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Economía

Se disparó el déficit fiscal en enero por un fuerte aumento del gasto público de Massa: Se prevé más emisión para tapar el agujero

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El resultado fiscal del mes marcó un déficit total del 4,3% del PBI, el acumulado más alto de los últimos cinco meses. El desvío del mes de enero obligará al Gobierno a endurecer el ajuste fiscal hasta fin de año para cumplir con los requisitos mínimos del acuerdo con el FMI. 

El Ministerio de Economía informó que el Sector Público Nacional (SPN) cerró el mes de enero con un desequilibrio primario de $203.938 millones. El primer mes de 2023 registró un déficit 12 veces más alto en comparación a la misma cifra para enero del año pasado.

Se registró un crecimiento nominal del 1.121% (muy superior a la inflación) en el déficit primario, y el acumulado de 12 meses representó un desequilibrio equivalente al 2,26% del PBI, el más grande desde septiembre del año pasado.

La factura por intereses de deuda creció un 149,3% interanual en enero de 2023 (contra una inflación del 98,8%), y totalizó los $334.031. El déficit financiero total acumulado de 12 meses alcanzó el 4,33% del PBI, y fue el más alto de los últimos 5 meses. Creció un 257% interanual contra la métrica mensual del mismo mes en 2022.

Déficit fiscal del Gobierno nacional entre 2009 y 2023.

Las metas con el FMI y el peligro inflacionario

El informe oficial del Ministerio de Economía estima que el déficit primario de enero representó el 0,12% del PBI para a un año vista, una cifra muy por encima de lo que estaba previsto. En otras palabras, en un solo mes se consumió la mitad del “techo” de déficit admitido por el Fondo Monetario Internacional para los primeros tres meses del año.

La meta con el Fondo demanda arribar a un déficit no mayor al 1,9% del PBI para diciembre, sin intereses de deuda pública. Pero con el peligroso desvío de enero, el Gobierno deberá concretar un ajuste promedio equivalente al 0,08% del PBI todos los meses hasta llegar a fin de año o de lo contrario no podrá cumplir. 

De hecho, el equipo de Massa habría estado cerca de incumplir el acuerdo en el segundo semestre del año pasado, de no ser por computar como “ingresos” a las rentas de propiedad del Estado nacional por un valor del 0,3% del PBI. Este año, la contabilidad creativa del Gobierno se verá atenuada por las cláusulas del acuerdo, y no podrá hacer uso de este tipo de recursos para mejorar el resultado fiscal. 

El Secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein, anticipó en sus redes sociales que los fundamentos macroeconómicos del país (fiscales, monetarios y cambiarios) son consistentes con una variación mensual del IPC en torno al 4%, al mismo tiempo en que defendió el uso de acuerdos de precios para combatir “factores inerciales” de la inflación.

Lo cierto es que el resultado fiscal de enero está muy lejos de convalidar una inflación del 4% mensual. El crecimiento de los pasivos remunerados del Central al 150% y el déficit cuasi-fiscal escalando al 4,85% del PBI, tampoco parecen convalidar la meta de 60% de inflación para fin de año (como establece el Presupuesto 2023 original).

El Viceministro no precisó mayores detalles para respaldar su diagnóstico controversial, y a la luz de las principales estimaciones de las consultoras privadas, ninguna de ellas parece dar crédito a la meta inflacionaria prevista por el oficialismo. El informe de expectativas REM del Banco Central sugiere que la meta se vería al menos duplicada. 

Los factores explicativos para el aumento del déficit fiscal

El gasto público primario creció por encima de lo esperado y totalizó los $1.927.143 millones en el mes de enero. Escaló un 111,2% en los últimos 12 meses, muy por encima de la inflación del 98,8% anunciada por el INDEC. 

Se produjo un drástico incremento en términos reales, interrumpiendo un período de 6 meses de recortes constantes. De esta manera, el gasto primario ascendió al 21,8% del PBI y lleva un aumento de casi 1 punto del producto desde octubre del año pasado. 

Si bien el mes cerró con un aumento real interanual del 6,2% sobre las erogaciones primarias, el gasto en salarios públicos creció un 8,8%, las transferencias discrecionales a Provincias aumentaron un 9,4%, los subsidios a la energía 10%, la inversión pública se disparó un 33% y la factura por programas sociales aumentó hasta un 159,2% en términos reales

Los gastos totales alcanzaron los $2.261.174 millones en enero, mientras que el acumulado de 12 meses ascendió al 23,85% del PBI

Economía

Francia rumbo a la quiebra: Vuelve a bajar la calificación crediticia de los bonos franceses y el déficit fiscal alcanza valores récord

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El desequilibrio presupuestario en las finanzas del país galo ya es el más extremo registrado desde la pandemia, a pesar de que la actividad económica se recuperó del impacto desde hace dos años. El elefantiásico Estado francés se hace imposible de sostener.

La administración de Emmanuel Macron no solamente deja al país a merced de una peligrosa radicalización política encarnada por el espacio de Melenchon, sino que además deja una economía completamente desgastada tras años de un modelo que parece totalmente agotado.

La economía francesa registra las tasas de crecimiento más bajas de su historia, apenas pudiendo recuperar del impacto provocado por la pandemia entre 2020 y 2021, pero no pudiendo recuperar su tendencia de crecimiento anterior a dicho evento.

En los mercados financieros, los bonos franceses volvieron a sufrir un nuevo revés de confianza, ya que la mayoría de las agencias calificadoras de riesgo decidieron rebajar la puntuación de la deuda francesa hace solo un mes, después de haberlo hecho en junio del año pasado. Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s siguieron esta tendencia con respecto a la evaluación de los bonos que emite el Estado francés.

El déficit fiscal primario de Francia llegó a representar el 3,77% del PBI en el último trimestre del año pasado, según las más recientes estadísticas del Banco Central Europeo. Se trata del quinto trimestre conductivo en que empeora el resultado presupuestario, incluso antes del pago de intereses de deuda (cada vez mayores).

De hecho, y sin considerar el impacto que generó la pandemia, Francia mantiene el déficit primario más drástico de los últimos 12 años, y el incesante clima de inestabilidad política no arroja ninguna perspectiva medianamente optimista.

Si se suma el pago de intereses a cuenta de la deuda pública, el resultado consolidado del país galo marcó un rojo de casi el 5,5% del PBI en el último cuarto del año 2023, y no se veía un nivel semejante desde la salida de la crisis internacional de 2008 o la pandemia de 2020. La diferencia entre aquellos dos escenarios de crisis con respecto a la situación actual, es que en este momento la economía francesa no se encuentra en recesión, sino que continúa reteniendo un anémico crecimiento.

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Economía

El Gobierno anuncia la desregulación del mercado de Warrants, con el objetivo de favorecer el crédito para familias y empresas

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Desde diciembre del año pasado la administración de Milei desreguló una serie de mercados en tiempo récord, y los primeros resultados ya están a la vista en el caso del sector inmobiliario. La mayor desregulación permite aceitar mejor el funcionamiento del aparato productivo.

El Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, anunció un importante avance en la desregulación y modernización del mercado financiero argentino: cesarán las restricciones inútiles y arbitrarias que hasta ahora existían para la emisión de Warrants.

Como explicó el propio Ministro, los Warrants permiten certificar la propiedad de un cierto bien por parte de un productor y con ello se facilita su trazabilidad en el mercado financiero. Son instrumentos que permiten convertir de manera muy sencilla algo físico, en una suerte de garantía para poder acceder a créditos.

Asimismo, estos instrumentos también se pueden intercambiar y vender en los mercados secundarios, lo cual habilita toda una serie de facultades para su emisor. En países como Estados Unidos, es común que los warrants se emitan y se negocien libremente en los mercados extrabursátiles.

Pero hasta ahora, Argentina se diferenciaba de la mayor parte de las economías modernas porque restringía excesivamente la emisión de estos instrumentos, hasta el punto de que únicamente 10 empresas en todo el país estaban autorizadas a hacerlo, algo completamente arbitrario y perjudicial para el desarrollo de este mercado (especialmente para las pequeñas y medianas empresas).

Por otra parte, se desregularon los diferentes usos permitidos para la emisión de Warrants, con lo cual podrán ser utilizados para canalizar el crédito hacia la actividad minera, la industria manufacturera, el sector energético, el sector agropecuario, etc.

Estas medidas, en conjunto con el mayor espacio para el crédito privado y la mayor estabilidad de precios, permitirán abaratar la financiación de múltiples proyectos de inversión, especialmente en donde más se necesitan. 

También supone un fuerte impulso para la competitividad de las empresas argentinas frente al exterior, ya que ahora dispondrán de una herramienta que sus competidores ya hacían uso desde hace tiempo en los mercados más modernos y desarrollados.

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Economía

El socialismo español está a punto de quebrar el sistema jubilatorio por cuarta vez en la historia del país

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La administración del PSOE se niega a permitir cambios profundos sobre el sistema de seguridad social español, y todas las proyecciones futuras sugieren que se volverá un verdadero agujero negro para las finanzas públicas y una masiva disparada del gasto estatal.

El gobierno del presidente socialista Pedro Sánchez está sentando las bases para una bomba fiscal que repercutirá sobre las finanzas del Estado español a lo largo de los próximos años, comprometiendo así el pago de las futuras pensiones.

Pese a las tímidas reformas esgrimidas por el Ministro socialista José Luis Escrivá, solamente al término de 2023 la seguridad social española registró un desequilibrio descomunal equivalente a los 8.200 millones de euros, y no hará más que empeorar año tras año en ausencia de reformas estructurales.

De esta manera, el sistema de reparto estatal de España se encamina a su cuarta quiebra histórica, y las consecuencias de este hecho ya son conocidas: los parámetros del sistema deberán nuevamente reformularse en detrimento del bienestar de la sociedad, sin ninguna otra alternativa posible dentro del sistema que ofrece el Estado

Bajo un régimen de capitalización individual, dichas reformas no serían necesarias, pero España no cuenta ni siquiera con la asistencia de una mínima participación privada en la inversión de los fondos públicos de pensión, y los planes privados existentes se encuentran sumamente regulados y restringidos.

Los resultados del sistema de reparto español y la falta de futuro

Tal y como se encuentra diseñado el esquema previsional español, y dada las políticas aplicadas por el oficialismo, se encamina hacia una nueva quiebra generalizada que repercutirá mediante menores beneficios para los cotizantes, y mayores impuestos para las generaciones futuras.

La primera gran quiebra del sistema de reparto se produjo en 1985, durante la presidencia socialista de Felipe González. Por aquel entonces, se decidió trasladar el problema hacia adelante: se decidió extender el período mínimo de cómputo (el tiempo para calcular el importe de la prestación social) de 2 a 8 años, y la base salarial para la cotización a partir de los 15 años anteriores a la jubilación (antes 10 años).

Pese a los cambios, en 1997 el sistema volvió a quebrar, y la administración de Aznar decidió extender el período de cómputo hasta los 15 años, y elevar el período de cotización de referencia de 15 a 35 años, lo cual redujo sustancialmente el valor de las jubilaciones reconocidas (generalmente los últimos años trabajados mantienen niveles salariales superiores a los primeros, en la vida laboral de cualquier persona).

Todo esto le dio holgura al sistema por casi una década más, pero finalmente en 2011 el sistema de reparto español quebró por tercera vez, y de manera alarmante. Para postergar el inminente colapso, se extendió la edad mínima de jubilación de 65 a 67 años (gradualmente), el período de cómputo subió de 15 a 25 años, y el período de años salariales de referencia se incrementó de 35 a 37 años. Paralelamente, las jubilaciones dejaron de estar indexadas a la inflación.

Las sucesivas reformas solo postergaron los mismos problemas hacia adelante, pero el dato más alarmante es que se agotan cada vez más rápido. Esta vez, el Gobierno socialista ni siquiera está dispuesto a cargar con el costo político que supondría una cuarta reforma restrictiva, condenando así a millones de personas a una eventual (y más violenta) reforma en el futuro cercano.

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