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Economía

Manotazo de ahogado de Massa: Anunció un paquete de medidas de emergencia tras el estallido inflacionario

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El Gobierno volvió a insistir con la aplicación de las mismas herramientas que fueron utilizadas hasta ahora, sin mayores sorpresas. La tasa efectiva de las Leliq escaló al 154% anual, mientras que aumenta la intervención sobre el mercado cambiario y se favorece la importación de alimentos.

Luego de haberse publicado el fatídico resultado de la inflación correspondiente a abril, el equipo del ministro Sergio Massa anunció una serie de “medidas de emergencia” que realmente no son tales, ya que se decidió profundizar las mismas herramientas que ya se venían utilizando para combatir la inflación (sin éxito).

El primer anuncio importante fue el aumento de las tasas de interés más relevantes del sistema financiero. La tasa aplicada sobre las Leliq escaló del 91% al 97% nominal anual, lo cual es equivalente a una tasa efectiva que supera el 154% (o el 8% por mes), y lo mismo se aplicó sobre la tasa establecida para plazos fijos en pesos que se encuentren regulados.

La tasa de política monetaria escaló al valor más violento observado desde abril de 1991 (cuando alcanzaba hasta el 455% en términos efectivos y 184% nominal). Si bien el objetivo de estas medidas es favorecer la demanda de pesos, las Leliq involucran un costo importante en materia de emisión monetaria, y de hecho son el principal factor de expansión de la oferta primaria de pesos. Se estima que los intereses por los pasivos remunerados del Banco Central podrían llegar a representar el 7% del PBI para fin de año.

Desde el Banco Central dirigido por Miguel Pesce se decidió una fuerte aceleración en el ritmo del crawling peg, las micro-devaluaciones diarias sobre el tipo de cambio oficial. Se pretende que el tipo de cambio oficial permanezca relativamente estable en términos reales para no favorecer aún más la sobrefacturación de importaciones y la subdeclaración de exportaciones. También se pretende atenuar el problema de la falta de reservas por medio de esta maniobra, aunque la situación es crítica y difícilmente se pueda ver superada.

Asimismo, el Gobierno seguirá una estrategia de grandes intervenciones sobre los tipos de cambio alternativos y legales: el Contado con Liquidación y el dólar bursátil o MEP. Con una paridad oficial aumentando al ritmo de la inflación y con las paridades alternativas relativamente fijas, el Gobierno pretende usar esto como una suerte de “ancla” para evitar una espiralización del dólar blue (se generan incentivos para comprar en mercados legales y vender en el paralelo). 

Sin embargo esta última maniobra no solo no es sostenible en el tiempo, sino que además implica un costo sideral para el Tesoro si la intervención se realiza por medio de la venta de bonos a paridades muy bajas. El BCRA prometió una mayor intervención en este aspecto, pero la delicada situación en materia de reservas hace que la medida pueda no ser significativa.

Por otra parte, el ministro Massa anunció nuevamente un mayor recrudecimiento de los controles de precios. El programa Precios Justos contará con el relevamiento de una “Unidad de Análisis de las Operaciones de Comercio", cuya principal tarea será la fiscalización de los precios adheridos a regulaciones. Hasta ahora, el programa fue un completo fracaso en los dos objetivos que pretendía abordar: la convergencia de la inflación mensual al 3% y la rebaja de las expectativas inflacionarias.

El Gobierno anunció que el Mercado Central podrá acceder al dólar oficial y obtener facilidades en el sistema SIRA para poder importar alimentos, además de que las operaciones serán eximidas del pago de aranceles (que oscilaban entre 3% y 32%)

Esta medida pretende rebajar el precio de los alimentos y combatir los aumentos mensuales. La mayor apertura económica es una herramienta que disciplina los precios locales para adaptarlos a estándares internacionales, pero no resulta útil para combatir la inflación

Los precios aumentan de forma generalizada y sistemática no por una cuestión de escasez o falta de competencia dentro del mercado interno, sino por el continuo exceso de oferta de pesos que provoca que la demanda nominal de todos los bienes de la economía aumente al mismo tiempo. La quita de aranceles provoca un cambio de precios relativos que puede abaratar los alimentos en relación al IPC general, pero no provoca la baja de la inflación. 

En última instancia, el equipo económico también anunció medidas para tratar de contener la recesión sobre la actividad. Concretamente se determinó una rebaja de 9 puntos porcentuales sobre el financiamiento en 12 cuotas (la tasa subsidiada), se dispuso de un nuevo plan de pagos en la AFIP para deudas corrientes de hasta 84 cuotas, y se aprobó una programa de reintegros para consumos por tarjeta de débito en sectores vulnerables. 

Al mismo tiempo se anunció la flexibilización del sistema de importación SIRA para el caso de los bienes de capital que estuvieran restringidos por hasta 360 días. Esta medida tendrá un costo en materia de reservas, pero busca atenuar la caída de la producción industrial.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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