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Economía

La emisión está por alcanzar los nueve millones por minuto y precipita las proyecciones de inflación

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La emisión marcó un récord en octubre y el mercado ajustó al alza la inflación esperada para 2021 y 2022. Sin acuerdo, anticipan un piso para los precios en 60%.

Mes a mes la emisión monetaria sube. En la última quincena de octubre, el Banco Central emitió $8.796.296   por minuto para cubrir el déficit fiscal que Martín Guzmán no llega a bachear con el endeudamiento que consigue en el mercado local, anotando un nuevo récord para la "maquinita". En la primera mitad del mes eran $7.532.963 por minuto.

Lo que más asombra a analistas es el hecho de que desde que se disparó el gasto público en agosto de este año, el Banco Central emite más que el financiamiento que necesitó el Tesoro en igual mes de 2020 cuando la economía y la recaudación se hallaban por debajo de los niveles actuales: en agosto del año pasado, se emitieron $ 40.000 millones y este agosto, $200.000 millones. Las cifras de septiembre y octubre -incluso con la devolución de $427.701 millones al Banco Central gracias a la asignación de DEGs del FMI- sumaron $175.312 millones y superaron con creces los $92.720 millones emitidos en igual bimestre de 2020. Si no se le descuentan los DEGs del FMI -que precisamente fueron devueltos con el objetivo de estirar la capacidad de financiamiento con emisión- la emisión se dispara a $596.713 millones en dos meses.

Esta aceleración de la emisión sin respaldo fomenta las proyecciones de un dólar cada vez más alto en el mercado paralelo, pero también en el dólar oficial. Es que, la presión sobre la inflación también va a obligar al Banco Central a corregir tarde o temprano el tipo de cambio para compensar la pérdida competitiva de los precios internos. En este sentido, no solo las proyecciones de inflación son más altas tanto por efectos de primera ronda, como por los efectos de segunda ronda. Y también la presión cambiaria.

 Así lo advierten economistas como Rodrigo Álvarez para quien el Gobierno después de las elecciones deberá atacar la brecha cambiaria porque ninguna economía crece con un diferencia del 100% en sus tipos de cambio. Para él, subir por encima de la pauta inflacionaria para recuperar el terreno perdido durante 2021 con una "corrección suave"  y sin saltos cambiarios de un día para el otro es impracticable; y en esto coincide con Arriazu. Así, si la pauta inflacionaria se acelera, el dólar oficial deberá subir incluso más.  

"Este esquema económico no resiste dos años; podemos discutir si resiste seis meses, pero dos años, no. La historia entre 2011 y 2015 muestra que con brechas del 100% o incluso menores no se acumulan reservas y no se crece; y acá el punto de partida es con muchas menos reservas y con una brecha mucho más grande. Esto lo tiene claro el Gobierno y lo tiene claro el Fondo Monetario y el plan que tiene que poner sobre la mesa implica costos, esto es lo que el Gobierno quiere posponer y a mi juicio es imposible de hacer. El ajuste tiene que llegar porque, de lo contrario, los costos van a ser muchísimo más elevados", dijo Álvarez a LPO.

 "Si siguen pisando las tarifas, ya el 70% del costo es subsidiado. Si deciden seguir emitiendo para mantener un déficit fiscal, esto también se traduce en aceleración inflacionaria y refuerza los demás problemas. No veo que esto aguante dos años con esa dinámica", sintetizó. 

Mientras tanto, mes a mes, el Relevamiento de Expectativas de Mercado confirma esta percepción de que la inflación va a ser más alta: el último REM correspondiente a las estimaciones de fin de octubre reveló que las diez consultoras que mejor proyectan la inflación habían subido sus proyecciones para 2021 2,4 puntos porcentuales desde el mes previo hasta 51% anual. Y para 2022, el conjunto de los encuestados subió 2,9 puntos porcentuales sus proyecciones hasta 48,9%.

De acuerdo a este último REM, la inflación en octubre rondará el 3,4%, en noviembre cederá a 3,1% con la ayuda del congelamiento de precios y luego recuperaría la tendencia alcista hasta marco un pico de 4,1% en marzo. En otras palabras, si para 2021 un 3,5% de inflación era un "techo" o valor cercano al máximo, para 2022 será un "piso".

Como explicó a este medio el profesor Héctor Rubini, el problema no pasa solamente porque el financiamiento con emisión monetaria sea elevado, sino porque sea percibido como "permanente" con una brecha también "permanente" entre la demanda de dólares y la alicaída demanda genuina de pesos.

En este sentido, el consenso de los economistas considera que una forma de revertir esta percepción de emisión creciente en forma permanente es con un acuerdo con el Fondo Monetario, incluso si es una versión "light", es decir, una que no agrave la deteriorada macroeconomía, pero sí reduzca gradualmente el déficit, frene parcialmente la emisión, ajuste tarifas y achique la brecha cambiaria con una corrección del tipo de cambio oficial.

El riesgo, advierten, es que consiste en sostener por dos años la fragilidad macroeconómica con un piso de inflación más alto: si para el año próximo, el piso inflacionario va a ser del 3,5% mensual y se tocan tarifas y dólar, la inflación va a un nuevo estándar más cerca del 60% que del 49% que, por ahora, proyecta la mediana de los economistas en un contexto de absoluta incertidumbre.

El último informe de la consultora 1816 advierte acerca de los riesgos de ir a este esquema de fragilidad sostenida por el frente político, porque cualquier shock externo va a radicalizar el rumbo político. O bien hacia una ruptura con el FMI que extreme nuevamente la emisión, o bien hacia un ajuste rápido de la macroeconomía que permite hacer el "trabajo sucio" en una alianza con la oposición para que el próximo presiente reciba una macro ordenada como punto de partida.

Por eso, para Rodrigo Álvarez, "El primer elemento que está sobre la mesa es el tipo de cambio. Si piensa que hay un atraso como dice el Fondo Monetario de al menos 20 puntos al tipo de cambio real 20%, por eso el gobierno piensa en un crawling peg más acelerado. Ahora cuando vas a la historia, nunca se pudo devaluar dos meses consecutivos a un ritmo del 4 o 5 por ciento porque terminó en un salto violento del tipo de cambio. Básicamente porque los exportadores no liquidan y los importadores adelantan pagos en dólares y aceleran la demanda hasta que la pérdida de reservas hace la corrección", dijo a LPO.

"Ahí hay un frente que el Gobierno tiene que despejar y para hacer esto claramente tiene que dejar de utilizar anclas temporarias como los controles de precios, el tipo de cambio o las tarifas; y empezar a utilizar anclas de tipo más estructurales como son la política monetaria y la política fiscal en un marco de gestión de expectativas, que tampoco es un tema menor con este equipo económico. Y lo último, lo que hay que pensar es en la capacidad de un Gobierno que podría resultar muy debilitado en las elecciones para implementar un plan de ajuste que sabemos que va a ser doloroso", concluyó.

Economía

La Argentina que dejó el kirchnerismo: Milei recibió un país sin consumo privado, sin inversión y sin exportaciones

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El modelo kirchnerista demostró un agotamiento notable que finalmente condujo a la recesión desde la segunda mitad de 2022. La crisis se profundizó a lo largo del año pasado, y el cuatro trimestre de 2023 finalizó con los principales indicadores macroeconómicos en rojo.

El INDEC anunció los resultados sobre el avance del nivel de actividad y sus principales componentes correspondientes al cuarto trimestre del año 2023, el último de la administración del exministro y fallido candidato Sergio Massa.

Los resultados publicados demuestran el agotamiento de un modelo económico obsoleto. El organismo oficial de estadísticas determinó que la variación desestacionalizada del PBI (a precios constantes) marcó un rojo del 1,9% en el último trimestre del año pasado. El principal termómetro de la economía argentina registró un magro resultado hacia el final de la gestión massista.

La producción industrial sufrió una caída de hasta el 6% interanual en el último cuarto de 2023, el sector del comercio minorista y mayorista registró un retroceso del 3,9%, la producción de electricidad, gas y agua se desplomó un 5,1% interanual, los servicios de intermediación financiera cayeron un 4,4%, y la construcción sufrió un declive de casi un 1% en el mismo período.

No obstante, y pese al arsenal de medidas artificiales y cortoplacistas adoptadas por el exministro, el consumo del sector privado se desplomó hasta un 1,5% entre octubre y diciembre de 2023. 

Los paliativos de corto plazo, las ayudas y los subsidios temporales, poco y nada pudieron hacer para compensar la estampida inflacionaria y la erosión del poder adquisitivo de los salarios (especialmente en el sector informal).

La inversión real de la economía argentina se contrajo casi un 11% en el cuarto trimestre de 2023, superando holgadamente a la variación negativa del mismo período pero del 2022 (que había llegado al 4,5% respectivamente).

El país dejó de invertir cada vez más en renovación de maquinaria, infraestructura, tecnología, etc. Bajo las reglas de juego del exministro Massa, la Argentina se había convertido en un destino fallido para el desarrollo de la iniciativa privada y la inversión a largo plazo.

En otras palabras, el nuevo Gobierno del Presidente Javier Milei no solo heredó una economía en recesión y estanflación (con los precios aumentando a un ritmo del 1% diario), sino que además el retroceso de la inversión en formación bruta de capital deterioró la capacidad instalada del país para poder recuperarse de la crisis. La Argentina se descapitalizó por cuatro años.

Todo esto se suma a la oleada de desequilibrios fiscales, cambiarios, monetarios y de precios relativos que dejó plantados el Gobierno anterior. Al menos un 200% de brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo, un saldo de reservas netas en rojo por US$ 11.000 millones de dólares, un stock de pasivos remunerados equivalente a casi el 300% de la base monetaria (11 puntos del PBI) y un déficit fiscal nacional superior al 6% del producto. Se trata de una de las peores herencias macroeconómicas de la historia argentina.

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Economía

Se desarma la bomba de pasivos remunerados que caen al 5% del PBI y se acerca la salida del cepo

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El stock de las letras del Banco Central se redujo a la mitad desde que el Presidente Milei asumió la dirección del país el pasado 10 de diciembre. También disminuyó notoriamente la emisión monetaria a cuenta de los intereses asociados a los pasivos remunerados.

Las condiciones macroeconómicas idóneas para la liberalización total del mercado cambiario están cada vez más cerca de ser una realidad. Desde el 10 de diciembre del año pasado el Gobierno desplegó un amplio programa de saneamiento sobre el balance del Banco Central, al mismo tiempo en que el Ministerio de Economía equilibró sus finanzas y mitigó la dominancia fiscal sobre la política monetaria.

En solo tres meses de gestión, la administración de Santiago Bausili al frente del BCRA logró reducir el stock de pasivos remunerados del 10,5% al 5% del PBI según estimaciones de las consultoras privadas. La carga por la “bola de nieve” de las Leliq se reconvirtió en el stock de Pases, y este último se vio rápidamente licuado por la evolución inflacionaria.

En tiempo récord, la magnitud de la emisión monetaria a cuenta de pagar los intereses por los pasivos remunerados también se redujo a la mitad, del 10% al 5% del PBI respectivamente desde diciembre de 2023. Este monto también es conocido como el “déficit cuasi-fiscal”, y significaba un verdadero peligro para la estabilización de la economía.

Para poder liberalizar los controles cambios y permitir la libre compra-venta de divisas, el Gobierno apuntó primero a operar sobre los desequilibrios de sobrante de pesos que dejó la gestión anterior. 

Ante una liberalización cambiaria, los agentes (bancos, pequeños ahorristas, etc) podrían verse atraídos por huir del peso hacia el dólar de manera rápida y violenta, provocando así un colapso de la demanda de pesos y de la renovación de los pavos remunerados. 

Esto llevaría rápidamente a la hiperinflación, ya que la cantidad de dinero en circulación podría incrementarse de forma dramática en poco tiempo (y cuando más elevada es la inflación, más rápido es el efecto de la emisión de dinero en el sistema).

El Gobierno del Presidente Milei se propuso evitar a toda costa un escenario hiperinflacionario, por lo que el saneamiento del balance del BCRA haría posible una muy pronta liberalización cambiaria sin el riesgo de provocar la violenta espiral inflacionaria.

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Economía

Las jubilaciones subirán 7 puntos por encima de la inflación en abril y luego aumentarán según IPC de manera automática

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Entre el aumento por inflación, el adicional del 12,5% y el bono de $70.000, las jubilaciones subirán un 62% en abril, lo cual le ganará a la inflación por 7 puntos en términos reales, y se darán incrementos cada mes.

El vocero presidencial Manuel Adorni explicó con más detalles la nueva fórmula previsional, publicada este lunes a través del Decreto 274/24 en el Boletín Oficial, la cual establece que los jubilados y pensionados van a cobrar los aumentos mensuales ajustados por el Índice de Precios al Consumidor.

En conferencia de prensa en la Casa Rosada, Adorni destacó que a la nueva fórmula se le va a adicionar el 12,5% de recomposición y el bono de $70.000 pesos, lo que suma un incremento de aproximadamente 62% en lo que va del año, unos 7 puntos por encima de la inflación acumulada del 55% entre enero y marzo.

Esto cambia radicalmente lo que iba a pasar con los haberes si no se cambiaba la fórmula. El aumento a los jubilados iba a ser de 0% en abril y en mayo”, advirtió el vocero. “En julio empieza a regir de manera plena esta nueva fórmula y se va a hacer el cálculo de cuánto hubiese sido el ajuste sólo aplicando la fórmula anterior, y si hay alguna diferencia se le va a abonar a los jubilados”.

“Esta nueva fórmula es absolutamente coyuntural y apelamos nuevamente a que la política esté a la altura y que en el Pacto de Mayo podamos tener discutida una reforma previsional y una reforma laboral más integrales que hagan que el sistema jubilatorio sea sustentable”, concluyó.

En la misma línea, el comunicado oficial de la Oficina del Presidente anunció el lanzamiento de una nueva fórmula previsional para ajustar los haberes a partir de junio de manera automática, con el objetivo de detener la masiva pérdida de poder adquisitivo en la que se vieron alcanzados los jubilados en los últimos cuatro años.

El equipo económico presidido por el ministro Luis Caputo dispuso que a partir de abril, todos los haberes previsionales (sin ninguna excepción) serán actualizados por la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC), ese mes y en mayo, el ajuste será por decreto, mientras que a partir de junio se hará de manera automática sin la necesidad de una intervención presidencial.

Este último aumento tiene el objetivo de evitar que la transición entre la nueva fórmula previsional y la anterior pueda provocar cualquier tipo de erosión sobre el poder adquisitivo de los jubilados (como por ejemplo ocurrió entre el último trimestre de 2017 y el primero de 2018).

En otras palabras, el poder adquisitivo de los jubilados dejará de licuarse con las nuevas reglas de juego del sistema, al mismo tiempo en que se espera un fuerte descenso de la tasa de inflación para los próximos meses. Conforme disminuya la inflación, las jubilaciones podrían aumentar en términos reales debido a que la fórmula siempre se ajusta por el dato del IPC del mes anterior (y viceversa cuando la inflación aumenta).

Asimismo, el nuevo esquema presentado garantiza una mayor estabilidad en la relación del gasto previsional con respecto al PBI. De esta manera se facilita la tarea de confeccionar presupuestos, y de destinar los recursos correspondientes a los jubilados y pensionados sin incurrir en errores por falta de actualización.

La fórmula previsional kirchnerista ajustaba los haberes de acuerdo al índice RIPTE de salarios (el cual perdió contra la evolución de los precios en los últimos 15 años), y al mismo tiempo se componía por la recaudación de la seguridad social (también muy inestable debido a la gran cantidad de empleo informal). Esta fórmula fue directamente responsable de que el poder adquisitivo de una jubilación mínima cayera casi un 40% entre diciembre de 2019 y diciembre de 2023.

El Gobierno anterior desplegó una serie de bonos adicionales para tratar de compensar (parcialmente) la debacle sobre las jubilaciones, pero estos únicamente se aplicaron sobre el haber más bajo. Las jubilaciones medias y altas no se vieron alcanzadas por los bonos, y esto deterioró todavía más los escasos incentivos existentes para aportar al sistema previsional.

La legislación laboral vigente demostró ser abiertamente disfuncional en vista a la tamaña proporción del empleo no registrado en relación al total del trabajo de la Argentina, y los incentivos nocivos del sistema de reparto estatal no hacen más que acrecentar la tendencia.

El Gobierno también apunta a erradicar el déficit del sistema previsional operando desde el punto de vista de sus ingresos. En este sentido, se apunta a la flexibilización de la legislación laboral (más puestos formales potenciales para aportar al sistema) y la mejora de los incentivos para el esfuerzo.

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