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Economía

“La Argentina es un desastre y su única opción es dolarizar”: La opinión del economista que ayudó a dolarizar Ecuador

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El economista de la Universidad Johns Hopkins volvió a recomendar la dolarización para la economía argentina como una herramienta para poner fin a décadas de desequilibrios monetarios.

En base a los desastrosos resultados inflacionarios de la Argentina, nuevamente el reconocido economista Steve Hanke volvió a recomendar enfáticamente la dolarización. En diálogo con Infobae, asegura que la situación inflacionaria se está volviendo inmanejable e ingobernable.

Para Hanke, el deterioro progresivo de la demanda de dinero y la incapacidad de los sucesivos gobiernos para establecer planes de estabilización creíbles, generan un fuerte peligro por una inflación crónica en niveles elevados, o incluso un desenlace hiperinflacionario como el que sufrió Argentina en 1989.

El economista de la prestigiosa Universidad Johns Hopkins fue asesor económico durante la presidencia del Dr. Carlos Menem a través de la Cancillería, y fue quien ayudó a Ecuador y a Panamá a dolarizar sus economías.

Anticipando la debacle de la salida de la Convertibilidad y la crisis del 2001, Hanke recomendó en 1999 la dolarización de la economía argentina como una salida factible para los problemas fundamentales de las finanzas argentinas.

Los peligros del escenario inflacionario y los beneficios de una dolarización

A propósito de los riesgos inflacionarios de la actual dinámica del país, Hanke se mostró escéptico por la llegada de una nueva hiperinflación en el corto plazo, debido a que se debe producir primero una “huida del dinero” y que solamente fueron registrados 62 casos de hiperinflación en la historia económica mundial.

En la Argentina, si se observa su historia, todo es posible. Salvo la década del 90, el peso ha significado alta inflación. Pero la hiperinflación no es tan común: solo hubo 62 episodios en el mundo en toda la historia. Para tener hiperinflación hay que tener inflación del 50 por ciento mensual, no anual”, explicó el economista.

Sin embargo, alertó sobre los riesgos de una inflación crónica sobre el nivel de la actividad económica, una situación de estanflación similar a la que vivió el país en la segunda mitad del siglo XX. En contraposición, explicó que el efecto de la dolarización sobre la inflación podría ser casi inmediato. Como un ejemplo reciente, el economista destacó el caso de Venezuela y su dramática inflación.

Como explica Hanke, la economía venezolana sufrió un desequilibrio monetario tan drástico que el dólar pasó a ser una moneda no solamente utilizada como reserva de valor, sino también para el uso cotidiano de transacciones. Esta suerte de “dolarización de facto” permitió bajar la inflación considerablemente a niveles incluso más bajos que los de Argentina.

Críticas a la dolarización y los contra-argumentos de Hanke para respaldarla

Una de las principales críticas a la dolarización, sino la principal, es la falta de maniobrabilidad que supondría para realizar política monetaria, lo cuál se alega que podría ser útil frente a crisis financieras o “detenciones súbitas” de capitales.

En contraposición, se argumenta que los tipos de cambio flexibles son más eficientes para atenuar los efectos de los shocks internacionales, y por lo tanto se descartan los esquemas rígidos como la Convertibilidad o la propia dolarización.

Hanke no evadió el argumento, y respondió de forma contundente: “Ese es un argumento típico de la academia y es estúpido. La Argentina ha tenido demasiados shocks con tipo de cambio flexible; es algo para decir en una clase en la academia, pero no en la economía real, donde los shocks se pueden absorber mejor con el dólar como moneda”.

Para el economista, no hay un diferencial en ganancias de bienestar que puedan ser adquiridas con la incorporación de un tipo de cambio flotante en detrimento de un sistema monetario más rígido, o al menos no uno que justifique el rechazo frontal a la dolarización.

Steve Hanke, PhD en economía, profesor en la Universidad Johns Hopkins y director del Cato Institute.

Como plantea un famoso paper publicado en mayo de 1999 y titulado “Una Propuesta de Dolarización para Argentina”, elaborado por Steve Hanke y Kurt Schuler, el uso de la política monetaria para amortiguar shocks externos es un buen argumento teórico, pero no empírico.

Las tasas de crecimiento de los países en desarrollo sin flexibilidad monetaria, aquellos con cajas de conversión o con sistemas dolarizados, fueron un 50 por ciento mayores que las de los países con bancos centrales y flexibilidad monetaria entre 1950 y 1993. Además, la variabilidad de esas tasas de crecimiento, medidas por su desviación estándar, era virtualmente idéntica, indicando que la falta de flexibilidad monetaria no resultó necesariamente en una mayor incidencia o vulnerabilidad ante los choques externos”, explican Hanke y Schuler.

Otra importante crítica a la dolarización es el tamaño de la economía argentina. Se suele plantear que la dolarización puede ser factible para economías pequeñas y poco diversificadas, pero no para países relativamente grandes como Argentina.

Nuevamente, Hanke respondió a las críticas y dio como ejemplo la economía del Estado de California, que tiene el tamaño de muchas de las economías latinoamericanas y opera en dólares.

Por otra parte, también resaltó el caso del patrón oro como un sistema monetario que tuvo vigencia a nivel mundial en las principales economías del mundo, sin importar su tamaño. En este sentido, una economía dolarizada funcionaría de forma similar a una caja de conversión ortodoxa

Economía

La Argentina que dejó el kirchnerismo: Milei recibió un país sin consumo privado, sin inversión y sin exportaciones

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El modelo kirchnerista demostró un agotamiento notable que finalmente condujo a la recesión desde la segunda mitad de 2022. La crisis se profundizó a lo largo del año pasado, y el cuatro trimestre de 2023 finalizó con los principales indicadores macroeconómicos en rojo.

El INDEC anunció los resultados sobre el avance del nivel de actividad y sus principales componentes correspondientes al cuarto trimestre del año 2023, el último de la administración del exministro y fallido candidato Sergio Massa.

Los resultados publicados demuestran el agotamiento de un modelo económico obsoleto. El organismo oficial de estadísticas determinó que la variación desestacionalizada del PBI (a precios constantes) marcó un rojo del 1,9% en el último trimestre del año pasado. El principal termómetro de la economía argentina registró un magro resultado hacia el final de la gestión massista.

La producción industrial sufrió una caída de hasta el 6% interanual en el último cuarto de 2023, el sector del comercio minorista y mayorista registró un retroceso del 3,9%, la producción de electricidad, gas y agua se desplomó un 5,1% interanual, los servicios de intermediación financiera cayeron un 4,4%, y la construcción sufrió un declive de casi un 1% en el mismo período.

No obstante, y pese al arsenal de medidas artificiales y cortoplacistas adoptadas por el exministro, el consumo del sector privado se desplomó hasta un 1,5% entre octubre y diciembre de 2023. 

Los paliativos de corto plazo, las ayudas y los subsidios temporales, poco y nada pudieron hacer para compensar la estampida inflacionaria y la erosión del poder adquisitivo de los salarios (especialmente en el sector informal).

La inversión real de la economía argentina se contrajo casi un 11% en el cuarto trimestre de 2023, superando holgadamente a la variación negativa del mismo período pero del 2022 (que había llegado al 4,5% respectivamente).

El país dejó de invertir cada vez más en renovación de maquinaria, infraestructura, tecnología, etc. Bajo las reglas de juego del exministro Massa, la Argentina se había convertido en un destino fallido para el desarrollo de la iniciativa privada y la inversión a largo plazo.

En otras palabras, el nuevo Gobierno del Presidente Javier Milei no solo heredó una economía en recesión y estanflación (con los precios aumentando a un ritmo del 1% diario), sino que además el retroceso de la inversión en formación bruta de capital deterioró la capacidad instalada del país para poder recuperarse de la crisis. La Argentina se descapitalizó por cuatro años.

Todo esto se suma a la oleada de desequilibrios fiscales, cambiarios, monetarios y de precios relativos que dejó plantados el Gobierno anterior. Al menos un 200% de brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo, un saldo de reservas netas en rojo por US$ 11.000 millones de dólares, un stock de pasivos remunerados equivalente a casi el 300% de la base monetaria (11 puntos del PBI) y un déficit fiscal nacional superior al 6% del producto. Se trata de una de las peores herencias macroeconómicas de la historia argentina.

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Economía

Se desarma la bomba de pasivos remunerados que caen al 5% del PBI y se acerca la salida del cepo

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El stock de las letras del Banco Central se redujo a la mitad desde que el Presidente Milei asumió la dirección del país el pasado 10 de diciembre. También disminuyó notoriamente la emisión monetaria a cuenta de los intereses asociados a los pasivos remunerados.

Las condiciones macroeconómicas idóneas para la liberalización total del mercado cambiario están cada vez más cerca de ser una realidad. Desde el 10 de diciembre del año pasado el Gobierno desplegó un amplio programa de saneamiento sobre el balance del Banco Central, al mismo tiempo en que el Ministerio de Economía equilibró sus finanzas y mitigó la dominancia fiscal sobre la política monetaria.

En solo tres meses de gestión, la administración de Santiago Bausili al frente del BCRA logró reducir el stock de pasivos remunerados del 10,5% al 5% del PBI según estimaciones de las consultoras privadas. La carga por la “bola de nieve” de las Leliq se reconvirtió en el stock de Pases, y este último se vio rápidamente licuado por la evolución inflacionaria.

En tiempo récord, la magnitud de la emisión monetaria a cuenta de pagar los intereses por los pasivos remunerados también se redujo a la mitad, del 10% al 5% del PBI respectivamente desde diciembre de 2023. Este monto también es conocido como el “déficit cuasi-fiscal”, y significaba un verdadero peligro para la estabilización de la economía.

Para poder liberalizar los controles cambios y permitir la libre compra-venta de divisas, el Gobierno apuntó primero a operar sobre los desequilibrios de sobrante de pesos que dejó la gestión anterior. 

Ante una liberalización cambiaria, los agentes (bancos, pequeños ahorristas, etc) podrían verse atraídos por huir del peso hacia el dólar de manera rápida y violenta, provocando así un colapso de la demanda de pesos y de la renovación de los pavos remunerados. 

Esto llevaría rápidamente a la hiperinflación, ya que la cantidad de dinero en circulación podría incrementarse de forma dramática en poco tiempo (y cuando más elevada es la inflación, más rápido es el efecto de la emisión de dinero en el sistema).

El Gobierno del Presidente Milei se propuso evitar a toda costa un escenario hiperinflacionario, por lo que el saneamiento del balance del BCRA haría posible una muy pronta liberalización cambiaria sin el riesgo de provocar la violenta espiral inflacionaria.

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Economía

Las jubilaciones subirán 7 puntos por encima de la inflación en abril y luego aumentarán según IPC de manera automática

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Entre el aumento por inflación, el adicional del 12,5% y el bono de $70.000, las jubilaciones subirán un 62% en abril, lo cual le ganará a la inflación por 7 puntos en términos reales, y se darán incrementos cada mes.

El vocero presidencial Manuel Adorni explicó con más detalles la nueva fórmula previsional, publicada este lunes a través del Decreto 274/24 en el Boletín Oficial, la cual establece que los jubilados y pensionados van a cobrar los aumentos mensuales ajustados por el Índice de Precios al Consumidor.

En conferencia de prensa en la Casa Rosada, Adorni destacó que a la nueva fórmula se le va a adicionar el 12,5% de recomposición y el bono de $70.000 pesos, lo que suma un incremento de aproximadamente 62% en lo que va del año, unos 7 puntos por encima de la inflación acumulada del 55% entre enero y marzo.

Esto cambia radicalmente lo que iba a pasar con los haberes si no se cambiaba la fórmula. El aumento a los jubilados iba a ser de 0% en abril y en mayo”, advirtió el vocero. “En julio empieza a regir de manera plena esta nueva fórmula y se va a hacer el cálculo de cuánto hubiese sido el ajuste sólo aplicando la fórmula anterior, y si hay alguna diferencia se le va a abonar a los jubilados”.

“Esta nueva fórmula es absolutamente coyuntural y apelamos nuevamente a que la política esté a la altura y que en el Pacto de Mayo podamos tener discutida una reforma previsional y una reforma laboral más integrales que hagan que el sistema jubilatorio sea sustentable”, concluyó.

En la misma línea, el comunicado oficial de la Oficina del Presidente anunció el lanzamiento de una nueva fórmula previsional para ajustar los haberes a partir de junio de manera automática, con el objetivo de detener la masiva pérdida de poder adquisitivo en la que se vieron alcanzados los jubilados en los últimos cuatro años.

El equipo económico presidido por el ministro Luis Caputo dispuso que a partir de abril, todos los haberes previsionales (sin ninguna excepción) serán actualizados por la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC), ese mes y en mayo, el ajuste será por decreto, mientras que a partir de junio se hará de manera automática sin la necesidad de una intervención presidencial.

Este último aumento tiene el objetivo de evitar que la transición entre la nueva fórmula previsional y la anterior pueda provocar cualquier tipo de erosión sobre el poder adquisitivo de los jubilados (como por ejemplo ocurrió entre el último trimestre de 2017 y el primero de 2018).

En otras palabras, el poder adquisitivo de los jubilados dejará de licuarse con las nuevas reglas de juego del sistema, al mismo tiempo en que se espera un fuerte descenso de la tasa de inflación para los próximos meses. Conforme disminuya la inflación, las jubilaciones podrían aumentar en términos reales debido a que la fórmula siempre se ajusta por el dato del IPC del mes anterior (y viceversa cuando la inflación aumenta).

Asimismo, el nuevo esquema presentado garantiza una mayor estabilidad en la relación del gasto previsional con respecto al PBI. De esta manera se facilita la tarea de confeccionar presupuestos, y de destinar los recursos correspondientes a los jubilados y pensionados sin incurrir en errores por falta de actualización.

La fórmula previsional kirchnerista ajustaba los haberes de acuerdo al índice RIPTE de salarios (el cual perdió contra la evolución de los precios en los últimos 15 años), y al mismo tiempo se componía por la recaudación de la seguridad social (también muy inestable debido a la gran cantidad de empleo informal). Esta fórmula fue directamente responsable de que el poder adquisitivo de una jubilación mínima cayera casi un 40% entre diciembre de 2019 y diciembre de 2023.

El Gobierno anterior desplegó una serie de bonos adicionales para tratar de compensar (parcialmente) la debacle sobre las jubilaciones, pero estos únicamente se aplicaron sobre el haber más bajo. Las jubilaciones medias y altas no se vieron alcanzadas por los bonos, y esto deterioró todavía más los escasos incentivos existentes para aportar al sistema previsional.

La legislación laboral vigente demostró ser abiertamente disfuncional en vista a la tamaña proporción del empleo no registrado en relación al total del trabajo de la Argentina, y los incentivos nocivos del sistema de reparto estatal no hacen más que acrecentar la tendencia.

El Gobierno también apunta a erradicar el déficit del sistema previsional operando desde el punto de vista de sus ingresos. En este sentido, se apunta a la flexibilización de la legislación laboral (más puestos formales potenciales para aportar al sistema) y la mejora de los incentivos para el esfuerzo.

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