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Economía

En medio de la crisis cambiaria el Banco Central lanza un “Dólar Soja” para incentivar la liquidación: El Campo no está convencido

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La entidad dirigida por Miguel Pesce lanzó una medida desesperada con el objetivo de incentivar la liquidación de granos. Los productores de soja solamente podrán percibir hasta el 30% del precio internacional, cuando antes de las medidas percibían el 27%.

El gobierno de Alberto Fernández no encuentra recetas para la crisis cambiaria. En un intento desesperado por contener la sangría de divisas, el Banco Central dirigido por el radical Miguel Ángel Pesce dispuso de un “dólar soja” que pretende significar un incentivo adicional para la liquidación.

Siendo la mejor vía para que le entren dólares a la autoridad monetaria, el BCRA está desesperado por lograr que los productores rurales vendan al exterior su cosecha. El Campo debería recibir dolares por las exportaciones, pero debido al sistema monetario argentino, las divisas se las queda el Banco Central, a un dólar que hoy ronda los $86, y le entrega pesos a los productores.

Esta brecha inconmensurable entre el tipo de cambio que perciben los productores y el tipo de cambio al que están sus costos no genera ningún incentivo para el Campo de vender la cosecha, y muchos han optado por guardar en silobolsas los granos para cuando la situación mejore.

Ante esta situación, ahora el BCRA decidió que permitirá que los productores agropecuarios que liquiden la producción de granos puedan realizar un depósito a la vista de libre disponibilidad, una especie de plazo fijo, con una retribución variable atada a la devaluación del tipo de cambio oficial. Esta operación tiene un tope de hasta el 70% del valor de venta de los granos liquidados.

Con el excedente de la operación anterior, el 30% restante, los productores agropecuarios podrán acceder al llamado “dólar solidario”, que surge del cómputo entre el dólar oficial, el impuesto PAIS de 30% y la retención a cuenta del impuesto a las Ganancias del 35%. No se establecieron límites cuantitativos para el acceso al dólar solidario sobre el 30% de la liquidación.

El propio Banco Central negó que se esté aprobando un segmento especial para la liquidación de granos dentro del mercado cambiario, pero en la práctica las medidas configuran un tipo de cambio implícito que resulta levemente superior al que había antes, en promedio cercano a los $100.

Con este "Dólar Soja", ahora los productores podrían tener retornos apenas mayores, pero el peso del Estado sobre el Campo sigue siendo aplastante, y las medidas no generan ningún incentivo sustantivo para abrir las silobolsas.

Con las resoluciones lanzadas por Pesce, el Gobierno percibirá un 33% de la liquidación en concepto de retenciones (en el caso de la soja), un 30% por cada dólar adquirido el régimen de “Formación de activos externos” en concepto del impuesto PAIS, y un recargo adicional del 35% como pago a cuenta de Ganancias sobre la misma base.

El ejemplo para la soja resulta el más dramático porque la carga por retenciones es la más elevada del país. Hasta antes de las medidas, cualquier productor de soja percibía solamente un 27% del precio internacional por tonelada, a causa de la brecha cambiaria y las retenciones. Con las nuevas medidas del Gobierno, los productores percibirán apenas un 30% al valor de la brecha cambiaria actual.

Sin una devaluación, este esquema deja una situación de que por cada 3 dolares vendidos, el campo se quedará con 1 dólar y el Estado con 2. Con Cristina Kirchner, en el peor momento de la 125 en 2008, los productores se quedaban con casi el 50% de la venta, en 2016, con el 73%, y en los 90s, la época de mayor estabilidad monetaria, los productores percibían hasta el 97% de sus ventas.

Se estima que la mejora, esta vez para la totalidad de los productores agropecuarios, alcanzaría solamente un 10% sobre el valor del tipo de cambio efectivamente percibido antes de las medidas, por lo que el Campo rechazo mayormente esta medida.

El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, criticó el nuevo esquema lanzado por el Banco Central por ser excesivamente complejo y de muy difícil implementación, y anticipó que la gran mayoría de los productores seguirán reteniendo las cosechas.

Cabe destacar que se habría conseguido el mismo efecto simplemente con una tenue rebaja de las retenciones a la exportación, un camino mucho más simple y que habría despertado el interés de los productores. Pero parece que premió el discurso camporista del kirchnerismo duro de que las retenciones "no se tocan".

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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