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Bolsonaro designó a un experto en anti-corrupción como nuevo ministro de Justicia

Tras la renuncia del ministro Moro, Jair Bolsonaro finalmente eligió a su reemplazo, el abogado André Mendonça, académico experto en la lucha contra la corrupción y de una carrera intachable con estudios en Brasil, España y Estados Unidos. Prometió no politizar el cargo.

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Por Luan Côrtes, para La Derecha Diario 
Luego de la polémica salida del ministro Moro de la cartera de Justicia, y tras una larga lista de candidatos y rumores de varios postulantes, Jair Bolsonaro finalmente designó a su reemplazante; el abogado y académico André Mendonça.
Mendonça era, hasta entonces, el Abogado General de la Unión (AGU) del gobierno de Bolsonaro, básicamente el representante legal del Poder Ejecutivo frente al Poder Judicial. En el cargo, fue responsable de cambiar el entendimiento de la institución para defender, en la Corte Suprema de Brasil (STF), la constitucionalidad de la prisión de una condena de segunda instancia. En otras palabras, fue él quién luchó para mantener a cientos de miles de delincuentes en etapa de segunda apelación tras las rejas, entre ellos a Lula. Lamentablemente, no pudo y los jueces de la Corte votaron a favor del garantismo y de la liberación de los presos.
También fue bajo su administración como AGU, en 2019, aseguró la recuperación de 7.500 millones de reales de empresas que habían cometido actos de corrupción durante el anterior gobierno. Este dinero fue directo para las arcas públicas a través de acuerdos de clemencia y fue un ícono de la lucha contra la ocrrupción en Brasil.

Pero, ¿Cuál fue la carrera del nuevo ministro de Bolsonaro?

Nacido en Santos, San Pablo, André Luiz de Almeida Mendonça estudió derecho en la Facultad de Derecho de Bauru, obteniendo luego una maestría en Estrategias Anti-Corrupción y se doctoró en Derecho y Gobernanza Global en la Universidad de Salamanca, España. 

Su tesis sobre recuperación de activos desviados por la corrupción fue reconocida por la institución educativa por su excelencia y recomendada por la misma justicia brasileña. También posee un posgrado en Derecho Público de la Universidad de Brasilia (UnB).

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Pero además de tantos estudios y una brillante carrera académica, Mendonça es pastor en la Iglesia Presbiteriana “Esperança de Brasilia”, en el estado de Brasilia, Brasil, de manera no remunerada.

Entre 2015 y 2016, fue investigador y profesor visitante en la Universidad Stetson, en los Estados Unidos. Actualmente, aparte de su trabajo para el gobierno de Bolsonaro, enseña en los programas de doctorado en la Universidad de Salamanca; y doctorados y maestrías de la Facultad de Derecho de Bauru. También enseña en el curso de Derecho en la “Faculdade Presbiteriana Mackenzie”, en Brasilia, y en el Latin Legum Magister (LL.M) de la Fundação Getúlio Vargas.
Previamente publicó los libros “Negociación en Casos de Corrupción: Fundamentos Teóricos y Prácticos” y “La Validez de la Prueba en Casos de Corrupción” ambos de Editora Tirant lo Blanch, de Valencia, España, entre otras publicaciones científicas de índole de la anti-corrupción.
En 2011, Mendonça ganó, en la categoría especial, el Premio Innovare, que identifica y difunde las mejores prácticas ejercidas dentro del Poder Judicial, por idealizar y coordinar un grupo dedicado a la recuperación de activos malversados ​​en casos de corrupción, que recuperó miles de millones de reales a las arcas públicas.

Se incorporó al servicio público en el año 2000, para ocupar los cargos de Fiscal General en la Oficina Legal de la Unión y de director de Patrimonio y Probidad, entre otros. Recientemente, también trabajó en el Contralor General Federal (CGU), como asesor especial del ministro Moro, coordinó equipos para negociar acuerdos de clemencia firmados por la Unión y empresas privadas.

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Los objetivos de André Mendonça: promete “trabajo técnico” y lealtad a la gente

El nuevo Ministro de Justicia y Seguridad Pública dijo en Twitter que su trabajo en la cartera será técnico, no político. Esta fue la primera declaración de Mendonça después de que su nombramiento fuera publicado en el Diario Oficial Federal, que viene a servir de una especie de contrapunto contra la politización del cargo cuando estaba en manos del ex-juez Sérgio Moro. 
Mendonça dejó en claro que el presidente está a cargo y que él será solo un instrumento, una pieza. “Su excelencia ha sido profeta en la lucha contra el crimen durante 30 años. Este Ministro de Justicia está comprometido a luchar por los ideales de una vida por la que has estado luchando”, le dijo a Bolsonaro.
Además, afirmó que la intención es una integración constante entre el presidente y él, y que trabajar con diálogo, seriedad, integridad, comunicación e interacción. Una vez más, tratándose de distanciar de su antecesor lo más posible.
“Ninguno de nosotros es más importante que el otro, ya que el gran actor es la gente“, dijo y agregó: “la gente lo eligió a Bolsonaro para esto, y yo seré el fiel misionero de ese mensaje”, dejando en claro que siempre está dispuesto a rendir cuentas “no solo al jefe de la nación, sino a todo el pueblo brasileño”.

“Agradezco al presidente Jair Bolsonaro por confiarme la misión de llevar a cabo las políticas públicas de Justicia y Seguridad en nuestro país. Mi compromiso es continuar desarrollando el trabajo técnico que ha guiado mi vida. ¡Cuento con el apoyo del pueblo brasileño! Que Dios nos ayude. ¡bendito!”, escribió.  

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Brasil

Millones de brasileños salieron a las calles luego de que un prisionero político de Lula muriera en la cárcel

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Cleriston Pereira, un manifestante bolsonarista que fue arrestado en enero, falleció la semana pasada por problemas de salud en la cárcel de máxima seguridad, luego de que la Corte Suprema no quisiera darle prisión domiciliaria.

Este domingo, millones de brasileños llenaron la Avenida Paulista, en el centro de São Paulo, en protesta contra el gobierno dictatorial de Lula da Silva y de la Corte Suprema dominada por el lulismo (9 de 11 jueces fueron puestos por el partido de Lula).

En particular, la manifestación reclamó por la muerte a Cleriston Pereira, quien murió en la prisión de máxima seguridad de Papuda. “Clezão“, como lo llamaban sus amigos, fue uno de los manifestantes bolsonaristas detenidos durante las protestas del 8 de enero en contra del fraude electoral.

El hombre era un empresario de 46 años y miembro de una familia de políticos del interior de Bahía, quien fue golpeado violentamente por la Policía y estaba detenido desde enero tras participar en la invasión de los edificios de Três Poderes.

En estos 10 meses como prisionero político en Papuda, fue diagnosticado con diabetes e hipertensión y fue monitoreado por un equipo médico. La defensa de Cleriston había pedido al juez Alexandre de Moraes su liberación provisional y arresto domiciliario por los problemas de salud que le habían descubierto.

El 1ro de septiembre, la Procuraduría General de la República (PGR) emitió dictamen a favor de Cleriston y aceptó que continúe su detención sin juicio en su casa, pero el juez Moraes, considerado un dictador en Brasil por sus abusos del Poder Judicial, nunca firmó la solicitud.

Desde septiembre estuvo empeorando su situación, pero la Corte Suprema rechazó ponerle la firma al pedido de la familia, hasta finalmente falleció por estos problemas el pasado lunes 20 de noviembre, en la Penitenciaría de Papuda, en Brasilia.

Diputados y senadores de derecha como Magno Malta (PL-ES), Marcos Pontes (PL-SP), Jorge Seif (PL-SC), Bia Kicis (PL-DF), Coronel Tadeu (PL-SP), Marcel van Hattem (Novo – RS), Nikolas Ferreira (PL-MG), y Gustavo Gayer (PL-GO) estuvieron presentes en la manifestación.

A pesar de aparecer en un video de convocatoria al evento, difundido en los últimos días, el ex presidente Jair Bolsonaro (PL) no participó del evento realizado en São Paulo, mientras enfrenta un durísimo juicio iniciado por el gobierno de Lula que resultó en su proscripción política.

Los manifestantes gritaban consignas como “Bolsonaro vuelve”, “Lula, ladrón, perteneces a la cárcel”, “nuestra bandera nunca será roja” y “Xandão fuera”. En sus discursos, los parlamentarios pidieron justicia en el caso de los detenidos por los hechos del 8 de enero, especialmente por la muerte de Cleriston, y criticaron a los ministros del Supremo Tribunal Federal (STF). “Alexandre de Moraes, Brasil no te tiene miedo“, dijo el diputado Nikolas, que también pidió un aplauso en honor a Cleriston.

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El Gobierno de Lula rompe un nuevo récord de déficit fiscal en Brasil: Superó el -6% del PBI por primera vez en años

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Las finanzas públicas de la economía brasileña fueron completamente desbaratadas desde que el socialismo volvió al poder en enero. El techo del gasto público fue eliminado y los desequilibrios aumentaron a pesar de los aumentos impositivos que Lula logró aprobar en lo que va del 2023.

El Gobierno de Lula da Silva desmanteló completamente las finanzas públicas de Brasil a pesar de llevar tan solo 11 meses en el poder. El presidente socialista heredó un superávit primario equivalente al 0,6% del PBI en enero de este año, y un resultado financiero deficitario en torno al 4,4% del producto respectivamente.

En los primeros 9 meses de gestión, el superávit primario fue completamente desmantelado y se convirtió en un déficit que escaló al 0,92% del PBI al cierre de septiembre, según las estadísticas recopiladas por el Banco Central de Brasil y estimadas por el IBGE.

Por otra parte, el déficit financiero del Gobierno federal (sin contabilizar Estados locales) se disparó al 6% del PBI, oficialmente el resultado más desequilibrado desde agosto de 2021, cuando el país aún sufría los efectos de la pandemia internacional.

El resultado consolidado del sector público nacional y el Banco Central sumó un déficit que llegó al 6,62% del PBI, y la diferencia surge por el saldo causi-fiscal del Banco Central que aún dirige el presidente Roberto Campos Neto. Nuevamente, este resultado es el más drástico de los últimos 2 años, principalmente impulsado por la responsabilidad del Gobierno nacional.

Todo esto sucedió a pesar de que el Gobierno, y en particular el ministro de Economía Fernando Haddad, impulsó una serie de aumentos impositivos a lo largo del año, gravando los combustibles, las apuestas online, las exportaciones de hidrocarburos, remesas, y aumentando las contribuciones a la seguridad social, entre muchas otras disposiciones. 

Tan pronto como llegó al poder, Lula eliminó el techo de gasto público nominal que habían implementado Michel Temer y Jair Bolsonaro en las últimas dos administraciones, la cual había sido la regla fiscal por excelencia para llevar confianza y garantizar la independencia del Banco Central (algo que se efectivizó por ley a partir de 2021).

Lula reemplazó esta regla fiscal por otra que vincula al gasto con el crecimiento de los ingresos federales (estos últimos sin ninguna atadura legal). Pero como la reforma entra en vigencia a partir del año fiscal 2024, para lo que resta del año el oficialismo adquirió vía libre para actuar sin mayores limitaciones.

El grueso del ajuste sobre las finanzas públicas tendrá lugar en el año próximo, y recaerá exclusivamente sobre el sector privado por medio de una reforma tributaria que está a punto de obtener el visto bueno del Senado (después de haber sido convalidad por el Congreso de Diputados).

La reforma de Lula propone elevar el IVA al 27,5% (la tasa más alta del mundo) unificando una serie de impuestos internos a las ventas, al mismo tiempo en que adopta el impuesto mínimo del 15% sobre los ingresos de las empresas multinacionales, entre otras modificaciones.

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Después de anunciar que llevaría el IVA al 30%, Lula propone un impuesto mínimo del 15% sobre las empresas multinacionales

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Siguiendo la agenda global propuesta por Joe Biden, Brasil apunta a introducir un nuevo impuesto mínimo para empresas multinacionales, con el objetivo de desalentar la competitividad fiscal entre países. El Presupuesto socialista para 2024 prepara una suba generalizada de impuestos.

El Gobierno de Lula da Silva profundizará su sablazo fiscal sobre Brasil para el año 2024. Esta vez, el Gobierno apunta a cumplir con una de las demandas de la agenda del G20 y los países más desarrollados, la cual consiste en implementar un impuesto mínimo del 15% sobre los ingresos de las empresas multinacionales.

Este impuesto distorsivo desalienta la relocalización en el país que lo implementa, incrementa los costos, y tiene por objetivo gravar a las empresas incluso en episodios en los cuales se registran pérdidas (la base imponible dejan de ser las ganancias, y pasan a ser los ingresos meramente contables independientemente del resultado del ejercicio).

Actualmente la tasa impositiva de Brasil sobre las utilidades no distribuidas de las empresas asciende al 34%, ubicada entre las 10 más altas del mundo, junto con Chad, Suriname, Puerto Rico, Colombia, Guinea Ecuatorial, y Sudán, entre otros países.

Las empresas brasileñas o las multinacionales que deciden asentarse en Brasil para producir, ya deben enfrentar un sobrecosto tributario desafiante para la competitividad. Las medidas que pretende desplegar el Gobierno de Lula sólo agravarán todavía más el problema.

El presidente demócrata Joe Biden impulsa esta agenda activamente en el mundo con el fin de desalentar la competencia fiscal entre jurisdicciones, una estrategia abiertamente funcional a su propia agenda fiscal en Estados Unidos, que consiste en aumentar drásticamente los impuestos y, en particular, el impuesto de Sociedades del 21% al 28% para 2024.

Estableciendo impuestos con coordinación global, Biden y otros líderes mundiales con tendencia socialdemócrata pretenden mitigar los impactos de la subida de impuestos en sus respectivos países en lo que atañe a la competitividad y la relocalización de las empresas.

Brasil podría ejecutar esta reforma como parte del plan de reorganización del sistema tributario que propone el Gobierno socialista para el período fiscal 2024. La propuesta más relevante del proyecto, tanto desde el punto de vista recaudatorio como desde el impacto en la sociedad, sin lugar a dudas será el lanzamiento de un nuevo “Super-IVA” con una tasa consolidada del 27,5% (la más alta del mundo).

Este nuevo IVA sustituirá a una serie de impuestos internos aplicados a las ventas, y si bien es más competitivo en términos de eficiencia, el costo aplastante del impuesto recaerá sobre los consumidores finales más que en cualquier otra jurisdicción del planeta.

La facilidad para hacer negocios en Brasil podría verse extremadamente perjudicada por el repertorio de medidas que prepara el socialismo. En la misma línea, la marcha atrás con el proceso de privatizaciones que había impulsado Jair Bolsonaro abortó la llegada de un gran caudal de inversión extranjera directa (IED) que se explicaba por las transferencias de activos y las fusiones con firmas locales.

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