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Economía

¿Quién es Judy Shelton? La candidata libertaria de Donald Trump para ocupar el directorio de la Reserva Federal

El Senado norteamericano, con mayoría republicana, confirmó que avanzará con la confirmación de Judy Shelton, crítica de los Bancos Centrales y defensora del patrón oro, en uno de los cargos más importantes para la política monetaria del país.

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Desde que el presidente Donald Trump decidió nominar a Judy Lynn Shelton para liderar la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal (FED), se despertaron fuertes debates en torno a su figura en la comunidad económica y lo que podría representar para la política monetaria del país a futuro. 

El pasado 21 de julio, el Senado había aprobado su nominación gracias a los votos republicanos, pero su aprobación había quedado suspendida por un boicot de los demócratas, que habían logrado convencer a un par de senadores republicanos de rechazarla, como Mitt Romney, Lisa Murkowski y Suzane Collins.

Sin embargo, luego de la elección de este año y la revalidación del Partido Republicano al frente del Senado, tanto Murkowski como Collins decidieron adherirse a la decisión del partido y comunicaron que desistirían de su boicot.

 El 12 de noviembre el líder de la mayoría, el republicano Mitch McConnell, dio el visto bueno para la nominación de Shelton, y confirmó que se avanzará en el proceso antes del 5 de enero, fecha en la cual asume el nuevo Congreso.

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Pero, ¿quién es Judy Shelton y por qué su nominación por parte de Trump es tan polémica?

Hasta ahora, Shelton se había desempeñado como asesora en el equipo económico de Donald Trump, a cargo del monetarista Larry Kudlow. Sin embargo, con una larga trayectoria política y profesional, un MBA y PhD en administración de empresas por la Universidad de Utah, y numerosos trabajos académicos sobre política monetaria con opiniones muy fuertes contra el actual sistema, logró captar la atención del Gobierno republicano.

Shelton llegó a la fama por sus fuertes posiciones en contra del intervencionismo de la Reserva Federal en la economía y de los Bancos Centrales en general. En sus escritos, la doctora ha defendido acérrimamente el “patrón oro”, sistema de organización monetario que se aplicó en Estados Unidos hasta 1971.

Actualmente, el respaldo de la moneda estadounidense es el mismo Gobierno estadounidense, y la confianza que las personas tienen en su capacidad de garantizar una moneda estable y valiosa. Sin embargo, esto no siempre fue así. Por casi 200 años hasta 1971, todo dólar en circulación estaba respaldado por una cantidad fija de oro. En cualquier momento cualquier persona podía cambiar los billetes por algún gramaje de oro, y este sistema servía de respaldo a cualquier fluctuación económica que cayera sobre el país.

Según muchos economistas, incluida Judy Shelton, la decisión del Presidente Nixon de salir del patrón oro fue una de las peores medidas económicas de la historia, y condenó a Estados Unidos a tener masivas burbujas en virtualmente todos sus mercados.

Durante la administración del ex presidente Obama, Shelton fue una acérrima opositora a la excesivamente laxa política monetaria que por aquel entonces defendían los demócratas, así como los constantes aumentos de impuestos que llevaban a cabo. 

Además de proclamarse a sí misma como una partidaria del más amplio liberalismo económico, Shelton es miembro activo del Partido Republicano y trabajó por casi diez años en la Hoover Institution. Además, fue asesora durante la campaña presidencial del republicano Bob Dole en 1996.

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Si bien recibió numerosas críticas por parte de todos los senadores demócratas y algunos importantes economistas de tendencia heterodoxa como Paul Krugman o Joseph Stiglitz (mentor del ministro argentino Martín Guzmán), también cosechó fuertes apoyos dentro de los expertos de la política monetaria.

Posiblemente el apoyo más destacable que recibió Shelton proviene del economista Steve Hanke, ampliamente reconocido en el mundo y famoso por sus posturas favorables a la dolarización en países en vías de desarrollo.

Hanke señaló que las críticas que recibe Shelton suelen estar cargadas de un gran contenido político y no profesional, y que su trayectoria es impecable.

La defensa de Shelton del patrón oro también está en armonía con una histórica propuesta del Partido Republicano, que habla de crear una comisión para investigar formas de establecer un valor fijo para el dólar”, explicó Steve Hanke en una nota de opinión para Capital Matters. 

En general, la administración Trump dejó a un lado la voluntad de hacer política con la FED para concentrarse en las medidas de carácter fiscal. Entre 2018 y 2019, la política monetaria de Estados Unidos fue duramente contractiva, en reversión a los estímulos (poco exitosos) aplicados durante la gestión de la demócrata Janet Yellen, designada por Obama.

Trump puso a cargo de la Reserva Federal en 2018 a Jerome Powell, quien en un principio mostró una actitud en sintonía con la que el Partido Republicano había criticado a la gestión de Yellen. Sin embargo, la llegada del coronavirus lo obligó a dar un giro rotundo y terminó llegando al final del mandato presidencial como un pragmático, dispuesto a tomar un poco de cada arco ideológico, en claro contraste a Judy Shelton, fundamentalista de una estricta política monetaria.

Joe Biden, en caso de ser finalmente confirmado como el ganador de las elecciones, advirtió que considerará remover a Powell y reintroducir a Janet Yellen, quien haría de la política monetaria en pandemia, una normalidad.

La presencia de Judy Shelton en el directorio de la FED, con una importante cuota de poder, podría ser el tapón más importante que deje el presidente Trump al estatismo de los demócratas en caso de tener que abandonar la Casa Blanca.

Sea cual sea el resultado de las elecciones, los republicanos buscan consolidar la independencia de la Reserva Federal, y poner una traba muy importante en contra del avance sobre la estabilidad monetaria y financiera que pretende Joe Biden.

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Economía

La Argentina que dejó el kirchnerismo: Milei recibió un país sin consumo privado, sin inversión y sin exportaciones

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El modelo kirchnerista demostró un agotamiento notable que finalmente condujo a la recesión desde la segunda mitad de 2022. La crisis se profundizó a lo largo del año pasado, y el cuatro trimestre de 2023 finalizó con los principales indicadores macroeconómicos en rojo.

El INDEC anunció los resultados sobre el avance del nivel de actividad y sus principales componentes correspondientes al cuarto trimestre del año 2023, el último de la administración del exministro y fallido candidato Sergio Massa.

Los resultados publicados demuestran el agotamiento de un modelo económico obsoleto. El organismo oficial de estadísticas determinó que la variación desestacionalizada del PBI (a precios constantes) marcó un rojo del 1,9% en el último trimestre del año pasado. El principal termómetro de la economía argentina registró un magro resultado hacia el final de la gestión massista.

La producción industrial sufrió una caída de hasta el 6% interanual en el último cuarto de 2023, el sector del comercio minorista y mayorista registró un retroceso del 3,9%, la producción de electricidad, gas y agua se desplomó un 5,1% interanual, los servicios de intermediación financiera cayeron un 4,4%, y la construcción sufrió un declive de casi un 1% en el mismo período.

No obstante, y pese al arsenal de medidas artificiales y cortoplacistas adoptadas por el exministro, el consumo del sector privado se desplomó hasta un 1,5% entre octubre y diciembre de 2023. 

Los paliativos de corto plazo, las ayudas y los subsidios temporales, poco y nada pudieron hacer para compensar la estampida inflacionaria y la erosión del poder adquisitivo de los salarios (especialmente en el sector informal).

La inversión real de la economía argentina se contrajo casi un 11% en el cuarto trimestre de 2023, superando holgadamente a la variación negativa del mismo período pero del 2022 (que había llegado al 4,5% respectivamente).

El país dejó de invertir cada vez más en renovación de maquinaria, infraestructura, tecnología, etc. Bajo las reglas de juego del exministro Massa, la Argentina se había convertido en un destino fallido para el desarrollo de la iniciativa privada y la inversión a largo plazo.

En otras palabras, el nuevo Gobierno del Presidente Javier Milei no solo heredó una economía en recesión y estanflación (con los precios aumentando a un ritmo del 1% diario), sino que además el retroceso de la inversión en formación bruta de capital deterioró la capacidad instalada del país para poder recuperarse de la crisis. La Argentina se descapitalizó por cuatro años.

Todo esto se suma a la oleada de desequilibrios fiscales, cambiarios, monetarios y de precios relativos que dejó plantados el Gobierno anterior. Al menos un 200% de brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo, un saldo de reservas netas en rojo por US$ 11.000 millones de dólares, un stock de pasivos remunerados equivalente a casi el 300% de la base monetaria (11 puntos del PBI) y un déficit fiscal nacional superior al 6% del producto. Se trata de una de las peores herencias macroeconómicas de la historia argentina.

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Economía

Se desarma la bomba de pasivos remunerados que caen al 5% del PBI y se acerca la salida del cepo

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El stock de las letras del Banco Central se redujo a la mitad desde que el Presidente Milei asumió la dirección del país el pasado 10 de diciembre. También disminuyó notoriamente la emisión monetaria a cuenta de los intereses asociados a los pasivos remunerados.

Las condiciones macroeconómicas idóneas para la liberalización total del mercado cambiario están cada vez más cerca de ser una realidad. Desde el 10 de diciembre del año pasado el Gobierno desplegó un amplio programa de saneamiento sobre el balance del Banco Central, al mismo tiempo en que el Ministerio de Economía equilibró sus finanzas y mitigó la dominancia fiscal sobre la política monetaria.

En solo tres meses de gestión, la administración de Santiago Bausili al frente del BCRA logró reducir el stock de pasivos remunerados del 10,5% al 5% del PBI según estimaciones de las consultoras privadas. La carga por la “bola de nieve” de las Leliq se reconvirtió en el stock de Pases, y este último se vio rápidamente licuado por la evolución inflacionaria.

En tiempo récord, la magnitud de la emisión monetaria a cuenta de pagar los intereses por los pasivos remunerados también se redujo a la mitad, del 10% al 5% del PBI respectivamente desde diciembre de 2023. Este monto también es conocido como el “déficit cuasi-fiscal”, y significaba un verdadero peligro para la estabilización de la economía.

Para poder liberalizar los controles cambios y permitir la libre compra-venta de divisas, el Gobierno apuntó primero a operar sobre los desequilibrios de sobrante de pesos que dejó la gestión anterior. 

Ante una liberalización cambiaria, los agentes (bancos, pequeños ahorristas, etc) podrían verse atraídos por huir del peso hacia el dólar de manera rápida y violenta, provocando así un colapso de la demanda de pesos y de la renovación de los pavos remunerados. 

Esto llevaría rápidamente a la hiperinflación, ya que la cantidad de dinero en circulación podría incrementarse de forma dramática en poco tiempo (y cuando más elevada es la inflación, más rápido es el efecto de la emisión de dinero en el sistema).

El Gobierno del Presidente Milei se propuso evitar a toda costa un escenario hiperinflacionario, por lo que el saneamiento del balance del BCRA haría posible una muy pronta liberalización cambiaria sin el riesgo de provocar la violenta espiral inflacionaria.

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Economía

Las jubilaciones subirán 7 puntos por encima de la inflación en abril y luego aumentarán según IPC de manera automática

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Entre el aumento por inflación, el adicional del 12,5% y el bono de $70.000, las jubilaciones subirán un 62% en abril, lo cual le ganará a la inflación por 7 puntos en términos reales, y se darán incrementos cada mes.

El vocero presidencial Manuel Adorni explicó con más detalles la nueva fórmula previsional, publicada este lunes a través del Decreto 274/24 en el Boletín Oficial, la cual establece que los jubilados y pensionados van a cobrar los aumentos mensuales ajustados por el Índice de Precios al Consumidor.

En conferencia de prensa en la Casa Rosada, Adorni destacó que a la nueva fórmula se le va a adicionar el 12,5% de recomposición y el bono de $70.000 pesos, lo que suma un incremento de aproximadamente 62% en lo que va del año, unos 7 puntos por encima de la inflación acumulada del 55% entre enero y marzo.

Esto cambia radicalmente lo que iba a pasar con los haberes si no se cambiaba la fórmula. El aumento a los jubilados iba a ser de 0% en abril y en mayo”, advirtió el vocero. “En julio empieza a regir de manera plena esta nueva fórmula y se va a hacer el cálculo de cuánto hubiese sido el ajuste sólo aplicando la fórmula anterior, y si hay alguna diferencia se le va a abonar a los jubilados”.

“Esta nueva fórmula es absolutamente coyuntural y apelamos nuevamente a que la política esté a la altura y que en el Pacto de Mayo podamos tener discutida una reforma previsional y una reforma laboral más integrales que hagan que el sistema jubilatorio sea sustentable”, concluyó.

En la misma línea, el comunicado oficial de la Oficina del Presidente anunció el lanzamiento de una nueva fórmula previsional para ajustar los haberes a partir de junio de manera automática, con el objetivo de detener la masiva pérdida de poder adquisitivo en la que se vieron alcanzados los jubilados en los últimos cuatro años.

El equipo económico presidido por el ministro Luis Caputo dispuso que a partir de abril, todos los haberes previsionales (sin ninguna excepción) serán actualizados por la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC), ese mes y en mayo, el ajuste será por decreto, mientras que a partir de junio se hará de manera automática sin la necesidad de una intervención presidencial.

Este último aumento tiene el objetivo de evitar que la transición entre la nueva fórmula previsional y la anterior pueda provocar cualquier tipo de erosión sobre el poder adquisitivo de los jubilados (como por ejemplo ocurrió entre el último trimestre de 2017 y el primero de 2018).

En otras palabras, el poder adquisitivo de los jubilados dejará de licuarse con las nuevas reglas de juego del sistema, al mismo tiempo en que se espera un fuerte descenso de la tasa de inflación para los próximos meses. Conforme disminuya la inflación, las jubilaciones podrían aumentar en términos reales debido a que la fórmula siempre se ajusta por el dato del IPC del mes anterior (y viceversa cuando la inflación aumenta).

Asimismo, el nuevo esquema presentado garantiza una mayor estabilidad en la relación del gasto previsional con respecto al PBI. De esta manera se facilita la tarea de confeccionar presupuestos, y de destinar los recursos correspondientes a los jubilados y pensionados sin incurrir en errores por falta de actualización.

La fórmula previsional kirchnerista ajustaba los haberes de acuerdo al índice RIPTE de salarios (el cual perdió contra la evolución de los precios en los últimos 15 años), y al mismo tiempo se componía por la recaudación de la seguridad social (también muy inestable debido a la gran cantidad de empleo informal). Esta fórmula fue directamente responsable de que el poder adquisitivo de una jubilación mínima cayera casi un 40% entre diciembre de 2019 y diciembre de 2023.

El Gobierno anterior desplegó una serie de bonos adicionales para tratar de compensar (parcialmente) la debacle sobre las jubilaciones, pero estos únicamente se aplicaron sobre el haber más bajo. Las jubilaciones medias y altas no se vieron alcanzadas por los bonos, y esto deterioró todavía más los escasos incentivos existentes para aportar al sistema previsional.

La legislación laboral vigente demostró ser abiertamente disfuncional en vista a la tamaña proporción del empleo no registrado en relación al total del trabajo de la Argentina, y los incentivos nocivos del sistema de reparto estatal no hacen más que acrecentar la tendencia.

El Gobierno también apunta a erradicar el déficit del sistema previsional operando desde el punto de vista de sus ingresos. En este sentido, se apunta a la flexibilización de la legislación laboral (más puestos formales potenciales para aportar al sistema) y la mejora de los incentivos para el esfuerzo.

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