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El Salvador

Gracias a las reformas en Seguridad de Bukele, enero fue el mes más seguro de la historia de El Salvador

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El popular gobierno de El Salvador perfila el 2023 como el año más seguro en más de 200 años de historia, tras extirpar de las calles a delincuentes y pandilleros que atormentaron al país por décadas.

Si miramos la política domestica de los mandatarios latinoamericanos, sin lugar a dudas resalta la intachable gestión del presidente salvadoreño Nayib Bukele en materia de seguridad. Tras recibir en 2019 un país catalogado como la capital del crimen mundial y enquistado con una casta política servicial a las mafias, hoy El Salvador empieza el año con su mes más seguro en su historia contemporánea.

Tras la implementación del Plan de Control Territorial y el Régimen de Excepción en marzo de 2022, el gobierno salvadoreño ha detenido a más de 64.000 delincuentes y pandilleros, hundiendo la tasa de homicidios y el crimen en el país y deshaciéndose de los delincuentes de más alto perfil que aterrorizaban las calles.

En los últimos 4 años, muchos referentes de la casta salvadoreña y de las organizaciones internacionales de derechos humanos llamaron tirano y antidemocrático a Bukele por estas medidas de seguridad. Es curioso como hoy gracias a esto, El Salvador tiene paz y Bukele un índice de aprobación del 94%, incluso en las encuestas de la oposición.

Gracias a las reformas en seguridad del presidente tendiente a la derecha, El Salvador registró 496 homicidios en todo 2022, el valor más bajo en décadas, y aproximadamente un 57% menos que los contabilizados en 2021.

La estadística mejoró incluso más en el primer mes del 2023, con el enero más seguro en los 201 años de historia del país, registrando tan solo 11 homicidios. De mantenerse este nivel de homicidios a lo largo de los doce meses del año, se acumularían solo 132 asesinatos, números que El Salvador no vio nunca en toda su historia.

Días atrás, Bukele celebró en redes sociales que se cumplieron 300 días (no consecutivos) sin homicidios desde el comienzo de su administración. En efecto, a lo largo de los 15 años de los últimos gobiernos de ARENA y FMLN, tan solo se registraron 2 días sin homicidios.

Estos impresionantes logros se atribuyen principalmente a la implementación de 2 medidas: el Plan de Control Territorial y el Régimen de Excepción, en el que el Poder Legislativo facultó al presidente a militarizar las calles de las principales ciudades, imponer toque de queda cuando se necesite, e intervenir las telecomunicaciones.

El Plan de Control Territorial consta de siete fases. La primera fase fue encaminada a la “recuperación de territorios”, mediante la militarización de las calles; la segunda fase se centró en la “recuperación del tejido social” mediante la creación de oportunidades, que incluyó una reforma a los planes sociales, la desregulación de la economía, y la introducción de nuevas tecnologías, como el Bitcoin.

La fase número tres estuvo orientada a “fortalecer los cuerpos de seguridad con equipos y medios”, que implicó un masivo gasto en mejorar el presupuesto de la Policía. La cuarta fase fue de “incursión” y arrebato de los territorios de las pandillas concedidos por los gobiernos anteriores, en la que se recuperaron por la fuerza barrios enteros donde el Estado se había retirado en los últimos años.

La quinta fase, vigente por el momento, es la que se llama de “extracción”, donde se busca extirpar a los criminales que aún quedan en las comunidades y acechando las calles de cualquier lugar del país.

El proceso que inició el 27 de marzo del 2022, mediatizado por Bukele como la Guerra conta las Pandillas, permitió la detención de 64.111 criminales, presuntos miembros de los maras u otras pandillas.

De todos ellos, 3.475 fueron liberados porque no se les comprobó ningún delito, menos del 6% del total, "un éxito en materia de seguridad", de acuerdo a lo que dijo el Ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Villatoro.

Una de las principales críticas que se le hace al presidente salvadoreño es la de saltarse el debido proceso a la hora de capturar a los delincuentes, como así también de cambiar la definición de homicidio para excluir a personas muertas en prisión, bajo custodia policial y en enfrentamientos con la policía.

Lo que no se tiene en cuenta es que El Salvador se había convertido en un Estado fallido previo a la asunción de Bukele, y las fuerzas de Seguridad están haciendo todo lo posible para recuperar un país controlado por los maras y el crímen organizado.

Las medidas instaladas en marzo del año pasado tampoco fueron un capricho del presidente salvadoreño, si no que fueron respuesta a una ola de asesinatos llevada a cabo por los pandilleros en el fin de semana del 25 de marzo, cuando asesinaron a 87 civiles en las calles del país "en protesta" por las medidas de Bukele.

Desde entonces, el Tribunal Constitucional dio el visto bueno a un Estado de Excepción, donde se permite la detención a personas a pesar de no haberlos atrapado in fraganti, acorde a un conjunto de parámetros establecidos por el Parlamento. La principal causa de detención actualmente es la portación de tatuajes alusivos a los maras, un símbolo de la impunidad de los pandilleros que por décadas marcaron sus cuerpos a sabiendas que la policía no podría hacerles nada.

En la medida que se aplica esta política pública contra la inseguridad, recientemente se inauguró en Tecoluca una mega cárcel para alojar a 40.000 detenidos. Fue bautizada como "Centro de Confinamiento del Terrorismo" y estará custodiada por 600 soldados y 250 policías.

Además, el gobierno de Nayib Bukele ahora cobra a los presos por comida, ropa y productos de higiene en las cárceles. Les exigen 170 dólares al mes para brindarle alimentos y productos básicos a los detenidos.

Con sus medidas, Bukele suma una extensa lista de admiradores latinoamericanos. Por un lado, es acusado de ser un “hombre fuerte despiadado y violador de derechos humanos” según algunas organizaciones internacionales de izquierda que hacen más escándalo por sus medidas que por los miles de homicidos que cometían las pandillas en el pasado.

Pero también existen políticos prominentes y muchas personas a lo largo y ancho del continente que profesan admiración por sus políticas y han expresado el deseo de que sus propios países lo tomen como referente.

Bukele ha sido celebrado por Zury Ríos, candidata de derecha en Guatemala, quien recientemente dijo que para ella, "El Salvador es un modelo de referencia para la seguridad"; el ministro Ramón Sabillón de Honduras, quien aseguró que "hay cosas para aprender de lo que se está haciendo en El Salvador".

Además, Rafael López Aliaga, alcalde de Lima y principal líder de la derecha peruana, quien dijo hace poco que "Bukele ha logrado un milagro en El Salvador"; y Jorge Torres, ministro de Seguridad de Costa Rica, quien admitió que "una política de seguridad como la de Bukele sería grandiosa para bajar la tasa de homicidios".

El Salvador

Haití colapsa: Un líder narco toma control del país y Bukele se ofrece a "arreglar" el problema si la ONU habilita a El Salvador

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El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se ofrece a combatir al narco en Haití, y asegura que está en condiciones de contener la violencia en Haití: “Podemos arreglarlo”.

Tras el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, el 7 de julio del 2021, el país ha colapsado ante bandas narcos y pandillas criminales que han diezmado el Estado de Derecho, y dejado al presidente interino, Ariel Henry, prácticamente sin poder.

La situación se volvió crítica cuando, el fin de semana pasado, unos 4.500 presos lograron escaparse de la principal cárcel de Puerto Príncipe y se levantaron en armas contra el Gobierno, que dificultosamente había logrado encarcelarlos uno por uno en los últimos tres años.

El presidente Henry está desaparecido. No se tiene conocimiento si está en el país o se ha exiliado. Viajó el martes pasado a Puerto Rico, y se cree que nunca más regresó al país, dejando todo en manos de su ministro del Interior.

Mientras tanto, Jimmy Chérizier, alias ‘Barbecue‘, el líder criminal más importante del país, ha tomado control operativo de Haití, incluso asediando el Palacio Nacional, que se encuentra sitiado en estos momentos.

"Si Ariel Henry no dimite, si la comunidad internacional sigue apoyando a Ariel Henry, nos llevará directamente a una guerra civil que acabará en genocidio", afirmó Barbecue, quien lidera la poderosa Pandilla G9.

Barbecue ha logrado unificar a pandillas rivales con el objetivo de deponer al actual gobierno, e instalar un narcoestado como ocurrió en Colombia en la década de los años 80s.

Jimmy Chérizier, líder de la alianza de pandillas "G9″, acompañado por miembros de pandillas después de una conferencia de prensa Puerto Príncipe, Haití, el 5 de marzo de 2024.

Bukele se ofrece a intervenir

En un anuncio sin precedentes, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha asegurado que podría arreglar el aumento de violencia que se está viviendo en Haití si la ONU le permitiera intervenir en el país con sus Fuerzas Armadas.

"Podemos arreglarlo", ha escrito el mandatario en su cuenta de la red social X, respondiendo a una publicación que muestra la dura situación de Haití. "Pero necesitaremos una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, el consentimiento del país anfitrión y todos los gastos de la misión que cubrir", explicó.

Bukele asumió en El Salvador en una situación similar a la que transcurre hoy la República de Haití. Cuando tomó control del país centroamericano, los maras controlaban varias de las principales ciudades salvadoreñas.

Pero poco a poco, con el Plan de Control Territorial, Bukele empleó tanto a las Fuerzas de Seguridad como a las Fuerzas Armadas para ir recuperando terreno, y en tan solo dos años, reinstituyó el Estado de Derecho a lo largo y ancho del país.

La propuesta de Bukele es polémica porque implicaría que se permita el ingreso de una fuerza extranjera a Haití, pero el país que ha sido azotado por catástrofes naturales, y también por el socialismo, el narco y el crímen organizado, necesita desesperadamente de una fuerza con valentía para reestablecer el orden.

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El Salvador

La izquierda en El Salvador se queda completamente afuera del Parlamento por primera vez desde el regreso a la democracia

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El partido FMLN, que surgió de la guerrilla comunista y que dominó la política salvadoreña de los últimos 30 años, se quedó con cero bancas en la Asamblea Legislativa de El Salvador. El partido de Bukele se quedó con 54 de las 60 bancas.

Las elecciones presidenciales del pasado 4 de febrero dieron un masivo triunfo por más del 86% al presidente Nayib Bukele, pero esa no fue la única victoria del oficialismo. En las legislativas, el partido Nuevas Ideas, obtuvo más del 60% de los votos y dejó completamente afuera del Parlamento a la izquierda.

Mientras que el partido de Bukele se quedó con 54 de las 60 bancas de la Asamblea Legislativa, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), partido que nació a partir de la antigua guerrilla izquierdista que protagonizó la guerra civil entre 1980 y 1992, se quedó con cero bancas.

El FMLN es el partido más importante de El Salvador desde la vuelta a la democracia, habiendo gobernado en múltiples ocasiones en los últimos 30 años, y habiendo dominado el Congreso en los últimos diez.

Sin embargo, esta vez se quedó completamente sin representación. La oposición quedó únicamente en manos del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), de centroderecha y anti-Bukele, que obtuvo solo 2 bancas, y del partido centrista liberal VAMOS, con 1.

Completan las 60 bancas, el Partido de Concertación Nacional (PCN), de centroderecha y aliados de Bukele, con otras 2 bancas, y el Partido Demócrata Cristiano (PDC), con 1 banca.

El fin de la política tradicional

ARENA y el FMLN dominaron la política salvadoreña entre 1989 y 2019, cuando llegó Bukele a la presidencia. En comparación a esa elección, perdieron más de 800.000 votos, más de 30 puntos del padrón electoral.

Ambos partidos se han visto envueltos en una serie de escándalos de corrupción, y sus principales líderes han sido vinculados al narcotráfico, por lo que perdieron la confianza del electorado, tanto de izquierda como de derecha.

En el caso de Arena, su primer expresidente, Alfredo Cristiani, quien gobernó el país entre 1989 y 1994, enfrenta un proceso por lavado de dinero. Por su parte, el expresidente Antonio Saca fue condenado a 10 años de cárcel por una serie de actos de corrupción durante su gobierno entre 2004 y 2009.

En el caso del FMLN, los expresidentes Mauricio Funes, quien gobernó entre 2009 y 2014, y Salvador Sánchez Cerén, que ocupó la presidencia entre 2014 y 2019, enfrentan una serie de procesos por corrupción durante sus gobiernos.

Ambos ex mandatarios se asilaron en Nicaragua y son protegidos por el dictador comunista Daniel Ortega, quien les otorgó la nacionalidad nicaragüense de manera exprés para impedir que fueran extraditados, y se mantienen allí escondidos de la policía salvadoreña.

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Economía

Bukele arrasa en las elecciones y anuncia un pronto acuerdo con el FMI: Los bonos salvadoreños se disparan 

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La victoria del reformismo en El Salvador provocó un verdadero clima de euforia entre los mercados. El Gobierno de la derecha ganó las elecciones después de una histórica rebaja de la tasa de delincuencia y una exitosa estabilización económica luego del shock que provocó la pandemia.

El Presidente Nayib Bukele logró imponerse en los comicios electorales con casi el 83% de los votos, consumando así una aplastante victoria que enterró a la extrema izquierda nucleada en el FMLN. Este triunfo histórico despertó un gran interés en los mercados, que percibieron la continuidad del modelo económico de Bukele como una oportunidad de inversión.

El Presidente prometió continuar por el camino de la liberalización de la economía, la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, y recientemente anunció un inminente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para fortalecer la posición financiera del país y garantizar el cronograma de pagos trazado con los acreedores privados.

Los bonos salvadoreños con vencimientos a 2052 se dispararon descomunalmente, pasando de los 5,7 centavos de dólar a más de 86 en las últimas dos semanas. Los bonos con vencimientos a 2025 se dispararon un 30%, los que vencen en 2027 subieron un 59%, y los que vencen en 2029 llegaron a repuntar no menos de un 66% respectivamente.

Las calificadoras de riesgo S&P Global Ratings y Fitch Ratings mejoraron la posición de El Salvador dentro de su ranking internacional, volviendo al país un destino más seguro para la inversión privada. La agencia Bloomberg concluyó que Bukele se habría ganado la confianza de los mercados, como no lo lograba ningún presidente de ese país en años.

La seguridad jurídica y la estabilidad macroeconómica son aspectos fundamentales para el desarrollo de un país, y antes de la llegada de Bukele El Salvador mantenía serios problemas desde ambos puntos de vista.

El Gobierno salvadoreño apostó por la liberalización de las fuerzas productivas y permitió una drástica rebaja de impuestos en el sector de la tecnología, eliminado recargos por ganancias de capital, IVA, aranceles de importación, etc. Todo esto potenció notablemente el desarrollo del desarrollo IA, y la fabricación de hardware de computación.

Paralelamente se llevó a cabo un programa de saneamiento fiscal, que normalizó los niveles del gasto público (volviendo al 27% del PBI que mantenía antes de la pandemia), y reduciendo enormemente el aparato burocrático. La cantidad de alcaldías por cada uno de estos renombrados distritos se reducirá de 262 a 44, y el número de diputados en el Congreso salvadoreño se redujera de 84 a 60.

La histórica reducción de la tasa de delincuencia potenció el crecimiento económico y apuntaló la seguridad jurídica del país. Esto fue reconocido nada menos que por el FMI, que resumió la cuestión con las siguientes palabras: “Desde marzo de 2022, la reducción sin precedentes de la delincuencia y las fuertes remesas e ingresos por turismo han contribuido a la sólida dinámica de la actividad y la inversión”.

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