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Perú

Murió Abimael Guzmán: el cabecilla del comunista Sendero Luminoso y el peor terrorista de la historia peruana

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Su nombre completo era Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso. Nacido en Islay, Arequipa, el 3 de diciembre de 1934, fue el más sanguinario terrorista peruano de la historia, y sin lugar entra en el podio de los líderes guerrilleros más brutales de la historia de América.

Esta mañana, a los 86 años, falleció mientras cumplía cadena perpetua en el centro de reclusión de máxima seguridad de la Base Naval del Callao. Su muerte además vino en un momento de pleno debate en el nuevo gobierno comunista, ya que una buena parte del gabinete estaba presionando al presidente Pedro Castillo para que lo liberaran.

Guzmán, capturado en 1992, recibió la máxima condena carcelaria por sus acciones terroristas y genocidas que empezaron en mayo de 1980. Primero lo condenó un tribunal militar el mismo año de su captura, y luego un tribunal civil en el 2006.

En 1962, Guzmán había empezado a dictar sus clases de Historia de la Filosofía en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, donde sería popular entre los jóvenes estudiantes más ideologizados y radicales. Venía de perder su puesto de profesor de filosofía en la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa, y por ello había decidido probar suerte en Ayacucho.

Desarrolló su plan estratégico de propaganda ideológica entre los estudiantes huamanguinos, con quienes lanzó el grupo terrorista Sendero Luminoso, dentro del Partido Comunista del Perú. Por varios años fue un reconocido profesor y conferencista caracterizado por su feroz retórica, radical y violenta; quien llamaba a los más jóvenes a levantarse en armas.

Guzmán adoctrinaba y reducía los graves y profundos problemas del país en cuatro o cinco lemas, inspirados en la ideología china de Mao Tse Tung que repetía hasta la saciedad. Así convencía a los jóvenes radicalizados, muchos de los cuales eran hijos de campesinos, que vivían indignados contra lo que veían como un sistema opresivo de maltrato.

El ataque en Chuschi, Ayacucho, en 1980 dio inicio a los actos terroristas de Sendero Luminoso. (Foto: LUM)
El ataque en Chuschi, Ayacucho, en 1980 dio inicio a los actos terroristas de Sendero Luminoso. (Foto: LUM)

El inicio de la barbarie terrorista en el Perú

Poco antes del inicio de las acciones terroristas, en mayo de 1980, Abimael Guzmán había sido capturado por la Policía, pero con pocas pruebas en su contra fue liberado. De esta forma, el cabecilla terrorista ingresó a la clandestinidad en 1979 y desde entonces se hizo imposible hallarlo, convirtiéndose en un mito para sus huestes fanatizadas. Poco tiempo después, con Sendero Luminoso, iniciaría una historia de sangre, abusos y violencias sin precedentes en la historia del Perú.

Los primeros atentados terroristas ocurridos a partir de mayo de 1980 (Chuschi, Municipalidad de San Martín de Porres, tumba de Velasco, etc.) sorprendieron a la sociedad peruana. Fue la etapa en la que se barajaban varios autores de esos crímenes, desde abigeos politizados hasta montoneros de Argentina.

Las autoridades tardaron años en identificar a los primeros grupos de extremistas de la izquierda maoísta mientras estos hacían lo que querían por el Perú.

No fue hasta la llegada de Alberto Fujimori en 1990 que el gobierno peruano no armó un plan estratégico integral para identificar a los miembros de Sendero Luminoso y lanzar acciones anti subversivas.

Durante más de dos meses los miembros del GEIN espiaron la casa de Garrido Lecca y Carlos Incháustegui. (Foto: Archivo histórico de El Comercio)
Durante más de dos meses los miembros del GEIN espiaron la casa de Garrido Lecca y Carlos Incháustegui. (Foto: Archivo histórico de El Comercio)

La captura del siglo: Abimael Guzmán cae en Surquillo

Un 12 de septiembre de 1992, hace 29 años y un día, la Primera División de Inteligencia del Estado (conocida como GEIN), lo capturó ejecutando el exitoso Plan Victoria.

Fue hallado en la casa de la urbanización Los Sauces, en Surquillo, junto a estudiantes y pensando que nunca sería capturado. Sendero insistió con que si no era liberado seguiría con más atentados, pero Fujimori no dio el brazo a torcer y la cúpula de esta organización criminal fue cayendo poco a poco hasta ser desarticulada y desconectada de los mandos medios y militares. Fue el inicio de su fin.

Abimael Guzmán Reinoso, el llamado por sus fanáticos “presidente Gonzalo”, fue capturado vivo, sin recibir ningún daño. Se rindió y punto. Esto impidió que su figura política se convirtiera en una especie de héroe para sus huestes o un mártir para el comunismo de la época.

Genocidios como el de Lucanamarca, donde fueron asesinadas 69 personas, entre ancianos, mujeres y niños; y la masacre del pueblo Asháninka, en la selva peruana, donde se determinó que hubo 6.000 asháninkas asesinados, 5.000 desaparecidos y 10.000 desplazados porque no querían adoptar la doctrina comunista de Sendero, reflejaban apenas una parte del dolor criminal que Abimael Guzmán infringió al Perú.

A estos casos se deben sumar cientos de atentados con coches bomba en todo el país, como los del jirón Tarata, en Miraflores, y del local del Canal 2, en Jesús María, así como incontables explosiones en diversos lugares a lo largo de todo el territorio nacional. Asesinatos selectivos como el de alcaldes, gobernadores, prefectos, militares y policías, y también dirigentes populares como María Elena Moyano, en Villa El Salvador (1992).

Un 24 de setiembre de 1992, en un día considerado histórico, Abimael Guzmán Reinoso fue presentado en una jaula y con un traje a rayas para que la población sepa que el gobierno había apresado al mayor terrorista de la historia. Finalmente recibió condena militar y condena civil, ambas de por vida.


Con información del diario El Comercio, del Perú.

Ecuador

Perú anuncia una auditoría para determinar si facciones rebeldes de sus FFAA están entregando armas a los pandilleros en Ecuador

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La auditoría permitirá determinar si las Fuerzas Armadas del Perú le entregaron entre los años 2011 y 2016, cuando gobernaba el izquierdista Ollanta Humala, armamento peruano a los grupos criminales de Ecuador.

El ministro de Defensa de Perú, Jorge Chávez, ha anunciado este miércoles que el Gobierno de la presidente Dina Boluarte inició una rigurosa auditoría para determinar si las municiones y artefactos explosivos de algunos grupos delictivos de Ecuador procedían de arsenales de las Fuerzas Armadas peruanas, como reportó la policía ecuatoriana esta semana.

Se ha determinado que existe una presunta posibilidad de que algunas de esas municiones, explosivos o granadas hayan salido en épocas pasadas de los almacenes de las Fuerzas Armadas“, ha reconocido el ministro Chávez.

Según ha relatado el encargado de Defensa a la emisora RPP, las armas, municiones y artefactos explosivos que se les vieron a los encapuchados armados que asaltaron el martes las instalaciones de la cadena ecuatoriana TC Televisión en Guayaquil podrían proceder de Perú.

Chávez ha confirmado que por lo menos el número de serie de una granada incautada a los delincuentes, coincidía con un arsenal obtenido por Perú en 2016, razón por la que decidieron lanzar una auditoría general de todos los inventarios.

Lo que tenemos que hacer es garantizar que esos hechos sucedidos en años anteriores no se vuelvan a producir, por lo tanto, se están llevando a cabo todas las acciones para evitar justamente eso. El arsenal de guerra debe ser custodiado adecuadamente“, ha dicho.

Entre los años 2011 y 2016, gobernó en Perú el presidente de extrema izquierda Ollanta Humala, hermano de Antauro Humala, líder terrorista fundador del movimiento etnocacerista, y se creó una facción dentro de las Fuerzas Armadas vinculadas al castrochavismo en la región.

Se cree que durante esos años, el arsenal de las fuerzas militares peruanas fue puesto en función de grupos narcoterroristas de la región, y muchas de sus armas, municiones y granadas terminaron en manos de guerrilleros en Colombia, Ecuador y Venezuela.

Si bien no había evidencia fuerte que sostenga esta suposición en los últimos años, la denuncia de la Polícia ecuatoriana fue tomada con extrema seriedad por el actual Gobierno peruano, que lanzó esta auditoría para que, por primera vez en casi una década, se sepa la verdad.

Ecuador atraviesa la peor crisis de seguridad de su historia reciente, luego de que los grupos narcos que eran parte del Gobierno de Rafael Correa le declarasen la guerra al nuevo mandatario Daniel Noboa. Luego de una serie de arrestos de alto perfil, los narcos salieron a las calles a cometer olas de crímenes y estallaron motines en varias prisiones del país, donde los líderes de estas pandillas se dieron a la fuga.

En medio de este caos, Noboa declaró el Estado de Excepción y el Conflicto Armado Interno, y le ordenó a las Fuerzas Armadas de Ecuador que neutralice a 22 grupos guerrilleros, que ahora se investiga si recibieron armamento peruano entre los años 2011 y 2016.

En este contexto, un grupo de encapuchados armados asaltó el martes las instalaciones de la cadena TC Televisión, que rápidamente fue rodeada por agentes de Policía que finalmente lograron evacuar a los empleados y detener a los delincuentes, entre los cuales se descubrieron armas de orígen peruano.

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Perú

El ex presidente de Perú Alberto Fujimori quedó en libertad: El legado del “capitalismo popular” a tres décadas del milagro económico

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Las reformas del expresidente sentaron las bases para el crecimiento, la estabilidad y ahorro en la economía peruana después del desastre socialista. El país recuperó la moneda y desarrolló el llamado “capitalismo popular” que sigue dando resultados incluso al día de hoy.

Este miércoles, la Corte Constitucional de Perú ordenó la liberación inmediata del ex presidente Alberto Fujimori, una figura emblemática de la década de 1990 y la política peruana. Quedó sin efecto la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que había revocado el indulto del ex presidente Kuczynski.

Su paso por la presidencia sentó las bases de una verdadera revolución económica que fue bautizada como el modelo de “capitalismo popular” de Perú. Pese a la importante inestabilidad política que sufre el país al día de hoy, la situación macroeconómica se muestra increíblemente independiente: la inflación está bajo control, el ahorro en moneda doméstica es más significativo que nunca y el nivel de actividad logró recuperarse de la pandemia, pese a la ligera tendencia recesiva de la segunda mitad del año.

Esta independencia entre el factor político y el factor económico no siempre estuvo presente en el Perú. Para la década de 1980, la economía del país era, y con diferencia, una de las más diezmadas y pobres de toda la región. No solo por sufrir episodios crónicos de inflación y crisis de balanza de pagos, sino además por mantener un nivel de ingreso por habitante muy inferior al promedio de América Latina.

El presidente Alan García llevó a cabo un experimento de corte socialista que terminó por desequilibrar completamente la economía hacia el final de su mandato. Su gestión finalizó con un nivel de aprobación oscilando entre el 18% y el 21%, cuando había llegado al poder con una imagen positiva superior de hasta el 80% de la opinión pública.

El llamado “aprismo” implementó un programa heterodoxo que expandió fuertemente el déficit fiscal del 3,7% del PBI en 1985 al 6,7% en 1986, y casi un 9% del PBI para 1987. Estos desequilibrios fueron financiados con emisión monetaria sin respaldo, ya que el Gobierno se resistía a modificar la estructura impositiva para financiar el despilfarro.

La tasa de inflación interanual creció del 65% al 114,5% entre enero y diciembre de 1987, mientras que el Gobierno respondió con la masiva extensión de los controles de precios e incluso intentó estatizar el sistema bancario del Perú como una supuesta receta para combatir el alza de precios.

El mes de julio de 1990 fue particularmente caótico para Perú: el proceso hiperinflacionario se tornó violento e inmanejable y los precios aumentaron un 396% solamente en ese mes, algo nunca antes visto en la historia económica peruana. La inflación interanual había superado el 3.000%.

Al mismo tiempo en que se producía la hiperinflación también se produjo la recesión más violenta en la historia del país: el nivel de actividad se desplomó un 24% entre el tercer trimestre de 1987 y el segundo trimestre de 1990, el último de Alan García en el poder.

En medio de un clima hiperinflacionario y una recesión profunda, Alberto Fujimori asumió la presidencia del Perú el 28 de julio de 1990, dando lugar a una serie de reformas económicas que fueron el pilar del modelo económico fujimorista que incluso hoy en día se mantiene casi inalterado.

La nueva administración respondió con la aplicación de un programa de shock denominado popularmente como “Fujishock” para terminar con la hiperinflación, de la mano del ministro de Economía Juan Carlos Miller. Fueron adoptadas las siguientes medidas:

  • Liberalización del mercado cambiario
  • Rebaja generalizada de aranceles a la importación y eliminación de recargos
  • Desregulación del comercio exterior
  • Desregulación del sistema financiero y las tasas de interés bancarias
  • Eliminación de los controles de precios y salarios
  • Endurecimiento de la política monetaria hasta las últimas consecuencias 

Desde 1992, se implementó un programa de esterilización para la emisión, y en 1993 Fujimori aprueba una reforma en la carta orgánica del BCRP atada a la nueva Constitución que aprobó ese mismo año, garantizando autonomía para la autoridad monetaria y prohibiendo por ley la financiación espuria al Estado

Al mismo tiempo, el Gobierno fujimorista decidió emprender un importante programa de austeridad fiscal, racionalizando la administración pública, actualizando el valor de las tarifas de los servicios públicos regulados y privatizando la mayoría de las empresas del Estado. La terapia de shock logró un nivel inédito de credibilidad que consiguió derribar la inflación mensual hasta un promedio del 6,4% durante todo 1991.

A partir de 1993, la economía peruana experimentó un crecimiento vigoroso del PBI y de todos sus indicadores económicos, financieros y humanos, y todos esto con una envidiable estabilidad de precios, una situación que no se veía desde principios del siglo XX en ese país y tampoco se había logrado en otras partes del continente.

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Argentina

El presidente del Banco Central de Perú vino a Argentina para explicar el éxito de las reformas de Fujimori: “Si yo hiciera lo que hace el BCRA, iría preso”

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Las reformas del expresidente garantizaron la independencia del Banco Central por vía constitucional. Se prohibió la asistencia monetaria al Gobierno nacional, se prohibió el cepo cambiario, y la inflación se estabilizó en la década del 90 a partir de un cambio de régimen creíble.

El economista Julio Velarde Flores, que ocupa la dirección del Banco Central de Perú de forma ininterrumpida desde el año 2006, viajó al Coloquio de IDEA en Mar del Plata para explicar el éxito del modelo económico heredado de la presidencia de Alberto Fujimori. Bajo la administración de la derecha, Perú logró sentar las bases para un proceso de crecimiento sostenido y sin inflación por primera vez en su historia.

Flores explicó que el pilar de la estabilidad macroeconómica del Perú son las reformas emprendidas en el país en la década de 1990, y en particular la del Banco Central a partir de 1992. El presidente Fujimori reformuló la carga orgánica de la autoridad monetaria prohibiendo expresamente el financiamiento al Tesoro de forma directa, y se estableció un tope de sólo el 5% de la base monetaria para la compra de títulos públicos en el mercado secundario (lo que se conoce como flexibilización cuantitativa).

Por otra parte, el Banco Central de Perú perdió la capacidad de fijar un cepo cambiario para limitar las operaciones, algo que según el propio Flores constituye una causal de despido inmediato de su cargo.

También se prohíben expresamente los créditos para la banca de fomento, y se prohíbe fijar tasas de interés arbitrarias o subsidiarias para determinados sectores específicos (algo que en Argentina es muy habitual).

Flores explicó que Perú ensayó diversos intentos por “independizar” el Banco Central del poder político con simples reformas de su carga orgánica, una estrategia similar al que hoy propone el espacio de Patricia Bullrich y Carlos Melconian. Pero esto fracasó por la falta de credibilidad, hasta tal punto de sufrir un violento episodio hiperinflacionario entre 1990 y 1991.

Esas prohibiciones son efectivas. Pero la autonomía no es todo. La autonomía del Banco Central de Perú data de 1979, y luego tuvimos hiperinflación. Tiene que haber una real independencia política, y eso se logró recién en 1992”, explicó el presidente de la autoridad monetaria peruana.

El cambio de régimen creíble solamente se produjo en 1993, cuando el presidente Fujimori convalidó todas las reformas emprendidas en el Banco Central por medio de una nueva Constitución que rige hasta el día de hoy. Esta es la verdadera garantía de independencia del poder político, y no simplemente el mero rediseño de la carga orgánica. La Constitución fujimorista sentó las bases para la estabilidad y el crecimiento del país a 30 años de su sanción.

La propuesta de Juntos por el Cambio no se parece en nada al caso peruano, porque no se ofrece ninguna garantía del calibre constitucional que ofreció Fujimori para independizar al Banco Central.

En cambio, se propone modificar la carta orgánica y quizás con criterios similares a los que establece Perú, pero de ningún modo se articula una regla tan fuerte para que el cambio de régimen pueda ser creíble a largo plazo. Es por esto que, ante la imposibilidad de lograr los acuerdos políticos para reformar la Constitución en estos momentos, el candidato Javier Milei propone una salida más simple pero más efectiva: dolarizar.

La última experiencia exitosa de la Argentina fue la Convertibilidad entre 1991 y 2002, un régimen dentro del cual el BCRA se independizó con una nueva carta orgánica desde 1992. Pero tanto la caja de conversión como la propia carga orgánica del Central fueron avasalladas por el Gobierno de Duhalde, ya que no se incluyó en la reforma constitucional de 1994 este tipo de medidas.

La propuesta de Bullrich y Melconian podría ser fácilmente obliterada de la misma forma en que ocurrió con la Convertibilidad, después de que termine su hipotético mandato.

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