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Brasil

Biden manda a Jake Sullivan a Brasil para presionar a Bolsonaro y asegurarse que asuma Lula en enero

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El Jefe del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca viajó a Brasil este lunes en un intento por ordenar una transición pacífica entre Bolsonaro y Lula, una intromisión sin precedentes en la democracia brasileña.

Mientras el presidente Jair Bolsonaro mantiene silencio de radio sobre sus planes acerca de aceptar o no el resultado de la elección, en Washington D.C. crecen los nervios por la decisión que finalmente tomará el mandatario de derecha brasileño.

Es por esto que el lunes, en un viaje sorpresivo, Biden envió a Brasil a su asesor más importante y Jefe del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Jake Sullivan, para que se reúna con Bolsonaro y con Lula y asegura una “transición pacífica”.

Se desconoce por el momento si se reunió efectivamente con Bolsonaro o representantes de su gobierno, pero las redes sociales de Lula se llenaron de imágenes del encuentro con Sullivan. “Hoy recibí del asesor de seguridad estadounidense, Jake Sullivan, una invitación del presidente Joe Biden para visitarlo en la Casa Blanca”, expresó el líder del Foro de Sao Paulo en su perfil oficial de Twitter, agregando que le “emociona” la futura cita.

Lula aseguró que pretende viajar a Estados Unidos en diciembre, antes de asumir como jefe de Estado de Brasil el 1ro de enero próximo, pero que “la situación interna” no se lo permitiría.

El ex ministro de Relaciones Exteriores Celso Amorim, uno de los más importantes asesores de Lula en la reciente campaña, aseguró que el candidato izquierdista está “preocupado” por la democracia brasileña. “Lula hizo una comparación, no sé si las palabras eran exactamente esas, entre el trumpismo y el bolsonarismo, y la necesidad de fortalecer la democracia”, manifestó Amorim, añadiendo que Sullivan, por su parte, resaltó durante el encuentro la importancia de respetar el resultado de las elecciones en el país.

Es una situación sin precedentes que un mandatario de tan alto nivel de la Casa Blanca viaje a un país para presionar una decisión política, al menos de manera tan abierta. Meses antes de las elecciones, el conductor de Fox News, Tucker Carlson, reveló que Biden había enviado al Director de la CIA, William Burns, para que se reuniera a solas con Bolsonaro.

Según el periodista del medio conservador, Burns le avisó a Bolsonaro que si no aceptaba el resultado de las elecciones, le impondrían “más sanciones que a Rusia y a Irán combinados“, una amenaza extraña dado que faltaban meses para que se llevaran a cabo los comicios.

Jake Sullivan intercambia regalos con Lula.

Según publicaron en la página oficial de la Casa Blanca, Sullivan viajó a Brasil con la intención de reunirse con Jair Bolsonaro, probablemente para otra “apretada” como la que le dio Burns en mayo. Sin embargo, según trascendió, el mandatario prefirió ser representado por su secretario de Asuntos Estratégicos, el almirante Flavio Rocha.

Además, lejos de recibirlos en el Palacio Presidencial, Rocha se reunió con Sullivan y el resto de los miembros de la delegación estadounidense en la embajada de Estados Unidos en Brasilia.

Fuentes con conocimiento de la reunión le informaron a La Derecha Diario que la reunión fue de corta duración y el secretario de Bolsonaro evitó hablar de temas relacionados con las elecciones, lo cual dejó “muy frustrado” al alfil de Biden.

A más de un mes de las elecciones, todo indica que Lula asumirá en enero, pero Bolsonaro todavía no ha concedido la derrota, mientras las denuncias de fraude se siguen acumulando. Según el Tribunal Superior Electoral (TSE), el izquierdista Lula da Silva venció al presidente Jair Bolsonaro durante la segunda vuelta de las elecciones del 30 de octubre con el 50,8% de los votos.

Pero la diferencia fue mucho menor a la pensada, y la ínfima diferencia abrió la puerta a que las irregularidades registradas en la votación pudieran haber determinado el resultado. Según distintos grupos de investigación, tanto públicos como privados, se detectaron múltiples anomalías en los resultados.

La investigación “Brazil Was Stolen“ demostró que las máquinas de modelos compradas durante los gobiernos del PT, que no son auditables por el Ministerio de Defensa, registraron valores imposibles de votos, como urnas con 0 votos para Bolsonaro, o diferencias entre resultados imposibles de explicar en poblaciones homogéneas.

Una subsecuente investigación de las Fuerzas Armadas y del grupo independiente Instituto Voto Legal (IVL) comprobaron estas irregularidades, y aseguraron que hubo severas vulnerabilidades en las elecciones de octubre en los modelos de las máquinas electrónicas que fueron compradas previo a la gestión de Bolsonaro.

Se espera que el 12 de diciembre oficialmente el TSE certifique la victoria de Lula, por lo que si Bolsonaro tiene pensado conceder la elección, deberá hacerlo antes de esa fecha.

Brasil

Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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Brasil

Reforma agraria en Brasil: Lula lanza un grotesco programa socialista para colectivizar la producción del campo

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El Gobierno expropiará y repartirá discrecionalmente un total de 295.000 hectáreas de tierras públicas y privadas a indígenas y desempleados. El Estado se adueñará de una parte de todo lo que se produzca en las nuevas tierras reasignadas.

Con la asunción del socialismo en Brasil en enero del año pasado, se produjo un cambio radical en la política agraria del país. Se le puso fin a la concesión flexible de derechos de propiedad que emprendía la gestión Bolsonaro, y en su lugar, la administración de Lula da Silva lanzó una nueva reforma agraria a-la-China por decreto y sin pasar por el Congreso.

La reforma comprende el reparto de hasta 295.000 hectáreas de manera completamente discrecional, es decir, serán asignadas a dedo por Lula dependiendo de algún criterio arbitrario por parte de las autoridades competentes.

Las tierras se repartirán a indígenas y personas desempleadas. Con esta maniobra, el PT busca engrosar su influencia sobre los estratos más débiles de la población rural, que ahora podrían verse sometidos a una relación clientelista con el Gobierno.

El reparto afectará tanto a tierras de propiedad estatal como tierras privadas, que serán deliberadamente expropiadas en caso de que se determine el “abandono” por parte de sus propietarios, la misma excusa que utilizó el dictador chino Mao Tse Tung durante las reformas agrarias en China en la década del ’50.

A la par de estos movimientos, el Gobierno también lanzará un esquema de créditos subsidiados (y artificialmente baratos) para financiar la adquisición de maquinaria y semillas, con el fin de abastecer la eventual producción agrícola en las nuevas tierras reasignadas. 

La mayor parte de la agricultura prevista para estos campos será meramente familiar y de subsistencia, sin mayores dotes de productividad y sin la posibilidad de generar exportaciones o divisas al país.

Esto es evidencia de la pésima asignación de recursos implícita en la reforma agraria del socialismo. Se retienen recursos valiosos que podrían haberse utilizado en otras áreas de la economía para producir más eficientemente, creando puestos de trabajo mejor remunerados.

Pero pese a todo esto, la reforma agraria de Lula establece que el Estado podrá apropiarse de una parte de toda la producción realizada en esas tierras, dando forma a una incipiente colectivización de la producción agraria.

Reformas agrarias de esta índole fueron implementadas en diversas partes del mundo, como por ejemplo México (1917), Bolivia (1953), Guatemala (1951), Cuba (1959) y Chile (1962-1973), y todas ellas registraron pésimos resultados en materia de productividad y eficiencia asignativa.

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Brasil

Lula se negó a condenar el ataque de Irán y posiciona a Brasil como el único país occidental en no solidarizarse con Israel

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La comunidad judía brasileña expresó su decepción con el Gobierno socialista, y lo acusaron de tomar una posición proiraní que es “lamentable” y “frustrante” para estos tiempos.

Mientras la mayoría de naciones occidentales se posicionaron del lado de Israel, o en todo caso, mantuvieron la neutralidad pero expresando su apoyo a la única democracia liberal de Medio Oriente ante los ataques de Irán, el gobierno socialista de Brasil mantuvo una postura completamente distinta.

En línea con Rusia, el presidente Lula da Silva responsabilizó a ambos países por el conflicto, y puso al mismo nivel las acciones de defensa de Israel con los ataques de la teocracia represiva y sanguinaria del dictador chiíta Ali Jamenei.

En el comunicado del gobierno del PT, Lula evitó condenar a Irán por el ataque y exhortó a todas las naciones del mundo a movilizar esfuerzos para evitar una escalada de la confrontación, sin decir que es el régimen del ayatolá el que atacó indiscriminadamente a Israel.

Estos comentarios, muy desalineados al G7 y a otras naciones latinoamericanas como Argentina o Uruguay, le ligaron un fuerte reproche de la comunidad judía brasileña, una de las más grandes del mundo.

La Confederación Israelí de Brasil tildó este domingo de “lamentable” y “frustrante” la posición de Lula en el conflicto al negarse a condenar de manera explícita el ataque de drones y misiles de Irán contra Israel.

El mundo democrático y varios países de Oriente Medio se han unido a Israel en la condena y la lucha contra el ataque de Irán, pero la actual política exterior de Brasil ha optado por ponerse del lado de la teocracia iraní”, afirmó el presidente de la entidad Claudio Lottenberg.

Las relaciones entre Israel y Lula vienen deteriorándose desde que el pasado 18 de febrero, cuando el mandatario socialista equiparó la ofensiva israelí en Gaza con el Holocausto, el exterminio de judíos promovido por Adolf Hitler.

“No es una guerra de Israel contra Palestina, es un genocidio como el Holocausto”, declaró Lula sobre el conflicto palestino israelí a la prensa en Adís Abeba, la capital de Etiopía, donde asistió en su momento a una cumbre de la Unión Africana (UE).

Y agregó: “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ha ocurrido en ningún otro momento de la historia. En realidad, si ocurrió una vez, ha ocurrido cuando Hitler decidió matar a los judíos“.

En consecuencia, Israel decidió romper relaciones diplomáticas con Brasil y declaró a Lula persona non grata, prohibiéndole el ingreso al país. En respuesta, Brasil retiró a su embajador de Tel Aviv. Este deterioro de relaciones fue fugaz, y ocurrió apenas un año después de que Israel y Brasil llegaran al punto más cercano de sus relaciones, de la mano del expresidente Jair Bolsonaro.

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