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Economía

Pese a la crisis política y a los tres presidentes en una semana, Perú colocó bonos en el mercado a 100 años

Perú logra ubicar en los mercados tres bonos soberanos con vencimientos en 2032, 2060 y 2121, haciéndose de un total de 4.000 millones de dólares, a pesar del caos político que se vive en el país.

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Pese a la histórica crisis política que atraviesa Perú, luego de echar a dos presidentes en una semana, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) publicó el pasado domingo un decreto supremo que autorizaba la emisión de bonos soberanos

El Director General del Tesoro Público del Ministerio, José Olivares, manifestó: “Fue un espaldarazo fortísimo del mercado de capitales y de los inversionistas globales. La demanda nos sorprendió gratamente; en el momento pico superó los 15.000 millones de dólares”.

Los bonos peruanos fueron colocados días después de la expulsión de Martín Vizcarra, la renuncia de Manuel Merino y la designación del mandatario interino Francisco Sagasti. 

Olivares afirmó que durante las protestas el mercado reaccionó y hubo volatilidad respecto a los valores de Perú, repercutiendo negativamente a sus bonos y moneda. Sin embargo, el ingreso del presidente de transición Sagasti, quién aseguró la realización de las elecciones generales el 11 de abril del 2021, trajo la tan necesitada estabilidad.

Sin embargo, sorprende la capacidad del mercado de sostenerse entre tanto caos político, e incluso aceptando bonos a 100 años. La cartera de Economía y Finanzas emitió un bono de 1.000 millones de dólares que vence en el año 2121, colocándose a una tasa cupón de aproximadamente 3,23%, la cual se pagara una sobretasa de solo 170 puntos básicos sobre los bonos del Tesoro de los Estados Unidos. 

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Además de ese título, se colocó US$ 2.000 millones para el año 2060 con una tasa de interés de 2,78% y con una tasa cupón a 125 puntos básicos del rendimiento comparable. Además, se añade el bono para 2032, de 1.000 millones de dólares colocado a una tasa cupón de 1,86% y con un diferencial de 100 puntos básicos sobre el bono estadounidense.

Por el lado de la emisión externa se logró la colocación a través de un bookbuilding, es decir, un libro de demanda de bonos. Los bonos globales fueron registrados en la Securities and Exchange Commission de los Estados Unidos de América. Los principales asesores financieros para esta maniobra fueron: BBVA Securities Inc., Citigroup Global y colocadores Markets Inc., Goldman Sachs & Co. LLC, Itau BBA USA Securities Inc. y Morgan Stanley & Co. LLC.

Para el mercado interno, la emisión se realizó en Cavali, con un listado en la Bolsa de Valores de Lima y con las firmas más importantes dentro del país. 

Finalmente, el servicio de amortización, intereses y demás gastos que ocasionen los bonos que se emitan conforme será atendido por el Ministerio de Economía y Finanzas, con cargo a los recursos presupuestarios asignados al pago del servicio de la deuda pública.

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Con esta colocación, Perú pertenece a una minoría de países en el mundo con un bono a plazo de un siglo, junto con México (el otro caso dentro de Latinoamérica) y algunos países europeos. 

Pese al estímulo económico de aproximadamente un 20% del PIB, Perú sufriría una contracción del 12,5% este 2020. El ministro Waldo Mendoza explicó que, en el caso de que la economía tuviera un repunte en 2021, la emisión de nueva deuda soberana a bajo costo servirá para financiar el déficit fiscal y el pago de intereses u obligaciones.

Las proyecciones del Banco Central de Reserva (BCR) sobre el déficit fiscal para el presente año señalan que alcanzará el 9,2% del PIB (en el 2019 fue de 1,6% del PIB), mientras que para el 2021 la estimación se ubica en 5,1% del PIB. 

La deuda peruana es de un 28% en relación al PIB, y se proyecta a ascender a un 35% para fines de este año y hasta un 38% en el 2021. Aun así, estas cifras no parecen algo insostenible y se mantienen por debajo del promedio de la región.

La economía peruana muestra claros signos de deterioro, y no todo puede explicarse por el coronavirus. Sin embargo, estas colocaciones indican que la confianza en el mercado todavía persiste, incluso en medio del caos.


Martín Zayas para La Derecha Diario.

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Economía

Tras la desregulación del mercado inmobiliario, la oferta de viviendas en alquiler se disparó casi un 200% en el AMBA

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Cada vez más personas pueden acceder al alquiler gracias al decreto de desregulación anunciado por el Presidente Milei en diciembre del año pasado. Se registró un explosivo crecimiento de la oferta inmobiliaria, el más drástico del que se tenga algún registro en los últimos años.

El proceso de desregulación del mercado inmobiliario cosechó un éxito contundente y arrollador, cada vez más difícil de negar incluso entre los más reaccionarios a las medidas que impulsó el oficialismo.

Desde que el Presidente Javier Milei decretó la desregulación inmobiliaria y el fin de la Ley de Alquileres del 2020, la cantidad de viviendas ofrecidas en alquiler se disparó hasta un 189% en el Área Metropolitana de Buenos Aires, según un reciente informe de la Universidad de San Andrés al término del mes de marzo.

La cantidad de inmuebles ofrecidos saltó drásticamente de las 6.696 unidades a un total de 19.069 en cuestión de solo unos pocos meses. Bajo el marco regulatorio anterior esto podría haber parecido una utopía, pero la mayor libertad de transacciones está permitiendo que miles de personas puedan acceder a la vivienda.

Asimismo, el sondeo de visualizaciones de Zonaprop registró que la cantidad de viviendas ofrecidas se duplicó desde diciembre del año pasado, convalidando así el éxito de la desregulación. Este fenómeno se explicó principalmente por los alquileres de índole permanente, en detrimento de los temporarios.

De acuerdo a Zonaprop, en el mes de marzo el precio promedio de los alquileres aumentó tan solo un 2,5% en el Gran Buenos Aires, mientras que la tasa de inflación informada por el INDEC cerró por encima del 11% en el mismo período.

En lo que va del año el precio promedio de los alquileres acumuló un aumento del 28,7%, una cifra muy inferior al 49,1% que se había acumulando durante el primer trimestre de 2023 (bajo el esquema regulatorio del kirchnerismo).

Se debe tener en cuenta, además, que la tasa de inflación minorista acumulada entre enero y marzo fue del 51,6%, y los precios mayoristas subieron un 37% en el mismo período. Sin importar contra qué métrica inflacionaria se los compare, el valor real de los alquileres cayó drásticamente en términos reales.

Este fue precisamente el efecto que se esperaba tras la aplicación del proceso de desregulación. Dada una demanda relativamente estable (sin ninguna perturbación particular), el explosivo crecimiento de la oferta permitió que cada vez más personas puedan permitirse pagar un alquiler al verse beneficiados de su drástico abaratamiento.

El éxito de la desregulación se convalida desde el punto de vista de las cantidades ofrecidas en el mercado, y también desde el punto de vista de los precios en términos reales. Hasta la fecha, no se registró ni una sola variable en el mercado inmobiliario que se haya visto afectada negativamente tras el levantamiento de los controles impuestos en 2020, más bien todo lo contrario. La propaganda kirchnerista encontró un amargo final al verse refutada por la realidad.

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Economía

Crisis fiscal en Estados Unidos: Las “Bidenomics” desataron un déficit por casi 2 billones de dólares al término de marzo

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Pese a que la economía estadounidense sigue creciendo, el Gobierno federal incurrió en un déficit histórico. y se está endeudando a un ritmo únicamente visto durante las grandes recesiones y en las guerras mundiales del siglo pasado. La trayectoria fiscal trazada por Biden es abiertamente insostenible.

Las políticas del Presidente Joe Biden provocaron el agujero fiscal más grande de la historia de los Estados Unidos en tiempos de paz. La visión económica del Gobierno cayó bajo la influencia del Caucus Progresista dentro del Partido Demócrata, la facción más radicalizada hacia la izquierda dentro del Congreso estadounidense.

La actividad económica del país logró recuperarse de la pandemia y continuó con su sendero de crecimiento, pero a pesar de esta muy esperable normalización, el Gobierno federal incurrió en un desequilibrio fiscal histórico que ascendió a los US$ 1,66 billones de dólares al término de marzo.

De hecho, el déficit financiero había llegado incluso a los US$ 8,36 billones en julio del año pasado, como resultado del amplio programa de rescates para préstamos estudiantiles que impulsó el Presidente Biden.

El Partido Demócrata que alguna vez había patrocinado los superávits presupuestarios de la era Clinton, ahora respalda a capa y espada los déficits más irresponsables que nunca se hayan visto en Estados Unidos.

La economía se normalizó una vez superada la pandemia, pero la posición fiscal del Estado jamás lo hizo. El resultado financiero del Gobierno federal representaba el 4,8% del PBI en febrero de 2020, mientras que hoy en día esa cifra se acerca a los 6 puntos del producto. Este brutal incremento se explica principalmente por el mayor peso de los intereses de deuda, que ya son los más altos desde mediados de la década del 90.

Para compensar esta brecha sin precedentes, el Gobierno federal se está endeudando a un ritmo similar al que cabría esperar durante la salida de una recesión o la ejecución de una guerra de grandes proporciones, pero como es bien sabido ninguno de estos escenarios es precisamente el caso. En caso de que la economía entrase en recesión en un futuro cercano, el Gobierno carece de mayor margen fiscal para actuar en consecuencia.

El total de la recaudación por impuestos federales (y otros ingresos por rentas) sólo alcanza a cubrir hasta el 73% de los gastos federales incurridos. El 27% restante se está compensando por la vía del endeudamiento, principalmente con instituciones locales o en el exterior.

Hasta ahora la Reserva Federal se mantuvo al margen de expandir su financiamiento al Tesoro por la vía de la compra de títulos públicos (como lo hizo durante la pandemia en 2020), pero eventualmente el Gobierno federal no puede quebrar, y cualquier tipo de incumplimiento vendría asociado a un latente inflacionario.

La proporción de crédito doméstico absorbido por el Gobierno federal se incrementa, y lo que es lo mismo, se reduce la cantidad de recursos disponibles para prestar a las empresas privadas o a las familias (por ejemplo el crédito hipotecario). Esto se ve reflejado por un piso de tasas de interés cada vez más elevado.

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Economía

Gracias al superávit y la estabilización inflacionaria de Milei, el Banco Hipotecario volvió a lanzar créditos hipotecarios

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Por primera vez en años vuelve a desarrollarse el crédito inmobiliario en la Argentina, de la mano del superávit fiscal anunciado por el equipo de Luis Caputo. Se lanzan nuevas opciones atadas a la variación del UVA.

Durante las últimas décadas los jóvenes argentinos han perdido la capacidad de acceder a una casa propia a través del crédito hipotecario, algo que ocurra en la totalidad de los países del mundo occidental.

Algo tan simple en el mundo se ha vuelto prácticamente en una fantasía en Argentina, y comprar una propiedad requiere un nivel de ahorro imposible para toda la clase media. Pero, ¿por qué paso esto? ¿Si la mayoría de nuestros padres pudieron? ¿Existe algún responsable? ¿Por qué Argentina perdió el mercado hipotecario?

La respuesta es extremadamente simple: el déficit fiscal. Explicarlo, puede tomar un poco más de desarrollo. Argentina hace 16 años que gasta más de lo que recauda. El déficit debió financiarse con los ahorros de los argentinos a través de la emisión constante de títulos públicos para cubrir el agujero fiscal.

Hay que entender que el sistema financiero no es otra cosa que el aparato sanguíneo de la economía, si todo el flujo debe financiar al Estado, crowding out, nada queda para el privado, y consecuentemente nada queda para el sueño de la casa propia.

El kirchnerismo buscó compensarlo con un limitado plan PROCREAR, donde solo se podía adquirir una vivienda designada por el político de turno y mediante un sorteo. Más allá de lo arbitrario del azar, no poder elegir donde uno quiere desarrollarse es un acto que atenta contra los derechos más fundamentales de los argentinos.

Este lunes, el presidente Javier Milei anunció el superávit fiscal de la cuenta corriente para el primer trimestre del año. Esto resulta de vital importancia porque ahora el sistema financiero posee recursos ociosos para colocar en el mercado. Esto genera las condiciones para un nuevo “noviazgo” entre el sistema financiero y el sector privado crowding in.

En la mañana de hoy nos enteramos que el Banco Hipotecario estará otorgando una nueva línea de crédito hipotecario, algo que no sucedía desde el año 2018. En su página, se pueden ver las condiciones comerciales que otorgan para la construcción, adquisición, terminación, y ampliación de vivienda.

El préstamo que otorgan es mediante la modalidad UVA que ajusta por inflación tanto el capital adeudado como las cuotas a pagar. La tasa de interés prevista es del 8,5% anual, es decir que la cuota ajustara por la variación de la UVA + 8,5% año a año.

Si bien estos créditos se habían hechos impagables desde 2018 a medida que empezó a escalar la inflación, con la estabilización monetaria que ya está consiguiendo la gestión de Milei y de Toto Caputo.

Para ilustrar un poco más, tomamos algunas métricas de la página, si uno solicita $100.000.000 (aproximadamente US$ 100.000), tendrá que tener un ingreso necesario de $3.128.000 y abonará una cuota de $782.000.

Tomando las palabras del presidente Milei, los argentinos están frente a la oportunidad de ser los arquitectos de nuestro propio destino, no la desaprovechemos.


Steven Rosenthal, abogado UCA, asesor financiero idóneo CNV.

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