Rafael Correa, el exdictador de Ecuador que intentó convertirse en el nuevo Chávez
La corrupción durante la gestión de Correa se estima entre los 30.000 y 70.000 millones de dólares.
La gestión del exdictador socialista Rafael Correa en Ecuador, desde su ascenso al poder en 2007, es conocida como la "Revolución Ciudadana", una serie de reformas que buscaban llevar imponer un dictatorial régimen socialista en el país.
Sin embargo, tras una década de gobierno, solo quedó un legado marcado por el autoritarismo, la corrupción y la destrucción de las bases democráticas del país.
Las prácticas políticas de Correa y las dinámicas de poder de su régimen dejaron claro que su visión de "socialismo del siglo XXI" fue la excusa para consolidar su propio control y enriquecer a su círculo cercano, como ocurre siempre con los políticos de izquierda.
El control mediático y la persecución a la oposición
Desde el comienzo de su mandato, Correa se presentó como un líder popular, promoviendo un discurso en contra de las "élites corruptas" y utilizando su oratoria en las sabatinas – transmisiones semanales en cadena nacional – para cultivar su dictatorial culto a la personalidad.
Estas emisiones no solo servían para exponer sus falsos "logros", sino para atacar y perseguir a la oposición, los medios de comunicación y a cualquier figura que osara cuestionar su régimen.
Este control sobre los medios y el aparato estatal fue uno de los pilares fundamentales de la autodenominada "Revolución Ciudadana", tal como lo documentaron las periodistas ecuatorianas Mónica Almeida y Ana Karina López en su libro "La Revolución Malograda". Según las autoras, la propaganda, la ideologización, el espionaje y la corrupción fueron las principales características del régimen correísta.
Uno de los aspectos más críticos de la presidencia de Correa fue su trato hacia la oposición y la prensa. La persecución de periodistas, el uso de servicios de inteligencia para espiar a opositores y la manipulación judicial para silenciar a quienes no se alineaban con su visión política fueron prácticas habituales.
El caso de las "sabatinas" es un ejemplo claro de cómo Correa utilizó los recursos del Estado para imponer su mentira y ejercer control sobre la información, mientras perseguía a sus críticos y tergiversaba la realidad.
Ideología y manipulación educativa al servicio del poder
La ideología que subyace en la "Revolución Ciudadana" también fue una herramienta para consolidar el poder, no para beneficiar al pueblo ecuatoriano. Correa utilizó el sistema educativo para imponer su visión política, alterando los libros de texto y promoviendo un mensaje de "lucha contra las élites".
A pesar de que su gobierno se presentaba falsamente como un "defensor de los pobres", las políticas implementadas beneficiaron principalmente a los grandes intereses cercanos al régimen. El discurso antioligárquico resultó ser una justificación para la concentración del poder y la manipulación de las instituciones en favor de su grupo político.
La corrupción como motor del régimen correísta
La gran cantidad corrupción, uno de los problemas más graves durante la administración de Correa, es otro tema central en el análisis de su legado. El caso "Sobornos 2012-2016" es una prueba irrefutable de la ilegalidad en la que operaba el régimen.
Funcionarios de alto rango, incluido el propio Correa, fueron parte de una red de sobornos que financió su partido, Alianza PAIS, a costa de los recursos públicos.
La condena de Correa en 2020 por este escándalo, sumada a la inhabilitación de él y su vicepresidente Jorge Glas para ingresar a Estados Unidos debido a su involucramiento en actos de corrupción, pone en evidencia la oscuridad del régimen socialista de Rafael Correa.
El hecho de que Correa haya escapado a Bélgica tras su condena por corrupción y haya obtenido asilo político, evadiendo así la justicia ecuatoriana, refleja el carácter autoritario y corrupto de él y su gobierno.
El exdictador Correa y su entorno se enriquecieron a expensas del pueblo ecuatoriano, dejando un país saqueado, con instituciones debilitadas y una democracia seriamente comprometida.
La "Revolución Ciudadana" no fue más que un proyecto de concentración de poder y enriquecimiento personal, acompañado de reformas socialistas que buscaban destruir al país. Todo esto, a la par de sus métodos autoritarios y las múltiples denuncias de corrupción que caracterizaron su gestión.
Según las autoridades ecuatorianas, la corrupción en la década del Gobierno de Rafael Correa (2007-2017) arroja unas cifras que organismos locales e internacionales estiman entre los 30.000 y 70.000 millones de dólares en perjuicios para el Estado.