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Luis Camacho: el hombre que provocó la salida del dictador Evo Morales y ahora va por la presidencia

El dirigente cívico y candidato a Presidente fue la principal figura en la expulsión del dictador Evo Morales en 2019 tras su masivo fraude electoral. Con la baja de la candidatura de Añez, recuperó su protagonismo y se perfila como el principal candidato de derecha en Bolivia.

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Luis Fernando Camacho es un nombre profundamente ligado a la finalización y expulsión de la tiranía socialista de Evo Morales en Bolivia. El empresario oriundo del departamento de Santa Cruz, el más rico de Bolivia, salió a la palestra pública nacional durante su gestión en el Comité Pro Santa Cruz posterior al escandaloso fraude electoral propiciado por el MAS. 

Durante su breve gestión de 9 meses en el Comité Cívico siempre tuvo una postura radical y contestataria a las determinaciones del gobierno de Morales, actitudes que posteriormente lo colocaron como una nueva alternativa de derecha en la oposición que estaba dominada por el socialdemócrata Carlos Mesa. 
Iniciando su gestión cívica se envolvió en la defensa absoluta de las tierras del este del departamento de Santa Cruz, donde Evo Morales trató de acarrear personas del occidente del país para mover la balanza electoral en su favor. Esto era completamente ilegal, puesto que la ley establece que el derecho de la tierra es preferente para los habitantes del lugar, pero el MAS lo llevó a cabo de misma manera y sin la iniciativa de Camacho no podría haberse frenado.
Durante su visita a la zona, se organizaron bloqueos en las carreteras que culminaron con el retroceso del Gobierno nacional en sus intenciones de trasladar votantes a las zona más opositora a su régimen.
Posteriormente, ante la habilitación de Evo Morales como candidato para las elecciones de 2019 de forma arbitraria, Camacho convocó a un paro cívico de 24 horas para el 9 de julio, bajo la exigencia de respeto al referendo del 21 de febrero de 2016 y la renuncia de todos los vocales del Tribunal Supremo Electoral. La medida fue acatada de forma contundente por todos los santacruceños y culminó con una convocatoria al Paro Nacional del 21 de agosto.
Inicio del paro cívico departamental del 9 de julio.

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Tras haber consolidado un importante apoyo regional, y con una profunda consternación en la ciudadanía por los incendios forestales en la Chiquitanía, ocasionados por las comunidades acarreadas por el MAS, Camacho finalmente suspendió la medida del paro en Santa Cruz y en la Asamblea de la Cruceñidad, el organismo deliberante del Comité Cívico, propuso llamar a un Cabildo para el 4 de octubre en defensa de la tierra y del voto, una verdadera medida revolucionaria.

Llegado el día, el Cabildo en Santa Cruz contó con la asistencia de más de un millón y medio de personas (aprox. 50% de la población del departamento) en donde los asistentes determinaron el desconocimiento a una victoria de Morales en las elecciones del 20 de octubre, expulsión de los acarreados en la Chiquitanía, encaminar el país hacia un federalismo, entre otras decisiones.
Al día de las elecciones, tras la paralización del sistema de conteo que daba ventaja a Carlos Mesa, Camacho convocó a la población a un paro general indefinido contra el evidente fraude, y dio un discurso de convocatoria con un fuerte mensaje anti-comunista.

“Bolivia no solamente va a acabar con la tiranía en el país, Bolivia va a ser el mensajero para todo el mundo de que el comunismo no va más”.

Mientras el paro se desarrollaba y se replicaba en otras regiones del país, como en Beni, donde se derribó una estatua de Hugo Chávez, Camacho, el 2 de noviembre, ante la evidencia del masivo fraude que había realizado el Gobierno, decidió dar una estocada final y dijo públicamente que Evo Morales tenía 48 horas para renunciar a su cargo, caso contrario radicalizarían las medidas del paro en toda Bolivia.

Pasadas las 48 horas, el 4 de noviembre, ante un multitudinario Cabildo en Santa Cruz, Camacho anunció que llevaría personalmente a La Paz la carta de renuncia de Morales para que la firme. 

Camacho anunciando las nuevas medidas, entre ellas, la entrega de la carta de renuncia.

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Luego de varios intentos fallidos de llegar a La Paz, y con un motín policial desarrollándose, el 10 de noviembre ingresó al Palacio de Gobierno y dejó la carta de renuncia junto a una biblia en una oficina presidencial que ya estaba vacía. Minutos más tarde, Morales anunció su renuncia a la presidencia y huyó hacia México.

Habiendo renunciado Morales, el vicepresidente García Linera, y los presidentes de ambas cámaras del Parlamento, asumió la presidencia la senadora Jeanine Añez, de la oposición, siguiente en la línea constitucional ya que tenía el cargo de Vicepresidente del Senado.

La organización del Gobierno transitorio acogió sugerencias de nombres para el gabinete ministerial. Fernando Camacho, en su posición de líder consagrado, propuso a personas para los distintos Ministerios, entre los que destacan la canciller Karen Longaric, la ex ministra de Comunicación Roxana Lizárraga y el ministro de Defensa Fernando López. 

Estas tres personas fueron claves para pacificar al país de la convulsión que ocasionaron los masistas, para romper los vínculos diplomáticos con los regímenes socialistas del mundo, para expulsar a los falsos médicos cubanos y para develar las excentricidades en las que vivía la cúpula socialista de Morales.

Jeanine Añez cuando asumió la presidencia, junto a los líderes cívicos, entre ellos, Fernando Camacho con una biblia (a su derecha) y Marco Pumari con un abandera de Bolivia(a su izquierda).

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Una vez pacificado el país, Jeanine Añez cumplió su promesa y llamó a elecciones. Contando con una notable aceptación en toda Bolivia y con Añez asegurando que no se metería en el proceso electoral como candidata, Luis Fernando Camacho decide presentarse como candidato para Presidente. Tras varios sucesos, se confirmó que iría en fórmula con el otro líder cívico de Potosí, Marco Pumari en una alianza política que denominaron “CREEMOS“.

De esta forma, el llamado “Bolsonaro boliviano”, por su impronta cristiana, su cercanía a las derechas populares del mundo y su defensa de la libertad, se mostró como la principal opción de la derecha para llegar al Gobierno, desplazando la dicotomía izquierda/extrema izquierda de las últimas elecciones entre Carlos Mesa y Evo Morales.

Durante su periodo como candidato previo a la llegada de la pandemia, se mostró entre el segundo y tercer puesto en las encuestas de intención de voto, a veces por arriba de Mesa y otras veces por debajo, pero siempre mostrando un importante caudal de votos. Pero todo terminó cuando la presidente Jeanine Añez, yendo en contra de su promesa, decidió postularse como candidata.

Rápidamente Camacho quedó desplazado abajo de Añez, quien subió al primer puesto y se presentó como una candidata que reunía tanto el voto de centro como el de derecha, lo cual llevó al líder cívico a tener que radicalizar más su discurso y salir en busca de votos que normalmente no pretendería tener.

Descolocado, se peleó con su candidato a vice Pumarí, no pudo consolidar un plan económico de libre mercado por miedo a perder estos votos ante Añez, y se desplomó en las encuestas.

Gigantografía de Camacho echando a patadas a Evo Morales del país.

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Llegada la pandemia y las medidas de cuarentena nacional, Camacho formó brigadas de apoyo para las personas de recursos limitados, con las cuales distribuía en varias regiones alimentos, artículos de bioseguridad y medicinas, debido a que gran parte de la población es de ingresos bajos y con fuentes laborales informales, que se vio terriblemente afectada por la cuarentena que impuso la presidente Añez.

Estas acciones recordaron a muchos a lo realizado por Guillermo Lasso en la ciudad de Guayaquil, Ecuador, que también lo catapultó a una candidatura a la presidencia.

Camacho fue muy crítico con las políticas sociales del gobierno de Jeanine Añez, particularmente con los bonos financiados por la deuda y con los enormes escándalos de corrupción en la compra de respiradores y elementos de bioseguridad con sobreprecios.

También lo fue con el Movimiento al Socialismo y su líder Evo Morales, quien desde Buenos Aires instruyó a sus militantes que bloquearan el transporte de oxígeno para los enfermos de COVID-19. 

Añez, como candidata, no se animó a usar la fuerza del Estado para romper estos bloqueos por miedo a perder imagen positiva de algunos grupos de centro-izquierda que estaban dudando todavía entre votarlo a Mesa o a ella. Camacho, en su costumbre de líder cívico, anunció que él iba a desbloquear las rutas nacionales junto a sus brigadas solidarias si el Gobierno no actuaba. Finalmente, Añez dio la orden para hacer el desbloqueo, pero ya era muy tarde.

La población vio con malos ojos esta demostración de debilidad y, tras algunas encuestas que la dieron con una bajísima intención de voto, Añez decidió renunciar a la candidatura. Así, Camacho, que se había preparado para enfrentarse tanto a la izquierda como a la centro-derecha, quedó de un día para el otro de vuelta en la posición solitaria de tener que representar a todo el espectro conservador del país.

Tras la finalización de los bloqueos, y el reinicio de las actividades electorales, Camacho re-inició su campaña en Santa Cruz con una enorme caravana de vehículos en respaldo a su candidatura presidencial. Luego, llevó estas caravanas a otras regiones donde supuestamente no tiene apoyo del electorado, lo cual quedó refutado ante las enormes multitudes que reunió.

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El plan de gobierno de Camacho, a tan solo dos semanas de la elección, radica en acabar con las leyes socialistas legisladas por el MAS en su periodo de Gobierno. A diferencia de los otros candidatos, propone que el camino para superar la crisis económica no sea el endeudamiento como quieren Luis Arce (MAS) y Carlos Mesa (CC), sino que estimular la inversión bajando impuestos y aumentar la producción con el sector privado como el protagonista.

El notable liderazgo que construyó le puede dar la clave de la gobernabilidad en el país. Las últimas encuestas muestran que la elección no sería definida el 18 de octubre, si no que se irá a balotaje entre los 2 primeros candidatos, en una segunda vuelta que se realizará el 29 de noviembre.

El principal desafío que tiene Camacho ahora es salir segundo, vencer al socialdemócrata Carlos Mesa, e ir a un mano a mano contra Luis Arce. De esta manera, por descarte, lograría el apoyo de millones de bolivianos que entienden que el MAS es un partido propio de un régimen autoritario. 

En el caso de que no sea electo, y que Carlos Mesa vaya al balotaje, como ocurrió en 2019, los parlamentarios que obtenga su partido serán los encargados de impedir una inminente alianza entre el MAS y el CC, ambos frentes con tendencia de izquierda.

Con la trayectoria anticomunista de las protestas, el apoyo general del electorado en las actividades y las propuestas liberales pro mercado que ha empezado a impulsar en el tramo final de la campaña, podría ser quien dé una sorpresa a los votantes en la elección y termine completando el giro de Bolivia hacia la derecha.

Caravanas de Camacho en todo el país, ante enormes multitudes.
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Bolivia

Crisis en Bolivia: El Banco Central informó las reservas más baja de la historia y el Riesgo País se disparó a los 2.140 puntos

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La prima de riesgo no deja de aumentar y ya supera a la de Argentina y Ecuador, en temor a una inminente devaluación del tipo de cambio que podría revaluar el costo de las deudas en dólares. Solo quedan US$ 2.147 millones en reservas netas en la autoridad monetaria boliviana, y el Gobierno socialista podría apostar por un cepo cambiario.

La crisis de divisas se hace cada vez más aguda en Bolivia, a medida que el Gobierno no toma medidas de corrección fiscal y el tipo de cambio fijo se hace imposible de mantener. El Banco Central de Bolivia (BCB) informó que el saldo de reservas netas correspondiente al mes de agosto fue de tan solo US$ 2.147 millones, la cifra más baja por lo menos en el último medio siglo.

La autoridad monetaria no tiene forma de mantener el tipo de cambio nominal sin alteración, a menos que el Gobierno socialista presidido por Luis Arce decida recurrir a un cepo cambiario similar al que aplica Argentina, pero esta maniobra pondría fin al régimen implementado en 2008.

De este cómputo informado, un total de US$ 1.629 millones se corresponden con las tenencias de oro, existe una posición de US$ 45 millones en Derechos Especiales de Giro (DEGs), y finalmente la tenencia estrictamente nominada en divisas (principalmente dólares) sólo alcanza los US$ 437,9 millones al cierre de agosto. Se estima que estas cifras no hicieron más que disminuir hasta el día de hoy.

Estas escalofriantes cifras precipitaron una disparada suba del Riesgo País, que alcanzó y superó los 2.140 puntos básicos según la medición de la firma JP Morgan. Es la segunda prima de riesgo más alta de la región latinoamérica, únicamente por detrás de los 18.000 puntos básicos que registra la dictadura chavista de Nicolás Maduro.

De hecho, la prima de riesgo de Bolivia ya supera a Ecuador (2.000 puntos) y a la Argentina (1.890 puntos), dos países que históricamente secundaron a Venezuela en los últimos años. También se encuentra muy por encima del riesgo de El Salvador, que se desplomó a sólo 700 puntos básicos tras la revaluación de reservas por la suba del Bitcoin y la consolidación de las finanzas públicas.

La tasa de Riesgo País tiene dos componentes principales, el más conocido es el riesgo por un incumplimiento (default), pero también existe el riesgo de devaluación que implica la revaluación automática de todas las obligaciones nominadas en divisas (tanto para el Estado como para el sector privado).

Este último componente es el que está detrás del aumento del riesgo crediticio de Bolivia, ya que el régimen cambiario parece a todas luces insostenible. La introducción de un cepo cambiario sólo afianzaría todavía más el aumento del riesgo, debido a que el Gobierno podría intervenir deliberadamente el giro de divisas para pagos al exterior (como ocurrió en la Argentina en los últimos 4 años).

Asimismo, el cepo cambiario podría abortar completamente el tenue crecimiento que todavía mantenía la economía boliviana, pese a ser el más acotado de los últimos 22 años. Por la vía de la devaluación (una posibilidad cada vez más cercana), el cambio de precios relativos podría volver a inclinar la balanza comercial hacia el superávit y la acumulación de divisas, pero el shock sobre la demanda interna podría provocar una recesión. 

En cualquier caso, el “milagro boliviano” de los últimos 20 años parece próximo a llegar a su fin. El socialismo del siglo XXI destruyó los cimientos fundamentales que habían dejado las reservas pro-mercado efectuadas entre la década de 1980 y 1990. La implosión del socialismo ante la lucha de poder entre Arce y Morales tampoco ayuda a alinear las expectativas con vista al futuro.

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Bolivia

Bolivia al borde del estallido: El Riesgo País se disparó por encima de los 2.000 puntos y se registra el crecimiento más bajo en 22 años

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La prima de riesgo en la economía boliviana no deja de crecer ante las expectativas de devaluación y el abultado déficit fiscal. La actividad económica comenzó a resentirse en la segunda mitad del año, y el 2023 podría finalizar con la expansión más baja observada desde 2001.

La implosión del Gobierno socialista de Luis Arce, como parte de una lucha interna con el exdictador Evo Morales, desencadenó una oleada de expectativas negativas que ya comienzan a repercutir en los mercados financieros.

La prima de Riesgo País elaborada por JP Morgan Stanley escaló por encima de los 2.000 puntos básicos, oficialmente la segunda tasa de riesgo más elevada de América Latina sólo por detrás de Venezuela. Bolivia superó a Ecuador y a Argentina en riesgo crediticio, un indicador que mide la diferencia con respecto al bono soberano del Tesoro estadounidense.

Para entender el por qué de esta situación es necesario considerar que el Riesgo País se compone de dos grandes pilares: el riesgo asociado a la devaluación de la moneda local, que llevaría a la revaluación automática de todas las deudas nominadas en dólares, y el riesgo que se explica por la posibilidad de default de la deuda. Desde ambas perspectivas, la situación del país andino es crítica.

El sistema cambiario de Bolivia es insostenible a través del tiempo: el Banco Central perdió la mayor parte de sus reservas (con la excepción de la posición de oro), y la balanza energética del país, principal componente de la balanza comercial boliviana, se torna cada vez menos favorable por la histórica reducción en la producción de gas estatal.

El tipo de cambio nominal lleva fijado (sin mayores alteraciones) desde el año 2008. El sistema permitió anclar la demanda de pesos a pesar de la emisión sin respaldo para financiar al fisco, pero solo a costa de dilapidar completamente las reservas internacionales durante años. Sin reservas, no hay posibilidad de sostener indefinidamente el tipo de cambio.

Por otra parte, el Gobierno socialista de Luis Arce no logró llevar a cabo los ajustes fiscales necesarios como para mitigar el riesgo de un incumplimiento crediticio. El déficit primario de Bolivia supera el 3,6% del PBI según las estadísticas del FMI, y el rojo financiero supera el 5,1% del producto.

El Gobierno trata de tapar la brecha fiscal por la vía del endeudamiento externo e interno, pero el stock de deuda pública total ya supera el 80% del PBI, y no parece sostenible si la prima de riesgo (que denota la confianza de los inversores) es la segunda más alta de la región.

Arce prometió una reforma tributaria para el 2024 con la mira puesta en trasladar el ajuste al sector privado, pero los mercados descreen de la magnitud en la corrección fiscal que pueda llegar a ser explicada por esta reforma.

Por otra parte, los bonos bolivianos sufren una volatilidad adicional asociada al riesgo político por la implosión del socialismo y el enfrentamiento de Arce y Morales por el poder en 2025. Desde el punto de vista de los inversores, el riesgo por suscribir títulos soberanos de Bolivia es cada vez mayor ante el posible regreso de una versión radicalizada de Evo Morales al poder.

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Bolivia

El eje del mal: Bolivia rompe relaciones diplomáticas con Israel, Colombia y Chile retiran sus embajadores y Argentina presenta repudio

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El gobierno del socialista Luis Arce decidió romper relaciones diplomáticas con el Estado de Israel, y el presidente del MAS pidió incluso “declarar a Israel como un Estado terrorista”.

En medio de la ofensiva terrestre israelí sobre la Franja de Gaza en respuesta al ataque terrorista de Hamas del pasado 7 de octubre, Bolivia decidió romper relaciones con Israel, mientras que Colombia y Chile llamaron a consultas a sus respectivos embajadores, y la Argentina presentó un repudio formal contra el Estado judío.

En primer lugar, Bolivia anunció la ruptura total de relaciones diplomáticas con Israel este martes, producto de la “agresiva y desproporcionada ofensiva militar” contra la Franja de Gaza, la cual considera una amenaza de la paz y la seguridad internacionales.

En un comunicado oficial, el vicecanciller boliviano, Freddy Mamani Machaca, indicó que su Gobierno “ha tomado la determinación de romper relaciones diplomáticas con el Estado de Israel en repudio y condena a la agresiva y desproporcionada ofensiva militar israelí que se realiza en la Franja de Gaza”.

Vamos a comunicar de manera oficial por los canales diplomáticos establecidos entre ambos países precisamente esta comunicación consecuente con los principios y propósitos de la carta de Naciones Unidas”, anunció el vicecanciller en conferencia de prensa.

Asimismo, Bolivia ha exigido “el cese de los ataques contra el pueblo palestino” y rechaza el “hostil” trato de Israel hacia las organizaciones internacionales encargadas de distribuir ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, señaló el vicecanciller.

Por su parte, María Nela Prada, ministra de la Presidencia y canciller interina, convocó a los “países hermanos” de Bolivia a “producir una acción colectiva” para lograr la pacificación en la región y “evitar un genocidio”. Esto, debido a los “crímenes de les humanidad contra el pueblo palestino” de los que acusa a Israel.

Un día antes, el presidente de Bolivia, Luis Arce, había pedido al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que evite un “genocidio del pueblo palestino y allane una solución definitiva para que Palestina ejerza su derecho a la autodeterminación, a su territorio sin ocupaciones ilegales y consolide su propio Estado libre e independiente”.

En este sentido, el ministro de Relaciones Exteriores brasileño, Mauro Vieira, que actualmente preside el órgano, se mostró muy crítico con la actuación del Consejo de Seguridad: “Desde el 7 de octubre nos hemos reunido varias veces y hemos votado cuatro resoluciones. Sin embargo, seguimos estancados, debido a desacuerdos internos, sobre todo entre los miembros permanentes”, afirmó el canciller de Brasil; y agregó que “Todo el mundo está viendo nuestra incapacidad para unirnos y responder a una crisis que nos desafía”.

Las autoridades bolivianas anunciaron la ruptura con Israel tras una reunión entre el presidente Luis Arce y el embajador palestino en Bolivia, Mahmoud Elalwani. El mandatario boliviano “rechazó los crímenes de guerra que se cometen en Gaza” y contó que le expresó su solidaridad al embajador y a todo el pueblo boliviano.

Por su parte, Hamas festejó en un comunicado el martes el anuncio de Bolivia expresando su “gran estima” por la decisión que tomó frente al gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, e instó “a los países árabes que han normalizado sus relaciones” con Israel a hacer lo mismo.

Tras el anuncio de Bolivia, Chile y Colombia tomaron cartas en el asunto y llamaron a consultas a sus embajadores en Israel como muestra de rechazo a la ofensiva terrestre israelí, la cual es producto del ataque terrorista que Hamas lanzó el pasado 7 de octubre, y que acabó con la muertes de más de 1.400 personas en Israel, y dio pie al secuestro de, por lo menos, otras 230.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, informó a través de su cuenta de X que llamó a su embajadora a consultas alegando que, “Si Israel no detiene la masacre del pueblo palestino, no podemos estar allá”. La llamada a consultas, dentro del ámbito diplomático, representa una señal de protesta más dura que una simple declaración oficial.

Por su parte, Gabriel Boric, presidente de Chile, escribió en su cuenta de X que, “Ante las inaceptables violaciones del Derecho Internacional Humanitario en que ha incurrido Israel en la franja de Gaza, como Gobierno de Chile hemos resuelto llamar en consultas a Santiago al embajador de Chile en Israel, Jorge Carvajal”.

El presidente chileno agregó que “Chile condena enérgicamente y observa con gran preocupación que dichas operaciones militares -que a estas alturas de su desarrollo comportan un castigo colectivo a la población civil palestina en Gaza- no respetan normas fundamentales del Derecho Internacional, como lo demuestran las más de ocho mil víctimas civiles, en su mayoría mujeres y niños”.

Cabe recordar que Bolivia expulsó al embajador israelí en 2009 durante la presidencia de Evo Morales con motivos de otro conflicto entre Israel y Hamas; y que las relaciones fueron recién restablecidas durante el gobierno de Jeanine Áñez entre 2019 y 2020.

En este sentido, el expresidente Evo Morales ha pedido a Luis Arce una condena más firme contra Israel. Sin embargo, tras la decisión del gobierno actual, Morales sentenció que la ruptura de relaciones “no es suficiente”. Bolivia “Debe declarar al estado de Israel como un estado terrorista”, escribió en su cuenta de X.

Por su parte, la Cancillería de Argentina se sumó a la posición de Boric y Petro, y a través de un comunicado firmado por el gobierno de Alberto Fernández y Sergio Massa, condenaron la respuesta israelí al ataque terrorista de Hamás.

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