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Economía

Sigue la crisis en Estados Unidos: Volvió a subir la inflación y Wall Street anotó la peor ronda bursátil de los últimos dos meses

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Los precios de gastos de consumo personal aumentaron un 5,4% interanual en enero de 2023 y subieron con respecto a la medición de diciembre. Los mercados entran en pánico por las posibles represalias de la Reserva Federal para contener la inflación.

La desinflación en Estados Unidos demostró ser mucho más gradual y persistente de lo que se tenía previsto desde un comienzo. La Oficina de Análisis Económico (BEA por sus siglas en inglés) confirmó que el Índice de Precios de gastos de consumo personal (PCE) aumentó un 0,6% en enero de 2023, y acumuló un aumento interanual del 5,4%.

Se observó una fuerte aceleración inflacionaria con respecto a la variación mensual anterior (que llegaba al 0,2%), y un ligero aumento de la variación interanual con respecto al 5,3% del período precedente.

Se trata del indicador predilecto para la toma de decisiones en la Reserva Federal, incluso por encima del propio IPC o los precios mayoristas. La suba mensual de los precios duplicó la expectativa de los mercados (que esperaban un salto del 0,3%), y el aumento interanual del 5,4% fue holgadamente superior al 4,8% esperado para enero. Los resultados anunciados fueron decepcionantes en la lucha contra la inflación.

Tasa de inflación PCE de Estados Unidos entre 2014 y 2023.

Este escenario se produce a pesar de que la FED emprendió la suba de tasas más violenta desde la primera mitad de la década de 1980, y anunció públicamente sus intenciones por continuar firmemente con el programa hasta haber logrado controlar la inflación. Ni las acciones ni los anuncios dispuestos fueron capaces de producir una rebaja significativa en la tasa de inflación.

Esto desató un profundo pánico en los mercados. El rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años subió un 1,5 % en el día a 3,94, y los futuros del índice bursátil bajaron entre un 0,9 % y un 1,4 %.

El índice S&P 500 se desplomó un 2% ni bien se conocieron los resultados inflacionarios de enero, el Dow Jones Industrial cayó un 2% en el mismo período, y el índice tecnológico NASDAQ se desplomó un 2,5%. Son las caídas más pronunciadas para una ronda diaria en los últimos dos meses.

La reacción adversa de los mercados se enlaza directamente con las expectativas sobre el accionar futuro de la Reserva Federal. Si persiste la inflación, también persistirá la respuesta contractiva de la política monetaria y, con ello, el derrumbe generalizado en el precio real de los activos en la bolsa. El mercado simplemente se adelanta a los acontecimientos y decidió vender posiciones previendo el shock futuro.

El presidente Jerome Powell lo dejó muy claro: el rango objetivo de la autoridad monetaria es de 2% de inflación interanual, y la política monetaria no se flexibilizará hasta tanto no se tengan certezas de una baja sustancial de la inflación, que sea compatible con las metas.

Powell podría verse obligado a flexibilizar el rango objetivo anunciado por la FED y de esa manera darse el lujo de ser más permisivo con los aumentos de la tasa de política monetaria, pero hacerlo supondría un costo importante en materia de credibilidad. En un régimen de metas de inflación como el que tiene Estados Unidos, la credibilidad es la única herramienta para anclar los precios y perderla no es una opción.

La política fiscal boicotea todos los esfuerzos de Powell

La administración del presidente Joe Biden echó nafta al fuego en la mayor parte de las decisiones fiscales aprobadas desde enero de 2021 y hasta la fecha. El lanzamiento del “Plan de Rescate Americano” en marzo de ese año marcó el primer salto superlativo de su administración en el déficit fiscal.

El ordenamiento de las finanzas públicas fue completamente abandonado entre julio y agosto del año pasado, tras el plan para rescatar y perdonar una gran cantidad de préstamos estudiantiles. El Gobierno de Biden estatizó deuda privada y generó un shock presupuestario similar al que tuvieron los cheques familiares durante la pandemia.

El déficit fiscal de Estados Unidos ascendió al 6% del PBI en diciembre del año pasado, y fue el más elevado de los últimos 10 meses. Asimismo, el déficit primario (sin intereses) se incrementó del 2% del PBI en julio de 2022 al 4,16% en diciembre, se duplicó aún sin corresponderse con un incremento sustancial de la carga neta por intereses netos. 

La política fiscal boicotea el esfuerzo de la política monetaria de Powell, limitando el efecto sobre el canal de las expectativas. Un mayor déficit esperado en el futuro, sin posibilidades de sostener un ratio indefinidamente creciente en la deuda pública, solo presiona por una expectativa de monetización mayor y, asociado a ello, más inflación en el futuro. 

Si las expectativas no se terminan por desanclar y Estados Unidos entra en un régimen de dominancia fiscal, entonces el programa de metas de inflación de la FED se vería completamente superado.

Economía

Contundente fracaso de la Ley de Alquileres en Cataluña: La oferta de viviendas se derrumbó y los alquileres suben al doble que la inflación

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Nuevamente se observaron de primera mano los resultados desastrosos de la regulación de los alquileres, esta vez en la experiencia catalana. El valor real de los alquileres se incrementó casi un 5% desde la vigencia de las normativas regulatorias.

El gobierno socialista-independentista de Cataluña lanzó un masivo programa estatal para tratar de controlar arbitrariamente el precio de los alquileres en la región. Así como en Argentina, el gobierno comunitario lanzó una Ley de Alquileres que dispuso la regulación total de los contratos entre inquilinos y propietarios.

Nuevamente como en Argentina, las regulaciones no cumplieron su cometido y no ofrecieron ningún tipo de alivio a los ciudadanos para acceder a una vivienda más asequible, más bien ocurrió lo contrario.

El primer experimento regulatorio de Cataluña se lanzó en septiembre de 2020, en plena pandemia, con la llamada “Ley Autonómica de Alquileres”. Dicha legislación se mantuvo casi sin cambios hasta abril de 2022. Durante este período, la oferta de viviendas cayó un 35,5%, y el valor real de los alquileres más baratos y accesibles se disparó un 12,7%, el doble que la inflación para esa misma etapa. Los datos fueron computados por un estudio del Centro de Política Económica de España (ESEADE) en base a los dos años de evidencia empírica de la regulación.

El presidente de Cataluña, Quim Torra, salió expulsado del gobierno en 2021, y tomó el control Pere Aragonès, quien a pesar de ser más moderado en cuestiones económicas, demostró no haber aprendido absolutamente nada del fracaso regulando los alquileres, y volvió a lanzar una nueva ofensiva de controles a partir de marzo de este año.

Se dictó un estricto control sobre 140 municipios en toda Cataluña, y más tarde la cantidad de localidades alcanzadas se extendió a un total de 241, abarcando territorios que representan hasta el 90% de la población catalana.

Los primeros resultados de la nueva normativa regulatoria son tan deplorables como los que cosechó la primera ley de alquileres de 2020. La oferta de viviendas respondió rápidamente con una reducción del 13% según estimaciones de la compañía inmobiliaria Idealista.

“Es innegable que el origen del problema del alquiler en España está en la poquísima oferta disponible, por lo que se hace imprescindible un cambio de rumbo que reequilibre las relaciones entre inquilinos y propietarios, que asuma que los propietarios no son el problema sino la solución al aumento de la oferta y el ajuste de los precios”, confirmó la firma inmobiliaria.

En la Ciudad de Girona la caída de la cantidad de viviendas disponibles para un alquiler cayó un 21%, en Tarragona la reducción fue del 16%, y en Barcelona se desplomó no menos de un 14%.

Sin excepción, todas las localidades afectadas por las regulaciones experimentaron fuertes caídas en la oferta disponible de inmuebles, tal y como anticiparon la mayoría de los agentes del mercado inmobiliario, y del mismo modo en que ocurrió durante el periodo 2020-2022. El Gobierno cometió dos veces el mismo error estrafalario, por motivo de un cinismo ideológico.

Dada una demanda relativamente estable (como la que de hecho se observa), la fuerte caída de la oferta de inmuebles empujó los precios hacia arriba en términos reales. Los alquileres aumentaron un 4,6% por encima de la inflación en Barcelona desde el pasado mes de marzo, siendo esta una de las regiones más afectadas por la aplicación efectiva de los controles.

El aumento real promedio de los alquileres en toda Cataluña fue del 4% en solo un mes, y el panorama luce sombrío conforme el Gobierno se niegue a torcer el rumbo económico para permitir una mayor libertad de negociación entre las partes.

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Brasil

Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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Brasil

Reforma agraria en Brasil: Lula lanza un grotesco programa socialista para colectivizar la producción del campo

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El Gobierno expropiará y repartirá discrecionalmente un total de 295.000 hectáreas de tierras públicas y privadas a indígenas y desempleados. El Estado se adueñará de una parte de todo lo que se produzca en las nuevas tierras reasignadas.

Con la asunción del socialismo en Brasil en enero del año pasado, se produjo un cambio radical en la política agraria del país. Se le puso fin a la concesión flexible de derechos de propiedad que emprendía la gestión Bolsonaro, y en su lugar, la administración de Lula da Silva lanzó una nueva reforma agraria a-la-China por decreto y sin pasar por el Congreso.

La reforma comprende el reparto de hasta 295.000 hectáreas de manera completamente discrecional, es decir, serán asignadas a dedo por Lula dependiendo de algún criterio arbitrario por parte de las autoridades competentes.

Las tierras se repartirán a indígenas y personas desempleadas. Con esta maniobra, el PT busca engrosar su influencia sobre los estratos más débiles de la población rural, que ahora podrían verse sometidos a una relación clientelista con el Gobierno.

El reparto afectará tanto a tierras de propiedad estatal como tierras privadas, que serán deliberadamente expropiadas en caso de que se determine el “abandono” por parte de sus propietarios, la misma excusa que utilizó el dictador chino Mao Tse Tung durante las reformas agrarias en China en la década del ’50.

A la par de estos movimientos, el Gobierno también lanzará un esquema de créditos subsidiados (y artificialmente baratos) para financiar la adquisición de maquinaria y semillas, con el fin de abastecer la eventual producción agrícola en las nuevas tierras reasignadas. 

La mayor parte de la agricultura prevista para estos campos será meramente familiar y de subsistencia, sin mayores dotes de productividad y sin la posibilidad de generar exportaciones o divisas al país.

Esto es evidencia de la pésima asignación de recursos implícita en la reforma agraria del socialismo. Se retienen recursos valiosos que podrían haberse utilizado en otras áreas de la economía para producir más eficientemente, creando puestos de trabajo mejor remunerados.

Pero pese a todo esto, la reforma agraria de Lula establece que el Estado podrá apropiarse de una parte de toda la producción realizada en esas tierras, dando forma a una incipiente colectivización de la producción agraria.

Reformas agrarias de esta índole fueron implementadas en diversas partes del mundo, como por ejemplo México (1917), Bolivia (1953), Guatemala (1951), Cuba (1959) y Chile (1962-1973), y todas ellas registraron pésimos resultados en materia de productividad y eficiencia asignativa.

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