Economía
Pesificación compulsiva en el sector público y asalto a los fondos de los jubilados: Massa intenta frenar la corrida
La nueva estrategia del equipo económico consiste en pesificar deuda en dólares en poder de los organismos públicos, entre ellos el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES, para entregar a cambio bonos en pesos. Los dólares se utilizarán para frenar la suba del dólar en los mercados paralelos.

Completamente superado por la situación crítica de la economía, el ministro Sergio Massa anunció medidas desesperadas para tratar de contener la corrida contra el peso y cumplir con la primera meta trimestral del FMI.
Tras reunirse en privado con bancos, seguros y fondos en la sede del Ministerio de Economía, el equipo de Massa anunció la pesificación compulsiva de la deuda en dólares en manos de los distintos organismos del sector público.
A través de una resolución del Tesoro Nacional, los distintos entes del Estado estarán obligados a partir de hoy de canjear su deuda soberana en dólares (los bonos globales) por títulos pesificados que emite el propio Tesoro.
Según anunciaron las autoridades, la operación involucra un monto canjeado que asciende a los US$ 4.000 millones de dólares, en un momento especialmente crítico para la salida de divisas desde el Banco Central.
Como primer objetivo, la masiva oferta de bonos en dólares en los mercados pretende intervenir y “estabilizar” las distintas paridades de la divisa en los mercados alternativos legales, en particular el segmento Contado con Liquidación y el dólar del mercado bursátil. En la jerga típicamente kirchnerista, esto implica “financiar la fuga de capitales”. Ambas paridades legales alcanzaron los valores nominales más altos de la historia en la jornada del día martes.
En segundo lugar, y probablemente aún más importante, una vez que se produce el canje forzoso y la pesificación, el Tesoro (que adquiere los bonos en dólares) puede venderlos en el mercado y hacerse de pesos para satisfacer la brecha fiscal a lo largo del año, sin necesidad de emitir dinero más allá del límite fijado por el FMI (en torno al 0,6% del PBI hasta fin de año).
Sin lugar a dudas, el principal perjudicado de las medidas será el propio Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES, un fondo que se supone debe velar por el poder adquisitivo de las jubilaciones futuras y administrar el dinero de los afiliados del sistema de seguridad social. El Gobierno demostró que esto último no será una prioridad. El FGS se verá obligado a desprenderse de sus compras de bonos globales en dólares, para recibir bonos del Tesoro en pesos.
Cabe señalar que el Gobierno de Juntos por el Cambio intentó una operación muy similar en el año 2017, por la cual se estipuló la venta de acciones de Petrobras en poder del fondo. La entonces diputada Victoria Donda apresuró rápidamente una denuncia contra el oficialismo, pero en la actualidad permanece en el más cómplice silencio.
El segundo efecto negativo es la propia paridad de los bonos en dólares. Con la sola puesta en marcha de los anuncios, los mercados se anticiparon y los globales se desplomaron hasta un 4% en la apertura del día miércoles. Si el Gobierno aumenta drásticamente la oferta de estos bonos para hacerse de pesos y financiar el déficit fiscal, en ausencia de más demanda, es de esperar que la paridad de los títulos caiga.
De hecho, los títulos globales acumularon una violenta caída de hasta el 25% desde que Sergio Massa anunció la “recompra de deuda externa” por US$ 1.000 millones en el mes de enero.
Economía
El paso de Martín Redrado por el BCRA: La gestión que hoy reivindica el espacio político de Rodrígez Larreta
El ala izquierda del PRO defiende a capa y espada la gestión de Redrado en el Banco Central, así como también la presidencia de Néstor Kirchner. El economista cosecha duras críticas por haber reincorporado el problema inflacionario a la vida cotidiana del país.

Habiendo pasado más de 13 años desde que Martín Redrado renunció a su cargo como presidente del Banco Central, cargo que ocupó entre 2004 y 2010, aún al día hoy su gestión sigue siendo objeto de duras críticas por no haber llevado a cabo una política monetaria convencional y por haber reintroducido la inflación nuevamente en el país.
Para el año 2004 la economía argentina se encontraba en plena recuperación tras haber sufrido un violento shock cambiario y monetario durante la salida de la Convertibilidad. La estructura de contratos estaba desindexada, la demanda de pesos había crecido sólidamente desde mediados de 2003, y la tasa de inflación interanual se había estabilizado en el 5,9% al final de la gestión de Alfonso Prat-Gay. En este contexto asume Redrado la dirección del BCRA.
La estrategia de Redrado fue mantener relativamente estable el tipo de cambio nominal, evitando la apreciación que naturalmente hubiera acontecido con la gran entrada de capitales por el saldo externo superavitario y la reactivación. La obligación por mantener un “tipo de cambio competitivo” aún descuidando la función primaria del BCRA (defender el valor de la moneda) fue un objetivo establecido por la reforma de la carga orgánica en 2002.

Para mantener estable el tipo de cambio el BCRA emprendió una agresiva emisión de pesos para comprar los dólares que ingresaban al país, oscilante entre el 4% y el 7% del PBI hasta 2007, y una estrategia que ya había sido instrumentada por Prat-Gay.
El problema fundamental de la estrategia es que la demanda de pesos (medida por cualquier agregado que se pueda tomar) dejó de crecer en el último trimestre de 2004 y se mantuvo estable hasta 2010. La creciente emisión ya no tenía el suficiente respaldo en demanda, y la tasa de política monetaria sistemáticamente negativa (por debajo de la inflación) tampoco favorecía el atesoramiento de pesos.
Consciente de esto, Redrado impulsó un proceso de esterilización a partir de la colocación de letras (principalmente Lebac), buscando retirar el sobrante de pesos del mercado para que su política no produjera inflación. Y si bien este planteo era correcto, lo cierto es que jamás se llegó a “neutralizar” la totalidad de la expansión monetaria sin respaldo.

El stock de pasivos remunerados se multiplicó por 5 veces entre 2004 y 2010 en términos del PBI, pero la cantidad anual de pesos efectivamente retirados de la circulación osciló entre el 1% y el 2% del PBI, muy por debajo del ritmo al que se expandía la oferta monetaria.
La inflación no tardó en aparecer. La variación interanual del IPC aumentó del 5,9% en septiembre de 2004 al 12,3% en diciembre de 2005, 13,2% en octubre de 2007 y alcanzó un récord de hasta 24,14% en diciembre de 2008. La gestión de Martín Redrado finalizó con una tasa de inflación en torno al 16,7% según la mediciones alternativas al INDEC (el organismo había sido intervenido por el Gobierno kirchnerista).
El economista finalmente dejó el cargo por negarse a ceder la independencia del Banco Central (algo que hasta ahora se había mantenido pese a las políticas no convencionales), y a partir de enero de 2010 el Gobierno de Cristina Kirchner asaltó las reservas internacionales con el visto bueno de Mercedes Marcó del Pont. A partir de este período se entra en un ciclo de dominancia fiscal sobre la política monetaria que persiste hasta el día de hoy.

El candidato y Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta decidió incorporar a Redrado a su equipo técnico en la Ciudad, y el ala izquierda del PRO defiende a capa y espada al que fue el presidente del BCRA durante el primer experimento kirchnerista en el país.
La dirigente “histórica” y “liberal” Veby Martinez, funcionaria del Gobierno porteño desde hace más de 15 años, dejó en claro la postura del espacio político de Larreta en sus redes sociales y defendió públicamente no solo a la gestión de Redrado, sino también la de Néstor Kirchner.
Este tipo de posturas arrojan serias dudas acerca de la verdadera capacidad del espacio de Larreta para estabilizar los precios como promete, especialmente cuando el proceso inflacionario ya escaló a los niveles más drásticos desde 1991.
Redrado recibió una inflación de 3% y se fue con una de 25%, convivió casi 4 años con el indice de inflación intervenido y se llevo el premio del peor banquero central del mundo. Si vas a acusar a alguien de no saber para defender al gobierno K como mínimo aprende lo básico
— Luciano Cohan (@LucianoCohan) June 2, 2023
Economía
La Provincia de Córdoba presentó un amparo judicial en respuesta al brutal cepo cambiario de Massa y Pesce
Córdoba es de lejos la más perjudicada por la reciente extensión del cepo a las Provincias, ya que solo este año debe afrontar US$ 120,3 millones por vencimientos de capital y US$ 24,8 millones en intereses al exterior.

El gobernador Juan Schiaretti cargó contra las nuevas medidas de la política económica kirchnerista, y presentó un recurso de amparo ante la Justicia Federal para dejar sin efecto las dramáticas regulaciones del Banco Central.
El ministro Sergio Massa dispuso de un nuevo endurecimiento del cepo cambiario que, en la práctica, lo generaliza a todas las Provincias e impone un límite del 40% sobre la compra de dólares oficiales que pueden ser usados para cancelar vencimientos de capital e intereses. El 60% restante debe ser cubierto con dólares propios de las justificaciones locales, nuevos préstamos o bien con las renegociaciones pertinentes para evitar defaults.
La Provincia de Córdoba fue la más severamente afectada por las normativas del BCRA, ya que solo en 2023 debe afrontar el pago de vencimientos de capital por US$ 120,3 millones con acreedores en el exterior, así como un desembolso de intereses por hasta US$ 24,8 millones hasta diciembre. De hecho, Córdoba es la única Provincia con obligaciones importantes nominadas en moneda extranjera desde el 10 de junio (momento en que entran en vigencia las limitaciones).
“La medida imprevista, es discriminatoria y anti federal, atentando contra el normal desarrollo y las autonomías de las provincias; más aún, cuando aquellos compromisos asumidos en dólares han sido autorizados a contraerse por el propio Estado nacional, generando un notable perjuicio a la provincia de Córdoba”, anunció el Gobernador peronista.
La política económica kirchnerista adquirió una nueva fase de locura ya que el mismo Estado federal que desde un comienzo autorizó el endeudamiento externo de las Provincias, ahora deliberadamente restringe los servicios de esas deudas y esto pone en peligro la propia reputación crediticia de Córdoba (algo que también compromete a créditos futuros).
Pero a pesar de los notables perjuicios económicos que generan las restricciones, lo cierto es que las medidas solo garantizan retener suficientes dólares como para sostener hasta 8 días de intervención sobre las operaciones normales en los dólares financieros. En otras palabras, la totalidad del “ahorro” en dólares oficiales se perdería fácilmente en tan solo ocho jornadas para tratar de mantener relativamente estable la paridad del dólar CCL.
Esto no hace más que demostrar, una vez más, cuán errática y discrecional puede llegar a ser la política económica del ministro Massa. La rama troncal del “plan llegar” del oficialismo consiste ahora en profundizar el endeudamiento externo por todas las vías posibles para postergar una devaluación oficial más pronunciada de la que ya existe hoy (entre 8% y 9% por mes).
Massa consiguió ampliar el Swap chino hasta los US$ 18.000 millones, duplicó las reservas de libre disponibilidades en este instrumento hasta los US$ 10.000 millones, y suscribió nuevos préstamos por US$ 3.000 millones con el régimen de Xi Jinping.
Economía
Bear Market Total: La actividad económica se desplomó un 3,8% en el mes de abril en medio del estallido cambiario
Las estimaciones de la consultora Orlando Ferreres advierten por una fuerte reversión del nivel de actividad por la sequía, la caída del consumo y el violento aumento de la inflación. La recuperación prometida por el equipo de Massa no aparece.

Aunque el Secretario de Industria de Massa, José de Mendiguren, insiste en que uno de los objetivos fundamentales del equipo económico es “sostener el nivel de actividad”, las estadísticas más recientes dan cuenta de que la realidad es diametralmente opuesta a esto. La recuperación que promete el Gobierno no solo no llega, sino que se profundizan los síntomas recesivos.
El índice de actividad económica elaborado por la consultora Orlando Ferreres cayó fuertemente hasta un 1,8% en el mes de abril, según la serie desestacionalizada del indicador. Por otra parte, la actividad sufrió un derrumbe de hasta el 3,8% en comparación con el mismo mes del año pasado. No se veía una caída interanual semejante desde octubre de 2020.
Asimismo, se registró un retroceso del 0,4% en los primeros cuatro meses de 2023 en comparación con el mismo período de 2022. Si bien el primer trimestre sorprendió al mostrar un nivel de actividad ligeramente superior a lo que sugerían las previsiones, el segundo trimestre avanza en dirección opuesta y el país vuelve a sumirse por el camino de la recesión.
Como era de esperarse, la caída interanual más violenta se observó en el rubro de la agricultura, ganadería, caza y silvicultura que alcanzó el 39,5%. También se observó una profunda caída del 11,5% en servicios de electricidad, gas y agua, mientras que la intermediación financiera cayó un 2,5% interanual, el transporte y comunicaciones hasta un 2,4%, y las ventas de comercio minorista retrocedieron un 0,8% en los últimos 12 meses.
La producción industrial sufrió una caída interanual del 0,4%, aunque acumuló un repunte del 1,1% en la comparación anual de los primeros 4 meses de 2023 y el mismo período del año pasado.
“Para los próximos meses anticipamos una tendencia similar a la del mes en análisis, con el agro liderando la caída y el resto de los sectores más fríos. Mirando la segunda mitad del año la incertidumbre es muy alta y el devenir de la actividad dependerá de la evolución de la macroeconomía, y de las definiciones que se den en materia política”, advierte el informe de la consultora.
El panorama de crecimiento y recuperación que patrocina el oficialismo no existe. El mes de abril se vio marcado, además, por un violento estallido cambiario: el dólar paralelo se disparó hasta un 25% entre el 10 y el 25 de abril, alcanzando un récord de $495.
Massa perdió toda la confianza que había ostentando en la segunda mitad del año pasado, y el tipo de cambio paralelo permanece en valores lindantes a los $500. La inflación de abril alcanzó el 8,4% y la variación interanual llegó a casi el 109%, un escenario que se habría vuelto a repetir según las estimaciones sugerentes para el mes de mayo.
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