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Brasil

Elecciones Brasil: Bolsonaro gana la mayoría del Congreso y tendrá control del Senado y la Cámara de Diputados

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Lula quedó cinco puntos por encima de Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones generales, pero la derecha dio el batacazo a nivel legislativo, y el actual mandatario pasa a controlar mabas cámaras.

A pesar del revés a nivel presidencial, la elección de Jair Bolsonaro a nivel legislativo fue soñada. Todas sus apuestas políticas rindieron sus frutos y decenas de sus más importantes aliados entraron al Congreso.

De esta manera, el Partido Liberal (PL) de Bolsonaro y sus aliados en el Congreso: Movimiento Democrático Brasileño (MDB), Progresistas (PP), Unión Brasil (UNIAO), Partido Laborista Brasileño (PTB), Partido Social Cristiano (PSC) y Republicanos (REP) ganaron la mayoría propia tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.

En caso de reelegir en ballotage, Bolsonaro tendrá la oportunidad histórica de llevar su agenda al Congreso e impulsar algunos de sus proyectos más ambiciosos, como la privatización de Petrobras o la privatización del sistema previsional. Por el contrario, en caso de imponerse Lula, tendrá un muro en el Congreso que le hará muy difícil gobernar.

Si bien el oficialismo bolsonarista ya controlaba la Cámara Baja, luego de una serie de alianzas que logró el presidente tras las elecciones municipales del 2020, este resultado marca un cambio fundamental en la Cámara Alta, ya que tendrá mayoría propia en el Senado sin depender de los partidos del Centrao: Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), Partido Nuevo (NOVO), Partido Social Demócratico (PSD), Podemos (PODE), Solidaridad (SOL) y Adelante (AVANTE).

Lula y sus aliados, por su parte, se quedaron en una posición extremadamente precaria a nivel legislativo. El Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, el Partido Demócratico Laborista (PDT), Partido Comunista de Brasil (PCdoB), Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Partido Republicano del Orden Social (PROS), el Partido Socialista Brasileño (PSB), Ciudadania (CIDAD), Partido Verde (PV) y Red Sustentable (REDE) serán minoría en ambas cámaras.

Si bien existe el riesgo que Lula abra su Gabinete en caso de llegar al poder para ubicar a muchos líderes de partidos que hoy están con Bolsonaro como ministros, la diferencia es tan grande que no parecería haber un camino claro para que la izquierda junto con algunos partidos más de centro y centroderecha formen ningún tipo de mayoría propia.

Cámara de Diputados

Bolsonaro llegó al poder en 2018 de la mano del PSL, un partido prácticamente sin representación política pero que terminó siendo primera fuerza a nivel nacional después de su triunfo en las urnas. A pesar de ello, ni bien desembarcó en Brasilia, los jerarcas del partido lo traicionaron a Bolsonaro y rápidamente el mandatario se quedó sin un pie en el Congreso.

Después de casi dos años de bloqueos legislativos, después de las elecciones municipales del 2020, logró colocar a Arthur Lira (PP) en la presidencia de la Cámara de Diputados, además de otros líderes claves como ministros, lo que generó un contundente bloque de partidos aliados que le dio la mayoría.

Bolsonaro llegó a esta elección con 341 diputados, mientras que el Centrao, que se mantiene independiente entre el presidente y Lula, llegó a la elección con 44 bancas. La izquierda, por su parte, con 128.

El resultado fue apabullante para Bolsonaro. Ganó 14 bancas nuevas y su bloque ahora es de 355 diputados, más de 2/3 de la Cámara Baja. Lula ganó 3 bancas, extendiendo su bloque a 131, mientras que el más dolido quedó el Centrao, que perdió acordemente 17 bancas y su bloque ahora se mantiene en un tímido grupo de 27.

Senado

A diferencia de la Cámara Baja, Bolsonaro no tenía la mayoría en el Senado antes de esta elección. Su bloque estaba comprendido por 40 senadores, mientras que el Centrao tenía 26 y Lula 15, por lo que si éstos dos se unían, podían bloquearle cualquier ley con 41 votos negativos, lo cual hicieron en reiteradas ocasiones en los últmos dos años.

La victoria fue, una vez más, apabullante. Los aliados de Bolsonaro extendieron su mayoría a 47 senadores, mientras que el Centrao bajó a 20 y los aliados de Lula a 14.

Además, el partido propio de Bolsonaro, el PL, pasó a ser la agrupación más grande del Senado, con 14 bancas, por lo que varios legisladores suyos ocuparán posiciones importantes en las comisiones parlamentarias.

Brasil

Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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Reforma agraria en Brasil: Lula lanza un grotesco programa socialista para colectivizar la producción del campo

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El Gobierno expropiará y repartirá discrecionalmente un total de 295.000 hectáreas de tierras públicas y privadas a indígenas y desempleados. El Estado se adueñará de una parte de todo lo que se produzca en las nuevas tierras reasignadas.

Con la asunción del socialismo en Brasil en enero del año pasado, se produjo un cambio radical en la política agraria del país. Se le puso fin a la concesión flexible de derechos de propiedad que emprendía la gestión Bolsonaro, y en su lugar, la administración de Lula da Silva lanzó una nueva reforma agraria a-la-China por decreto y sin pasar por el Congreso.

La reforma comprende el reparto de hasta 295.000 hectáreas de manera completamente discrecional, es decir, serán asignadas a dedo por Lula dependiendo de algún criterio arbitrario por parte de las autoridades competentes.

Las tierras se repartirán a indígenas y personas desempleadas. Con esta maniobra, el PT busca engrosar su influencia sobre los estratos más débiles de la población rural, que ahora podrían verse sometidos a una relación clientelista con el Gobierno.

El reparto afectará tanto a tierras de propiedad estatal como tierras privadas, que serán deliberadamente expropiadas en caso de que se determine el “abandono” por parte de sus propietarios, la misma excusa que utilizó el dictador chino Mao Tse Tung durante las reformas agrarias en China en la década del ’50.

A la par de estos movimientos, el Gobierno también lanzará un esquema de créditos subsidiados (y artificialmente baratos) para financiar la adquisición de maquinaria y semillas, con el fin de abastecer la eventual producción agrícola en las nuevas tierras reasignadas. 

La mayor parte de la agricultura prevista para estos campos será meramente familiar y de subsistencia, sin mayores dotes de productividad y sin la posibilidad de generar exportaciones o divisas al país.

Esto es evidencia de la pésima asignación de recursos implícita en la reforma agraria del socialismo. Se retienen recursos valiosos que podrían haberse utilizado en otras áreas de la economía para producir más eficientemente, creando puestos de trabajo mejor remunerados.

Pero pese a todo esto, la reforma agraria de Lula establece que el Estado podrá apropiarse de una parte de toda la producción realizada en esas tierras, dando forma a una incipiente colectivización de la producción agraria.

Reformas agrarias de esta índole fueron implementadas en diversas partes del mundo, como por ejemplo México (1917), Bolivia (1953), Guatemala (1951), Cuba (1959) y Chile (1962-1973), y todas ellas registraron pésimos resultados en materia de productividad y eficiencia asignativa.

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Lula se negó a condenar el ataque de Irán y posiciona a Brasil como el único país occidental en no solidarizarse con Israel

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La comunidad judía brasileña expresó su decepción con el Gobierno socialista, y lo acusaron de tomar una posición proiraní que es “lamentable” y “frustrante” para estos tiempos.

Mientras la mayoría de naciones occidentales se posicionaron del lado de Israel, o en todo caso, mantuvieron la neutralidad pero expresando su apoyo a la única democracia liberal de Medio Oriente ante los ataques de Irán, el gobierno socialista de Brasil mantuvo una postura completamente distinta.

En línea con Rusia, el presidente Lula da Silva responsabilizó a ambos países por el conflicto, y puso al mismo nivel las acciones de defensa de Israel con los ataques de la teocracia represiva y sanguinaria del dictador chiíta Ali Jamenei.

En el comunicado del gobierno del PT, Lula evitó condenar a Irán por el ataque y exhortó a todas las naciones del mundo a movilizar esfuerzos para evitar una escalada de la confrontación, sin decir que es el régimen del ayatolá el que atacó indiscriminadamente a Israel.

Estos comentarios, muy desalineados al G7 y a otras naciones latinoamericanas como Argentina o Uruguay, le ligaron un fuerte reproche de la comunidad judía brasileña, una de las más grandes del mundo.

La Confederación Israelí de Brasil tildó este domingo de “lamentable” y “frustrante” la posición de Lula en el conflicto al negarse a condenar de manera explícita el ataque de drones y misiles de Irán contra Israel.

El mundo democrático y varios países de Oriente Medio se han unido a Israel en la condena y la lucha contra el ataque de Irán, pero la actual política exterior de Brasil ha optado por ponerse del lado de la teocracia iraní”, afirmó el presidente de la entidad Claudio Lottenberg.

Las relaciones entre Israel y Lula vienen deteriorándose desde que el pasado 18 de febrero, cuando el mandatario socialista equiparó la ofensiva israelí en Gaza con el Holocausto, el exterminio de judíos promovido por Adolf Hitler.

“No es una guerra de Israel contra Palestina, es un genocidio como el Holocausto”, declaró Lula sobre el conflicto palestino israelí a la prensa en Adís Abeba, la capital de Etiopía, donde asistió en su momento a una cumbre de la Unión Africana (UE).

Y agregó: “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ha ocurrido en ningún otro momento de la historia. En realidad, si ocurrió una vez, ha ocurrido cuando Hitler decidió matar a los judíos“.

En consecuencia, Israel decidió romper relaciones diplomáticas con Brasil y declaró a Lula persona non grata, prohibiéndole el ingreso al país. En respuesta, Brasil retiró a su embajador de Tel Aviv. Este deterioro de relaciones fue fugaz, y ocurrió apenas un año después de que Israel y Brasil llegaran al punto más cercano de sus relaciones, de la mano del expresidente Jair Bolsonaro.

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