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Economía

Los aliados de Larreta: Las ideas económicas de extrema izquierda de Gerardo Morales y Lousteau

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El Jefe de Gobierno porteño decidió rodearse del núcleo de la UCR para respaldar su proyecto político en vista a las elecciones presidenciales de este año. El frente comandando por Larreta no es capaz de ofrecer los consensos básicos para el lanzamiento de reformas estructurales. 

En su carrera por la presidencia de la Nación, el Jefe de Gobierno y dirigente del PRO Horacio Rodríguez Larreta decidió conformar una alianza política que incluye a dirigentes radicales como Gerardo Morales y Martín Lousteau, entre otras figuras dentro de Juntos por el Cambio.

Si bien algunos sectores en la UCR aún pretenden empoderar a candidatos propios, el acercamiento de Larreta con los dirigentes radicales no se oculta al público. Se forma un frente político que busca competitividad electoral incorporando a sectores filo-kirchneristas, y no se ofrecen los consensos necesarios para introducir las reformas estructurales que necesita el país.

La pública reivindicación al fallido Plan Austral de 1985 (un experimento que culminó con la hiperinflación), el discurso contra los puestos de trabajo generados por el campo o las posturas intermedias a favor del cepo cambiario, son solo algunas expresiones que Rodríguez Larreta manifestó al público, provocando cierto resquemor dentro del ala dura de su propio partido. El acercamiento al radicalismo sólo profundizó las divisiones internas. 

Las ideas económicas de Gerardo Morales

El Gobernador de la Provincia de Jujuy se mostró abiertamente partidario por las posturas económicas intervencionistas y heterodoxas, un consenso muy lejano al mainstream de la economía moderna y mucho más aún de las reformas estructurales de mercado que demanda el país a partir de diciembre de 2023.

Su administración como Gobernador demostró un cierto respeto por la disciplina fiscal, con evidente la excepción del año 2016, en el cual el déficit de la Provincia se disparó del 3,7% del PBG al 7%. Jujuy retornó gradualmente a la solvencia fiscal, y en 2021 registró un superávit del 2,75% del Producto Bruto Geográfico. 

Sin embargo, en lo que refiere a cuestiones de índole nacional como la inflación y el equilibrio de la macroeconomía, Morales demostró posturas abiertamente erráticas y nada discrepantes con las que presenta el kirchnerismo. 

En 2020 llamó públicamente a los ministros de Alberto Fernández y al Banco Central a “emitir sin miedo”, explicando que la situación sería fácilmente controlable con la aplicación de fuertes regulaciones en castigo a los comerciantes. De hecho, Morales llamó a meter preso a cualquier comerciante que se atreviera a subir los precios

Tres años después de los hechos, quedó en evidencia el rotundo fracaso de los numerosos controles de precios que llevó a cabo el Gobierno kirchnerista, y la inflación escaló hasta el 94,8% en diciembre de 2022 precisamente por la emisión monetaria que Gerardo Morales alentaba sin ningún reparo

Las ideas del Gobernador representan a aquel viejo Partido Radical que hacia 1989 era protagonista del episodio hiperinflacionario más violento de la historia del país, durante la gestión del presidente Raúl Alfonsín. Los precios se dispararon en un 114% en junio de 1989, y para julio escalaron hasta un 196% en solo 30 días.

Las ideas de Martín Lousteau y su paso a la posteridad como Ministro de Cristina Kirchner

El líder del espacio “Evolución radical” pretende representar una visión más “progresista y moderna” de la UCR, pero muchos de sus postulados históricos no discrepan demasiado con los que pueden tener otros dirigentes del radicalismo e incluso el kirchnerismo.

La (mala) fama de Lousteau saltó a la posteridad por su corto paso como ministro de Economía durante el primer Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, entre diciembre de 2007 y abril de 2008.

En aquel entonces, el gasto público primario del Gobierno nacional (sin Provincias ni municipios) se había incrementado fuertemente desde el 12,8% del PBI en mayo de 2003 al 16,5% en diciembre de 2007. Al mismo tiempo, se registraba un superávit primario del 2,6% del PBI, y hasta 1,5% contabilizando los intereses de deuda. 

El entonces ministro de Economía decidió tomar medidas frente a la crisis internacional de 2008, y en lugar de dar marcha atrás con siquiera una mínima parte de las nuevas erogaciones lanzadas hasta entonces (casi 4 puntos del PBI desde 2003), resolvió un violento aumento de impuestos sobre las exportaciones agropecuarias

Se implementó un sistema de retenciones móviles a la exportación de ciertos granos (maíz y trigo), variables de acuerdo a la evolución de los precios internacionales, se aumentó el recargo fijo para la soja del 35% al 41,4% en marzo de 2008, y la retención para el girasol aumentó del 32% al 41,2%. Se trata del nivel de retenciones más drástico desde febrero de 1976, cuando se llegaron a aplicar tasas de hasta el 50% para estos productos. 

Las medidas desataron un profundo rechazo popular y condujeron a una histórica movilización del sector agropecuario, que terminó por paralizar la producción del país hasta tanto el Gobierno kirchnerista moderara sus medidas.

Lousteau se vio obligado a abandonar el cargo, pero no sin antes transmitir su diagnóstico acerca de la inflación que ya azotaba al país desde el año 2007: denunció la “falta de controles de la Secretaría de Comercio”, la crisis de credibilidad del INDEC, la “concentración y abuso de mercado” y la expansión pasada del gasto público

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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