Europa
La Unión Europea apuesta por la “solidaridad forzosa”: Demanda un pago de €22.000 por refugiado para países que no reciban
Sin unanimidad y con fuertes rechazos, la Unión Europea quiere que los Estados miembros paguen una cuota forzosa por la cantidad de refugiados que no quieran recibir. Italia, Polonia y Hungría manifestaron su más frontal oposición.

La Comisión de la Unión Europea resolvió una serie de modificaciones sobre el Reglamento de Gestión de Asilo y Migración y el Reglamento de Procedimiento de Asilo, por medio de los cuales pretende una suerte de “solidaridad forzosa” que no solo compromete la seguridad nacional de los países miembros, sino que también implica un gran costo fiscal.
Aquellos países miembros de la UE que decidan no recibir más refugiados por múltiples razones (entre ellas las olas de delincuencia observadas), se verán violentamente penalizados por una cuota de hasta 22.000 euros por cada refugiado rechazado en cuestión.
Los países con importantes problemas de seguridad interna y que deban negarse a seguir recibiendo refugiados, el impacto de las disposiciones de la UE provocará que una gran cantidad de recursos se canalicen a una partida completamente irrelevante para la gente, en lugar de ayudar a ordenar las desequilibradas finanzas públicas en estos países.
En este sentido, la Primer Ministra Giorgia Meloni no ocultó su franca discrepancia con las medidas de la UE, y lo mismo ocurrió con la delegación de Polonia y Hungría, que decidieron votar en contra del proyecto. En la vereda opuesta, el Gobierno socialsita alemán presidido por Olaf Scholz se mostró partidario de distribuir por la fuerza la “solidaridad” entre los distintos países miembros.
Este debate se encuentra totalmente abstraído de la realidad cotidiana para la media de los ciudadanos europeos, ya que el bloque de la zona euro entró oficialmente en recesión a partir del primer trimestre del año, las expectativas inflacionarias alcanzan a duplicar la meta del Banco Central Europeo (BCE) y la inflación efectiva sigue apostada por encima del 6% interanual (muy por encima del promedio histórico desde el año 1998).
Por otra parte, el nivel de actividad para los 27 países que conforman la UE (incluyendo además a los que no adoptan el euro) se encuentra prácticamente estancado desde el tercer trimestre de 2022. Y si este magro resultado no resulta aún peor, se debe a la contribución de economías muy dinámicas como Irlanda, Polonia y Hungría, así como fuertes recuperaciones en Grecia e Italia.
Asimismo, se debe tener en cuenta que Alemania ya entró en recesión tras haber registrado una fuerte caída del 0,3% en el primer trimestre de 2023, y hasta un 0,5% en el cuarto trimestre del año pasado. El pésimo desempeño de la economía alemana impacta negativamente sobre la totalidad del bloque, ya que por sí sola representa casi el 30% del total.
Francia y España se encuentran casi completamente estancados desde el segundo semestre del año 2022, y ninguno de estos países logró retornar a la situación fiscal previa al estallido de la pandemia.
Italia
La Unión Europea rechaza un bloqueo naval para frenar la ola migratoria y Meloni lanza nuevos centros de detención en Italia
La líder de la derecha italiana Giorgia Meloni prometió tomar “medidas extraordinarias” para hacer frente a la afluencia de inmigrantes, mientras la Unión Europea rechaza cerrar sus fronteras.

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, anunció “medidas extraordinarias” después de que Lampedusa, una isla italiana cerca del norte de África, se viera invadida la semana pasada por casi 10.000 inmigrantes ilegales africanos en menos de 72 horas.
El gobierno local inmediatamente declaró el estado de emergencia, dado que la isla ya tenía sobrepoblación con 6.000 habitantes, incluso antes de que llegara esta nueva ola migratoria que triplicó la población en cuestión de días.
A pesar de su promesa de campaña de endurecer las políticas migratorias, Meloni ha estado atada de manos por la Unión Europea, la organización supranacional que no solo se encarga de la moneda y las políticas comerciales de los países miembros, si no que también de su política fronteriza.
De esta manera, Meloni le pidió formalmente a la Unión Europea que realice un bloqueo naval en el Mar Mediterráneo, para frenar de cuajo la ola de inmigrantes. Sin embargo, después de una vista en conjunto de Meloni y la presidente del Consejo Europeo, Ursula Von der Leyen, el gobierno con sede en Bruselas rechazó la petición.
Por ley de la Unión Europea, Italia no tiene permitido deportar a estos inmigrantes, quienes al tocar tierra en Lampedusa son considerados refugiados de guerra y tienen permiso a quedarse en Europa y aplicar para la ciudadanía.
Para descongestionar la isla, Meloni ha estado moviendo a los más de 10.000 inmigrantes en ferry de Lampedusa a Sicilia y otros puertos, para así poder trasladarlos a la Italia continental. Pero la movilización es lenta y no hace nada para resolver el problema subyacente: la Unión Europea obliga a Italia a tener fronteras completamente abiertas.
Esperando que sigan llegando inmigrantes africanos a Italia, el gobierno de Meloni lanzó una serie de medidas extraordinarias, entre ellos la extensión del tiempo en que un inmigrante ilegal puede permanecer detenido en Italia, elevándolo de 12 a 18 meses.
También ordenó la inmediata construcción de nuevos centros de detención para retener a todos los nuevos inmigrantes que van llegando, ya que la falta de capacidad siempre ha sido un problema en Italia y esto ha llevado incluso a que gobiernos anteriores tuvieran que dejar a los inmigrantes libres por falta de espacio.
En junio de este año, Meloni estuvo junto a Von der Leyen y el dictador de Túnez, Kais Saied, en la capital del país africano, donde las tres partes firmaron un acuerdo prometiendo ayuda económica a cambio de ayuda para impedir las salidas.
Si bien esto tuvo efectos inmediatos y en julio y agosto bajó la inmigración, septiembre vio la explosión migratoria más grande en años, y el régimen tunecino parece incapaz de detener a sus propios habitantes de arriesgarse a cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa.
Meloni resucitó los llamados de un bloqueo naval total al norte de África para evitar que los traficantes de personas lancen sus barcos de contrabando al Mediterráneo. La realidad es que los inmigrantes le entregan todos sus ahorros a traficantes para que los suban a sus barcos y luego los arrojen en el medio del Mediterráneo.
Esta peligrosa estrategia es recompensada por diferentes ONGs de rescate que se ubican en la zona, muchas veces en connivencia con los traficantes, para inmediatamente rescatarlos del agua, y valiéndose de los tratados de la Unión Europea, los llevan directamente a la isla más cercana, que suele ser Lampedusa, convirtiéndolos automáticamente en refugiados de guerra.
Esta aceitada máquina ha permitido un masivo éxodo de africanos hacia Europa desde que estalló la Primavera Árabe en 2011, cuando surgió el Estado Islámico (ISIS) y cientos de miles de personas de Libia, Túnez, Egipto, Marruecos y Argelia emprendieron el peligroso viaje a Italia.
En 2015, se calculó que hay por lo menos 1 millón de africanos que llegaron de esta manera viviendo en Italia, con el número estimado en ya 2 millones para 2023. Cabe recordar que antes de la Primavera Árabe se contabilizaba en menos de 200.000, por lo que hubo un crecimiento demográfico africano del 900% en la última década en Italia.
Economía
Fracaso del “Estado de Bienestar” en la Unión Europea: La economía se estancó y la inflación duplica el nivel de antes de la pandemia
El bloque europeo rezagó su tasa de crecimiento desde la crisis internacional de 2008, y jamás logró retornar a la normalidad. El impacto de las políticas fiscales y monetarias durante la pandemia siguen teniendo efecto negativo todavía.

El modelo de “Estado de Bienestar” en las economías que conforman la Unión Europea da indicios de agotamiento. El nivel de vida de la población ya no mejora año tras año, a diferencia de lo que ocurre en otros países desarrollados como Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Canadá.
La actividad económica de la Eurozona a duras penas consiguió un magro crecimiento del 0,1% en el segundo trimestre del año, después de haberse expandido por una cuantía similar en el primer trimestre. La economía alemana ya entró oficialmente en recesión, y otros países como Francia y España experimentan una situación de estancamiento secular notable.
Las previsiones para este año sugieren que la UE en su totalidad solo podrá crecer como mucho hasta un 0,6% con respecto al 2022. En contraste, las estimaciones sugieren un crecimiento del 1,6% para Estados Unidos y Australia, 1,5% para Canadá y Corea del Sur, y un 1,3% para Japón, entre otros ejemplos. La única excepción al estancamiento europeo es Irlanda, que podría llegar a registrar una expansión superior al 5% anual.
Al mismo tiempo en que la actividad deja de crecer, la tasa de inflación dista mucho de volver a ser “normal”. El IPC de la Eurozona marcó una variación interanual del 5,3% en agosto, y las estimaciones de Bloomberg para la totalidad del año sugieren que los precios aumentarán un 5% respecto del año anterior.
La tasa de inflación continúa arrojando valores que fácilmente duplican a los que había antes de la pandemia. El arsenal de estímulos fiscales y monetarios fue efectivo para amortiguar el impacto meramente inicial de la pandemia, pero fueron inútiles a la hora de reactivar el crecimiento de la economía.
El keynesianismo volvió a fracasar. La mayor parte de los cheques otorgados durante la pandemia fueron ahorrados en un primer momento (las personas se dieron cuenta de que era un ingreso meramente transitorio), y de estas forma se mitigó el “estímulo” que se pretendía dar.
Por otra parte, al momento de la reapertura de actividades estos cheques fueron progresivamente desahorrados, y como las políticas monetarias y fiscales continuaron siendo lapsas hasta mediados de 2022, la inflación se abrió camino con facilidad.
El Plan de Crecimiento y Empleo sancionado en el año 2009, junto con el Plan Juncker, el Nuevo Pacto Verde y el programa Europa Próxima Generación, son solo algunos ejemplos de los muchos planes de “estímulo fiscal” que finalmente fracasaron en revertir el estancamiento relativo de Europa frente a otras regiones del mundo.
Las metas fiscales dispuestas en los acuerdos de Maastricht tampoco pudieron ser cumplidas en tiempo y forma por ninguno de los miembros de la UE. Ni siquiera Alemania logró completar estos objetivos de déficit y deuda pública a través del tiempo.
Italia
La llegada de 10.000 inmigrantes africanos a Lampedusa desató la peor crisis migratoria de la historia de Italia
La pequeña isla italiana tenía 6.000 habitantes antes del arribo de una ola de botes con migrates que triplacaron la población de la ciudad en 72 horas, llevando a un desastre humanitario y violencia.

Unos 10.000 inmigrantes africanos llegaron botes a la isla de Lampedusa en un periodo de 72 horas. En su mayoría hombres de edades entre 18 y 25 años, sin discapacidades ni problemas de salud. Estas personas alegan ser refugiados de guerra debido a los numerosos conflictos en el norte de África.
Sin embargo, tras la masiva ola migratoria que se desató entre 2011 y 2017 debido a la Primavera Árabe y el surgimiento del Estado Islámico (ISIS) en la región, la zona ha alcanzado niveles de paz que no se veían en años, por lo que la excusa de la guerra carece de sentido.
Pero la Unión Europea mantiene todavía su política de fronteras abiertas, y obliga a Italia como estado miembro a aceptar en su totalidad a cualquier inmigrante que llegue a sus fronteras aduciendo ser un refugiado de guerra.
La situación ha desatado una crisis humanitaria en la isla, que hasta la semana tenía una población total de 6.000 personas, y ha triplicado su cantidad de habitantes en cuestión de tres días. No hay espacio físico para tantas personas en una formación isleña de tan solo 20,2 km cuadrados de superficie.
Hace ya más de 10 años que Lampedusa se ha convertido en la primera ciudad a la que llegan los inmigrantes del norte de África, al ser el territorio italiano más cercano al continente africano, y ha servido como un centro de acogida para luego ser redirigidos, por obligación de la UE, a la Italia continental.
Sin embargo, las autoridades de la isla han declarado el estado de emergencia y pedido la ayuda del gobierno italiano de Roma ya que no tienen comida, medicina, ni vivienda para albergar a 10.000 de un día para el otro.
“Hoy el Municipio declaró el estado de emergencia. Reclamamos lo que pedimos desde hace meses, que se trate de proteger la isla con naves rada, ayuda y apoyo para una isla que en estos meses sufrió un fuerte estrés”, explicó a los medios el alcalde de la isla, Filippo Mannino.
La primera ministra derechista Giorgia Meloni, que llegó al poder prometiendo como eje de campaña una mejor gestión migratoria y evitar este tipo de olas que destruyen la cohesión social de Italia, se ha visto impedida por las políticas supranacionales de la Unión Europea.
Meloni agarró un país en crisis y el balance fiscal de Italia depende fundamentalmente de los giros de ayuda de la Unión Europea. Por lo que el últimatum de la presidente del Consejo Europeo, Ursula Von der Leyen, que dijo que si Italia cerraba sus fronteras unilateralmente le quitaría toda la ayuda que le corresponde por ser estado miembro, puso un freno a las reformas migratorias que quería impulsar Meloni.
Otros países como Hungría y Polonia, con gobiernos de derecha, se han opuesto desde el principio a las medidas que la Unión Europea, y al día de hoy prácticamente no han recibido fondos de ayuda económica tras la pandemia, e incluso han sido multados gravemente por Bruselas. Pero para Orbán y Morawiecki es más importante controlar las fronteras que recibir ayuda económica de la Unión Europea.
En este sentido, la primera ministra Meloni, hizo un llamamiento este viernes a los países de la Unión Europea para crear una “misión naval europea” con el objetivo de bloquear el Mar Mediterráneo, atajar la crisis migratoria y evitar que esto vuelva a ocurrir.
Lamentablemente, no hay una vía legal para Italia para deportar a los 10.000 inmigrantes que acaban de llegar a Lampedusa. De todos modos, la población de la isla y la población de derecha en todo Italia le exige a Meloni que realice las deportaciones a pesar de cualquier multa que esto pueda convenir.
Meloni también ha invitado a Ursula Von der Leyen, a visitar la isla de Lampedusa, para que vea en primera persona las consecuencias de sus políticas. “He escrito a la presidenta de la Comisión Europea para pedirle que venga conmigo a Lampedusa para que comprenda personalmente la gravedad de la situación a la que nos enfrentamos y acelerar inmediatamente la aplicación del acuerdo con Túnez mediante la transferencia de los recursos acordados“, destacó.
En este sentido, Meloni ha asegurado que “la presión migratoria que Italia experimenta desde principios de este año es insostenible“, una situación que se ha dado debido a la “creciente inestabilidad” en el Sahel y a “los problemas que ya padecían los países africanos“.

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