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Venezuela

El ex jefe de inteligencia de Chávez está hablando: confirmó que Antonini Wilson llevaba la plata del narco para la campaña de CFK

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También confirmó casos similares en Brasil con Lula, en Paraguay con Lugo y hasta en España con Podemos y en Italia con el Movimiento 5 Estrellas.

Desde que fue arrestado en España, Hugo “El Pollo” Caravajal está confesando los peores crímenes del régimen chavista. Entre otras cosas, confirmó que Chávez utilizó las grandes fortunas de las ventas de petróleo y del narcotráfico para financiar las campañas de Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Lula da Silva en Brasil y Fernando Lugo en Paraguay.

El caso que más detalló hasta el momento es la financiación para la campaña de Cristina Kirchner en 2007 en Argentina, que fue paradigmática en aquél momento por el caso del empresario venezolano Alejandro Antonini Wilson, quien arribó al país con un maletín con casi un millón de dólares que provenían directamente de las arcas de Hugo Chávez.

Un 4 de agosto del 2007, Antonini Wilson arribó a la Argentina junto al ex titular del Occovi, Claudio Uberti, con una valija con 800.000 dólares. Viajaba en un avión contratado por Enarsa y luego declaró que esos fondos eran “para la campaña” presidencial de Cristina Kirchner en 2007.

Además de Uberti (entonces director Ejecutivo del Órgano de Control de Concesiones Viales ­OCCOVI­), viajaban Victoria Carolina Bereziuk y Exequiel Omar Espinosa (presidente en ese entonces de ENARSA, quien contrató el vuelo).

Luego de ser detenido, Antonini Wilson dijo ante la Justicia de Estados Unidos que el dinero había sido enviado por el entonces presidente Hugo Chávez para el financiamiento de la campaña. Sin embargo, durante la campaña presidencial de 2019, el entonces candidato a presidente del Frente de Todos Alberto Fernández aseguró que esa versión nunca pudo ser confirmada en la Justicia argentina. Es más, afirmó que el dinero iba con destino a Uruguay, lo que generó un reclamo de diputados de la oposición del país vecino.

Pero ahora El Pollo Carvajal ha confirmado que efectivamente Chávez financió con dinero ilícito aquella campaña en la que Cristina arrasó con el 45% de los votos, contra una Lilita Carrió que no superó los 24 puntos y un Roberto Lavagna que sacó 17%.

En paralelo a todo este proceso, el exgeneral chavista, antiguo jefe de la Inteligencia de Venezuela, figura como testigo en otra causa por terrorismo en la que él mismo pidió declarar y que se abrió la primera vez que fue arrestado en España tras entrar a este país con un pasaporte falso. Tras declarar ante el juez unos días después de su detención en Madrid el mes pasado, Carvajal se comprometió a aportar documentación para corroborar las afirmaciones que realizó sobre asuntos que dijo conocer como exresponsable de la Inteligencia venezolana.

Durante este tiempo, “El Pollo” fue entregando documentos al juez dentro de su estrategia para evitar ser entregado a Estados Unidos y se prevé que el magistrado le vuelva a citar a declarar próximamente. Carvajal está reclamado por Estados Unidos por delitos de narcotráfico, blanqueo de capitales y colaboración con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para introducir drogas en territorio estadounidense.

“Mientras fui director de Inteligencia y Contrainteligencia Militar de Venezuela, recibí una gran cantidad de reportes señalando que este financiamiento internacional estaba ocurriendo. Ejemplos concretos, son: Néstor Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Lula Da Silva en Brasil, Fernando Lugo en Paraguay, Ollanta Humala en Perú, Zelaya en Honduras, Gustavo Petro en Colombia, Movimiento Cinco Estrellas en Italia y Podemos en España. Todos estos fueron reseñados como receptores de dinero enviado por el Gobierno venezolano”, reveló Carvajal, en un escrito que fue publicado por OK Diario de España.

Economía

El bimonetarismo que propone Bullrich es idéntico al modelo que implementó Maduro en Venezuela en 2021 y fracasó estrepitosamente

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Tanto Cuba como Venezuela tienen actualmente sistemas bimonetarios entre su moneda nacional y el dólar. Sin embargo, la inflación jamás convergió a estándares internacionales, y en el caso venezolano siguen en hiperinflación.

La candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, presentó una propuesta de sistema “bimonetario” como su principal caballo de batalla para controlar la inflación, marcando una fuerte diferencia con la dolarización que propone el candidato Javier Milei

Por el momento, no se realizaron mayores precisiones acerca de qué implica el plan de Juntos por el Cambio. El economista Carlos Melconian descartó una salida rápida del cepo cambiario y minimizó el problema de los pasivos remunerados en el BCRA, y evitó otorgar detalles acerca de cómo se instrumentaría un sistema bimonetario entre el peso y el dólar en la Argentina.

Sin embargo, así como la dolarización fue exitosamente implementada en Ecuador y El Salvador, podemos mirar a la misma región para encontrar casos donde se aplicó el bimonetarismo, y los dos casos más paradigmáticos de los últimos años son en Cuba y en Venezuela.

En ambos casos, el modelo está en vigencia en estos momentos y muestran actualmente un fracaso estrepitoso del sistema, que encima no fue implementado por voluntad propia, si no que tanto el régimen cubano como el venezolano tuvieron que adaptarse ante la creciente demanda de la población por dolarizar la economía.

El bimonetarismo en Cuba

Hasta la década de 1980, Cuba funcionaba bajo un estricto régimen de control cambiario, similar al de cualquier otro país socialista. El sistema colapsó definitivamente en los primeros años de la década de 1990, la huída del peso parecía inevitable, y la dictadura se vio obligada a lanzar el “Peso cubano convertible” (CUC) a partir de 1994.

Mediante esta maniobra, se estableció una paridad fija en 1 a 1 entre el CUC y el dólar, y se dispuso la circulación del peso cubano no convertible, el CUC y el dólar al mismo tiempo, pero con una serie de restricciones dependiendo de cada sector en particular y su vinculación con los bienes transables. De esta forma se logró contener la inflación, no sin antes permitir una brutal devaluación inicial.

Pero ese régimen de Convertibilidad se fue resquebrajando con el tiempo. A partir de 2004, el Gobierno decidió imponer un impuesto a la compra de divisas del 10%, y se reprimió estrictamente la circulación del dólar en la isla (aún más que antes). En este sentido, los controles cambiarios perduraron y el “eje” del bimonetarismo fue la paridad fija con el dólar.

Más tarde, en 2011, la dictadura volvió a flexibilizar la circulación del dólar, pero conservando el recargo del 10%. El dictador Miguel Díaz-Canel finalmente eliminó este impuesto con la reforma monetaria de 2021, pero al mismo tiempo anuló la circulación de la moneda convertible.

Ese año, el Banco Central de Cuba rompió la convertibilidad al emitir una sideral cantidad de dinero durante la pandemia, y reforzó nuevamente los controles cambiarios para reprimir la huida del peso no convertible. Esto dio lugar a una brecha cambiaria superior al 70%, y una tasa de inflación fluctuante entre el 30% y el 80% anual.

El bimonetarismo en Venezuela

El caso venezolano probablemente sea el más extremo de represión financiera. El chavismo profundizó los controles cambiarios desde febrero de 2003, creando oficialmente la Comisión Nacional de Administración de Divisas (CADIVI) para monitorear ferozmente a los ciudadanos. 

Esto dio lugar a dos tipos de cambio en el país, uno oficial y otro paralelo (libre e ilegal). Con el tiempo el sistema se fue complejizando cada vez más, a partir de 2008 se le quitaron 4 ceros a la moneda, y a partir del año 2010 pasaron a regir 3 tipos de cambios diferentes: el oficial regulado, el que correspondía al Sistema Cambiario Alternativo de Divisas, y finalmente el paralelo en el mercado informal.

En el año 2014 el régimen de Nicolás Maduro volvió a reformar el mercado cambiario, esta vez creando un dólar especial para bienes esenciales y deuda pública, un segundo para importaciones no prioritarias, un tercero para viajes al exterior y transacciones financieras (flotante y legal), y finalmente el dólar paralelo (lo que conoceríamos en Argentina como “dólar blue”).

Esta segmentación de dólar es una idea que promueve Carlos Melconian, el elegido por Patricia Bullrich para que sea su ministro de Economía en caso de llegar a la presidencia. Sin embargo, este sistema quedó pulverizado en Venezuela cuando estalló la hiperinflación.

La paridad oficial se atrasó tanto con respecto a los precios que adquirió valores irrisorios, la mayor parte de las transacciones migraron al dólar paralelo aún pese a las restricciones legales, y la economía entró en la peor depresión de su historia. El sistema cambiario colapsó, y la dictadura venezolana se vio obligada a aceptar dosis crecientes de bimonetarismo legal.

En febrero de 2016, se eliminó el dólar financiero especial y se unificó con el de las importaciones no prioritarias, y en febrero del año 2018 se unificó todo el mercado legal de cambios. En este último año se decretó la anulación de los controles cambiarios para rupias, yuanes, euros y rublos, pero lo que realmente quería la población era el dólar.

En mayo de 2018, el Gobierno flexibilizó los controles para recibir remesas familiares en divisas provenientes del exterior. En el mes de agosto, el Gobierno elimina el control de cambios que había sido instaurado 15 años atrás, y a partir de este punto el país alterna entre períodos con libre flotación cambiaria y períodos con “flotación administrada” en los que interviene el Banco Central.

En octubre del 2021, Maduro anunció oficialmente el “bimonetarismo” en Venezuela, con la introducción del “Bolívar Digital“, que a pesar de su nombre no tiene nada que ver con una criptomoneda, si no que flota más libremente que los anteriores conos monetarios con el dólar.

La nueva moneda le quitó 6 ceros al anterior “Bolívar Soberano“, que de soberano tampoco tenía nada porque fue una moneda hiperinflacionada, que llegó a subir un 3.000.000 %.

El sistema bimonetario aún está vigente hasta el día de hoy, y a pesar de todos los cambios formulados, la tasa de inflación sigue fluctuando entre el 300% y el 400% anual. Los sucesivos programas de estabilización bajo el sistema demostraron ser más efectivos que la represión financiera del chavismo tradicional, pero nunca lograron eliminar el problema inflacionario.

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Economía

De fracaso en fracaso: Cae el nuevo plan de Maduro, los precios de Venezuela se disparan y la inflación llega al 422%

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El régimen de Nicolás Maduro volvió a fracasar en su intento por reprimir la dolarización, y el IPC llegó a aumentar hasta un 13,6% solamente en agosto. Los precios acumularon un aumento del 144,6% en lo que va del año.

La dictadura socialista de Nicolás Maduro ya implementó tres intentos de estabilización desde el año 2021, y el tercero de ellos está dando indicios claros de un fracaso contundente.

El Observatorio Venezonalo de Finanzas (OVF) confirmó que el IPC tuvo un aumento récord de hasta el 13,6% solamente en el mes de agosto (paradójicamente una cifra muy similar a la que se espera para Argentina en el mismo período). De esta manera se rompe con una racha de cinco meses desde marzo en los cuales la tasa de inflación mensual se había situado por debajo de los 2 dígitos.

Los precios acumularon una suba del 144,6% en lo que va del 2023, y la tasa de inflación interanual llegó a representar el 422% con respecto al mismo mes del año pasado. Los sucesivos intentos del Gobierno por reprimir la dolarización e imponer la moneda que emite el Banco Central no rindieron frutos, la población rechaza sistemáticamente la moneda que emite el Estado venezonlano.

El OVF confirmó un gran aumento en torno al 26,7% sobre las tarifas de las telecomunicaciones (servicios de internet y la telefonía móvil), los alimentos subieron un 8%, las tarifas de transporte casi un 10%, la educación aumentó un 9,4% y los alquileres se dispararon un 10%. Estas cifras parecen casi calcadas del caso argentino.

El rebrote inflacionario se produce al mismo tiempo en que el plan de estabilización se agota y se resquebraja cada vez más. El Banco Central de Venezuela no pudo contener la cotización del dólar en agosto, y tras una devaluación del 10,5% mensual los precios sobre-reaccionaron con incertidumbre hacia el futuro.

Debido a la quita de subsidios económicos para las tarifas públicas, estas ya no constituyen un “ancla nominal” capaz de disciplinar los precios. La dictadura chavista persiste con el congelamiento de los salarios y las jubilaciones que paga el sector público.

“Entre tanto, en medio de esta espiral inflacionaria, las remuneraciones del sector público se mantienen congeladas desde marzo de 2023, con lo cual el poder adquisitivo de los trabajadores activos y pensionados ha experimentado un notable deterioro, lo que indudablemente debilita el consumo e inhibe el crecimiento de la economía”, señala el informe del OVF.

Dada la gran significatividad del empleo público en el total de la economía chavista, el golpe a los salarios como herramienta anti-inflacionaria también alienta la profundización de la recesión.

Venezuela entró nuevamente en recesión a partir del segundo trimestre del año, y los niveles de la actividad económica persisten en el “piso” heredado de la gran depresión registrada entre 2014 y 2020.

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Economía

¿El destino de Argentina si no dolariza? Venezuela lleva más de una década reprimiendo la dolarización y no logra estabilizar precios

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La tasa de inflación volvió a acelerarse en julio y llegó al 439% interanual, acumulando un aumento del 115% en lo que va del 2023. Se acumula más de una década de intentos fallidos de planes de estabilización reprimiendo la dolarización de facto, y la inflación parece indomable.

Los venezolanos ya eligieron al dólar como su moneda, no tan solo para ahorrar sino también como medio de uso transaccional para casi todas sus operaciones, y como parámetro para remarcar precios. Esto se debe a que la moneda venezolana, el bolívar, aunque todavía existe, tiene una devaluación tan profunda que no sirve más para estructurar un sistema de precios.

La dictadura chavista reprimió continuamente la dolarización de carteras y la huida del bolívar, pero todos los intentos de estabilización fueron un fracaso rotundo. El último dato de inflación publicado por el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) advirtió que los precios minoristas subieron un 439% interanual en julio, y hasta un 115% desde el mes de enero.

La tasa de inflación mensual llegó al 7,2% en julio, muy similar a la que tiene Argentina, y llegó a escalar a picos superiores al 39% durante el primer trimestre del año. Las telecomunicaciones se dispararon un 32,2% por la quita de subsidios del Gobierno, mientras que los alimentos tuvieron un alza mensual en torno al 4%.

Los intentos de estabilización que se asemejan a las recetas del kirchnerismo y Juntos por el Cambio

La dictadura chavista implementó numerosos intentos para tratar de estabilizar los precios, variando las herramientas y las estrategias a medida que se fueron agotando las posibilidades.

Desde un inicio se apostó por la represión financiera, el cepo cambiario, las restricciones cuantitativas para el comercio exterior, el racionamiento de divisas desde el Banco Central y los controles de precios y salarios como la estrategia principal para estabilizar. Esta lógica es similar a la que tiene el ministro Sergio Massa y el kirchnerismo.

El resultado fue el más abrupto de los fracasos. El Banco Central venezolano se vio obligado a devaluar un 46% en enero de 2013 y casi un 60% en febrero de 2016. La economía entró en un proceso de hiperinflación entre 2017 y 2018 con depresión del nivel de actividad, y esto condujo al colapso del cepo cambiario en febrero de ese último año, cuando la devaluación oficial alcanzó una cifra estrambótica del 352.700% en un solo mes.

Habiendo colapsado los controles de precios (las góndolas oficiales se vaciaron completamente) y el cepo cambiario como herramienta para disciplinar la inflación, la dictadura de Nicolás Maduro decidió cambiar el rumbo y decretó la liberalización y unificación del mercado cambiario entre mayo y julio de 2019, con una devaluación inicial del 417% en enero y 67% en julio.

A partir de la liberalización cambiaria se apostó por una estrategia similar a la que pretende llevar a cabo Juntos por el Cambio (JxC), tratando de rescatar al bolívar dentro de un sistema bimonetario en convivencia con el dólar. Para llevar a cabo el programa, la herramienta utilizada fue la intervención del tipo de cambio (ahora sin mayores restricciones).

La tasa de devaluación se desaceleró entre mediados de 2019 y el tercer trimestre de 2021, y más tarde se mantuvo relativamente fija entre septiembre de ese último año y abril de 2022. Este primer intento de estabilización precipitó una fuerte baja de la tasa de inflación del 445.000% al 172%, y luego volvió a caer hasta el 114% interanual en agosto del año pasado.

Pero el programa fracasó, la inflación regresó con virulencia entre agosto de 2022 y febrero de 2023, manteniendo tasas de aumento mensual en un promedio del 23%, con un récord del 39,2% de inflación en enero de este año. La inflación interanual se remontó al 439% en julio, y la idea de estabilización volvió a quedar lejos de la realidad.

El régimen chavista respondió mediante nuevas medidas, entre ellas la aplicación de un encaje bancario del 73% para limitar la creación secundaria de dinero, la contracción de los agregados monetarios en términos reales, el control de los salarios estatales y la vuelta de los controles de precios. Todo esto incrementó la presión recesiva en la actividad económica, que se desplomó un 7,6% interanual en el segundo trimestre de 2023, y aún sin arribar a la estabilidad.

El intento por salvar una moneda que la gente no quiere ni para ahorrar ni para transaccionar puede servir como un ejemplo aleccionador para Argentina, que debe lidiar con una situación similar.

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