos pactados cada año, y de no cumplirlas el país atravesaría un default.

Por su parte, el clima de incertidumbre a nivel global a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania, también tuvo un fuerte impacto negativo sobre Argentina. La aversión al riesgo de los agentes produjo una masiva migración de activos considerados riesgosos (como lo son los bonos argentinos) hacia activos más confiables aún a pesar de su menor rendimiento.

En ese escenario internacional, los títulos argentinos se vieron dramáticamente afectados y son menos confiables, incluso, que los que emite Ucrania en plena invasión. Los títulos argentinos globales en dólares se derrumbaron un 3% en promedio.

Este elemento también implica una fuerte inconsistencia en el seno del acuerdo con el Fondo. El paquete acordado supone el repago de la deuda pública, y dado el ritmo de crecimiento proyectado para la economía argentina y el resultado fiscal primario que se apunta a tener, para poder pagar la deuda sería necesario una tasa de interés del 3% anual. De no abonar esta tasa, solamente el crecimiento de los intereses incrementaría la deuda a niveles completamente insostenibles para Argentina.

Solamente considerando los bonos de más corto plazo emitidos por el Estado argentino, se abona una tasa del 31% anual en dólares. Considerando el promedio de los bonos globales en dólares, el rendimiento cae a un 28% anual, y teniendo en cuenta toda la curva de rendimiento de los bonos emitidos, el promedio se estabiliza en el 24% anual.

Incluso esperando un hipotético shock de confianza (que hoy Argentina no tiene) y pretendiendo así alcanzar una prima de riesgo similar a la que suele tener el país en períodos sin default, la tasa de interés promedio en dólares podría caer hasta el 8% anual, pero no más. Esto refleja la profunda inconsistencia del acuerdo con el FMI: Argentina no puede comprometerse a pagar una tasa de interés tan baja, y de no poder hacerlo, tampoco puede asegurar el pago de la deuda pública.  

Economía

Massa destruye las finanzas públicas: El déficit de agosto alcanzó los $37.000 millones y la meta con el FMI es inalcanzable 

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El resultado deficitario del Gobierno nacional ya acumuló el equivalente al 1,3% del PBI en los primeros 9 meses del año, y el tope que fija el Fondo para diciembre escala al 1,9% del PBI.

Aunque con demora, finalmente el Ministerio de Economía publicó las estadísticas del resultado fiscal correspondiente al caótico mes de agosto. Se informó que el déficit primario llegó a los $36.964 millones al término del mes, con lo cual el monto acumulado en los últimos 12 meses representó los 2,25 billones de pesos.

De esta forma, el resultado deficitario acumulado en lo que va del 2023 llegó a representar el 1,3% del PBI, un dato que se acerca peligrosamente a la meta establecida para fin de año en torno al 1,9% del producto. 

El gasto primario del Sector Público Nacional (SPN) acumuló una suba interanual del 100,3%, mientras que los gastos de capital aumentaron a razón del 135,7% respectivamente.

La meta del FMI ya es prácticamente imposible de cumplir, debido a que la estacionalidad del último bimestre del año normalmente hace crecer al déficit más que proporcionalmente en comparación a cualquier otro período.

En otras palabras, solamente queda un “margen” de 84.000 millones de pesos para cumplir la meta del FMI entre septiembre y diciembre. El “plan platita” de Massa avanzó en la dirección opuesta, y añadió un desequilibrio adicional equivalente al 1% del PBI (hasta ahora). Ya se consumió el 70,3% de la meta nominal proyectada para diciembre.

De hecho, para cumplir la meta fiscal trimestral correspondiente a septiembre el déficit tendrá que mantenerse en cero durante un mes, y la ejecución presupuestaria verse eventualmente “congelada” hasta el 1° de octubre. Esto no ocurrió, y no tiene ninguna chance de ocurrir hasta que finalicen las elecciones.

El resultado financiero marcó un rojo de hasta $384.504 millones, incluyendo los crecientes intereses de la deuda pública. Se estima que el déficit financiero podría finalizar el año por encima del 5% del PBI, y esto se suma a la peligrosa carga de intereses por el déficit cuasi-fiscal del Banco Central (que ya superan los 5 puntos del PBI actualmente).

El Gobierno ya estima que el FMI no desembolsará los US$ 2.500 millones que restan para lo que queda del año, con lo cual deberá financiarse con líneas de crédito alternativas para poder efectuar los vencimientos correspondientes y evitar un dramático default.

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Economía

Argentina incumple con el FMI: El Gobierno quiere tomar más deuda externa para evitar un default, y el Riesgo País se disparó a los 2.400 puntos

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El “plan platita” del ministro Massa significó la ruptura definitiva de los lineamientos acordados con el FMI. El organismo no aprobará el último desembolso previsto para fin de año, y el kirchnerismo quiere apostar al endeudamiento externo para cancelar los vencimientos de noviembre y evitar el default.

La estrategia del ministro Sergio Massa le está costando muy caro al país, y dejará secuelas preocupantes ya no tan solo al próximo Gobierno, sino tan pronto como termine la contienda electoral en el mes de noviembre.

En los hechos, el lanzamiento del “plan platita” rompió con los lineamientos del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Todas las metas trimestrales fueron incumplidas en lo que va del año, y nada hace pensar que no vuelvan a ser violentadas para el último tramo que resta hasta diciembre.

Se estima que las medidas de Massa, entre reducciones impositivas y el sideral aumento del gasto público, tendrá un impacto fiscal de por lo menos el 1% del PBI, pero la cifra crece todos los días conforme se van agregando más y más medidas en favor de la campaña del candidato kirchnerista. 

El acuerdo con el FMI establece un tope del 1,9% del PBI para el déficit primario de fin de año, un número imposible de alcanzar con los parámetros que llevó a cabo este Gobierno. En consecuencia, tampoco será posible llegar a la meta de asistencia monetaria, y del mismo modo la acumulación de reservas netas en el BCRA también podría ser insuficiente.

Debido a estas condiciones, se descuenta casi como un hecho que el FMI no aprobará el próximo desembolso previsto para la Argentina en US$ 2.500 millones, que en teoría debe realizarse en el último bimestre del año. Todo indica que la cadena de desembolsos sólo podrá ser restaurada en un próximo Gobierno, con más credibilidad y con un plan consistente. 

Este incumplimiento deja al país al borde del default, con todas las consecuencias que ello implica. El Gobierno de Alberto Fernández tratará de recurrir al endeudamiento externo para financiar los vencimientos restantes del año (ya que no podrán ser cancelados con los desembolsos como se hacía hasta el momento), y la fuente para hacerlo podría volver a ser la CAF y las líneas de crédito de corto plazo que ofrece Qatar.

Cabe destacar que entre finales de 1988 y principios de 1989, uno de los elementos que disparó la hiperinflación fue la ruptura de la cadena de desembolsos que mantenía el país con el Banco Mundial, después de que el Gobierno de Alfonsín incumpliera las metas acordadas.

El índice de Riesgo País se disparó a los 2.375 puntos básicos al cierre del día jueves, mientras que los bonos soberanos sufrieron una verdadera paliza y cayeron entre 2% y 5%. Llevan retrocediendo toda la semana, y el panorama se torna cada vez más adverso.

Por su parte, el índice bursátil S&P Merval sufrió una estrepitosa caída de hasta el 6% al término del día jueves, incluso cuando la Reserva Federal decidió no subir las tasas de interés en Estados Unidos. El riesgo argentino ya no se explica por ningún shock externo, sino por la disfuncional política fiscal de Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

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Economía

Papelón de Bullrich: A pesar de haber prometido eliminar las retenciones “el día 1” en las PASO, ahora su equipo admite que podría demorar hasta 6 años

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Lo confirmó Guillermo Bernaudo, uno de los asesores de la candidata de Justos por el Cambio en relación al agro. Muy lejos de sus promesas originales, ahora se plantea un cronograma de rebajas graduales similar al que había implementado Macri en 2018.

La cantidada de Juntos por el Cambio Patricia Bullrich volvió a desdibujar su discurso, y las promesas que había hecho durante la campaña de las PASO se quedan cada vez más lejos. Una de las diferencias que trató de marcar con Horacio Rodríguez Larreta fue precisamente la velocidad en la quita de las retenciones, a lo cual Bullrich prometía un shock “inmediato”.

En un principio prometió que se eliminarían el día 1 después de asumir, aunque compensado por una suerte de “ahorro forzoso” que más tarde se devolvería. Pero las últimas declaraciones de Guillermo Bernaudo, asesor en temas agropecuarios, sugirieron más bien una estrategia extremadamente gradualista que podría demorar entre 5 y 6 años para quitar las retenciones.

Queda en evidencia que realmente no había ninguna diferencia entre el programa de Larreta y el de Bullrich, y que la candidata decidió mentirle descaradamente a los que fueron originalmente sus votantes en las PASO, pensando que apoyaban a algo diferente a su contrincante en la interna.

La candidata de JxC también aceptó la figura de Carlos Melconian como eventual ministro de Economía, otra vez en contradicción con sus allegados más cercanos durante la campaña de las primarias.

El principal problema con el cronograma de reducción gradual para las retenciones es la continuidad en el tiempo. El expresidente Mauricio Macri instrumentó una estrategia similar a partir de enero de 2018, mediante el llamado “Plan de Fortalecimiento de las Economías Regionales”, que incluía a las exportaciones más relevantes como la soja, el trigo, el maíz, el girasol y sus derivados.

De acuerdo al plan de Macri, las retenciones disminuían a razón de un 0,5% por mes (6 puntos por año), hasta verse eventualmente eliminadas entre 2020 y 2021. El cronograma de reducciones fue rápidamente abandonado en septiembre de ese mismo año ante la menor contingencia, y fue Carlos Melconian uno de los asesores que recomendó explícitamente el fin del plan.

La sola idea de continuidad durante períodos de tiempo tan extensos luce poco plausible a la luz de los hechos de la anterior gestión de Cambiemos. La credibilidad del espacio es muy baja, y los productores podrían demorar años en responder a los incentivos que se les pretende dar, postergando las liquidaciones y esperando mejores condiciones para hacerlo en el futuro.

No solo se propone repetir el mismo camino fallido que se intentó en el pasado, sino que además se promete que el ejecutor de las medidas será nada menos que Melconian, el mismo que propuso boicotear el cronograma en 2018.

Por no mencionar que el discurso de Patricia Bullrich alrededor de las retenciones agropecuarias cambió incesantemente desde el comienzo de las elecciones primarias, dejando en claro que no existe un plan concreto en Juntos por el Cambio, como denunciaba el economista y asesor Ariel Coremberg.

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