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Economía

Nueva suba de tasas para contener al Dólar: El Banco Central empieza a pagar un interés arriba del 140% anual sobre las Leliq

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La autoridad monetaria dirigida por Miguel Pesce resolvió un aumento de 1.000 puntos básicos sobre las tasas de las Leliq y los plazos fijos regulados. Las medidas presionan a la baja al dólar en todos los mercados alternativos, pero generan más inflación y profundizan los desequilibrios de la economía.

Tras el estallido de la corrida cambiaria, tanto el equipo de Sergio Massa como el presidente del Banco Central Miguel Ángel Pesce dispusieron de medidas de urgencia con la única finalidad de contener al dólar, sin mediar otras consecuencias a mediano y largo plazo. El BCRA anunció un aumento de 1.000 puntos básicos sobre la tasa de política monetaria (la que se aplica a las Leliq) y la tasa de los plazos fijos regulados.

De esta manera, la tasa que pagan las Leliq fue fijada en el 91% nominal anual, que a valores efectivos supone hasta un 141% si se reinvierte constantemente el capital al cabo de 12 meses. La misma tasa fue pautada para los plazos fijos de hasta 30 millones de pesos (un límite que se levanta desde los $10 millones). 

Los pasivos remunerados del Central ya pagan una tasa efectiva equivalente al 7,58% por mes, una cifra que responde al violento ritmo de la nominalidad argentina. La inflación de marzo alcanzó al 7,7% mensual (influenciada por factores estacionales), y según la serie del IPC desestacionalizado del economista Martín Rozada la variación mensual se acercó más al 7%. El Banco Central pretende mantener una tasa de interés mensual ligeramente positiva para desalentar el desarme de las posiciones en pesos y la huida hacia el dólar. 

También se aumentó fuertemente el ritmo de la devaluación oficial hasta llevarla al 8% por mes, y esto podría ser inconsistente con el mantenimiento de tasas reales positivas.  Supone una suerte de “piso” para la inflación mensual (especialmente para bienes transables), que ahora podría verse mucho más aparejada al 8% en lugar del 6% observado en los primeros dos meses del año.

Por otra parte, y fruto del canje de bonos dentro del sector público, el ministro Sergio Massa resolvió una masiva intervención sobre los mercados del dólar legal alternativo (el Contado con Liquidación y el bursátil) para contener estas paridades a costa de permitir un endeudamiento sideral en dólares. Una vez contenidas estas cotizaciones legales, se generan incentivos para comprar dólares en estos segmentos del mercado y venderlos en el mercado paralelo, ampliando la oferta y presionando al dólar blue hacia la baja. 

La paridad del dólar paralelo respondió a las medidas con una caída inicial en la jornada del día jueves hasta los $467 después de haber alcanzado un récord de $497 el día martes. Sin embargo, la relativa “paz cambiaria” comprada por Massa es temporal y a cambio involucra grandes costos para la sociedad. 

Las determinaciones del Banco Central profundizan todavía más la delicada situación del déficit cuasi-fiscal, ya que se verá un violento crecimiento en los intereses de los pasivos remunerados. El ritmo de la emisión es tan violento que la base monetaria se duplica cada 3 meses y medio.

La carga por intereses de pasivos remunerados ya representa hasta el 17% de la base monetaria de abril, casi 9 puntos del PBI y sobre un stock de deuda que fluctúa entre los 9 y los 11 puntos del producto desde hace tres años.

La mayor cantidad de pesos en circulación terminará tarde o temprano con una nueva situación de estrés cambiario en cuanto se agoten los mecanismos de intervención que lleva adelante el Gobierno.

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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