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Economía

“Una gran mesa de diálogo”: Larreta propone lanzar un “acuerdo de precios y salarios” como hizo Alberto en 2019

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El Jefe de Gobierno porteño afirmó que uno de los pilares de su eventual programa anti-inflacionario serán los “acuerdos de precios y salarios”, proponiendo retornar a las viejas y obsoletas recetas del siglo pasado.

En vista a la consolidación de la inflación más elevada desde septiembre de 1991, el Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta (ya lanzado a la carrera presidencial) anunció públicamente que uno de los pilares fundamentales de su programa económico será establecer un “acuerdo de precios y salarios” como los que se aplicaron a lo largo de la segunda mitad del siglo XX argentino.

Larreta citó como ejemplo al pacto de la Moncloa español como un ejemplo de “estabilización” gradualista de la economía por un período de 15 años, en el cual se aplicaron inicialmente acuerdos y controles sobre los aumentos salariales y los precios minoristas.

Sin embargo, lo que el Jefe de Gobierno decidió convenientemente omitir es que Argentina tuvo su propio programa con estas características en junio de 1985, el famoso “Plan Austral”, pero los resultados distaron mucho de ser exitosos y decantaron en el episodio hiperinflacionario más violento en la historia del país.

¿Qué implica un acuerdo de precios y salarios?

Los programas económicos típicamente heterodoxos se valieron de controles y acuerdos en precios y salarios para generar una suerte “ancla nominal” con la cual se pretendía disciplinar la inflación. 

El ancla en cuestión es simplemente algún índice de precio de referencia que se elige para “atrasar” con respecto a todos los demás precios, con la esperanza de influir en las expectativas y así morigerar también la suba de la inflación general. Pero lo cierto es que, en ausencia de mayores pautas ortodoxas, los acuerdos son completamente inútiles a la hora de combatir la inflación.

Las medidas solamente generan una situación imposible de sostener en el tiempo, pero además implican un gran costo en materia de asignación de recursos. Como los precios se ven distorsionados, las señales que envían y las decisiones a tomar en la economía también lo hacen. 

Si el “ancla” lo conforman los precios minoristas el resultado es el desabastecimiento, si es el dólar se llega a una situación de colapso en la cuenta corriente, si son los salarios disminuye la oferta laboral y si se utilizan a las tarifas públicas el resultado es la desinversión y el cese de los servicios. 

Los acuerdos de precios y salarios fallidos en Argentina

Uno de los primeros programas de “acuerdo” entre precios y salarios fue impulsado por el Gobierno de Onganía y el ministro de Economía Krieger Vasena en 1967. Se dictó un congelamiento de salarios y una canasta de precios minoristas por 18 meses, al mismo tiempo en que se lanzó un programa de estabilización con algunas características ortodoxas. 

El plan logró consolidar una inflación promedio del 7,6% anual en 1969, pero tan pronto como se abandonó la disciplina monetaria, los precios volvieron a dispararse y la inflación llegó al 76% en marzo de 1973

Un segundo “acuerdo” se llevó a cabo bajo el programa diseñado por José Ber Gelbard en 1973, probablemente el más añorado por el extremismo kirchnerista, aunque cosechó pésimos resultados. Se establecía un congelamiento de precios mucho más estricto a los que se venían aplicando entre 1956 y 1972, y nuevamente estableciendo cepos al crecimiento de los salarios de los trabajadores. Además, se añadían numerosos controles cuantitativos sobre importaciones y exportaciones- 

La inflación bajó hasta un promedio de 1,6% por mes entre abril de 1973 y agosto de 1974, pero a partir de allí se produjo una espiral de precios casi incontenible. La inflación mensual promedió el 6% entre septiembre de 1974 y mayo de 1975, y finalmente el sistema colapsó con el famoso Rodrigazo, llegándose a registrar alzas de hasta el 37% por mes. La inflación interanual llegó al 566% en marzo de 1976. 

En la última dictadura militar el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz buscaba añadir una dosis de heterodoxia a su programa económico, estableciendo una “tregua de precios y salarios” por 120 días, e imponiendo límites a los salarios desde abril de 1976.

La inflación promedió el 192% en 1977 y el 176% a lo largo de 1978, por lo que los precios simplemente respondieron al intenso ritmo de la emisión monetaria más que cualquier influencia por la política de ingresos. Al término de los controles desde 1979, la inflación llegó incluso al 82% interanual en marzo de 1981, nuevamente respondiendo a la dinámica de la política monetaria y la credibilidad de los agentes.

Más tarde, y bajo el liderazgo del ministro Juan Vital Sourrouille en 1985, el Gobierno de Alfonsín volvía a apostar por los controles y acuerdos de precios a nivel generalizado, esta vez añadiendo a todas las tarifas de servicios públicos, congelando los salarios de convenio, el tipo de cambio y la indexación de contratos.

El programa incluía, además, una promesa para bajar el déficit fiscal mediante importantes aumentos tributarios, y prometía dejar de financiar al Tesoro de forma monetaria. La inflación pasó del 30% mensual a promediar el 2,3% entre septiembre de 1985 y febrero de 1986. A nivel interanual, la inflación bajó hasta el 50,1% en junio de 1986. 

Pero el plan perdió toda credibilidad para fines de 1986 al quedar en evidencia que el Gobierno no había sido capaz de corregir los fuertes desequilibrios fiscales, y por lo tanto no se podía ofrecer ninguna garantía para el control de la expansión monetaria hacia el futuro.

En medio de una inflación interanual del 174% en 1987, el Gobierno radical volvió a recurrir a un nuevo congelamiento general de precios, tarifas, tipo de cambio y salarios. La inflación no cedió en lo más mínimo y subió hasta el 440% en agosto de 1988. Nuevamente, Alfonsín volvió a establecer controles, esta vez con más énfasis en los costos de producción y los precios mayoristas. Este último programa se conoció como “Plan Primavera”.

El radicalismo volvía a fracasar, y para 1989 era claro que Argentina atravesaba una situación de hiperinflación. Los precios llegaron a dispararse un 114% solamente en junio de 1989, y un 196% en julio. La inflación interanual superó cómodamente el 3000%, llegando a casi 5000% en diciembre de 1989.

Chile

Boric destruye las finanzas de Chile: El déficit fiscal se disparó al nivel más alto de la historia, solo superado por la pandemia

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El déficit financiero marcó un rojo de casi el 2,4% del PBI al término de julio. El presidente Boric envió su Presupuesto 2024 al Congreso, el cual involucra un aumento del gasto público total en torno al 3,5%, mientras que la economía no crecerá más de un 2% según las previsiones más optimistas.

Las arcas públicas de Chile volvieron a caer en déficit desde el pasado mes de abril, y marcando desequilibrios cada vez más elevados. El último informe de la Dirección de Presupuestos de Chile confirmó que el resultado financiero del Gobierno central marcó un déficit equivalente al 2,4% del PBI, el más importante de los últimos 15 meses.

El Gobierno se apoyó inicialmente sobre la base del Presupuesto que había presentado el expresidente Sebastián Piñera para el año fiscal 2022, el cual contenía un drástico ajuste del gasto público de hasta el 22,5% del total. De esta forma se logró un superávit presupuestario que el Gobierno de Gabriel Boric trató de atribuirse a sí mismo.

Pero el Presupuesto 2023, el primer proyecto fiscal del socialismo chileno, volvió a destruir las finanzas públicas y no consiguió compensar responsablemente los nuevos gastos desplegados con recursos genuinos o con recortes en áreas alternativas. Desde la entrada en vigencia de este presupuesto, el resultado de las cuentas públicas se deterioró en casi un 1,3% del PBI.

Déficit fiscal de Chile desde el año 2012.

El presidente Boric continúa en la misma línea y ahora presenta formalmente el Presupuesto 2024 con un aumento del gasto público en torno al 3,5% anual. Nuevamente, los gastos no son compensados por un aumento equivalente de la recaudación.

Se estima que la actividad económica no podrá crecer más allá del 2% anual durante el año próximo, con lo cual el tamaño del Estado incrementará su participación en el total de la economía.

Algunas partidas del presupuesto crecerán por encima del promedio general pautado, como es el caso de los gastos en “cultura” (6,8%), ciudadanos de salud (20%), emergencias (28%), seguridad públicas (5,8%), educación estatal (4,2%), vivienda (11,9%), salud estatal (8,1%), entre otras.

También se propone incrementar drásticamente el gasto en obra pública dirigida por el Estado, reduciendo el peso que tiene el sistema de iniciativa privada sobre el total de las obras realizadas en Chile.

Las proyecciones del FMI sugieren que Chile no volverá a equilibrar sus finanzas públicas por lo menos hasta el año 2028. Contrariamente a su discurso oficial, el presidente Boric no demostró en los hechos un compromiso claro con la responsabilidad fiscal como dice tener.

La reforma previsional socialista presentada en noviembre del año pasado es contraria a la estabilidad de las finanzas públicas para los próximos años, ya que da lugar a un sistema mixto con mayores transferencias intergeneracionales que no se ajustan al envejecimiento esperado para la población.

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Argentina

El futuro de Argentina: Estas son las primeras medidas que tomaría cada candidato en caso de ganar las elecciones

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Las consultoras privadas están evaluando una serie de escenarios con las primeras medidas que tomarían los equipos económicos de Milei, Bullrich y Massa. La Libertad Avanza prepara una gran liberalización, Melconian podría repetir el plan Bunge & Born y Massa seguiría apostando por la represión financiera.

La incertidumbre en la antesala de las elecciones es total. Las primarias dejaron un escenario de tres tercios con un Javier Milei fortalecido, pero la segunda vuelta es el escenario más probable y allí puede pasar cualquier cosa. Ante esta situación, resulta imposible conocer con certeza el programa económico que empezará a partir del próximo 10 de diciembre.

Aún así, algunas consultoras privadas ya incorporan algunos escenarios de “medidas iniciales” que podrían tomarse de acuerdo al programa de cada candidato, teniendo en cuenta las declaraciones públicas de sus respectivos equipos económicos.

Todas las consultoras coinciden en que el escenario de partida será extremadamente caótico, se descuenta una devaluación oficial de entre el 70% y el 100%, y la tasa de inflación podría fácilmente superar el 200% interanual en el primer trimestre del año 2024.

Las medidas iniciales que podría tomar el equipo de Milei (La Libertad Avanza)

Según un reciente informe de la Consultora 1816, el equipo de Milei podría comenzar con una rápida liberalización cambiaria y regulatoria, buscando acelerar el proceso de dolarización todo lo que sea posible. En base a este escenario, la consultora anticipó una serie de “posibles” medidas (no son medidas confirmadas, sino las que espera la consultora).

  • Rápida liberalización del tipo de cambio oficial.
  • Congelamiento del dólar en una paridad fija, a través de la cual se emprenderá la conversión de los pesos.
  • Legalización del dólar como moneda de curso legal, en libre convivencia con el peso.
  • Progresiva dolarización de la deuda pública en pesos y desagio de las tasas de interés.
  • Las deudas CER mantendrían las tasas originales pero en dólares.
  • Lanzamiento del Fondo de Estabilización Monetaria (FEM), que obtendría financiamiento con garantía de activos como los títulos del Banco Central y el FGS.
  • Las necesidades más inmediatas para comenzar el proceso de dolarización rondarían los US$ 26.000 millones al tipo de cambio CCL actual.

Se trata de un programa de estabilización de shock como no se veía desde el lanzamiento de la Convertibilidad en el ’92, basándose en toda la experiencia aprendida en esos años. El objetivo del programa es dar una solución concreta para la reestructuración de los pasivos remunerados del Banco Central, y requerirá de un fuerte ajuste fiscal inicial.

Las medidas de Melconian y Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio): ¿Un nuevo plan Bunge & Born?

Los lineamientos básicos del programa de la Fundación Mediterránea son similares a los que fueron lanzados entre julio y diciembre de 1989, en lo que se denominó como “plan Bunge & Born”

Este programa, instrumentado por Néstor Rapanelli y Miguel Roig en su momento, combinaba medidas ortodoxas y heterodoxas y se adoptó en un contexto muy parecido al que se espera para el 10 de diciembre.

En línea con estos lineamientos, las consultoras estiman que podrían tomarse las siguientes medidas en caso que Bullrich ganara las elecciones.

  • Fuerte devaluación inicial para equiparar los tipos de cambios.
  • Implementación de un desdoblamiento del tipo de cambio, habilitando un segmento libre y otro controlado para ciertas transacciones.
  • Controles de precios “amigables” (según la definición que dio el propio Melconian).
  • Promesa de no reestructurar los pasivos del Banco Central.
  • La principal ancla será el ajuste al déficit fiscal, descartando cualquier reducción impositiva para el corto plazo.
  • Aumento de las tarifas de los servicios públicos.

El plan de Melconian podría ser incluso más “permisivo” que el plan Bunge & Born original desde el punto de vista fiscal, ya que en 1989 se lanzó un ambicioso programa de privatizaciones, y Juntos por el Cambio anunció que todas las empresas estatales serán mantenidas (incluso las que creó Alberto Fernández desde 2019).

El programa Bunge & Born colapsó en diciembre de 1989 y derivó en una segunda hiperinflación. El ancla cambiaria y fiscal no logró ser lo suficientemente creíble como para producir un “cambio de régimen”, y postergó la necesaria estabilización.

Sería lastimoso que se adopte este plan, ignorando toda la experiencia aprendida del equipo de Menem entre 1989 y 1992, y retrasando 4 años más la implementación de un verdadero plan que estabilice la economía.

No hay plan si gana Massa (Unión por la Patria)

La incertidumbre más grande gira alrededor de las posibles medidas que podría llegar a tomar Sergio Massa si resultara el vencedor. El ministro de Economía se pronunció abiertamente en contra de liberalizar el mercado cambiario y en contra de la devaluación, pero las circunstancias de la macroeconomía son cada vez más adversas y el margen para “elegir” se acota.

Se apuesta por un ajuste fiscal gradualista, con la esperanza de alcanzar el equilibrio primario para el año 2024. El viceministro Gabriel Rubinstein se pronunció a favor la mayor corrección fiscal y el “avance” hacia la liberalización y unificación del sistema cambiario, pero lo cierto es que no existe ninguna garantía de que ocupe un rol significativo en una eventual administración massista.

El escenario base para una eventual presidencia de Massa será la continuidad de la represión financiera, las “devaluaciones administradas” para ciertos sectores de manera temporal, y la administración del comercio exterior a través de licencias no automáticas, aranceles y retenciones. No se anticipa un plan de estabilización propiamente dicho.

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Economía

Plena corrida y Massa está desaparecido: El Blue superó los $800, el CCL se disparó a $833 y el Riesgo País se acerca a los 2.600 puntos 

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Todas las paridades del dólar aumentan sin control, pese a la intervención del Banco Central. El ministro Massa se quedó sin ideas, y prorrogó la extensión del dólar soja hasta el próximo 25 de octubre como una última medida desesperada para retener divisas.

A tan solo un mes para las elecciones generales, volvió a estallar una nueva corrida cambiaria que avanza a paso firme. Es la tercera corrida que enfrenta la administración de Sergio Massa desde que asumió la cartera de Economía en agosto del año pasado.

El dólar escaló en todos los segmentos cambiarios alternativos sin ninguna excepción. El tipo de cambio paralelo rompió la barrera de los $810 y llegó al valor nominal más alto de la historia. La brecha con respecto al cambio oficial escaló al 120%, un valor insostenible que involucra una fuerte presión devaluatoria que el Gobierno se niega a convalidar.

Al mismo tiempo, el dólar en el segmento Contado con Liquidación se disparó a valores astronómicos y llegó a cotizar en $833 durante la jornada del viernes, y finalmente se estabilizó en los $817 con la intervención del BCRA. Este segmento se revalorizó hasta un 140% en lo que va del año 2023, en línea con la inflación minorista.

El dólar MEP llegó a venderse por $710, aún cuando el Banco Central continúa desprendiéndose de reservas para tratar de contener su cotización. Acumuló una suba del 1,2% en comparación con el cierre del jueves.

Todo esto ocurre mientras el tipo de cambio oficial mayorista sigue fijado en los $350, y el dólar oficial minorista cotiza en $366,5. Massa prometió mantener estos valores sin ningún cambio hasta el próximo 15 de noviembre, pero la promesa es muy poco creíble y los mercados apuestan por un nuevo fracaso del ministro de Economía.

El índice de Riesgo País sigue aumentando y llegó hasta los 2580 puntos básicos. Y aunque la mayor parte de los bonos soberanos de la región registraron un ligero repunte en el día viernes, Argentina se despegó de la tendencia.

Toda la devaluación del mes de agosto fue completamente consumida por la inflación, y a partir de octubre la apreciación del tipo de cambio presionará fuertemente a la sobrefacturación de importaciones y la subdeclaración de exportaciones.

Massa respondió al caos mediante la prórroga del llamado “dólar soja” hasta el próximo 15 de octubre, esperando poder retener una mayor cantidad de divisas para intervenir las paridades alternativas legales del dólar. Pero ni así logró contener la expectativa devaluatoria en los mercados.

El Gobierno se quedó sin reservas, sin reputación, y sin anclas nominales con la sola excepción del dólar oficial, que constituye una verdadera bomba de tiempo para noviembre y diciembre.

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