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Los primeros 100 días de Lula destruyendo el legado de Bolsonaro: Déficit fiscal, fin de las privatizaciones y ataques al Banco Central

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La agenda del Presidente socialista desbarató la disciplina fiscal, avanza contra la independencia de la política monetaria, y por decreto canceló todas las privatizaciones programadas por la administración anterior. Brasil entierra el sendero liberal y vuelve a abrazar el socialismo.

El presidente Lula da Silva cumplió sus primeros 100 días en el poder este lunes, como parte de su tercer mandato al frente del Poder Ejecutivo del país. Bajo su liderazgo, Brasil avanza en la dirección diametralmente opuesta a la que dio su predecesor Jair Bolsonaro, entierra el sendero reformista que pretendía converger hacia una economía liberal, y vuelve a abrazar las ideas intervencionistasy socialistas.

Lula patrocinó el slogan “Brasil volvió” como una manera para definir la obra de sus 100 primeros días de Gobierno, pero lo que realmente hace Brasil es aislarse cada vez más de los mercados internacionales, la inversión y los organismos de crédito multilaterales. El Presidente criticó el rol del FMI y los mercados financieros, demostrando más bien que “Brasil se va” del organigrama de la economía mundial.

La reforma fiscal y los nuevos impuestos

Tras la estrecha victoria electoral en los comicios de 2022, Lula logró el respaldo legislativo para aprobar el levantamiento del techo de gasto público previsto por Bolsonaro para el año fiscal 2023. El Gobierno fue facultado para expandir el gasto en más de 145.000 millones (28.000 millones de dólares) de reales adicionales a los programados por las asignaciones presupuestarias anteriores.

De hecho, el proyecto original del socialismo pretendía elevar el límite hasta los 198.000 millones de reales y postergar las reglas fiscales de Brasil hasta 2026, pero el proyecto efectivamente aprobado por el Congreso solo permite hacerlo como medida de excepción para este año. La férrea oposición de los diputados y senadores bolsonaristas fue fundamental para detener la ofensiva despilfarradora. 

Entre otros programas, el aumento de los gastos suponen la reintroducción del programa “Bolsa Familia” (nuevamente renombrado con ese mote). El presidente Lula hizo permanentes los subsidios que ya estaban presentes, y agregó un pago adicional por R$ 150 por cada hijo de hasta 6 años de edad además del pago de los R$ 600 existentes.

Pero los nuevos gastos programados no encontraron su debida contraparte en más ingresos genuinos, por lo que Brasil perderá el superávit primario heredado por Bolsonaro, un hecho que fue confirmado por el propio ministro de Economía Fernando Haddad.

El déficit financiero del Gobierno nacional (sin Estados locales ni municipalidades) aumentó al 4,55% del PBI en febrero de 2023 y fue el más alto de los últimos 7 meses. El resultado sin intereses aún sigue siendo superavitario, pero representó el 0,56% del PBI en febrero y recayó al nivel más bajo observado desde junio del año pasado. 

El ministro Haddad se comprometió con un límite de déficit primario del 0,5% del PBI, admitiendo así que las medidas erradicarán el superávit heredado, pero las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) sugieren que en realidad el rojo primario federal podría superar el 0,8% del PBI para fin de año (un 60% más de lo que promete el ministro de Economía).

La más reciente apuesta impositiva del oficialismo fue la introducción de retenciones “temporales” a la exportación de petróleo con una tasa del 9,2%. La medida es extremadamente distorsiva, atenta contra la producción nacional y la generación de divisas, y como respuesta las principales petroleras en el país anunciaron el cese de la inversión.

Las críticas a la independencia del Banco Central y las medidas de intervención

Lula criticó públicamente la ley de autonomía del Banco Central sancionada e impulsada por el expresidente Jair Bolsoanro, un elemento que fue fundamental para explicar la baja de la inflación que hoy disfruta el país. Garantiza que la autoridad monetaria puede decidir libremente sus objetivos de tasa de interés u otros instrumentos de intervención, exclusivamente atendiendo a sus propios objetivos y sin injerencia del poder político de turno.

Si bien no tiene el consenso parlamentario para erradicar la ley, el Presidente ya designó a dos nuevos integrantes para la Junta Directiva de la institución, y ambos representarán la postura del oficialismo: el Gobierno descree de la lucha contra la inflación y puja por una rebaja de la tasa SELIC de política monetaria (actualmente fijada en el 13,75% anual).

Asimismo, y aún sin poder intervenir directamente en la ley, la falta de disciplina fiscal condiciona el efecto real de la política monetaria a través del canal de las expectativas. Sin ordenamiento fiscal y en presencia de déficits crónicos, la credibilidad del Banco Central se deteriora porque se especula con posibles rescates monetarios en el futuro.

Anulación de todas las privatizaciones programadas para 2023

Ya habiendo anunciado en su primer discurso de apertura, el Presidente efectivizó su amenaza por terminar con todas las privatizaciones programadas por la gestión anterior. Esto incluye la venta de la Empresa Brasileña de Comunicaciones (EBC), la Compañía Brasileña de Administración de Petróleo y Gas Natural SA (CBAPGN) y Telecomunicaciones Brasileiras SA (Telebras) entre las más importantes.

Pero sin lugar a dudas, la cancelación más importante de todas es Petrobras. La privatización de esta empresa prometía ser la más grande de la historia de Brasil, un hecho que ni siquiera pudo darse en la primera oleada privatizadora durante la década de 1990.

El superávit operativo del conjunto de las empresas estatales federales representó el 0,02% del PBI en febrero de 2023, un 75% menos en comparación al 0,08% registrado en el último mes de la gestión de Jair Bolsonaro.

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La Corte Suprema de Brasil analiza bloquear Telegram, WhatsApp y Twitter en todo el país para censurar a la oposición

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Alexandre de Moraes, principal juez responsable de censurar a la oposición en Brasil, dijo que el bloqueo masivo no es una medida que adoptaría “en estos momentos”, pero el resto del STF tiene tiempo de votar hasta el 26 de abril.

El Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil, controlado por el presidente Lula da Silva, inició este viernes un proceso para analizar la posibilidad de bloquear aplicaciones de mensajería, como WhatsApp y Telegram, en Brasil.

El análisis se desarrollará mediante videoconferencias hasta el 26 de abril, fecha en la que los jueces tomarán la determinación sobre si el máximo tribunal puede suspender temporalmente el funcionamiento de las aplicaciones de mensajería que se nieguen a entregar información de los usuarios investigados por delitos sin sentencia firme.

Esta votación se da en medio de fuertes denuncias de persecución política contra el gobierno de Lula, que está utilizando a los jueces de la Suprema Corte para censurar a la oposición en redes sociales, solicitando eliminar cuentas y borrar publicaciones. Incluso La Derecha Diario ha sido víctima de esto.

El principal juez señalado por ser el brazo armado del Gobierno socialista es Alexandre de Moraes, responsable de ordenar el bloqueo de miles de usuarios opositores a Lula en Twitter. Sin embargo, Moraes anticipó su voto en contra de la medida, probablemente para evitar un mayor escándalo en medio de un conflicto judicial abierto contra Elon Musk y la oposición.

Moraes, se unió al juez Edson Fachín diciendo que la medida no parecería necesaria en estos momentos, pero sorprendió su voto negativo ya que él mismo ha sido responsable en el pasado de bloquear temporalmente a Telegram, luego de que la empresa se negara a entregar información personal de sus usuarios. Hasta el momento, los otros nueve jueces aún no han votado.

La presentación de esta acción en los tribunales se inició en 2016, a través del partido Ciudadanía. El proyecto se basó en una decisión del Tribunal de Sergipe, que ordenó la suspensión de WhatsApp en todo el territorio nacional por un período de 72 horas.

WhatsApp se había negado a romper la confidencialidad de los mensajes de la aplicación cuando el tribunal pidió mensajes privados de las personas en un caso vinculado a la libertad de expresión.

En aquel entonces Facebook (ahora Meta) afirmó que los mensajes están cifrados de un extremo a otro, lo que significa que ellos no almacenan en los sistemas de la aplicación los mensajes ni pueden entregarlos, y que solo el usuario puede hacerlo.

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Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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Reforma agraria en Brasil: Lula lanza un grotesco programa socialista para colectivizar la producción del campo

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El Gobierno expropiará y repartirá discrecionalmente un total de 295.000 hectáreas de tierras públicas y privadas a indígenas y desempleados. El Estado se adueñará de una parte de todo lo que se produzca en las nuevas tierras reasignadas.

Con la asunción del socialismo en Brasil en enero del año pasado, se produjo un cambio radical en la política agraria del país. Se le puso fin a la concesión flexible de derechos de propiedad que emprendía la gestión Bolsonaro, y en su lugar, la administración de Lula da Silva lanzó una nueva reforma agraria a-la-China por decreto y sin pasar por el Congreso.

La reforma comprende el reparto de hasta 295.000 hectáreas de manera completamente discrecional, es decir, serán asignadas a dedo por Lula dependiendo de algún criterio arbitrario por parte de las autoridades competentes.

Las tierras se repartirán a indígenas y personas desempleadas. Con esta maniobra, el PT busca engrosar su influencia sobre los estratos más débiles de la población rural, que ahora podrían verse sometidos a una relación clientelista con el Gobierno.

El reparto afectará tanto a tierras de propiedad estatal como tierras privadas, que serán deliberadamente expropiadas en caso de que se determine el “abandono” por parte de sus propietarios, la misma excusa que utilizó el dictador chino Mao Tse Tung durante las reformas agrarias en China en la década del ’50.

A la par de estos movimientos, el Gobierno también lanzará un esquema de créditos subsidiados (y artificialmente baratos) para financiar la adquisición de maquinaria y semillas, con el fin de abastecer la eventual producción agrícola en las nuevas tierras reasignadas. 

La mayor parte de la agricultura prevista para estos campos será meramente familiar y de subsistencia, sin mayores dotes de productividad y sin la posibilidad de generar exportaciones o divisas al país.

Esto es evidencia de la pésima asignación de recursos implícita en la reforma agraria del socialismo. Se retienen recursos valiosos que podrían haberse utilizado en otras áreas de la economía para producir más eficientemente, creando puestos de trabajo mejor remunerados.

Pero pese a todo esto, la reforma agraria de Lula establece que el Estado podrá apropiarse de una parte de toda la producción realizada en esas tierras, dando forma a una incipiente colectivización de la producción agraria.

Reformas agrarias de esta índole fueron implementadas en diversas partes del mundo, como por ejemplo México (1917), Bolivia (1953), Guatemala (1951), Cuba (1959) y Chile (1962-1973), y todas ellas registraron pésimos resultados en materia de productividad y eficiencia asignativa.

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