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Estados Unidos ya tuvo a su Milei, se llamó Andrew Jackson, eliminó el Banco Central y les dio 100 años de crecimiento

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El séptimo presidente de los Estados Unidos llegó al poder en 1828 prometiendo cerrar el banco que tenía el monopolio de la emisión de dinero por aquel entonces. Finalmente, logró cerrar definitivamente la institución en 1836, y sentó las bases para el período de “banca libre”, la Revolución Industrial, y la hegemonía económica del país.

Es común escuchar en la campaña electoral de este año en Argentina que las ideas del candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, son muy radicales y que nunca se aplicaron en ninguna parte del mundo, pero la realidad es que hace casi 200 años atrás, Estados Unidos tuvo a su propio “Javier Milei” y fue una de las principales razones por las que el país norteamericano se convirtió en una de las potencias más grandes del mundo, con un crecimiento sostenido del que disfrutan incluso al día de hoy.

Se trata de Andrew Jackson, el séptimo presidente en ocupar el máximo cargo, y uno de los más importantes a la hora de sentar las bases del crecimiento y el desarrollo económico de Estados Unidos en el siglo XIX.

Jackson llegó al poder en el año 1828 con su propio partido, el por entonces desconocido Partido Demócrata, en una época que la formación política se presentaba como antisistema, conservadora en lo social y extremadamente liberal en lo económico, diametralmente opuesto a lo que es hoy en día.

A diferencia del mainstream de la época, Jackson proponía cerrar el Banco Central y privatizar los bancos nacionales. Sus ideas eran completamente radicales en un momento donde Inglaterra había fundado años atrás su propio Banco Central, y los norteamericanos seguían sus pasos sin pensar más allá.

A pesar de que por cientos de años, Estados Unidos nunca experimentó problemas inflacionarios, en sus inicios, la economía norteamericana experimentó severos estallidos de este tipo. En 1782, a cinco años de la Declaración de Independencia, el gobierno provisional del Congreso Continental crea su primer Banco Central, el Bank of North America, siguiendo los pasos de Inglaterra, pero hiperinflaciona a los pocos años y es cerrado.

En 1791, el ya primer presidente de los Estados Unidos, George Washington, convencido por Alexander Hamilton, el primer Secretario del Tesoro (Ministro de Economía), vuelve a intentar centralizar la banca y crea el First Bank of the United States.

Sin embargo, gracias a la injerencia del vicepresidente Thomas Jefferson, un estricto liberal que alertaba sobre el peligro de la inflación con la banca centralizada, se decide que esta institución iba a tener severas limitaciones e iba a ser completamente independiente.

Para esto se reglamenta que sería esencialmente una empresa privada, solo funcionaría por 20 años (de 1791 a 1811), no podría comprarle bonos al gobierno para financiar al Tesoro y habría una rotación de los directores por fuera del gobierno de turno. A pesar de todo esto, tampoco funcionó.

En 1812, Inglaterra intenta recuperar las “colonias rebeldes” y el gobierno de James Madison decide endeudarse con los bancos regionales que crearon dinero de la nada sin respaldo para financiar la guerra. Este dinero, que debería haber tendido a un valor nulo por no tener respaldo en oro como exigían los privados en la época, fue decretado valioso por orden del Estado, una “burbuja” que pronto explotaría.

El Gobierno no pudo honrar sus deudas y los bancos comerciales que participaron de este mecanismo quebraron todos. Madison, que se había puesto del lado de Jefferson en 1791 en contra de Hamilton, esta vez decide apostar por la banca centralizada y funda el Second Bank of the United States en 1816.

Una década después, el país tenía severos problemas monetarios, el Second Bank emitía más que la demanda, y Estados Unidos tenía repetidas recesiones que nadie podía explicar por qué. El experimento americano parecía que se fundía bajo su propio peso.

En ese momento aparece Andrew Jackson, quien pone al frente de su campaña el cierre del llamado “Segundo Banco de los Estados Unidos”, formalmente diseñado como una entidad privada pero a la cual se le reconocían potestades oficiales que ninguna otra institución tenía.

Sus facultades incluían la administración del crédito público, la capacidad de prestar dinero al Gobierno federal, y la “administración de la moneda”. A todos los efectos prácticos, esta institución cumplía el rol que hoy en día mantiene la Reserva Federal y era prácticamente un Banco Central.

La campaña electoral de Jackson hizo énfasis en el cierre de esta institución, a fin de terminar con cualquier posibilidad de emisión de dinero sin respaldo para financiar al fisco (algo que ya había sucedido en la guerra de 1812 entre Estados Unidos y Gran Bretaña), y evitar la concesión de un privilegio arbitrario.

El presidente Jackson cumplió con las promesas que había realizado al pueblo estadounidense. Tras su reelección en el año 1832 (en la cual cosechó más del 54% de los votos), vetó la iniciativa que proponía prorrogar la concesión del Segundo Banco oficial

De esta forma ya no resultaba necesario cerrar el banco por iniciativa directa, sino simplemente dejar que venciera la concesión. La institución desapareció oficialmente en enero de 1836, sentando las bases para un período conocido como la “banca libre” en Estados Unidos, que es lo que propone Milei en Argentina.

Con el sistema de banca libre, un sistema descentralizado en el cual los bancos podían emitir dinero a cuenta de oro y plata (regía el patrón metálico sin excepción), y la intervención del Estado sólo se produciría al nivel de los gobiernos locales, por ejemplo a través del lanzamiento de seguros contra depósitos como fue el caso del Estado de Nueva York.

La economía de Estados Unidos experimentó un vigoroso crecimiento económico entre 1836 y 1913, todavía sin la injerencia del sistema de Reserva Federal que rige hasta hoy en día. El crecimiento anual del PBI a precios constantes promedió el 4%, y la tasa de inflación se acercó al 0%, nivel que se mantuvo hasta el estallido de la Guerra de Secesión, en el cual se suspendió este sistema y se reemplazó por una agresiva política de toma de deuda.

El período de “banca libre” fue derogado por las leyes bancarias nacionales de 1863 y 1864, que introdujeron una serie de regulaciones generales para los bancos emisores de dinero como requisitos mínimos de capital, encajes, y la obligación de los bancos a crear una moneda uniforme, nuevamente atada al oro, pero gracias a las bases que había dejado Jackson, ni siquiera en un periodo de guerra civil se re-introdujo el Banco Central.

No fue hasta diciembre de 1912, cuando el presidente Woodrow Wilson, irónicamente también un demócrata, aunque fundador de la “corriente progresista” que domina el partido hasta el día de hoy, firmó el sistema de Reserva Federal con Banca Central.

Así, empezó un largo período de Banca Central con patrón oro, que terminó con lo que habían sido casi 100 años de inflación nula y una tasa de crecimiento envidiable para cualquier país del mundo.

Luego, en 1971, el republicano Richard Nixon eliminó el patrón oro, e introdujo el Banco Central con moneda fiat (sin respaldo) que tenemos hoy en día. Por lo que, en realidad, Estados Unidos tuvo más años con banca libre, que con banca central.

Crecimiento económico y tasa de inflación en Estados Unidos desde 1800.

Así lo explicaba el usuario @TraductorTeAma en una publicación en la red social Twitter, quien además cuenta que la clase política le tenía tanto odio en aquél momento a Andrew Jackson, que lo apodaron “jackass” (burro, en inglés). Jackson, en vez de ofenderse, eligió al burro como representación de su partido, y al día de hoy el Partido Demócrata tiene en su bandera la silueta de un burro.

Los opositores a Jackson escribían en su contra en los periódicos llegando incluso a acusar a la esposa de Jackson de “bígama”. Me recuerda mucho a las notas periodísticas de 2023 donde dicen que Milei tiene amoríos con perros y es incestuoso con su hermana”, asegura Traductor.

Jackson creía que la autoridad del presidente provenía del pueblo y que el oficio de la presidencia no se debería apegar a ningún partido político. Por esta razón, a la hora de conformar su gabinete Andrew Jackson no eligió solamente a miembros de su partido, sino que escogió a las personas que él creía estaban mejor capacitadas para el trabajo o que tenían experiencia con negocios pero sentía que serían leales. Sin partidismos”, completa.

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La reforma del Estado de Milei llegará a las Provincias: “Corten otros gastos y paguen los salarios, no hay más plata”

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El Presidente electo anticipó que la consolidación fiscal del sector público no solamente se limitará al Gobierno nacional, sino a todas las distintas esferas del Estado argentino, incluyendo las Provincias y las municipalidades.

A partir del 10 de diciembre el Gobierno de Javier Milei propone lanzar un plan de ajuste fiscal que llevaría al déficit financiero cero para el ejercicio de 2024. Esto implica ya no tan solo equilibrar las finanzas operativas del Gobierno nacional, sino que además poder afrontar la totalidad del pago de intereses y servicios por la deuda pública.

Pero el proceso de Reforma del Estado no se limitará al Sector Público Nacional, también afectará a las Provincias y los municipios irremediablemente. Una de las partidas responsables de esta dinámica son las transferencias discrecionales que, hasta ahora, el Gobierno kirchnerista asignada a dedo dependiendo de su preferencia política con cada gobernador de turno.

Las transferencias surgen como la diferencia entre los recursos presupuestados a principios de año y la ejecución presupuestaria efectiva, en la cual el Estado recibe más pesos nominales en sus arcas por el efecto de la inflación en la cadena de pagos. Esto permite generar un “colchón” de recursos que no tienen una asignación específica, y dotan de poder discrecional al Gobierno de turno. A partir del 10 de diciembre se termina esta lógica y comienza el ajuste fiscal.

El Presidente electo lo simplificó de la siguiente manera: “Hay que poner los números en orden. Corten otros gastos y paguen los salarios, no hay más plata”. Esto implica, además, sostener las consecuencias de la devolución del IVA y la reducción del impuesto a las Ganancias de la cuarta categoría sobre los recursos de la coparticipación.

Un total de 5 Provincias anunciaron programas de ajuste fiscal, en alineamiento con la política económica del próximo Gobierno. Los gobernadores de Tucumán, Santa Cruz, Chaco, La Pampa y Entre Ríos se comprometieron con la austeridad para sobrellevar el año 2024.

Incluso el Gobernador peronista Osvaldo Jaldo debió alinearse con Milei, y anunció un masivo recorte de gastos por $220.000 millones de pesos para el presupuesto del año próximo. Se cerrarán hasta 40 organismos y dependencias locales, incluyendo la Unidad de Reconversión Laboral (Unrel) a partir del 30 de noviembre, y se dejarán sin efecto las designaciones realizadas en los 60 días anteriores al 29 de octubre.

Por otra parte, y desde el punto de vista del Gobierno nacional, se dispondrá de un ambicioso programa de privatizaciones para sanear las finanzas públicas. Por otra parte, la obra pública enfrentará grandes recortes presupuestarios.

Todas aquellas obras que ya estén en curso de ejecución no serán paralizadas, y en su lugar se llamará a licitación para que el sector privado se encargue de financiarlas y completarlas en caso de que exista interés inversor. A cambio, el Estado proveerá de un marco regulatorio especial para ofrecer la concesión de los servicios por la infraestructura terminada (algo muy común en rutas nacionales, puertos, caminos, etc).

Aquellas obras públicas que no están en proceso de ejecución pero están planificadas, serán sometidas a evaluación, como parte de una racionalización integral que se llevará a cabo en todo el sistema. La máxima prioridad será la concreción del déficit cero para diciembre de 2024.

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El mayor experto en vouchers de Argentina, Carlos Horacio Torrendell, será el secretario de Educación de Milei

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Tendrá la tarea de despolitizar las aulas, quitarle poder a los partidos políticos en la gestión escolar, modernizar la educación, e implementar el sistema de vouchers que prometió Milei durante la campaña.

La Oficina del Presidente Electo confirmó este jueves que Carlos Horacio Torrendell, profesor de la UCA, autor y considerado el mayor experto en el sistema de vouchers en la Argentina, será el Secretario de Educación de Javier Milei.

La cartera de Educación, que tendrá como mayor desafío implementar el sistema de vouchers para las escuelas y universidades nacionales en el país, dependerá del “Super-Ministerio” de Capital Humano, que también absorberá, Salud, Trabajo y Desarrollo Social, comandado por Sandra Pettovello.

La oficina del Presidente electo de la Republica Argentina comunica que el Doctor en Ciencias de la Educación Carlos Horacio Torrendell será el secretario de Educación de la Nación a partir del 10 de diciembre”, confirmaron por redes sociales desde La Libertad Avanza.

La trayectoria de Torrendell se encuentra ligada a la Universidad Católica Argentina (UCA) y en la educación privada, en donde inició sus estudios y trabajó como profesor titular ordinario de tiempo completo en el Departamento de Educación.

Es Licenciado en Ciencias de la Educación y actualmente se desempeña como docente. Además, es miembro electo del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Sociales y del Consejo Nacional de Calidad de la Educación como representante del mundo académico. Allí trabaja desde hace 27 años.

También se licenció como especialista en Educación por la Universidad de San Andrés y como Doctor en Ciencias de la Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Sin embargo, su trayectoria no se limita únicamente al ámbito académico y su experiencia en la gestión fue lo que llevó a Milei a tomar la decisión, eligiéndolo por encima de Martín Krause, quien tiene una trayectoria académica envidiable pero carece de gestión pública.

Torrendell ejerció la función pública en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entre el año 2012 y 2017, habiéndose mantenido en el cargo durante las gestiones de Mauricio Macri e incluso de Horacio Rodríguez Larreta. 

En esos años se desempeñó en el rol de Coordinador y Asesor de Planeamiento Educativo y en Formación Docente dentro del Ministerio de Educación. Con la salida de Macri de la Ciudad, entre 2016 y 2017 pasó a ser Miembro del Consejo Consultivo, como parte de la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa del distrito porteño.

Para el puesto de la Secretaría de Educación, Milei había estado trabajando originalmente con Krause, Doctor en Administración por la Universidad Católica de La Plata y Profesor Titular de Economía de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA, pero tras irse del país a enseñar afuera y la importancia que le quiere dar el presidente electo a la gestión, se decantó por Torrendell.

Torrendell tendrá el difícil desafió de negociar con los distintos sectores para implementar las reformas que adelantó el presidente electo para el área de Educación durante la campaña.

Estas incluyen, despolitizar las aulas, quitarle poder a los partidos políticos en la gestión escolar, modernizar la educación, y eventualmente implementar un sistema de vouchers con el fin de cambiar la forma en la que el Estado distribuye el dinero para la educación pública.

Torrendell es considerado uno de los mayores estudiosos de cómo funcionan los vouchers y cómo se podrían implementar en la Argentina. A través de esos vouchers, como ocurre con la SUBE o con la Tarjeta Alimentar, los ciudadanos elegirían a qué institución enviar a sus hijos, sea pública o privada.

Esto llevaría a que las escuelas públicas tengan que competir sin la ayuda directa del Estado por el alumnado, lo cual llevará a una mejora en su calidad educativa y la profesionalización del profesorado.

Actualmente lo que ocurre es que las escuelas y universidades públicas reciben una suma fija de dinero que decide la política, sin importar la cantidad de alumnos, la tasa de egresados, las condiciones edilicias, entre otras.

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Milei excluyó de su asunción a los representantes de los dictadores de Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua

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El presidente electo le puso un cordón para evitar que ningún funcionario de Ebrahim Raisi, Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega aparezcan en los actos oficiales del 10 de diciembre.

En una movida geopolítica que no se veía hace años, Javier Milei decidió poner un cordón para que no haya ningún representante de los dictadores de Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua en su ceremonia de asunción presidencial.

En particular, el presidente electo no quiere que ningún funcionario de Ebrahim Raisi, Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, quienes tienen oprimidos a sus pueblos, participen de los actos oficiales del 10 de diciembre.

La decisión de Milei contrasta con la agenda internacional de la actual administración de Cristina Kirchner y Alberto Fernández, e incluso con la de Mauricio Macri, a cuya asunción vino aunque sea algún diplomático de cada uno de estos países.

La separación de Argentina del “eje comunista” será total. No solo romperá relaciones con las tres dictaduras socialistas de América Latina y con la dictadura islámica iraní, si no que la canciller Diana Mondino confirmó que Argentina no ingresará a los BRICS, el grupo político que lidera China.

Si bien Mondino busca entablar un puente con China, Brasil y Rusia, y se extendió formalmente la invitación a la asunción de los presidentes de estos países, la posición de Argentina estará del lado de Estados Unidos e Israel, alejado de la influencia china y sunita iraní.

En este contexto, la Cancillería envió invitaciones oficiales a Xi Jinping, Vladimir Putin y Lula da Silva, un poco esperando que la respuesta sea negativa, para dejar en evidencia que ellos son los que no quieren tener relaciones diplomáticas con la Argentina si no pueden depredarla.

Durante la campaña, Milei mencionó que si bien se mantendrán todas las relaciones comerciales e incluso se impulsarán, no habrá relaciones diplomáticas con los países alineados con el “eje comunista” que actualmente lidera el dictador chino Xi Jinping desde Beijing.

Pero las relaciones con Brasil no pueden obviarse, debido a la existencia del Mercosur. Si bien los Bolsonaro vendrán a la Argentina para asistir a la asunción de Milei, se invitó formalmente a Lula y se le daría la bienvenida como Jefe de Estado de Brasil, pero el líder socialista no se animó.

El embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, apuesta a hablar con Lula en un encuentro del Mercosur que se hará el 7 de diciembre, y dependiendo el resultado de dicha reunión, el ex gobernador de Buenos Aires podría quedarse como embajador durante el gobierno de Milei.

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