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Economía

La deuda del Banco Central subió un 45% desde que Alberto Fernández es presidente

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Es por las Leliq y los Pases Pasivos que se emiten para esterilizar la impresión de moneda y que no se desate una hiperinflación.

Las cifras que maneja el Banco Central son muy difíciles de dimensionar pero dan cuenta de la crisis de financiamiento propio y de terceros que asfixia a la Argentina para solventar un gasto público descomunal que a su vez garantiza en cierto punto la paz social con asistencia directa vía planes sociales a más de diez millones de personas y subsidios a cientos de miles de empresas.

Todo esto se cubre con los billones, sí, billones, un 1 seguido de 12 ceros, que emite el Banco Central y luego gira en asistencias al Tesoro, desde el cual sale el mega-presupuesto para el Ministerio de Desarrollo Social.

En este sentido, la deuda del Banco Central subió un 45% desde que asumió el presidente Alberto Fernández y en la actualidad se ubica en torno a los 3,7 billones de pesos, equivalente al 10% del PBI.

En 2020 hubo un salto exponencial por la impresión de moneda para financiar la pandemia de Covid-19 y por los instrumentos que se generaron en paralelo para esterilizar ese fenómeno y que no explote una hiperinflación.

La autoridad monetaria tiene hoy en uso dos pasivos remunerados: las famosas Letras de Liquidez (Leliq), que fueron muy criticadas por Fernández durante su campaña electoral de 2019 y que había prometido desarmar; y los Pases Pasivos. Ambos son papeles colocados en las entidades financieras para ir administrando la liquidez y, en definitiva, el valor que tiene el peso.

El Presidente se reúne con Guzmán para definir un "menú" de medidas  económicas - Télam - Agencia Nacional de Noticias
Fernández y Guzmán, los artífices de la nueva crisis económica argentina.

Cuando el Central quiere que haya más pesos en las calles, recupera las Leliq y los Pases y suelta billetes que los bancos terminan prestando a los consumidores. Por tener “pisado” ese dinero, la autoridad monetaria les paga a las entidades financieras públicas y privadas una tasa efectiva del 45,4% anual.

En 2020, la entidad que conduce Miguel Ángel Pesce había abonado 692.700 millones de pesos por los mismos conceptos. Y en 2019, año en el que la presidió el economista Guido Sandleris, el pago fue por unos 721.599 millones de pesos.

De acuerdo con los datos oficiales actualizados hasta el 4 de agosto en el Informe Monetario Diario del Central, el stock de Leliqs alcanzó los 1,99 billones de pesos y el de Pases Pasivos está en 1,75 billones. Esto hace una deuda de 3,75 billones de pesos.

La deuda también ya es un 27% superior a la base monetaria, que se ubica en torno a los $2,95 billones. Esta base monetaria equivale al 39% de lo que el Gobierno gastará este año, de acuerdo con el Presupuesto 2021: unos 7.7 billones de pesos.

Desde que asumió en el poder el Frente de Todos, la base monetaria aumentó 71,2% mientras que la inflación acumulada alcanzó el 77%. En tanto, la deuda de la autoridad monetaria aumentó un 45,6% en pesos, equivalente a 1,2 billones de pesos.

Brasil

Se enfría la economía de Brasil: Se acumulan 10 meses de parálisis en la actividad económica tras el impuestazo de Lula

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La economía más importante de Sudamérica abandonó el dinamismo que había adquirido en los últimos cuatro años. El nivel de actividad permaneció estancado desde abril del año pasado tras el impuestazo de Lula.

Pese a la oleada de estímulos fiscales desplegados por el Gobierno de Lula da Silva, la actividad real no responde y el crecimiento se agota después del mega-impuestazo que impulsó el presidente socialista el año pasado.

El índice de actividad económica mensual del Banco Central de Brasil (IBC-Br) no registró crecimiento alguno entre abril de 2023 y enero de 2024, totalizando así 10 meses de total estancamiento.

La paralización de las reformas estructurales y la irrupción en la entrada de capitales fueron dos causas importantes detrás del estancamiento. Brasil perdió gran parte de su apetito inversor tras el cambio de signo político producido en enero de 2023.

El Gobierno de Lula da Silva respondió al estancamiento anunciando un programa de “estímulo” bautizado como Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), mediante el cual se involucra una suma de por lo menos 371.000 millones de reales desde el Gobierno federal. Asimismo, las empresas estatales desembolsarán un monto de hasta 345.000 millones de reales en los próximos años.

En gris, los estancamiento o caídas prolongadas de la actividad económica.

El nivel de actividad a duras penas logró alcanzar nuevamente los niveles registrados en abril de 2023, y solo a costa de profundizar dramáticamente el déficit del Gobierno federal hasta un nivel nunca visto desde la pandemia. 

La credibilidad de la política monetaria del Banco Central (todavía retenido por Roberto Campos Neto) se ve respaldada por la reforma de su carta orgánica a partir de la Ley de Autonomía que firmó Jair Bolsonaro. Esta independencia legal permitió que hoy la tasa de inflación interanual de Brasil oscile entre el 4% y el 5% anual (dentro del rango objetivo).

Sin embargo, conforme más agresiva se torna la política fiscal desde el Gobierno federal, la credibilidad de la política monetaria se deteriora. Esto implica que necesariamente las sucesivas reducciones en la tasa de interés de referencia tendrán un menor impacto sobre la inflación, y un mayor impacto (negativo) en lo que respecta al nivel de actividad.

El Presidente Lula arremetió públicamente contra la independencia del Banco Central y cuestionó la política monetaria de Campos Neto. Sin embargo, la rigidez demostrada al momento de bajar la tasa de interés de referencia no es más que una consecuencia directa de la política fiscal que el propio Gobierno socialista está llevando a cabo.

Mientras que aumenta mes a mes el déficit que debe costear el Estado federal con endeudamiento u otras herramientas, el Banco Central de Brasil se ve en la obligación de ofrecer mayores rendimientos para garantizar su reputación, con la promesa implícita de no financiar los desequilibrios del fisco.

La contracara de este proceso es el progresivo deterioro de las condiciones de crédito para familias y empresas, algo que culmina con la ralentización de la economía en su conjunto. 

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Economía

La Argentina que dejó el kirchnerismo: Milei recibió un país sin consumo privado, sin inversión y sin exportaciones

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El modelo kirchnerista demostró un agotamiento notable que finalmente condujo a la recesión desde la segunda mitad de 2022. La crisis se profundizó a lo largo del año pasado, y el cuatro trimestre de 2023 finalizó con los principales indicadores macroeconómicos en rojo.

El INDEC anunció los resultados sobre el avance del nivel de actividad y sus principales componentes correspondientes al cuarto trimestre del año 2023, el último de la administración del exministro y fallido candidato Sergio Massa.

Los resultados publicados demuestran el agotamiento de un modelo económico obsoleto. El organismo oficial de estadísticas determinó que la variación desestacionalizada del PBI (a precios constantes) marcó un rojo del 1,9% en el último trimestre del año pasado. El principal termómetro de la economía argentina registró un magro resultado hacia el final de la gestión massista.

La producción industrial sufrió una caída de hasta el 6% interanual en el último cuarto de 2023, el sector del comercio minorista y mayorista registró un retroceso del 3,9%, la producción de electricidad, gas y agua se desplomó un 5,1% interanual, los servicios de intermediación financiera cayeron un 4,4%, y la construcción sufrió un declive de casi un 1% en el mismo período.

No obstante, y pese al arsenal de medidas artificiales y cortoplacistas adoptadas por el exministro, el consumo del sector privado se desplomó hasta un 1,5% entre octubre y diciembre de 2023. 

Los paliativos de corto plazo, las ayudas y los subsidios temporales, poco y nada pudieron hacer para compensar la estampida inflacionaria y la erosión del poder adquisitivo de los salarios (especialmente en el sector informal).

La inversión real de la economía argentina se contrajo casi un 11% en el cuarto trimestre de 2023, superando holgadamente a la variación negativa del mismo período pero del 2022 (que había llegado al 4,5% respectivamente).

El país dejó de invertir cada vez más en renovación de maquinaria, infraestructura, tecnología, etc. Bajo las reglas de juego del exministro Massa, la Argentina se había convertido en un destino fallido para el desarrollo de la iniciativa privada y la inversión a largo plazo.

En otras palabras, el nuevo Gobierno del Presidente Javier Milei no solo heredó una economía en recesión y estanflación (con los precios aumentando a un ritmo del 1% diario), sino que además el retroceso de la inversión en formación bruta de capital deterioró la capacidad instalada del país para poder recuperarse de la crisis. La Argentina se descapitalizó por cuatro años.

Todo esto se suma a la oleada de desequilibrios fiscales, cambiarios, monetarios y de precios relativos que dejó plantados el Gobierno anterior. Al menos un 200% de brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo, un saldo de reservas netas en rojo por US$ 11.000 millones de dólares, un stock de pasivos remunerados equivalente a casi el 300% de la base monetaria (11 puntos del PBI) y un déficit fiscal nacional superior al 6% del producto. Se trata de una de las peores herencias macroeconómicas de la historia argentina.

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Economía

Se desarma la bomba de pasivos remunerados que caen al 5% del PBI y se acerca la salida del cepo

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El stock de las letras del Banco Central se redujo a la mitad desde que el Presidente Milei asumió la dirección del país el pasado 10 de diciembre. También disminuyó notoriamente la emisión monetaria a cuenta de los intereses asociados a los pasivos remunerados.

Las condiciones macroeconómicas idóneas para la liberalización total del mercado cambiario están cada vez más cerca de ser una realidad. Desde el 10 de diciembre del año pasado el Gobierno desplegó un amplio programa de saneamiento sobre el balance del Banco Central, al mismo tiempo en que el Ministerio de Economía equilibró sus finanzas y mitigó la dominancia fiscal sobre la política monetaria.

En solo tres meses de gestión, la administración de Santiago Bausili al frente del BCRA logró reducir el stock de pasivos remunerados del 10,5% al 5% del PBI según estimaciones de las consultoras privadas. La carga por la “bola de nieve” de las Leliq se reconvirtió en el stock de Pases, y este último se vio rápidamente licuado por la evolución inflacionaria.

En tiempo récord, la magnitud de la emisión monetaria a cuenta de pagar los intereses por los pasivos remunerados también se redujo a la mitad, del 10% al 5% del PBI respectivamente desde diciembre de 2023. Este monto también es conocido como el “déficit cuasi-fiscal”, y significaba un verdadero peligro para la estabilización de la economía.

Para poder liberalizar los controles cambios y permitir la libre compra-venta de divisas, el Gobierno apuntó primero a operar sobre los desequilibrios de sobrante de pesos que dejó la gestión anterior. 

Ante una liberalización cambiaria, los agentes (bancos, pequeños ahorristas, etc) podrían verse atraídos por huir del peso hacia el dólar de manera rápida y violenta, provocando así un colapso de la demanda de pesos y de la renovación de los pavos remunerados. 

Esto llevaría rápidamente a la hiperinflación, ya que la cantidad de dinero en circulación podría incrementarse de forma dramática en poco tiempo (y cuando más elevada es la inflación, más rápido es el efecto de la emisión de dinero en el sistema).

El Gobierno del Presidente Milei se propuso evitar a toda costa un escenario hiperinflacionario, por lo que el saneamiento del balance del BCRA haría posible una muy pronta liberalización cambiaria sin el riesgo de provocar la violenta espiral inflacionaria.

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