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Brasil

La herencia dorada de Bolsonaro: Sigue bajando la inflación en Brasil a pesar de los ataques de Lula al Banco Central

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Lula falló en derogar la ley de independencia del Banco Central y no encuentra el apoyo en el Congreso para remover al derechista Campos Neto de la entidad monetaria. Mientras tanto, la variación interanual del IPC cayó al 4,18% en el mes de abril.

El IBGE de Brasil confirmó oficialmente que el Índice de Precios al Consumidor Amplificado (IPCA) obtuvo una variación del 0,61% al cierre de abril. Se observó una ligera desaceleración con respecto al aumento del 0,71% en marzo y del 0,84% en febrero. Si bien los mercados esperaban un alza mucho menor (en torno al 0,54% mensual), el resultado acumulado de 12 meses sigue bajando.

Esto se debe pura y exclusivamente a la Ley de Autonomía del Banco Central, firmada en febrero del 2021 por el entonces presidente Jair Bolsonaro. A pesar de los intentos de Lula por derogar la ley e intervenir nuevamente la entidad monetaria, ha fracasado en todos sus ataques y la resiliencia del sistema que dejó Bolsonaro ha dado un shock de confianza al mercado brasilero.

Este tipo de legislaciones, que Bolsonaro debió negociar con dureza durante su gobierno y logró aprobar con mayoría en ambas cámaras, es parte de la herencia dorada que dejó el mandatario de derecha en su país.

La independencia del Banco Central sentó las bases para eliminar el riesgo de “dominancia fiscal” sobre la política monetaria, un problema crónico para la economía brasileña. De esta manera, el Tesoro Nacional puede gastar todo lo que quiera, pero el Banco Central no está obligado a financiarlo con emisión monetaria.

La decisión final recae pura y exclusivamente en el presidente del Banco Central de Brasil (BCB), actualmente el bolsonarista Roberto Campos Neto, quien se ha negado sistemáticamente a financiar las expansivas partidas de Lula que aumentan el gasto público.

Por el momento, y ante la imposibilidad de financiarse con emisión, Lula logró que el Congreso le aprobara una prórroga al techo de deuda, lo que ha llevado a masivos aumentos en el déficit fiscal para financiar estos programas sociales.

Pero sin emisión no hay inflación, y la tasa de inflación interanual cayó al 4,18% con respecto al mismo mes del año pasado, registrando así el dato más bajo desde octubre de 2020.

La meta del BCB fijada en el 3,25% de inflación interanual (con un grado de tolerancia de 150 puntos básicos) parece completamente factible para fin de año, y de hecho ya se cumple si se considera el margen de tolerancia.

Inflación y política monetaria en Brasil desde 2015.

El derechista Campos Neto resiste exitosamente todos los embates interventores de Lula da Silva por el momento, y esto solo fue posible gracias a las cláusulas y restricciones previstas por Bolsonaro para proteger la investidura de la autoridad monetaria.

El presidente socialista criticó públicamente la independencia del BCB y llegó a afirmar que “es ridículo tener un banco central independiente”, pero la normativa lo ata de manos y le impide monetizar el déficit fiscal.

De no existir la ley de Autonomía, Lula habría podido cumplir rápidamente su agenda política y habría removido a Campos Neto, con el fin de dar rienda libre a la holgura fiscal dispuesta sobre el Presupuesto 2023. Pero gracias a esta legislación vigente, su despido debe pasar por el Congreso.

Y si bien el presidente socialista logró aumentar en R$ 145.000 millones el techo de gastos, el déficit deberá ser financiado de forma no inflacionaria a través de la toma de más deuda pública.

El anuncio y la confirmación de la ley de autonomía en el marco de una economía como la de Brasil (con expectativas más ancladas que las de Argentina y Venezuela y con menores desequilibrios monetarios) provocó un shock de confianza que terminó por doblegar la inflación desde mediados de 2022, una vez superado el efecto rezago de la emisión monetaria por la pandemia.

Esto se condice con un fuerte aumento en la demanda efectiva de reales y sobre los agregados monetarios más amplios de la economía (los distintos depósitos en el sistema bancario).

Brasil se convirtió en el país que mejor administró el shock monetario provocado por la pandemia. La tasa SELIC de política monetaria reaccionó y aumentó desde principios de 2021, mucho antes que cualquier economía desarrollada. La tasa dejó de subir a partir de julio de 2022 y desde entonces continúa apostada en el 13,25% anual, manteniéndose holgadamente positiva en términos reales.

Brasil

Lula lanza un masivo aumento del gasto público y prepara todo para eliminar el superávit fiscal heredado de Bolsonaro

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El superávit primario del Gobierno se desplomó casi un 50% en términos reales desde que el socialismo volvó al poder. Se proyecta un fuerte crecimiento de la deuda pública durante los próximos tres años.

La administración de Lula da Silva continúa deteriorando el frente fiscal de Brasil, uno de los aspectos más favorables en la herencia por los cuatro años de gestión de Jair Bolsonaro. El Gobierno federal, incluido el Tesoro y la seguridad social, registró un superávit primario de 15.604 millones de reales en abril de 2023, por lo que se produjo una caída del 48,3% en comparación con el mismo mes del año pasado y en moneda constante.

Asimismo, el saldo superavitario antes de intereses sumó los R$ 47.165 millones en los primeros tres meses del año y tuvo una fuerte reversión del 43% en comparación con el primer trimestre de 2022

Mientras que el superávit primario llegaba a representar el 0,56% del PBI en diciembre de 2022, la cifra se redujo a sólo el 0,22% del producto para abril de este año, nuevamente reflejando que el saldo superavitario se redujo a la mitad.

Finanzas públicas de Brasil desde el año 2014.

El principal factor desequilibrante de las finanzas públicas es el gasto determinado por el Presupuesto 2023, que Lula consiguió aprobar rápidamente en el Congreso tras su victoria electoral. Las erogaciones del Gobierno federal aumentaron un 8,1% interanual en términos reales al cierre de abril, en mayor medida debido a la ampliación del programa Bolsa Familia.

Por otra parte, la recaudación tributaria del Tesoro tuvo una caída real del 1,8% interanual en el cuarto mes del año, vinculada al aumento de la deducción estándar sobre el impuesto a las Ganancias y la postergación de las exenciones impositivas sobre los combustibles. La aplicación de retenciones “temporales” sobre las exportaciones petroleras aún no tuvo un mayo impacto.

Junto con la abultada y creciente factura de intereses de deuda, el déficit financiero total del Gobierno federal se incrementó al 4,61% del PBI en abril, habiendo partido de un 4,35% del producto al término de la gestión de Bolsonaro. Esto es consistente con un fuerte crecimiento de la deuda pública federal para los próximos 3 años según las estimaciones más aceptadas.

El ministro de Hacienda Fernando Haddad prometió llegar a un superávit primario de por lo menos el 0,5% del PBI para fin de año, y para conseguirlo anunció que el Gobierno incrementará la recaudación en 150.000 millones de reales mediante eliminación de exenciones tributarias, la persecución a la evasión y por medio del nuevo impuesto sobre los juegos de azar online.

Pero ningún pronóstico serio respalda la hipótesis de Haddad, ya que para llegar a la cifra que postula alcanzar en diciembre (y dada la trayectoria alcista del gasto) se requerirían de fuertes aumentos impositivos sobre fuentes representativas para los ingresos (como el impuesto a las Ganancias, el IVA, impuestos internos, etc).

El banco de inversión BNP Paribas advirtió que los anuncios de Haddad son completamente insignificantes para llegar a una meta semejante de hasta 150.000 millones de reales en nueva recaudación. En la misma línea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el déficit primario real de Brasil terminará el 2023 con un rojo de casi 2 puntos del PBI, mientras que el financiero llegaría a casi el 9% del PBI.

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Brasil

El Congreso brasileño habilita a Lula a tener déficit fiscal: Dio media sanción a la eliminación del techo de gasto público

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Se pone fin a los lineamientos fiscales trazados por el expresidente Temer. La nueva regla fiscal propuesta por Lula sólo entraría en vigencia a partir del próximo año, por lo que para el período fiscal 2023 se espera un importante aumento del déficit.

El Gobierno de Lula da Silva logró obtener el visto bueno de la Cámara de Diputados para eliminar todos los topes legales al aumento del gasto público, con un total de 372 votos afirmativos contra 108 (principalmente la oposición bolsonarista). La agenda fiscal del socialismo brasileño avanza sin reparos.

De esta manera, se pone fin a la regla fiscal que había trazado Michel Temer en 2016 y aplicada a rajatabla durante la administración de Jair Bolsonaro hasta 2022. Esta normativa indicaba que el gasto público solo podía ser actualizado por inflación, pero no aumentado por sobre el techo de gastos, con el objetivo de garantizar la responsabilidad fiscal.

El proyecto de Lula propone una regla fiscal alternativa: atar el aumento del gasto público a un tope del 70% de la suba nominal de la recaudación fiscal del año anterior. Esta regla no garantiza la disciplina fiscal, y permitirá que Brasil vuelva a tener déficit fiscal después de que Bolsonaro lo eliminara en su mandato.

Pero lo realmente preocupa a la oposición es que la regla fiscal que propone Lula sólo entraría en vigencia a partir del período fiscal 2024, por lo que durante este año prácticamente no habrá ninguna regla fiscal establecida, generando una fuerte presión sobre el equilibrio de las finanzas públicas.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el Gobierno de Brasil perderá el superávit primario heredado de Bolsonaro y registrará un saldo deficitario del 1,95% del PBI para 2023. Asimismo, el resultado financiero incluyendo la factura de intereses marcará un brutal déficit del 8,8% del PBI, el más drástico desde el año 2016 sin contabilizar el shock que generó la pandemia.

El gasto público del Gobierno federal aumentaría del 43,3% del PBI al 44,65% según las previsión del FMI, todo esto a partir de las nuevas erogaciones en programas sociales y subsidios. Pero pese a los impuestos especiales sobre las exportaciones petroleras, la recaudación tributaria retrocedería del 38,7% al 35,9% del PBI en 2023.

Finanzas públicas de Brasil entre 1996 y 2023.

Los mercados reaccionaron negativamente ante la incertidumbre fiscal. La Bolsa de Sao Paulo se desplomó casi un 1% en las primeras horas del miércoles pasado (horas después de la votación en el Congreso), y esta semana inició con una caída del 0,52% hasta los 10.333 puntos.

La idea de un Gobierno “moderado y centrista” fue descartada, y todo indica que Lula no hará más que profundizar los lineamientos de las últimas administraciones del PT, con principios muy alejados a los que se vislumbraban en los primeros años de la década del 2000.

El oficialismo apunta contra la independencia del Banco Central, ya no cree en el superávit fiscal como herramienta de estabilización, se muestra favorable a impuestos extremadamente distorsivos como las retenciones de exportación, y busca dar marcha atrás con la flexibilización de la legislación laboral.

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Brasil

Cumbre de líderes comunistas en Brasil: Lula relanza la Unasur junto al dictador venezolano Nicolás Maduro

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También recibió al dictador boliviano Luis Arce y a los presidentes Gabriel Boric, Gustavo Petro, Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou.

El presidente de Brasil, Lula da Silva, blanqueó finalmente su estrategia para reincorporar al régimen chavista a las instituciones sudamericanas, invitando al dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, a Brasilia para participar de la “Unasur versión 2”, como dijo la Cancillería.

De esta manera, Lula levantó la prohibición que pesaba sobre el sanguinario dictador chavista que impedía su ingreso a Brasil, impuesta en 2019 por el ex presidente Jair Brasileño. Además, ordenó a la Policía Federal no arrestar a Maduro según correspondería dado que pesa sobre él una orden de arresto de la Interpol.

Venezuela siempre ha sido un socio excepcional para Brasil. Pero debido a las contingencias políticas y a los equívocos, el presidente Maduro pasó ocho años sin venir a Brasil“, dijo Lula en una conferencia de prensa después de una reunión en el Palacio del Planalto, sede de la presidencia.

“Es el inicio del regreso de Maduro al plano regional, y el encuentro con los demás líderes será la vuelta de la integración de América del Sur”, añadió Lula, definiendo el momento de “histórico“.

En el relanzamiento de la Unasur, un organismo de integración latinoamericano fundado por el propio Lula da Silva y el ex dictador difunto Hugo Chávez en el año 2008, también participaron otros mandatarios de la región.

Estuvo presente el también dictador Luis Arce, quien en los últimos dos años ha instaurado un sistema de represión en Bolivia peor que el que actualmente existe en Venezuela, arrestando a toda la oposición, tanto política como cívica, y censurando a los golpes a la oposición en el Poder Legislativo.

Lula también contó con la presencia de Alberto Fernández, presidente de Argentina; de Gustavo Petro, presidente de Colombia; de Gabriel Boric, presidente de Chile; y de Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, quien a pesar de su retórica en contra de aceptar a Maduro en la comunidad interamericana, ha cedido en su postura, probablemente por influencia de Estados Unidos.

El gobierno de Joe Biden ha estado negociando con el régimen de Maduro para permitir que vuelva a ingresar a los organismos regionales además de levantar algunas sanciones a cambio de que el dictador comunista permita la extracción de empresas estadounidenses de sus pozos petroleros.

Esta fue una solución “de emergencia” para aumentar la cantidad de petróleo en Occidente luego de que Rusia cortara el suministro a Europa y Estados Unidos por la guerra en Ucrania.

Desde el comienzo de su mandato a principios de este año, Lula llevó adelante políticas de acercamiento con Venezuela. Uno de los puntos más importantes de esta aproximación se dio con el viaje de su asesor Celso Amorim a Caracas, donde se reunió con altos dirigentes del chavismo para tratar la reapertura de embajadas.

Los entonces presidentes Mauricio Macri (Argentina), Sebastián Piñera (Chile), Jair Bolsonaro (Brasil), Jeanine Añez (Bolivia) y el propio Lacalle Pou (Uruguay) se habían sumado entre 2019 y 2020 al intento del ex presidente estadounidense Donald Trump de presionar a Maduro para forzar su salida del poder en Venezuela y su reemplazo por el entonces opositor Juan Guaidó.

Ahora, los vientos han cambiado en el continente americano, y Lula aprovechó la situación para sacar a relucir su amor por el castrochavismo. “¿Cómo un continente que consiguió ejercer la democracia de forma tan plena como cuando creó la Unión Europea, podía aceptar la idea de que un impostor fuese presidente, solo porque no les gustaba el presidente que fue electo?“, se preguntó el mandatario brasileño.

Es inexplicable que un país tenga 900 sanciones porque a otro país no le gusta. Creo que está en tus manos, compañero Maduro, construir tu narrativa y darle la vuelta a este juego para que Venezuela vuelva a ser un pueblo soberano, donde solo su pueblo, a través del voto libre, diga quién va a dirigir el país“, aseguró en un insólito comentario donde ignora la brutal represión a la democracia en el país caribeño.

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