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Perú

Asumió Manuel Merino como Presidente de Perú tras la destitución de Vizcarra por el Congreso

El Congreso peruano aprobó este lunes la moción de vacancia contra el presidente Martín Vizcarra por corrupción, luego de una tensa noche con protestas en todo el país. Este día, el congresista Manuel Merino asumió la presidencia en sustitución de Vizcarra.

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Este lunes, el Congreso de Perú destituyó al presidente Martín Vizcarra mediante una moción de vacancia en la que se declaró la «permanente incapacidad moral» del mandatario, ante las acusaciones de corrupción durante su mandato como Gobernador de la provincia de Moquegua, en la que habría concedido varios contratos de obras públicas mediante el cobro de coimas por más de 2 millones de soles (unos 623.000 dólares). 

La iniciativa recibió 105 votos a favor, 19 en contra y 4 abstenciones, superando el número de apoyos exigidos por la Constitución, que requiere 87 de los 130 diputados. 

El mandatario había logrado superar un intento de moción de vacancia en el mes de septiembre, luego de que salieran a la luz una serie de audios que involucraban al mandatario con el caso Swing. Sin embargo, el pasado lunes, el centroizquierdista partido Unión por el Perú presentó una iniciativa para promover una nueva moción, que fue aceptada en el recinto por 60 votos y, ayer, aprobada por el plenario.

Es así que, en horas de la mañana, el presidente Martín Vizcarra se presentó a declarar ante el Legislativo. Vizcarra afirmó sentirse «conmovido«, por el interés de un nutrido grupo de congresistas en su pasada gestión, y afirmó que siempre ha sido respetuoso de la institucionalidad e independencia de poderes, sin importar si estaba de acuerdo o no con los temas de fondo. 

También recordó a los congresistas que «la vacancia es una medida excepcional que solo debe promoverse en circunstancias extremas, no cada mes y medio«, y al mismo tiempo, acusó a los miembros del Legislativo de utilizar esta medida como una herramienta de control político. 

«Seamos responsables y garanticemos a los peruanos la transición ordenada y estable que se merecen, con elecciones limpias, transparentes y con nuevas autoridades el próximo año», expresó Vizcarra

La sesión estuvo marcada por momentos de tensión, en la que los portavoces de distintas bancadas afirmaron que esta vez no apoyarían a Vizcarra, como sí lo hicieron en septiembre. 

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La salida de Vizcarra ha sorprendido a varios sectores, y se creía hasta el momento antes de la votación que no existían los votos suficientes para lograr la vacancia.

Por otra parte, los medios de comunicación que se mostraban a favor de la continuidad de Vizcarra durante la primera moción de vacancia se mantuvieron casi al margen en esta ocasión. Esta soltada de mano de los medios al Presidente ocasionó que los diputados voten sin la presión de la prensa y con conciencia.

Luego de conocerse la decisión del Congreso, muchos sectores estallaron en protesta. Políticos cercanos a Vizcarra convocaron a manifestaciones para «defender la democracia«, mientras que otros han pedido a sus seguidores desconocer las acciones del Congreso. La escalada de violencia fue brutal, con incluso uno de los manifestantes vizcarristas golpeando al diputado opositor Ricardo Burga en las puertas del edificio legislativo.

El ex Presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, se mostró en contra de la moción de vacancia, y afirmó que «la vacancia aprobada por el Congreso contra el presidente Martín Vizcarra es un golpe de Estado«. 

Además, el Partido Morado, a través de su presidente Julio Guzmán, había anunciado mediante un comunicado que no asistiría a la toma de posesión del nuevo Presidente, por considerar este acto como «una toma ilegítima del poder«, y acusó a los partidos Unión por el Perú, Acción Popular y Alianza para el Progreso de «querer cambiar las reglas del juego para las elecciones del 2021«, además de asegurar que estos partidos buscan «apoderarse del Poder Judicial». 

Por último, el Partido Morado anunció que pasa inmediatamente a ser opositor frontal del que consideran un «gobierno ilegitimo, para defender la democracia y dignidad del país». 

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Según el artículo 115 de la Constitución del país, «ante el impedimento temporal o permanente del presidente de la República, asume sus funciones el primer vicepresidente. En defecto de este, el segundo vicepresidente. Por impedimento de ambos, el presidente del Congreso».

Ante la falta de un vicepresidente en funciones, luego de que el mismo Martín Vizcarra ascendiera de Vicepresidente a Presidente cuando Kuczynski fue destituido en 2018, y posteriormente renunciara la segunda vicepresidente Mercedes Aráoz en mayo de este año, el Presidente del Congreso, Manuel Merino, tomó control del Poder Ejecutivo por orden constitucional y asumió este martes como presidente de Perú.

Merino, un empresario de 59 años y miembro del Partido Acción Popular, había asumido el cargo de Presidente del Congreso el pasado mes de marzo, luego de que celebrara una elección extraordinaria por pedido de Vizcarra. 

Mediante un comunicado emitido el día de ayer, en horas de la noche, el nuevo Presidente de Perú garantizó «la impostergable conducción de las elecciones del 11 de abril de 2021, fecha que nadie puede modificar de acuerdo con la constitución y las leyes”.

Además, aseguró que «La atención a la pandemia, la recuperación económica, derechos laborales y sociales, la educación y la seguridad ciudadana, serán las prioridades más importantes de la gestión (…) conformando un Gabinete Ministerial de ancha base con los más calificados y con las fuerzas democráticas del país para dar solución a los problemas”.
Todo esto fue ratificado hoy por el propio Merino, quien además prometió que «luchará contra la corrupción y la inseguridad en el país«. 

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Merino pertenece a un espacio de centro-derecha (aunque ha girado a la izquierda en los últimos años) pero sus posiciones políticos son bastante desconocidas. Desde el 2001 que representa a Acción Popular en el Congreso y siempre ha votado según líneas partidarias, por lo que su propia agenda política es una incógnita.

Estará en el cargo hasta julio del próximo año, dos meses después de que se celebren los comicios presidenciales, convirtiéndose en el presidente número 68° de Perú. 

Cuenta con el apoyo de los partidos: Acción PopularAlianza para el ProgresoSomos PerúPodemos PerúFrepapFuerza PopularUnión por el PerúFrente Amplio y 3 diputados «no agrupados».  

A la izquierda Manuel Merino, nuevo Presidente de Perú. A la derecha, Martín Vizcarra, Presidente destituido.

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Ecuador

Perú anuncia una auditoría para determinar si facciones rebeldes de sus FFAA están entregando armas a los pandilleros en Ecuador

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La auditoría permitirá determinar si las Fuerzas Armadas del Perú le entregaron entre los años 2011 y 2016, cuando gobernaba el izquierdista Ollanta Humala, armamento peruano a los grupos criminales de Ecuador.

El ministro de Defensa de Perú, Jorge Chávez, ha anunciado este miércoles que el Gobierno de la presidente Dina Boluarte inició una rigurosa auditoría para determinar si las municiones y artefactos explosivos de algunos grupos delictivos de Ecuador procedían de arsenales de las Fuerzas Armadas peruanas, como reportó la policía ecuatoriana esta semana.

«Se ha determinado que existe una presunta posibilidad de que algunas de esas municiones, explosivos o granadas hayan salido en épocas pasadas de los almacenes de las Fuerzas Armadas«, ha reconocido el ministro Chávez.

Según ha relatado el encargado de Defensa a la emisora RPP, las armas, municiones y artefactos explosivos que se les vieron a los encapuchados armados que asaltaron el martes las instalaciones de la cadena ecuatoriana TC Televisión en Guayaquil podrían proceder de Perú.

Chávez ha confirmado que por lo menos el número de serie de una granada incautada a los delincuentes, coincidía con un arsenal obtenido por Perú en 2016, razón por la que decidieron lanzar una auditoría general de todos los inventarios.

«Lo que tenemos que hacer es garantizar que esos hechos sucedidos en años anteriores no se vuelvan a producir, por lo tanto, se están llevando a cabo todas las acciones para evitar justamente eso. El arsenal de guerra debe ser custodiado adecuadamente«, ha dicho.

Entre los años 2011 y 2016, gobernó en Perú el presidente de extrema izquierda Ollanta Humala, hermano de Antauro Humala, líder terrorista fundador del movimiento etnocacerista, y se creó una facción dentro de las Fuerzas Armadas vinculadas al castrochavismo en la región.

Se cree que durante esos años, el arsenal de las fuerzas militares peruanas fue puesto en función de grupos narcoterroristas de la región, y muchas de sus armas, municiones y granadas terminaron en manos de guerrilleros en Colombia, Ecuador y Venezuela.

Si bien no había evidencia fuerte que sostenga esta suposición en los últimos años, la denuncia de la Polícia ecuatoriana fue tomada con extrema seriedad por el actual Gobierno peruano, que lanzó esta auditoría para que, por primera vez en casi una década, se sepa la verdad.

Ecuador atraviesa la peor crisis de seguridad de su historia reciente, luego de que los grupos narcos que eran parte del Gobierno de Rafael Correa le declarasen la guerra al nuevo mandatario Daniel Noboa. Luego de una serie de arrestos de alto perfil, los narcos salieron a las calles a cometer olas de crímenes y estallaron motines en varias prisiones del país, donde los líderes de estas pandillas se dieron a la fuga.

En medio de este caos, Noboa declaró el Estado de Excepción y el Conflicto Armado Interno, y le ordenó a las Fuerzas Armadas de Ecuador que neutralice a 22 grupos guerrilleros, que ahora se investiga si recibieron armamento peruano entre los años 2011 y 2016.

En este contexto, un grupo de encapuchados armados asaltó el martes las instalaciones de la cadena TC Televisión, que rápidamente fue rodeada por agentes de Policía que finalmente lograron evacuar a los empleados y detener a los delincuentes, entre los cuales se descubrieron armas de orígen peruano.

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Perú

El ex presidente de Perú Alberto Fujimori quedó en libertad: El legado del “capitalismo popular” a tres décadas del milagro económico

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Las reformas del expresidente sentaron las bases para el crecimiento, la estabilidad y ahorro en la economía peruana después del desastre socialista. El país recuperó la moneda y desarrolló el llamado “capitalismo popular” que sigue dando resultados incluso al día de hoy.

Este miércoles, la Corte Constitucional de Perú ordenó la liberación inmediata del ex presidente Alberto Fujimori, una figura emblemática de la década de 1990 y la política peruana. Quedó sin efecto la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que había revocado el indulto del ex presidente Kuczynski.

Su paso por la presidencia sentó las bases de una verdadera revolución económica que fue bautizada como el modelo de “capitalismo popular” de Perú. Pese a la importante inestabilidad política que sufre el país al día de hoy, la situación macroeconómica se muestra increíblemente independiente: la inflación está bajo control, el ahorro en moneda doméstica es más significativo que nunca y el nivel de actividad logró recuperarse de la pandemia, pese a la ligera tendencia recesiva de la segunda mitad del año.

Esta independencia entre el factor político y el factor económico no siempre estuvo presente en el Perú. Para la década de 1980, la economía del país era, y con diferencia, una de las más diezmadas y pobres de toda la región. No solo por sufrir episodios crónicos de inflación y crisis de balanza de pagos, sino además por mantener un nivel de ingreso por habitante muy inferior al promedio de América Latina.

El presidente Alan García llevó a cabo un experimento de corte socialista que terminó por desequilibrar completamente la economía hacia el final de su mandato. Su gestión finalizó con un nivel de aprobación oscilando entre el 18% y el 21%, cuando había llegado al poder con una imagen positiva superior de hasta el 80% de la opinión pública.

El llamado “aprismo” implementó un programa heterodoxo que expandió fuertemente el déficit fiscal del 3,7% del PBI en 1985 al 6,7% en 1986, y casi un 9% del PBI para 1987. Estos desequilibrios fueron financiados con emisión monetaria sin respaldo, ya que el Gobierno se resistía a modificar la estructura impositiva para financiar el despilfarro.

La tasa de inflación interanual creció del 65% al 114,5% entre enero y diciembre de 1987, mientras que el Gobierno respondió con la masiva extensión de los controles de precios e incluso intentó estatizar el sistema bancario del Perú como una supuesta receta para combatir el alza de precios.

El mes de julio de 1990 fue particularmente caótico para Perú: el proceso hiperinflacionario se tornó violento e inmanejable y los precios aumentaron un 396% solamente en ese mes, algo nunca antes visto en la historia económica peruana. La inflación interanual había superado el 3.000%.

Al mismo tiempo en que se producía la hiperinflación también se produjo la recesión más violenta en la historia del país: el nivel de actividad se desplomó un 24% entre el tercer trimestre de 1987 y el segundo trimestre de 1990, el último de Alan García en el poder.

En medio de un clima hiperinflacionario y una recesión profunda, Alberto Fujimori asumió la presidencia del Perú el 28 de julio de 1990, dando lugar a una serie de reformas económicas que fueron el pilar del modelo económico fujimorista que incluso hoy en día se mantiene casi inalterado.

La nueva administración respondió con la aplicación de un programa de shock denominado popularmente como “Fujishock” para terminar con la hiperinflación, de la mano del ministro de Economía Juan Carlos Miller. Fueron adoptadas las siguientes medidas:

  • Liberalización del mercado cambiario
  • Rebaja generalizada de aranceles a la importación y eliminación de recargos
  • Desregulación del comercio exterior
  • Desregulación del sistema financiero y las tasas de interés bancarias
  • Eliminación de los controles de precios y salarios
  • Endurecimiento de la política monetaria hasta las últimas consecuencias 

Desde 1992, se implementó un programa de esterilización para la emisión, y en 1993 Fujimori aprueba una reforma en la carta orgánica del BCRP atada a la nueva Constitución que aprobó ese mismo año, garantizando autonomía para la autoridad monetaria y prohibiendo por ley la financiación espuria al Estado

Al mismo tiempo, el Gobierno fujimorista decidió emprender un importante programa de austeridad fiscal, racionalizando la administración pública, actualizando el valor de las tarifas de los servicios públicos regulados y privatizando la mayoría de las empresas del Estado. La terapia de shock logró un nivel inédito de credibilidad que consiguió derribar la inflación mensual hasta un promedio del 6,4% durante todo 1991.

A partir de 1993, la economía peruana experimentó un crecimiento vigoroso del PBI y de todos sus indicadores económicos, financieros y humanos, y todos esto con una envidiable estabilidad de precios, una situación que no se veía desde principios del siglo XX en ese país y tampoco se había logrado en otras partes del continente.

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Argentina

El presidente del Banco Central de Perú vino a Argentina para explicar el éxito de las reformas de Fujimori: «Si yo hiciera lo que hace el BCRA, iría preso»

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Las reformas del expresidente garantizaron la independencia del Banco Central por vía constitucional. Se prohibió la asistencia monetaria al Gobierno nacional, se prohibió el cepo cambiario, y la inflación se estabilizó en la década del 90 a partir de un cambio de régimen creíble.

El economista Julio Velarde Flores, que ocupa la dirección del Banco Central de Perú de forma ininterrumpida desde el año 2006, viajó al Coloquio de IDEA en Mar del Plata para explicar el éxito del modelo económico heredado de la presidencia de Alberto Fujimori. Bajo la administración de la derecha, Perú logró sentar las bases para un proceso de crecimiento sostenido y sin inflación por primera vez en su historia.

Flores explicó que el pilar de la estabilidad macroeconómica del Perú son las reformas emprendidas en el país en la década de 1990, y en particular la del Banco Central a partir de 1992. El presidente Fujimori reformuló la carga orgánica de la autoridad monetaria prohibiendo expresamente el financiamiento al Tesoro de forma directa, y se estableció un tope de sólo el 5% de la base monetaria para la compra de títulos públicos en el mercado secundario (lo que se conoce como flexibilización cuantitativa).

Por otra parte, el Banco Central de Perú perdió la capacidad de fijar un cepo cambiario para limitar las operaciones, algo que según el propio Flores constituye una causal de despido inmediato de su cargo.

También se prohíben expresamente los créditos para la banca de fomento, y se prohíbe fijar tasas de interés arbitrarias o subsidiarias para determinados sectores específicos (algo que en Argentina es muy habitual).

Flores explicó que Perú ensayó diversos intentos por “independizar” el Banco Central del poder político con simples reformas de su carga orgánica, una estrategia similar al que hoy propone el espacio de Patricia Bullrich y Carlos Melconian. Pero esto fracasó por la falta de credibilidad, hasta tal punto de sufrir un violento episodio hiperinflacionario entre 1990 y 1991.

Esas prohibiciones son efectivas. Pero la autonomía no es todo. La autonomía del Banco Central de Perú data de 1979, y luego tuvimos hiperinflación. Tiene que haber una real independencia política, y eso se logró recién en 1992”, explicó el presidente de la autoridad monetaria peruana.

El cambio de régimen creíble solamente se produjo en 1993, cuando el presidente Fujimori convalidó todas las reformas emprendidas en el Banco Central por medio de una nueva Constitución que rige hasta el día de hoy. Esta es la verdadera garantía de independencia del poder político, y no simplemente el mero rediseño de la carga orgánica. La Constitución fujimorista sentó las bases para la estabilidad y el crecimiento del país a 30 años de su sanción.

La propuesta de Juntos por el Cambio no se parece en nada al caso peruano, porque no se ofrece ninguna garantía del calibre constitucional que ofreció Fujimori para independizar al Banco Central.

En cambio, se propone modificar la carta orgánica y quizás con criterios similares a los que establece Perú, pero de ningún modo se articula una regla tan fuerte para que el cambio de régimen pueda ser creíble a largo plazo. Es por esto que, ante la imposibilidad de lograr los acuerdos políticos para reformar la Constitución en estos momentos, el candidato Javier Milei propone una salida más simple pero más efectiva: dolarizar.

La última experiencia exitosa de la Argentina fue la Convertibilidad entre 1991 y 2002, un régimen dentro del cual el BCRA se independizó con una nueva carta orgánica desde 1992. Pero tanto la caja de conversión como la propia carga orgánica del Central fueron avasalladas por el Gobierno de Duhalde, ya que no se incluyó en la reforma constitucional de 1994 este tipo de medidas.

La propuesta de Bullrich y Melconian podría ser fácilmente obliterada de la misma forma en que ocurrió con la Convertibilidad, después de que termine su hipotético mandato.

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