Efectos de una guerra nuclear: desde inviernos nucleares hasta lluvias radioactivas
Una guerra nuclear masiva significaría el fin de la civilización y una alta probabilidad de extinción de la humanidad.
En un contexto de crecientes tensiones en Europa, la posibilidad de una tercera guerra mundial, aunque aún es poco probable, está cada vez más presente en la sociedad.
En caso de que ocurriera, y se utilizara el arsenal nuclear de las potencias mundiales, hay una serie de posibles escenarios ambientales y humanitarios que reflejan el grave impacto que tendría en todo el planeta.
En el caso de una guerra nuclear masiva que afecte casi todas las regiones del planeta, el escenario más probable (según la estrategia de las armas nucleares) sería el de una posible extinción masiva de la humanidad.
En un escenario hipotético con menor devastación, se podrían observar efectos globales como contaminación radiactiva y cambios climáticos extremos, aunque sin llegar a la aniquilación total.
La ubicación geográfica, así como la cantidad y potencia de las armas nucleares utilizadas, influirían en la intensidad y duración de los efectos globales de una guerra nuclear, por lo tanto, cualquier posible conflicto regional tendría relevancia mundial.
Efectos ambientales
Gracias a los cálculos realizados por Carl Sagan y otros científicos posteriores, es posible prever los efectos ambientales de un conflicto nuclear global, incluso de uno regional.
Según los cálculos, en un enfrentamiento nuclear entre las superpotencias nucleares, como Estados Unidos y Rusia, podrían detonar entre 5.000 y 10.000 megatones de energía explosiva.
Si la fuerza total llegara a los 10.000 megatones, la temperatura descendería inmediatamente tras la explosión, y la oscuridad sería casi total entre las latitudes de 30° y 60° al norte.
Las cenizas, el humo y otras partículas generadas por los incendios y detonaciones ascenderían a la estratosfera, oscureciendo la luz solar durante semanas o meses, lo que resultaría en una disminución de varios grados en la temperatura global.
La radiación solar se reduciría al 1% de su nivel habitual durante aproximadamente un mes, y solo se recuperaría al 50% después de ocho meses. Este tipo de guerra nuclear podría generar una catástrofe colosal, especialmente entre países con un gran arsenal nuclear, creando una enorme nube de polvo radiactivo que cubriría vastas áreas de la Tierra.
Invierno nuclear
El invierno nuclear resultante sería comparable a una glaciación repentina, con efectos catastróficos para todos los seres vivos. La temperatura global caería drásticamente en pocos días, desde 10°C en el peor de los casos hasta -50°C en el escenario más severo.
La fotosíntesis cesaría y casi toda la vegetación moriría en poco tiempo, lo que afectaría rápidamente a los animales herbívoros. En cuestión de semanas, los alimentos escasearían para la mayoría de las formas de vida. Este fenómeno sería similar al proceso que causó la extinción de los dinosaurios.
Radiación ultravioleta
Los óxidos de nitrógeno liberados a la atmósfera por las explosiones destruirían hasta el 50% de la capa de ozono, la cual no se recuperaría hasta mucho después de que la atmósfera se volviera transparente. Mientras tanto, la radiación ultravioleta del sol mataría a los pocos sobrevivientes que quedaran tras el oscurecimiento nuclear.
Aunque la vida marina no se vería afectada directamente por la falta de luz y el invierno nuclear, el aumento de la radiación ultravioleta destruiría el fitoplancton y alteraría la cadena alimenticia marina, lo que provocaría una mortandad masiva en pocos meses.
Las marcadas diferencias de temperatura entre los continentes y los océanos generarían un caos climático sin precedentes, lo que dificultaría enormemente la vida en las zonas costeras.
Lluvia radioactiva
En las primeras 48 horas después del estallido nuclear, comenzaría la lluvia radiactiva, que acabaría con aproximadamente el 50% de los adultos sanos. Hasta un 30% de las tierras del hemisferio norte recibirían más de 500 rems, lo que implicaría niveles peligrosos de envenenamiento radiactivo.
La radiación promedio de fondo en todo el planeta superaría los 100 rems, y en el hemisferio norte sería superior a 200 rems. Como resultado, sería muy improbable que quedara alguna vida humana en el hemisferio norte, y en el hemisferio sur, los pocos sobrevivientes también enfrentarían condiciones extremadamente duras.
Una guerra nuclear a gran escala significaría, literalmente, el fin de la civilización, con una alta probabilidad de la extinción de la humanidad y de muchas otras formas de vida en el planeta.
Catástrofe humanitaria
Un conflicto nuclear masivo no solo implicaría el colapso de la civilización, sino la aniquilación de la mayoría de la población humana. La cantidad de muertes por un ataque nuclear masivo dependería de la densidad poblacional de las zonas urbanas. Si tan solo las principales ciudades del hemisferio norte fueran atacadas, se podrían prever al menos 1.100 millones de muertos inmediatos.
La mitad de la población mundial podría morir en pocos días debido a la devastación causada por las explosiones. Con tal nivel de destrucción, no existiría ningún plan de rescate capaz de atender a la innumerable cantidad de heridos y enfermos. Además, la infraestructura prácticamente desaparecería, dejando a los sobrevivientes en medio del caos y el abandono.
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