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Economía

La “Revolución Conservadora” de Ronald Reagan: La presidencia que cambió la historia de los Estados Unidos

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El pasado 6 de febrero se cumplieron 112 años del natalicio de Ronald Reagan, considerado uno de los presidentes más influyentes de la historia de los Estados Unidos y de todo el mundo. Su Gobierno marcó el fin del dirigismo y el comienzo de una nueva etapa de liberalización económica a nivel mundial. 

Con la llamada “Revolución Conservadora” de los 80s, el presidente Ronald Reagan logró consensos que ningún otro mandatario había logrado en décadas y reformó completamente la economía norteamericana y mundial, apuntando a terminar con la estanflación y promoviendo la libertad económica.

Con la asesoría del reconocido economista Milton Friedman, la agenda de los republicanos concentró sus esfuerzos para reducir el tamaño del Estado, bajar los impuestos, reducir el nivel de regulaciones en la actividad económica y controlar la oferta monetaria.

Sus políticas económicas y culturales, apoyadas desde el Reino Unido por Margaret Thatcher, desde Alemania por Helmut Kohl y desde Francia por François Mitterrand, le permitieron crear un bloque de cooperación mundial capitalista contra la Unión Soviética, que culminó con la caída del Muro de Berlín y finalmente la disolución del bloque comunista en 1991, 2 años después de haber dejado la presidencia y sucedido por su Vicepresidente.

La transformación económica de Reagan

La derrota de la inflación y la vuelta al crecimiento

La puesta en marcha del programa económico de Reagan provocó un profundo shock de expectativas con una promesa creíble y contundente: el Gobierno dejaría de financiar el déficit fiscal con emisión monetaria.

A partir de las recomendaciones de la ortodoxia, el presidente de la Reserva Federal Paul Volcker llevó adelante un exitoso programa de estabilización de precios, controlando los agregados monetarios. Esta estrategia garantizó la completa independencia de la Reserva Federal de cualquier tipo de injerencia política, y sentó las bases para el éxito económico de la administración republicana.

La inflación se desplomó del 12,3% en diciembre de 1980 a menos de 4% para diciembre de 1982, y en adelante promedió el 3,64% hasta el año 1989. Estados Unidos superó el peor episodio de estanflación en su historia, y lo hizo recuperando el sendero del crecimiento. 

Las políticas iniciales llevadas a cabo por Volcker indujeron a una fuerte recesión entre 1981 y 1982, pero el Gobierno de Reagan ratificó la defensa a la independencia de la FED e impulsó una masiva reforma tributaria para fomentar las llamadas “políticas de oferta”, en lugar de los estímulos a la demanda típicamente keynesianos. La economía se reactivó a partir de 1983 y se expandió hasta un 32,4% hasta el primer trimestre de 1989.

El PBI alcanzó nuevamente su tendencia potencial (aquella que había perdido durante la recesión comenzada en el Gobierno de Carter), y en un marco de estabilidad de precios como no se veía desde la década de 1960

Evolución de la inflación y el PBI de Estados Unidos entre 1977 y 1992.

La disciplina fiscal y la lucha contra el establishment

Las sucesivas reformas tributarias de Reagan apuntaron a simplificar y reducir drásticamente las principales tasas impositivas del país: el impuesto a las Ganancias de personas físicas y empresas, la herencia, y las ganancias de capital, entre muchos otros.

La tasa marginal máxima del impuesto a las Ganancias se redujo del 70% al 28% entre 1981 y 1989, mientras que la tasa promedio del impuesto bajó del 34,7% al 21,5%. La cantidad de tramos del impuesto se redujo de 14 a solamente 2 a partir de 1988, disminuyendo así las distorsiones que generaba sobre la economía y la oferta laboral. 

La baja de impuestos del Gobierno logró valerse del apoyo del ala conservadora y pro-mercado del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes (partido que aún retenía la mayoría), pero no así la reducción del gasto público. Ni la mayor parte de los demócratas ni los republicanos asociados al establishment dieron su brazo a torcer a la hora de recortar el gasto público de manera significativa.

Las históricas reformas tributarias durante la administración de Ronald Reagan.

El choque de fuerzas dio como resultado un gran aumento del déficit fiscal del Gobierno federal entre 1982 y 1986, aunque una parte sustancial de los desequilibrios se explicaron exclusivamente por los crecientes intereses de la deuda pública.

Pese a las dificultades, la administración Reagan continuó comprometida con la disciplina fiscal y para 1986 logró los consensos para la aprobación de la “Ley de presupuesto equilibrado”, por medio de la cual el Gobierno federal se comprometía a trazar un sendero creíble para la reducción del déficit. 

Hacia 1989 el déficit primario fue completamente eliminado, y la totalidad del desequilibrio fueron los intereses de deuda. Los presupuestos de la administración preveían un superávit para 1990, un hecho que no pudo cumplirse por la incipiente recesión que recayó en ese mismo año.

Déficit fiscal de Estados Unidos entre 1975 y 1989.

Desregulación y privatizaciones

El esfuerzo de la administración Reagan para favorecer la desregulación fue mayúsculo. Se preservaron todos y cada uno de los esfuerzos de desregulación presentados por Ford y Carter, y se generalizaron las medidas. 

La Ley de instituciones de depósito de 1982 desreguló las asociaciones de ahorro y préstamo, y liberalizó completamente el mercado de préstamos hipotecarios a tasa ajustable, un proyecto con el acuerdo político del congresista demócrata Fernand Germain. 

En ese mismo año el presidente Reagan firmó la desregulación de la industria de autobuses, deshaciendo normativas obsoletas que habían sido aprobadas por el expresidente demócrata Franklin D. Roosevelt en 1935.

Hacia 1984 se firmó la Ley de Transporte Marítimo para la desregulación del sector (se eliminaron tarifas legales y restricciones), más tarde en 1986 se decretó la desregulación del mercado de transporte de carga, eliminando los controles de precios y las normativas limitantes sobre estos servicios. Para 1989 el Presidente aprobó la liberalización de la explotación de pozos de gas natural

La administración Reagan también sentó las bases para los esfuerzos de privatización más importantes en la historia de los Estados Unidos. La venta más importante se concretó en el año 1987 con la exitosa privatización de Conrail por US$ 1.600 millones, el ferrocarril de carga del noreste estatizado por el Gobierno federal tiempo atrás. 

También se inauguraron las primeras concesiones para establecer prisiones administradas por empresas privadas, en el marco de la lucha contra la delincuencia y la “Guerra contra las drogas” que llevó adelante el Presidente. 

En general, las privatizaciones se intensificaron notoriamente en la década de 1990 bajo la administración de Bill Clinton, pero la administración Reagan sentó el precedente que permitió continuar con este proceso satisfactoriamente: la creación de la Comisión de Privatización del Presidente en 1987

Economía

La Argentina que dejó Alfonsín: Masivos apagones eléctricos, hiperinflación y corralito

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Los máximos dirigentes del radicalismo en Juntos por Cambio recordaron y reivindicaron la figura de Raúl Alfonsín por el 14° aniversario de su fallecimiento, pero nadie mencionó que el expresidente dejó un país destruido.

Tapa de los principales diarios argentinos en medio del estallido hiperinflacionario

Un día como hoy en 2009 fellecía el expresidente Raúl Alfonsín, una figura reivindicada tanto por el kirchnerismo como la “oposición” del radicalismo presente en Juntos por Cambio (JxC).

Los referentes más importantes de la Unión Cívica Radical expresaron su pública reivindicación a la que fue una de las presidencias más caóticas desde 1983, signada por una crisis económica y social sin precedentes. 

En este sentido, algunas figuras políticas como el Gobernador de Jujuy Gerardo Morales o el candidato a Jefe de Gobierno porteño Martín Lousteau, expresaron su vocación por continuar con las fallidas políticas de Alfonsín.

La peor hiperinflación de la historia y el corralito a las extracciones bancarias

El lanzamiento del Plan Primavera en agosto de 1988 significó el último intento de la administración radical por contener la inflación, bajo un programa heterodoxo que incluía controles de precios, tarifas, costos y desdoblamiento cambiario. La moderación de precios duró solamente tres meses, y la falta de disciplina fiscal terminó por implosionar el programa para enero de 1989.

El déficit del Estado nacional se disparó del 2,7% del PBI en 1988 (habiendo registrado superávit en el año previo) y el rojo financiero ascendió al 5,2% del PBI. Frente al incumplimiento fiscal, la falta de estabilidad y las pésimas perspectivas a futuro, el Banco Mundial decidió cancelar desembolsos por 350 millones de dólares programados para enero de 1989, y el Gobierno incurrió en un default con acreedores externos. 

Los ahorristas se precipitaron rápidamente a los bancos, buscando retirar sus tenencias de australes para canjearlos por dólares en el mercado paralelo lo más pronto posible (anticipando el estallido inflacionario). Los precios subieron un 9% en febrero de 1989, 17% en marzo y hasta un 33,4% en el mes de abril

El Gobierno respondió imponiendo un severo corralito sobre las extracciones diarias de australes, al mismo tiempo en que se aumentó drásticamente la carga por pasivos remunerados (disparando el déficit cuasi-fiscal del Banco Central). Se creó así un sistema monetario dual entre el “austral billete” fuera del sistema bancario y el “austral cheque” retenido por el corralito

La demanda de dinero doméstico cayó a los niveles más bajos de la historia mediana por el agregado M2, y la deuda remunerada del Banco Central escaló hasta el 10% del PBI, volviéndose insostenible. La huida del dinero propagó la hiperinflación a pesar de las restricciones bancarias, y los precios se dispararon un 78,5% en mayo de 1989, 114% en junio y 196% en julio.

La variación interanual de los precios minoristas escaló al 3.611% en julio de 1989, más de 3.000 puntos porcentuales por encima del nivel previo al lanzamiento del Plan Primavera. El radicalismo se vio obligado a adelantar el traspaso de mando al presidente electo Carlos Menem, y huir del Gobierno en medio de la peor crisis del siglo

Estallido hiperinflacionario durante el Gobierno de Raúl Alfonsín.

El crack de las empresas estatales y la crisis energética

La acumulación de décadas de continua descapitalización en los servicios públicos estatizados, una vocación mantenida por Gobiernos militares, peronistas y radicales, culminó con el colapso del sistema energético entre 1988 y 1989.

Las empresas del Estado no disponían de recursos y el nivel de capitalización necesaria para producir la energía requerida por la demanda interna, ni tampoco su eficiente distribución sobre las distintas áreas del país. 

El Gobierno radical respondió a la situación mediante la aplicación de un arsenal de regulaciones para racionar la energía, del mismo modo en que lo hacían las economías socialistas bajo la cortina de hierro, o como en la actualidad se practica en Cuba y Venezuela. 

El Gobierno adoptó las siguientes medidas de emergencia energética, en medio de la hiperinflación:

  • Se decidió reducir en un 50% la iluminación en Avenidas con alta densidad demográfica, especialmente en la Capital Federal, proliferando así los casos delictivos. 
  • Se suprimió la iluminación de monumentos, fuentes y ornamentaciones de edificios públicos.
  • Se determinó la prohibición del uso de energía para la iluminación de vidrieras y carteles luminosos, incluyendo cines, teatros, e incluso pequeños comerciantes.
  • Se limitó la programación oficial de los canales de televisión a tan solo 4 (cuatro) horas diarias, a fin de ahorrar desesperadamente energía
  • Se anunciaron numerosos asuetos forzados en la administración pública para frenar el consumo de energía en el aparato del Estado
  • Las entidades bancarias se vieron forzadas a reducir su horario de atención al público
  • Se establecieron cortes programados todos los días sin excepción, apagones masivos por todo el país con una duración media de 3 a 5 horas, y con intervalos de frecuencia cada 6 horas. Se vieron afectados colegios, hospitales, edificios residenciales y fábricas.

La situación se volvió completamente insostenible para el oficialismo, y el grueso de la sociedad demandaba desesperadamente un cambio de Gobierno y la puesta en marcha de privatizaciones para recuperar los servicios públicos.

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Justicia de EE.UU. falló en contra del Estado argentino por la expropiación ilegal de YPF: Se deberá pagar hasta US$ 20.000 millones

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La fatídica expropiación llevada adelante por la hoy vicepresidente Cristina Kirchner acaba de generar otro costo para el país, que deberá pagar entre US$ 8.500 y hasta US$ 20.000 millones por el fallo.

Como se advirtió hace años, la expropiación ilegal de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en 2012 no solamente deterioró el funcionamiento del sistema energético nacional, sino que funcionó como una virtual nacionalización de deudas que mantenía la firma, y significó una catarata de denuncias contra la venta forzosa e ilegal.

La maniobra dispuesta por la hoy vicepresidente Cristina Kirchner y el hoy gobernador Axel Kicillof, en su momento presidente y ministro de Economía respectivamente, implicará que el Estado argentino deberá realizar un pago de entre US$ 8.500 y US$ 20.000 millones de dólares, de acuerdo al fallo que salió esta tarde.

La jueza Loretta Preska, titular del tribunal del Distrito Sur de Manhattan, dictó sentencia a favor del fondo Burford, quien compró el juicio en 2014 por US$ 50 millones de dólares a Peterson y Eton Park, a quienes, según la justicia norteamericana, se les quitó su propiedad de manera ilegal.

Bajo el kirchnerismo, el Estado llevó adelante un claro incumplimiento de los términos y condiciones de los derechos contractuales con los que se había comprometido. La medida de expropiación fue adoptada simplemente por cuestiones ideológicas, y una visión compartida por una gran cantidad de diputados y senadores que hoy pertenecen al espacio de Juntos por el Cambio (JxC).

En otras palabras, el fallo de la corte estadounidense reconoce que el Estado argentino no pagó el valor que correspondía abonar por las acciones de YPF al momento de su expropiación, sino que fijó un valor arbitrario por fuera de los parámetros de mercado. 

Las acciones del fondo que compró los derechos para litigar contra el Estado argentino se dispararon hasta un 31% en el día de la fecha, este hecho refleja la confianza de los mercados en la firmeza del fallo. 

Los títulos de YPF no se vieron afectados por el fallo en la plaza bursátil local, y registraron una ligera alza del 2% después de meses de aumentos consecutivos por mejores perspectivas en la producción petrolera. Sin embargo, sufrieron una caída superior al 6% en la plaza de Wall Street

La jueza reconoció que la empresa YPF como tal no tuvo responsabilidad en la maniobra que realizó el Estado argentino, y por lo tanto sus activos están libres del riesgo de cualquier acción legal o embargo.

Por el contrario, el fallo reconoció algunos beneficios para la firma petrolera, y le echó toda la culpa al Estado argentino, recayendo el pago de este crimen, en última instancia, a los contribuyentes rehenes que son rehenes de la herencia de Cristina Kirchner.

En medio de una dramática crisis por la escasez de divisas que genera el cepo cambiario, el Estado argentino tendrá la posibilidad de apelar el fallo y postergar las obligaciones financieras que conlleva, pero deberá ofrecer algún tipo de garantía y, por otra parte, el fondo Burford fue facultado para realizar embargos

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Tras el último dato de la pobreza, el BCRA prohibió la compra de dólares para jubilados de la moratoria

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Se trata de jubilados que perciben incluso menos que el haber mínimo, y quedarán estrictamente excluidos del acceso al dólar para resguardar sus ahorros de la inflación. La pobreza en personas mayores de 65 años subió fuertemente en el último semestre, a partir del deterioro de los haberes previsionales.

En respuesta a la aprobación de la Ley 27.705 de moratoria previsional, el Banco Central determinó que todas aquellas personas que efectivamente accedan a una jubilación no contributiva perderán la posibilidad de acceder a cualquier tipo de dólar, incluyendo el “dólar ahorro”, el Contado con Liquidación o el dólar bursátil MEP.

Se trata de personas que perciben un monto previsional incluso por debajo de la jubilación mínima (fijada en 73.000 pesos) por el descuento de $15.000 a cuenta de la moratoria. La escasez de divisas provocada por el cepo es tan dramática y la situación es tan desesperante, que para el Banco Central es un problema la compra de dólares por parte de personas que perciben ingresos mensuales de solo 58.000 pesos.

La decisión del Banco Central se tomó el mismo día en que el INDEC publicó oficialmente los resultados del índice de pobreza, que alcanzó al 39,2% de los argentinos al término del segundo semestre del año pasado. El Gobierno se encuentra completamente abstraído de la realidad.

La pobreza que alcanza específicamente a las personas mayores de 65 años escaló del 12,1% en junio de 2022 al 14,5% en diciembre, ambos datos oficiales confirmados por la encuesta EPH del INDEC. El efecto corrosivo de la inflación sobre el poder adquisitivo de las jubilaciones y pensiones envió a la pobreza a una gran cantidad de personas que ya no están en condiciones físicas para poder trabajar. 

El Banco Central (BCRA) de Miguel Pesce decidió priorizar el ahorro de divisas como parte de un sistema cambiario completamente disfuncional, en detrimento de la capacidad de los jubilados más vulnerables para protegerse de la inflación comprando dólares

El nuevo estrangulamiento del cepo cambiario pretende seguir conteniendo la incontenible salida de divisas para el pago de importaciones. A la paridad del tipo de cambio oficial, todos los agentes se muestran demandantes y no existe oferta alguna con la sola excepción del Banco Central. 

Las reservas internacionales brutas acumularon una violenta caída de hasta 8.268 millones de dólares solamente en los últimos tres meses. Incluso habiéndose flexibilizado las metas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno se verá obligado a hacer uso de algún tipo de devaluación o parche sobre el tipo de cambio para superar los próximos meses. Se analiza la posibilidad de un eventual “dólar exportación”, de carácter temporal y con una paridad cercana a los $300.

El nivel de reservas netas (sin contabilizar partidas no disponibles en el corto plazo) se acerca peligrosamente a los niveles más bajos observados desde el año 2015, y algunas consultora privadas estiman que las reservas líquidas (las que efectivamente pueden utilizarse en cualquier momento) ya pasaron al terreno negativo. Esto implica que el BCRA podría estar haciendo uso de los encajes bancarios que deberían respaldar depósitos.

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