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La popularidad de Bolsonaro se dispara en Brasil a pesar de las difamaciones de los medios

Mientras los medios difaman la imagen del Presidente, la popularidad de Jair Bolsonaro llega a un nuevo máximo desde su asunción. Sus acertadas políticas en el campo económico y social ya lo han convertido en una de las figuras más populares de la política brasileña. 

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Los niveles de popularidad del presidente Jair Bolsonaro van en aumento. Una encuesta realizada por el izquierdista Datafolha entre los días 11 y 12 de agosto reveló que el 37% de los brasileños aprueban la gestión de Bolsonaro, el mejor índice desde que inició su mandato el 1ro de enero del año pasado, mientras que una consultora más imparcial como PoderData, le otorga un impresionante 52% de aprobación, uno de los más altos de la historia contemporánea del país.

Sea la fuente que se quiera tomar, Bolsonaro está en su mejor momento, pese a los intentos de los medios de comunicación en manipular la información en su contra y difamar su gestión, así como también los diversos ataques realizados por la Corte Suprema izquierdista de Brasil y sus antiguos aliados, el alcalde de Sao Paulo Joao Doria, y el gobernador de Río de Janeiro Wlson Witzel, el presidente Jair Bolsonaro continúa realizando una gestión notable después de 13 años de gobiernos de izquierda que incrementaron los niveles de corrupción en el país.

Esta pasión por el Presidente no es irracional, desde que comenzó su mandato no le ha temblado el pulso y ha ido por la financiación de los sindicatos, ha aprobado reformas de fondo en un Congreso fragmentado, con un liderazgo sin precedentes para articular la política de Brasil, que venía de una de las mayores crisis políticas de su historia luego de la destitución de la ex presidente Dilma Rousseff.

Además, en los últimos meses, el presidente Bolsonaro ha recorrido diversas regiones del país con el objetivo de inaugurar obras abandonadas por el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, que fueron por años focos de corrupción de la izquierda.

El ejemplo más grande de esto es la inauguaración de la obra fluvial en la ciudad de Campo Alegre de Lourdes, Estado de Bahía, al noreste de Brasil. Después de varios años de inauguraciones truchas que quedaron en la nada por parte del PT y múltiples casos de corrupción, sumado a un inexplicable incremento en el costo de la obra, finalmente la gestión de Bolsonaro pudo hacer en 18 meses lo que Lula no pudo hacer en 10 años, beneficiando a más de 12 millones de personas en 390 municipios del noreste del país.

Cabe destacar que esta zona había sido considerada en años anteriores como un importante bastión del Partido de los Trabajadores. Pero esto ha cambiado, gracias al compromiso del mandatario en recuperar lo perdido en gobiernos anteriores. 

Jair Bolsonaro, en la inauguración de la obra fluvial en el estado de Bahía, al lograr correr agua por primera vez desde que se inició la construcción en 2017.

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Desarrollo económico y prosperidad para la gente

Jair Bolsonaro, junto a Paulo Guedes, Ministro de Economía.

El Presidente de Brasil también ha impulsado una agenda encaminada a reducir el Estado, así como favorecer el desarrollo económico del país. 

Junto al ministro de Economía Paulo Guedes, se ha impulsado una nueva reforma fiscal con el objetivo se simplificar impuestos para atraer la inversión del país.

La reforma permitiría crear entre 142.000 y 373.000 nuevos puestos de trabajo formales. La productividad general subiría hasta un 0,5%, dependiendo del comportamiento de los costos. 

El modelo impuesto por los socialistas en el país ha causado un estancamiento económico sin precedentes. Según el Índice de Facilidad para Hacer Negocios del Banco Mundial, el país se ubica en el lugar 124 de 190 países analizados, posicionando al país en un nivel “medio”, junto a países como Argentina, Paraguay, Ecuador, Bolivia, entre otros. 

Por otra parte, el Gobierno está apostando al desarrollo ferroviario del país con la inversión de más de US$ 7 mil millones en mantenimiento, construcción de ferrocarriles, nuevas inversiones, compra de materiales, proyectos ambientales y obras en tramos urbanos. 

El resto de la inversión para finalizar la construcción y operar las vías será responsabilidad de empresas privadas, y el objetivo es que permanezca de este modo por varias décadas más.

La necesidad de expandir la red ferroviaria se debe a la búsqueda de cambios trascendentales en la matriz de transporte de Brasil, ya que el 5,4% de las mercancías del país se transporta vía ferrocarril.

El aumento en el número de ferrocarriles también beneficiará a los puertos nacionales, ya que se facilita el flujo de producción en el país. 

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El tema más importante para los brasileños: Seguridad

El mandatario brasileño adoptó políticas acertadas contra la criminalidad organizada, y la violencia en las calles de Brasil se ha reducido de manera drástica.  Durante el año pasado, fueron asesinadas 41.635 personas, una reducción de 19% con respecto al 2018, el menor número de crímenes según datos del Fórum Brasileño de Seguridad Pública. 
Además, los robos que resultaron en muertes disminuyeron un 27,3%, mientras que las violaciones sexuales y los asesinatos de personas LGTB disminuyeron un 13,6% y 24,5% respectivamente; este último dato siempre tan importante para los medios de izquierda, nadie lo reportó.
Los expertos han destacado el trabajo continuo de diversos Estados en favor de políticas de reducción y control de violencia, como Sao Paulo o Espirito Santo (al sureste), o Paraíba (al noreste). A su vez, se ha señalado que se mantiene un mayor control de los jefes del narcotráfico en las prisiones del país. 

“En nuestro gobierno caen los homicidios, la violencia y las falacias (…) nuestro gobierno extiende un fuerte abrazo a todos los agentes de seguridad del país. Brasil sigue caminando en el rumbo correcto”, dijo Bolsonaro

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Lucha contra el Marxismo Cultural

Bolsonaro también ha dado pasos significativos en la lucha contra el marxismo cultural en las escuelas y universidades. Como parte del Programa Nacional de Escuelas Cívico-Militares, se ha inaugurado la primera escuela cívico-militar en Río de Janeiro. 

El presidente ha declarado que a través de la educación, los jóvenes brasileños se convierten en “buenos patrones, unos buenos empleados, unos buenos liberales, y no apenas, como todavía ocurre en parte de Brasil, en unos militantes políticos“.

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Este lunes, el mandatario brasileño asistió a la inauguración de la central termoeléctrica de gas natural más grande la región, que atenderá al 15% de la demanda energética del Nordeste, beneficiando a 16 millones de personas. 

La central producirá energía por menos de la mitad del costo promedio de la energía térmica producida en Brasil. Según el ministro de Energía, Benito Albuquerque, este tipo de proyectos aumentan el suministro de gas y contribuyen a un entorno competitivo saludable, algo fundamental para reducir los precios a los consumidores brasileños. 

Queda claro que la popularidad de Bolsonaro no disminuirá. La izquierda ha perdido terreno en importantes sectores del país debido a su incapacidad para desarrollar al país con sus políticas socialistas fracasadas y a los escándalos de corrupción que dañaron al país.

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Brasil

Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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Brasil

Reforma agraria en Brasil: Lula lanza un grotesco programa socialista para colectivizar la producción del campo

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El Gobierno expropiará y repartirá discrecionalmente un total de 295.000 hectáreas de tierras públicas y privadas a indígenas y desempleados. El Estado se adueñará de una parte de todo lo que se produzca en las nuevas tierras reasignadas.

Con la asunción del socialismo en Brasil en enero del año pasado, se produjo un cambio radical en la política agraria del país. Se le puso fin a la concesión flexible de derechos de propiedad que emprendía la gestión Bolsonaro, y en su lugar, la administración de Lula da Silva lanzó una nueva reforma agraria a-la-China por decreto y sin pasar por el Congreso.

La reforma comprende el reparto de hasta 295.000 hectáreas de manera completamente discrecional, es decir, serán asignadas a dedo por Lula dependiendo de algún criterio arbitrario por parte de las autoridades competentes.

Las tierras se repartirán a indígenas y personas desempleadas. Con esta maniobra, el PT busca engrosar su influencia sobre los estratos más débiles de la población rural, que ahora podrían verse sometidos a una relación clientelista con el Gobierno.

El reparto afectará tanto a tierras de propiedad estatal como tierras privadas, que serán deliberadamente expropiadas en caso de que se determine el “abandono” por parte de sus propietarios, la misma excusa que utilizó el dictador chino Mao Tse Tung durante las reformas agrarias en China en la década del ’50.

A la par de estos movimientos, el Gobierno también lanzará un esquema de créditos subsidiados (y artificialmente baratos) para financiar la adquisición de maquinaria y semillas, con el fin de abastecer la eventual producción agrícola en las nuevas tierras reasignadas. 

La mayor parte de la agricultura prevista para estos campos será meramente familiar y de subsistencia, sin mayores dotes de productividad y sin la posibilidad de generar exportaciones o divisas al país.

Esto es evidencia de la pésima asignación de recursos implícita en la reforma agraria del socialismo. Se retienen recursos valiosos que podrían haberse utilizado en otras áreas de la economía para producir más eficientemente, creando puestos de trabajo mejor remunerados.

Pero pese a todo esto, la reforma agraria de Lula establece que el Estado podrá apropiarse de una parte de toda la producción realizada en esas tierras, dando forma a una incipiente colectivización de la producción agraria.

Reformas agrarias de esta índole fueron implementadas en diversas partes del mundo, como por ejemplo México (1917), Bolivia (1953), Guatemala (1951), Cuba (1959) y Chile (1962-1973), y todas ellas registraron pésimos resultados en materia de productividad y eficiencia asignativa.

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Lula se negó a condenar el ataque de Irán y posiciona a Brasil como el único país occidental en no solidarizarse con Israel

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La comunidad judía brasileña expresó su decepción con el Gobierno socialista, y lo acusaron de tomar una posición proiraní que es “lamentable” y “frustrante” para estos tiempos.

Mientras la mayoría de naciones occidentales se posicionaron del lado de Israel, o en todo caso, mantuvieron la neutralidad pero expresando su apoyo a la única democracia liberal de Medio Oriente ante los ataques de Irán, el gobierno socialista de Brasil mantuvo una postura completamente distinta.

En línea con Rusia, el presidente Lula da Silva responsabilizó a ambos países por el conflicto, y puso al mismo nivel las acciones de defensa de Israel con los ataques de la teocracia represiva y sanguinaria del dictador chiíta Ali Jamenei.

En el comunicado del gobierno del PT, Lula evitó condenar a Irán por el ataque y exhortó a todas las naciones del mundo a movilizar esfuerzos para evitar una escalada de la confrontación, sin decir que es el régimen del ayatolá el que atacó indiscriminadamente a Israel.

Estos comentarios, muy desalineados al G7 y a otras naciones latinoamericanas como Argentina o Uruguay, le ligaron un fuerte reproche de la comunidad judía brasileña, una de las más grandes del mundo.

La Confederación Israelí de Brasil tildó este domingo de “lamentable” y “frustrante” la posición de Lula en el conflicto al negarse a condenar de manera explícita el ataque de drones y misiles de Irán contra Israel.

El mundo democrático y varios países de Oriente Medio se han unido a Israel en la condena y la lucha contra el ataque de Irán, pero la actual política exterior de Brasil ha optado por ponerse del lado de la teocracia iraní”, afirmó el presidente de la entidad Claudio Lottenberg.

Las relaciones entre Israel y Lula vienen deteriorándose desde que el pasado 18 de febrero, cuando el mandatario socialista equiparó la ofensiva israelí en Gaza con el Holocausto, el exterminio de judíos promovido por Adolf Hitler.

“No es una guerra de Israel contra Palestina, es un genocidio como el Holocausto”, declaró Lula sobre el conflicto palestino israelí a la prensa en Adís Abeba, la capital de Etiopía, donde asistió en su momento a una cumbre de la Unión Africana (UE).

Y agregó: “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ha ocurrido en ningún otro momento de la historia. En realidad, si ocurrió una vez, ha ocurrido cuando Hitler decidió matar a los judíos“.

En consecuencia, Israel decidió romper relaciones diplomáticas con Brasil y declaró a Lula persona non grata, prohibiéndole el ingreso al país. En respuesta, Brasil retiró a su embajador de Tel Aviv. Este deterioro de relaciones fue fugaz, y ocurrió apenas un año después de que Israel y Brasil llegaran al punto más cercano de sus relaciones, de la mano del expresidente Jair Bolsonaro.

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