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Economía

Milagro económico en Ecuador: Los salarios y la actividad real se duplicaron desde la llegada de la dolarización

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La medición de las cuentas nacionales del Banco Central del país confirmó que la actividad económica real se expandió casi un 100% desde el primer trimestre del año 2000. La puesta en vigencia de la dolarización reactivó la economía en un marco de estricta estabilidad de precios.

Pese a las restricciones que conlleva sobre el uso de la política monetaria como herramienta acomodaticia, la dolarización en Ecuador demostró ser efectiva no solamente para erradicar de manera definitiva a la inflación sino también para favorecer el crecimiento económico de largo plazo, en una economía que hasta el año 1999 mantenía un perfil muy escueto en expectativas de desarrollo.

El Banco Central de Ecuador, una entidad monetaria que solo se dedica a la medición estadística, confirmó que el PBI a precios constantes se expandió un 99,8% entre el primer trimestre del año 2000 y el cuarto trimestre de 2022, prácticamente se duplicó al cabo de 22 años. 

Con una estructura de previsibilidad, Ecuador supo adaptarse al escenario económico mundial y aprovechó el boom de las commodities de manera eficiente, al contrario de lo que sucedió en otros países como Argentina y Venezuela.

Las políticas de oferta fomentaron el crecimiento de largo plazo en la economía, en contraste con lo que sucedía en las décadas anteriores. Aún bajo “devaluaciones competitivas” y “sustitución de importación”, el ingreso por habitante de la economía de Ecuador solamente creció un 2,41% entre 1980 y 1999, una situación de evidente estancamiento. De acuerdo al BCE, entre 2000 y 2022 la renta per cápita se expandió un 39%, y el aumento asciende hasta el 47% si se compara con respecto al pico observado en 2014. 

La variación interanual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) había promediado el 39,2% entre 1980 y 2000, con máximos de hasta 63% en agosto de 1983, 99% en marzo de 1989 y casi 108% en septiembre del año 2000, la antesala del proceso de dolarización.

Con el nuevo esquema monetario y la eliminación abrupta de la dominancia fiscal, la tasa de inflación promedio cayó a sólo el 5% entre 2001 y 2023, y un promedio de 3% desde 2003 obviando el período de transición y arrastre estadísticos entre 2001 y 2002.

Dolarización y Riesgo País

Se suele alegar que una de las principales muestras del supuesto “fracaso” del programa de dolarización es precisamente la elevada prima de Riesgo País (un indicador que mide JP Morgan) que tiene Ecuador frente a otras economías latinoamericanas que adoptaron reglas de libre mercado pero que conservaron la política monetaria activa como Chile o Perú. 

En efecto, Ecuador mantiene un índice de Riesgo País por encima de los 1.200 puntos básicos, lo que implica que debe abonar una tasa diferencial del 12% sobre el interés internacional de activos típicamente seguros (como los bonos del tesoro estadounidense). Aunque se encuentra por debajo de países inestables (y con pleno uso de su política monetaria) como Argentina, Venezuela, es una cifra muy superior a la que tienen Chile, Uruguay, Perú o Colombia. 

Pero este riesgo asociado a la deuda soberana del país no proviene de la dolarización por sí misma sino por los episodios de irresponsabilidad fiscal heredados de la administración Correa, y la presente inestabilidad política como garantía de las instituciones y los derechos de propiedad (un hecho que hoy amenaza al presidente Guillermo Lasso).

El Riesgo País antes del proceso de dolarización superaba los 4.500 puntos básicos entre octubre de 1999 y marzo de 2000. El diferencial de 45% sobre la tasa internacional se debía principalmente al riesgo asociado a la devaluación de la moneda, un riesgo que fue completamente eliminado con la dolarización.

La prima de riesgo cayó por debajo de los 1.300 puntos básicos hacia la primera semana de septiembre de 2000, una caída de más de 3.000 puntos con respecto a la situación inicial. Bajo un régimen de moneda fiduciaria y política monetaria soberana, la deuda de Ecuador fue más riesgosa que nunca e incluso habiéndose corregido la mayor parte de los desequilibrios fiscales. 

Esto permitió la reactivación del crédito internacional para la economía doméstica en muy poco tiempo, y es una de las ventajas que posee la dolarización por encima de otras maneras de estabilizar los precios. Provoca un rápido y contundente efecto sobre la prima de riesgo.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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