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De qué se trata el proyecto de ley de Eduardo Bolsonaro para combatir el nazismo y el comunismo

Según el diputado federal, el objetivo de esta ley es impulsar el fin de estas ideas en la sociedad, para proteger el futuro de los brasileños. De ser aprobada, se calificará como un delito a la Seguridad Nacional la apología de estas ideologías totalitarias y anti-democráticas. 

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El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente Jair Bolsonaro, presentó esta semana un proyecto de ley en el cual se busca prohibir la apología del nazismo y del comunismo.


Bolsonaro explicó que su proyecto se inspiró en una ley ucraniana y que la fecha en que lo presentó era significativa por ser “la fecha de la invasión de Polonia por los nazis y posteriormente por los comunistas”.

En rigor, el proyecto busca modificar la Ley N° 7.170, que define los delitos contra la Seguridad e Integridad Nacional, ahora incluiría la prohibición de cualquier referencia a personas, organizaciones, eventos o fechas que simbolizan el comunismo o el nazismo.
Asimismo, la Ley 9.394/66, que establece las pautas y bases de la educación brasileña, en cambio, otorgaría a los establecimientos educativos “la tarea de adoptar medidas destinadas a concientizar a los estudiantes de los delitos cometidos por representantes de los regímenes comunista y nazi
A través del presente proyecto, el diputado afirmó que “ambas ideologías, el comunismo y el nazismo, deben ser desterradas de la sociedad, con el propósito de garantizar que la minoría más pequeña de la tierra siga protegida: el individuo“. 

Asimismo, Eduardo Bolsonaro remarcó cuáles han sido los grandes exponentes de estas ideologías que tantas vidas se han cobrado a lo largo de la historia: “el nazista Adoph Hitler y los comunistas Joseph Stalin, Mao Tsé-Tung, Pol Pot, Fidel Castro y, más recientemente, Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Dentro de la presentación utilizó imágenes de los genocidios perpetrados en Ucrania por los comunistas soviéticos, el denominado Holodomor, y el Holocausto llevado a cabo por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

“Por más que los izquierdistas afirmen que el comunismo es una matriz con diferentes vertientes, como por ejemplo el Bolivarianismo o el Socialismo del Siglo XXI, por buscar una supuesta sociedad igualitaria, siempre terminan con los mismos resultados por donde pasan: hambre, miseria, muertes y una opresión mucho mayor que la del capitalista de clase burguesa que dicen combatir”, dijo Bolsonaro

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En el proyecto de ley también se establece la prohibición de fabricar, comercializar, distribuir o transmitir símbolos, emblemas, ornamentos, insignias o anuncios que utilicen banderas, imágenes, símbolos u otros atributos en los que se usen o combinen la hoz y el martillo, la cruz esvástica o la estrella pentagonal para la difusión del nazismo o del comunismo, como ya ocurre en muchos países de Europa central con el nazismo y en países de Europa del Este también con el comunismo.

Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial deberán adoptar medidas para concientizar sobre los crímenes cometidos por los representantes de los regímenes nazis y comunistas.

La sentencia de prisión para aquellos que violen la ley sería de 9 a 15 años y se aumentaría en un tercio cuando la propaganda se realice en escuelas, universidades, lugares de trabajo, por radio o televisión.

Las ideologías que el proyecto busca combatir no han dejado dudas en su eficacia: han fracasado estrepitosamente como proyecto de país y solo han dejado muerte y pobreza a su paso. Además de las millones de personas que han muerto debido a estos regímenes, el deterioro generado en las sociedades que las han implementado ha sido mayúsculo. 

Uno de las instituciones que mejor ha representado a este tipo de gobernantes en Brasil es el Foro de San Pablo, organismo que ha unido a varias entidades de extrema izquierda y posee como objetivo combatir al “neoliberalismo” en los países de América Latina y el Caribe.

El Foro de San Pablo es más que solo una recolección de partidos políticos de corte marxista; tiene entre sus filas a diversos grupos guerrilleros, quienes han generado desestabilización en la región. 

Un ejemplo de esto son las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ahora constituído como partido político, quien provocó la muerte de más de 200.000 personas, además de 45.000 desaparecidos en Colombia, Bolivia y Ecuador. También se podría mencionar el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que hace 50 años que lleva a cabo una guerra sanguinaria contra los Estados de derecho de la región.

Primera reunión del Foro de San Pablo. En la foto, Lula Da Silva, líder del Partido de los Trabajadores. 

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Brasil ha tenido gobiernos muy alineados con estas ideas. Los ex presidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff se han acercado a diversos sectores de extrema izquierda en el país y han sido artífices de estas organizaciones supranacionales. 

Durante el periodo 2003- 2016 Brasil fue gobernado por el Partido de los Trabajadores (PT), cuya base ideológica está orientada en franca oposición al capitalismo. 

Durante esta época hasta la fecha, el PT ha mantenido una alianza estrecha con el Partido Comunista de Brasil. En la última elección, la coalición de partidos de extrema izquierda “El Pueblo Feliz de Nuevo“,  postuló como candidata a la vicepresidencia a Manuela D´Ávila, miembro del Partido Comunista brasileño (PCdoB). La ex-diputada federal promulga una agenda puramente marxista, pidiendo desmantelar al capitalismo y queriendo negar el derecho de los ciudadanos a portar armas.

“En nuestro gobierno, vamos a hacer una reforma tributaria tipo Robin Hood. Gravaremos a los más ricos y dejaremos de cobrar impuestos a los que no pueden contribuir, los más pobres”, aseguraba la candidata a Vicepresidente.

La elección de Jair Bolsonaro en 2018 ha finalizado con el ciclo socialista del PT, que cada vez estaba más cerca del comunismo, y ha vuelto a insertar al país en la senda del crecimiento. 

Medidas como el combate de la corrupción, el fortalecimiento de la policía en busca de brindar una mayor seguridad a la población brasileña y una apertura hacia las demás economías han significado un gran avance para Brasil.

Está demostrado que las ideas totalitarias socavan el progreso de una nación. Combatir estas ideas es de vital importancia para dejar atrás de una vez por todas los mitos y falacias repetidas en las universidades y los medios de comunicación.
Cantidad de dictadores que más personas han asesinado a través de sus políticas represivas y genocidas a lo largo de la historia. Fuente: Libro Negro del Comunismo.
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Brasil

Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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Reforma agraria en Brasil: Lula lanza un grotesco programa socialista para colectivizar la producción del campo

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El Gobierno expropiará y repartirá discrecionalmente un total de 295.000 hectáreas de tierras públicas y privadas a indígenas y desempleados. El Estado se adueñará de una parte de todo lo que se produzca en las nuevas tierras reasignadas.

Con la asunción del socialismo en Brasil en enero del año pasado, se produjo un cambio radical en la política agraria del país. Se le puso fin a la concesión flexible de derechos de propiedad que emprendía la gestión Bolsonaro, y en su lugar, la administración de Lula da Silva lanzó una nueva reforma agraria a-la-China por decreto y sin pasar por el Congreso.

La reforma comprende el reparto de hasta 295.000 hectáreas de manera completamente discrecional, es decir, serán asignadas a dedo por Lula dependiendo de algún criterio arbitrario por parte de las autoridades competentes.

Las tierras se repartirán a indígenas y personas desempleadas. Con esta maniobra, el PT busca engrosar su influencia sobre los estratos más débiles de la población rural, que ahora podrían verse sometidos a una relación clientelista con el Gobierno.

El reparto afectará tanto a tierras de propiedad estatal como tierras privadas, que serán deliberadamente expropiadas en caso de que se determine el “abandono” por parte de sus propietarios, la misma excusa que utilizó el dictador chino Mao Tse Tung durante las reformas agrarias en China en la década del ’50.

A la par de estos movimientos, el Gobierno también lanzará un esquema de créditos subsidiados (y artificialmente baratos) para financiar la adquisición de maquinaria y semillas, con el fin de abastecer la eventual producción agrícola en las nuevas tierras reasignadas. 

La mayor parte de la agricultura prevista para estos campos será meramente familiar y de subsistencia, sin mayores dotes de productividad y sin la posibilidad de generar exportaciones o divisas al país.

Esto es evidencia de la pésima asignación de recursos implícita en la reforma agraria del socialismo. Se retienen recursos valiosos que podrían haberse utilizado en otras áreas de la economía para producir más eficientemente, creando puestos de trabajo mejor remunerados.

Pero pese a todo esto, la reforma agraria de Lula establece que el Estado podrá apropiarse de una parte de toda la producción realizada en esas tierras, dando forma a una incipiente colectivización de la producción agraria.

Reformas agrarias de esta índole fueron implementadas en diversas partes del mundo, como por ejemplo México (1917), Bolivia (1953), Guatemala (1951), Cuba (1959) y Chile (1962-1973), y todas ellas registraron pésimos resultados en materia de productividad y eficiencia asignativa.

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Lula se negó a condenar el ataque de Irán y posiciona a Brasil como el único país occidental en no solidarizarse con Israel

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La comunidad judía brasileña expresó su decepción con el Gobierno socialista, y lo acusaron de tomar una posición proiraní que es “lamentable” y “frustrante” para estos tiempos.

Mientras la mayoría de naciones occidentales se posicionaron del lado de Israel, o en todo caso, mantuvieron la neutralidad pero expresando su apoyo a la única democracia liberal de Medio Oriente ante los ataques de Irán, el gobierno socialista de Brasil mantuvo una postura completamente distinta.

En línea con Rusia, el presidente Lula da Silva responsabilizó a ambos países por el conflicto, y puso al mismo nivel las acciones de defensa de Israel con los ataques de la teocracia represiva y sanguinaria del dictador chiíta Ali Jamenei.

En el comunicado del gobierno del PT, Lula evitó condenar a Irán por el ataque y exhortó a todas las naciones del mundo a movilizar esfuerzos para evitar una escalada de la confrontación, sin decir que es el régimen del ayatolá el que atacó indiscriminadamente a Israel.

Estos comentarios, muy desalineados al G7 y a otras naciones latinoamericanas como Argentina o Uruguay, le ligaron un fuerte reproche de la comunidad judía brasileña, una de las más grandes del mundo.

La Confederación Israelí de Brasil tildó este domingo de “lamentable” y “frustrante” la posición de Lula en el conflicto al negarse a condenar de manera explícita el ataque de drones y misiles de Irán contra Israel.

El mundo democrático y varios países de Oriente Medio se han unido a Israel en la condena y la lucha contra el ataque de Irán, pero la actual política exterior de Brasil ha optado por ponerse del lado de la teocracia iraní”, afirmó el presidente de la entidad Claudio Lottenberg.

Las relaciones entre Israel y Lula vienen deteriorándose desde que el pasado 18 de febrero, cuando el mandatario socialista equiparó la ofensiva israelí en Gaza con el Holocausto, el exterminio de judíos promovido por Adolf Hitler.

“No es una guerra de Israel contra Palestina, es un genocidio como el Holocausto”, declaró Lula sobre el conflicto palestino israelí a la prensa en Adís Abeba, la capital de Etiopía, donde asistió en su momento a una cumbre de la Unión Africana (UE).

Y agregó: “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ha ocurrido en ningún otro momento de la historia. En realidad, si ocurrió una vez, ha ocurrido cuando Hitler decidió matar a los judíos“.

En consecuencia, Israel decidió romper relaciones diplomáticas con Brasil y declaró a Lula persona non grata, prohibiéndole el ingreso al país. En respuesta, Brasil retiró a su embajador de Tel Aviv. Este deterioro de relaciones fue fugaz, y ocurrió apenas un año después de que Israel y Brasil llegaran al punto más cercano de sus relaciones, de la mano del expresidente Jair Bolsonaro.

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