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Gran triunfo para Jair Bolsonaro en el Congreso: sus aliados se quedaron con la Presidencia de la Cámara de Diputados y de Senadores

Arthur Lira (PP) y Rodrigo Pacheco (DEM) se convirtieron en los nuevos presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado, respectivamente. Ambos, han pactado una alianza con Jair Bolsonaro y prometieron discutir sus proyectos de ley.

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En la tarde del lunes 1ro de febrero, el Congreso brasileño debía renovar las autoridades del Congreso. Bolsonaro había apostado todo por la derrota de la actual dirigencia, que luego de apoyarlo en las reformas económicas de principios de 2019, le soltaron la mano por la crisis del coronavirus y le vienen boicoteando todos sus proyectos desde entonces.

Bolsonaro no cuenta con un partido propio en el Congreso, y había usado al PSL para llegar a la presidencia pero nunca militó en ese partido y se desafilió a fines del 2019.

Esto lo deja sin una bancada de legisladores que respondan a él, y debe negociar cada una de las leyes que envía al Congreso. En estas complejas negociaciones, encontró dos aliados: el diputado Arthur Lira (PP) y el senador Rodrigo Pacheco (DEM), a quienes apoyó públicamente para las presidencias de sus respectivas cámaras, a las que fueron electas ayer por la noche.

Esta es una victoria clave para el Presidente, ya que Rodrigo Maia, el saliente Presidente de la Cámara de Diputados, había estado formando un bloque de anti-bolsonaristas duros para iniciar un impeachment contra Jair Bolsonaro por su supuesto “mal manejo de la pandemia”.

Durante su gestión, Maia apoyó en cierta medida la agenda económica liberal del gobierno pero obstruyó el avance de las propuestas del mandatario derechista y de sus aliados de la bancada evangélica en materia de seguridad, reforma judicial, armas, etc.

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En la votación de ayer, que culminó a altas horas de la noche, Rodrigo Pacheco recibió 57 votos de 81, ganando cómodamente la Presidencia del Senado

En segundo lugar quedó Simone Tebet, con 21 votos, un anti-bolsonarista miembro del MDB, partido del ex presidente Temer.

Pacheco pertenece al partido Demócratas (DEM), de centro, aunque se ha corrido bastante a la centro-derecha en los últimos años. 

Desde el impeachment de la ex presidente Dilma Rousseff, todos los partidos asociados al “Centrao” que habían formado un bloque de gobierno con el PT, con el tiempo fueron dejando de lado las políticas socialdemócratas y hoy en día forman parte de la columna vertebral del anti-petísmo.

Los senadores de DEM (liberalismo – centro) formarán un bloque “oficialista” junto al PP (liberalismo – centroderecha), PSD (socialdemocracia – centro), PSC (democracia cristiana – derecha), PDT (laborismo – centro izquierda), PROS (socialdemocracia – centro izquierda), PL (liberalismo – centro derecha) y Republicanos (conservadurismo – centro derecha).

Sorpresivamente, también dieron su voto los senadores del PT de Lula, especialmente porque están enemistados con el partido que representa Tebet, el MDB, ya que sienten que éstos traicionaron a Rousseff en 2016.

Brasil tiene prisa. La votación de reformas, como la reforma tributaria y administrativa, deberán ser discutidas con urgencia, pero sin atropellos”, aseguró en su discurso triunfante el nuevo Presidente Pro-Tempore del Senado brasileño, indicando que apoyará los proyectos de ley enviados por el ministro Paulo Guedes.

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Por su parte, Arthur Lira obtuvo 302 votos, consagrándose como el nuevo Presidente de la Cámara de Diputados, y formando un bloque pro-bolsonaro con legisladores del PP (liberalismo – centroderecha), PL (liberalismo – centro derecha), PSD (socialdemocracia – centro), Republicanos (conservadurismo – centro derecha), Avante (laborismo – centro), PROS (socialdemocracia – centro izquierda), Patriota (conservadurismo – derecha), PSC (democracia cristiana – derecha), PTB (conservadurismo – centro derecha), PSL (liberalismo – derecha), y Podemos (socialdemocracia – centro izquierda).

En la oposición, el candidato que Maia quería que sea su sucesor, Baleia Rossi, se había mostrado proclive a dar trámite a un proceso de destitución contra Bolsonaro, pero apenas consiguió 145 sufragios de entre los alrededor de 500 diputados que participaron en la votación.

El Presidente de Diputados es quien tiene el poder unilateral de aceptar las presentaciones de impeachment de los partidos o rechazarlas de cuajo. Con Lira en la presidencia, si se mantiene esta alianza con Bolsonaro, el Presidente de la Nación estará blindado de cualquier operación que quiera impulsar la oposición.

Lira, de 51 años, abogado y empresario, está actualmente en su tercer mandato como diputado federal. Antes de llegar a Brasilia, fue diputado regional en Alagoas y concejal de Macéio, capital de ese Estado brasileño situado en el nordeste del país.

Es uno de los líderes del influyente bloque de partidos que en Brasil se denomina “Centrao”. En su primer discurso como jefe de los diputados, Lira se comprometió a avanzar en la agenda de reformas, en particular una tributaria y otra administrativa, que llevan meses paralizadas en el Congreso, y a establecer una serie de proyectos prioritarios que serán debatidos con “transparencia” por los tres poderes del Estado.

Asimismo, aseguró que su mandato estará marcado por la “neutralidad” y como Bolsonaro, defiende la vacunación voluntaria en Brasil, uno de los temas que más se discute en la sociedad brasileña en estos momentos.

Lira se había estado preparando para ser candidato a Alcalde de su ciudad natal, Alagoas, pero en abril de 2020, Bolsonaro mantuvo una serie de reuniones con varios de los diputados del “Centrao” y logró construir una nueva base parlamentaria en el Congreso.

Fue en ese momento que Lira, sabiendo que contaría con el importante apoyo de Bolsonaro, lanzó su candidatura como Presidente de la Cámara, y prometió ayudar al gobierno a pasar las reformas de Paulo Guedes.

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Uno de los mayores perdedores de este proceso fueron los liberales anti-bolsonaristas, miembros del Movimiento Brasil Libre (MBL).

El MBL apoyó con creces la candidatura de Bolsonaro en 2018, lo cual llevó al movimiento político a convertirse en uno de los más populares de Brasil. Gracias a la elección que hizo Bolsonaro, muchos de los legisladores liberales que habían apoyado su candidatura también fueron electos por primera vez en sus vidas, luego de muchos intentos frustrados en el pasado.

Esto incluye a figuras como Kim Kataguiri (DEM) y Arthur Do Val (Patriotas), que militaron activamente por la elección de Bolsonaro y entraron a los órganos legislativos de Brasil, pero rápidamente cambiaron su postura y comenzaron fuertes campañas de difamación contra el Presidente.

Estos grupos le aplican el liberalómetro a Bolsonaro constantemente, y mantienen una extraña agenda, donde apoyan las políticas económicas liberales del Presidente pero votan en contra cuando estas llegan a sus despachos.

Kim Kataguiri lanzó a último momento del día de ayer su propia candidatura para la Presidencia de Diputados, asegurando que tendría el amplio apoyo de su partido. Sin embargo, a la hora de la votación, obtuvo solamente 2 votos, uno de ellos el suyo.

Horas antes dijo en redes que se “preparen para su discurso“, pero este terminó siendo aburrido, poco claro y se basó en absurdas difamaciones contra Jair Bolsonaro. Finalmente, hizo el ridículo y tuvo que justificarse: “era una candidatura en protesta“.

 

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Brasil

Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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Reforma agraria en Brasil: Lula lanza un grotesco programa socialista para colectivizar la producción del campo

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El Gobierno expropiará y repartirá discrecionalmente un total de 295.000 hectáreas de tierras públicas y privadas a indígenas y desempleados. El Estado se adueñará de una parte de todo lo que se produzca en las nuevas tierras reasignadas.

Con la asunción del socialismo en Brasil en enero del año pasado, se produjo un cambio radical en la política agraria del país. Se le puso fin a la concesión flexible de derechos de propiedad que emprendía la gestión Bolsonaro, y en su lugar, la administración de Lula da Silva lanzó una nueva reforma agraria a-la-China por decreto y sin pasar por el Congreso.

La reforma comprende el reparto de hasta 295.000 hectáreas de manera completamente discrecional, es decir, serán asignadas a dedo por Lula dependiendo de algún criterio arbitrario por parte de las autoridades competentes.

Las tierras se repartirán a indígenas y personas desempleadas. Con esta maniobra, el PT busca engrosar su influencia sobre los estratos más débiles de la población rural, que ahora podrían verse sometidos a una relación clientelista con el Gobierno.

El reparto afectará tanto a tierras de propiedad estatal como tierras privadas, que serán deliberadamente expropiadas en caso de que se determine el “abandono” por parte de sus propietarios, la misma excusa que utilizó el dictador chino Mao Tse Tung durante las reformas agrarias en China en la década del ’50.

A la par de estos movimientos, el Gobierno también lanzará un esquema de créditos subsidiados (y artificialmente baratos) para financiar la adquisición de maquinaria y semillas, con el fin de abastecer la eventual producción agrícola en las nuevas tierras reasignadas. 

La mayor parte de la agricultura prevista para estos campos será meramente familiar y de subsistencia, sin mayores dotes de productividad y sin la posibilidad de generar exportaciones o divisas al país.

Esto es evidencia de la pésima asignación de recursos implícita en la reforma agraria del socialismo. Se retienen recursos valiosos que podrían haberse utilizado en otras áreas de la economía para producir más eficientemente, creando puestos de trabajo mejor remunerados.

Pero pese a todo esto, la reforma agraria de Lula establece que el Estado podrá apropiarse de una parte de toda la producción realizada en esas tierras, dando forma a una incipiente colectivización de la producción agraria.

Reformas agrarias de esta índole fueron implementadas en diversas partes del mundo, como por ejemplo México (1917), Bolivia (1953), Guatemala (1951), Cuba (1959) y Chile (1962-1973), y todas ellas registraron pésimos resultados en materia de productividad y eficiencia asignativa.

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Lula se negó a condenar el ataque de Irán y posiciona a Brasil como el único país occidental en no solidarizarse con Israel

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La comunidad judía brasileña expresó su decepción con el Gobierno socialista, y lo acusaron de tomar una posición proiraní que es “lamentable” y “frustrante” para estos tiempos.

Mientras la mayoría de naciones occidentales se posicionaron del lado de Israel, o en todo caso, mantuvieron la neutralidad pero expresando su apoyo a la única democracia liberal de Medio Oriente ante los ataques de Irán, el gobierno socialista de Brasil mantuvo una postura completamente distinta.

En línea con Rusia, el presidente Lula da Silva responsabilizó a ambos países por el conflicto, y puso al mismo nivel las acciones de defensa de Israel con los ataques de la teocracia represiva y sanguinaria del dictador chiíta Ali Jamenei.

En el comunicado del gobierno del PT, Lula evitó condenar a Irán por el ataque y exhortó a todas las naciones del mundo a movilizar esfuerzos para evitar una escalada de la confrontación, sin decir que es el régimen del ayatolá el que atacó indiscriminadamente a Israel.

Estos comentarios, muy desalineados al G7 y a otras naciones latinoamericanas como Argentina o Uruguay, le ligaron un fuerte reproche de la comunidad judía brasileña, una de las más grandes del mundo.

La Confederación Israelí de Brasil tildó este domingo de “lamentable” y “frustrante” la posición de Lula en el conflicto al negarse a condenar de manera explícita el ataque de drones y misiles de Irán contra Israel.

El mundo democrático y varios países de Oriente Medio se han unido a Israel en la condena y la lucha contra el ataque de Irán, pero la actual política exterior de Brasil ha optado por ponerse del lado de la teocracia iraní”, afirmó el presidente de la entidad Claudio Lottenberg.

Las relaciones entre Israel y Lula vienen deteriorándose desde que el pasado 18 de febrero, cuando el mandatario socialista equiparó la ofensiva israelí en Gaza con el Holocausto, el exterminio de judíos promovido por Adolf Hitler.

“No es una guerra de Israel contra Palestina, es un genocidio como el Holocausto”, declaró Lula sobre el conflicto palestino israelí a la prensa en Adís Abeba, la capital de Etiopía, donde asistió en su momento a una cumbre de la Unión Africana (UE).

Y agregó: “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ha ocurrido en ningún otro momento de la historia. En realidad, si ocurrió una vez, ha ocurrido cuando Hitler decidió matar a los judíos“.

En consecuencia, Israel decidió romper relaciones diplomáticas con Brasil y declaró a Lula persona non grata, prohibiéndole el ingreso al país. En respuesta, Brasil retiró a su embajador de Tel Aviv. Este deterioro de relaciones fue fugaz, y ocurrió apenas un año después de que Israel y Brasil llegaran al punto más cercano de sus relaciones, de la mano del expresidente Jair Bolsonaro.

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