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Bolsonaro le quitó más del 60% de la pauta oficial al izquierdista TV Globo

El jefe de estado brasileño cumplió su promesa de campaña al reducir los subsidios del medio de izquierda en un 60%, luego de las graves acusaciones que el medio ha realizado, acusándolo de genocida y otras fake news que le han inventado.

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El presidente de Brasil Jair Bolsonaro cumplió su promesa de campaña de terminar con las transferencias del Estado a los medios de izquierda, cuando esta semana redujo los subsidios del medio brasileño TV Globo en un 60%. 

De acuerdo con los datos registrados en el Tribunal de Contas da União (TCU), ente encargado de administrar y fiscalizar los gastos realizados por el Poder Ejecutivo, el presupuesto destinado a Globo TV estuvo cayendo entre los años 2018 y 2019, culminando en esta reducción de más de la mitad de su pauta oficial

El dinero destinado a la emisora durante el año 2018 representaba el 39% del presupuesto destinado a la propaganda total del Estado, porcentaje que ahora se encuentra en un 16% 

Fábio Faria, quien asumió el mes de junio como titular del Ministerio Público de Comunicaciones, ha intentado mejorar la relación entre Bolsonaro y Globo, situación sumamente compleja debido a las constantes acusaciones sin fundamentos del medio de izquierda, inventando campañas enteras de fake news en su contra. 

Por ejemplo, solo en las últimas semanas, la editorial del noticiero Jornal Nacional, que depende de Globo, ha acusado a Jair Bolsonaro de “genocida” en relación a las muertes por la pandemia del coronavirus.

El mandatario ha respondido de manera contundente a las graves acusaciones de la cadena. En su cuenta de Twitter, Bolsonaro lanzó que “la desinformación mata más que el virus“, y al mismo tiempo ha calificado al medio como cobarde, ya que ha sembrado el pánico en la población y la discordia entre los poderes del Estado.

“Muchos gestores y profesionales de la salud hicieron todo por la vida de los demás, a diferencia de esa gran cadena de televisión que solo sembró el pánico entre la población y la discordia entre los poderes (…) De manera cobarde e irrespetuosa a los 100 mil brasileños muertos, esta TV celebró ayer como una verdadera final del Mundial, culpando al Presidente de la República de todas las muertes”. 

Bolsonaro también ha afirmando que ha cumplido con la Constitución, y que ha destinado los fondos necesarios para combatir la pandemia. 

“Vamos a tratar de responsabilizarnos y esclarecer la verdad sobre este asunto, del cual no podemos evitar defendernos. Porque una acusación de genocidio sobre mí en horario de máxima audiencia … Eso es muy claro, que yo soy el responsable que debe cumplir con la Constitución. ¿El presidente está cumpliendo la Constitución? Con todo lo que hemos hecho. Casi R$ 700 mil millones de una forma u otra para combatir el virus”.

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Pese a que el mandatario no para de subir en popularidad, Bolsonaro también ha ganado nuevos enemigos en la política, como los  gobernadores Wilson Witzel y Joao Doria, antiguos aliados de Bolsonaro, que ahora defienden a los medios de izquierda como Globo.

Tanto Doria como Witzel aprovecharon los altos índices de popularidad de Bolsonaro durante las elecciones de 2018, para obtener el cargo de Gobernador de Sao Paulo y de Rio de Janeiro, respectivamente. Luego, con el objetivo de no quedar relegados a la sombra del Presidente, traicionaron a sus votantes, y comenzaron una campaña de desinformación y persecución en su contra.

Estos políticos de carrera ya están acostumbrados a las traiciones. Geraldo Alckmin, líder del partido de Doria, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) había calificado a Doria como un traidor en 2018, cuando le soltó la mano y se fue con Bolsonaro. El PSDB en esa ocasión dejó de utilizar fondos de campaña para ayudar a Doria.

En los últimos meses, Doria ha tenido un inusual acercamiento al ex presidente Lula da Silva y al Partido de los Trabajadores, así como también con varios gobernadores y otros políticos del Partido Comunista de Brasil y el Partido Socialismo y Libertad, lo que colocaría a Doria como un futuro aliado de la extrema izquierda en uno de los giros políticos más grandes de la historia del país

Por su parte, el Gobernador de Sao Paulo, Wilson Witzel, enfrenta un proceso de impeachment (apoyado por los miembros de su propio partido, el Partido Social Cristiano) por sobreprecios en insumos médicos y desvío de fondos durante la pandemia. 

Joao Doria (a la izquierda), actual gobernador de Sao Paulo, junto a Wilson Witzel, gobernador de Rio de Janeiro. 

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Este acercamiento de TV Globo a los Gobernadores no es casual, y muestra cierto grado de desesperación de parte de la emisora. 

Sus aliados de extrema izquierda ya no están en el poder, y no regresarán a la presidencia. Los privilegios otorgados a este medio de comunicación durante los gobiernos socialistas se han acabado. Mientras Bolsonaro esté en el poder cumplirá su promesa de acabar con los privilegios otorgados a los amigos del poder. 

Dados los enormes costos que tienen estos medios de comunicación masivos y una demanda por contenido de izquierda en mínimos históricos, TV Globo puede no llegar con solvencia a las próximas elecciones de 2022, ya que debido a la reducción de la pauta oficial, ya están empezando a mostrar los primeros síntomas de problemas financieros.

Además, una reelección de Bolsonaro puede terminar siendo mortal para Globo, y su sistema hegemónico que tenía sobre Brasil tiene pocas probabilidades de sobrevivir.

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Brasil

Los inversores internacionales huyen de Brasil y ya sacaron casi 5.000 millones de dólares del país por las medidas de Lula

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Mientras se escapan los inversores de Brasil, el tipo de cambio del real con respecto al dólar ascendió a las 5,27 unidades y marcó una suba del 1,6% al cierre del día martes. Se trata del valor nominal más elevado de la gestión de Lula.

El dólar acumuló un alza del 8,7% de acuerdo a su paridad con el Real de Brasil desde el comienzo del año. Pero solamente al término de la rueda del día martes, el tipo de cambio se anotó una suba diaria superior al 1,6% y volvió a romper récords nominales.

La paridad del dólar llegó a los 5,27 reales al cierre del martes, el mayor valor registrado desde marzo del año 2023. La fuerte depreciación de la moneda brasileña destacó de entre otras divisas latinoamericanas que se vieron duramente afectadas por el accionar monetario conservador que recientemente adoptó la Reserva Federal de Jerome Powell.

La tasa de inflación de Estados Unidos para el mes de marzo superó las expectativas (subió ligeramente al 3,5%), con lo cual es más probable que la FED evite reducir su tasa de referencia en el corto plazo, o en su defecto que lo haga más lentamente. Esto repercutió en todas las divisas de la región, pero Brasil se vio afectado además por factores estrictamente internos.

La política fiscal del Gobierno socialista está fuera de control. El resultado primario del Gobierno federal (sin Estados locales ni municipalidades) marcó un rojo equivalente al 2,55% del PBI en febrero, el más alto desde el estallido de la pandemia. El Presidente Lula da Silva asumió su cargo habiendo heredado un superávit primario de 0,56 puntos del PBI en enero del año pasado.

Contabilizando la pesada carga de intereses que enfrenta el país vecino, el resultado financiero marcó un déficit récord de hasta el 7,7% del PBI en febrero, y no se veía algo semejante desde julio de 2021. Cabe señalar que cuando Lula asumió la presidencia del país, el déficit financiero representaba el 4,32% del producto bruto, casi se duplicó en 13 meses.

El Gobierno socialista cuestionó con dureza la independencia del Banco Central de Brasil, heredada de la administración de Jair Bolsonaro, pero al no poder revertir su autonomía se valió del endeudamiento como vía principal para solventar la brecha fiscal. La carga de intereses por la deuda pública se incrementó del 4,88% al 5,15% del PBI desde enero de 2023.

El descarrilamiento de la política fiscal hace mecha sobre la efectividad de la política monetaria, ya que pese a la autonomía legal, existen serias dudas sobre el sostenimiento del actual margen de déficit con persistente endeudamiento. En consecuencia, se reduce el efecto disciplinario de la tasa de referencia SELIC que aplica la autoridad monetaria, y con ello se proyecta un mayor impacto negativo sobre el nivel de actividad real.

Este contexto adverso provocó que Brasil pierda cada vez más atractivo para la inversión internacional. La firma Goldman Sachs recomendó abiertamente deshacer las posiciones en empresas públicas brasileñas debido a una mayor injerencia política del Gobierno, y como resultado de la falta de credibilidad en el desempeño futuro de Brasil, se registró una salida de por lo menos US$ 4.227 millones (21.000 millones de reales) por parte de inversores extranjeros en el país.

La repercusión de la depreciación del real será mayormente negativa sobre el saldo exportador de las empresas argentinas, más aún en un contexto de fuerte apreciación del peso frente al dólar.

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Reforma agraria en Brasil: Lula lanza un grotesco programa socialista para colectivizar la producción del campo

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El Gobierno expropiará y repartirá discrecionalmente un total de 295.000 hectáreas de tierras públicas y privadas a indígenas y desempleados. El Estado se adueñará de una parte de todo lo que se produzca en las nuevas tierras reasignadas.

Con la asunción del socialismo en Brasil en enero del año pasado, se produjo un cambio radical en la política agraria del país. Se le puso fin a la concesión flexible de derechos de propiedad que emprendía la gestión Bolsonaro, y en su lugar, la administración de Lula da Silva lanzó una nueva reforma agraria a-la-China por decreto y sin pasar por el Congreso.

La reforma comprende el reparto de hasta 295.000 hectáreas de manera completamente discrecional, es decir, serán asignadas a dedo por Lula dependiendo de algún criterio arbitrario por parte de las autoridades competentes.

Las tierras se repartirán a indígenas y personas desempleadas. Con esta maniobra, el PT busca engrosar su influencia sobre los estratos más débiles de la población rural, que ahora podrían verse sometidos a una relación clientelista con el Gobierno.

El reparto afectará tanto a tierras de propiedad estatal como tierras privadas, que serán deliberadamente expropiadas en caso de que se determine el “abandono” por parte de sus propietarios, la misma excusa que utilizó el dictador chino Mao Tse Tung durante las reformas agrarias en China en la década del ’50.

A la par de estos movimientos, el Gobierno también lanzará un esquema de créditos subsidiados (y artificialmente baratos) para financiar la adquisición de maquinaria y semillas, con el fin de abastecer la eventual producción agrícola en las nuevas tierras reasignadas. 

La mayor parte de la agricultura prevista para estos campos será meramente familiar y de subsistencia, sin mayores dotes de productividad y sin la posibilidad de generar exportaciones o divisas al país.

Esto es evidencia de la pésima asignación de recursos implícita en la reforma agraria del socialismo. Se retienen recursos valiosos que podrían haberse utilizado en otras áreas de la economía para producir más eficientemente, creando puestos de trabajo mejor remunerados.

Pero pese a todo esto, la reforma agraria de Lula establece que el Estado podrá apropiarse de una parte de toda la producción realizada en esas tierras, dando forma a una incipiente colectivización de la producción agraria.

Reformas agrarias de esta índole fueron implementadas en diversas partes del mundo, como por ejemplo México (1917), Bolivia (1953), Guatemala (1951), Cuba (1959) y Chile (1962-1973), y todas ellas registraron pésimos resultados en materia de productividad y eficiencia asignativa.

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Lula se negó a condenar el ataque de Irán y posiciona a Brasil como el único país occidental en no solidarizarse con Israel

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La comunidad judía brasileña expresó su decepción con el Gobierno socialista, y lo acusaron de tomar una posición proiraní que es “lamentable” y “frustrante” para estos tiempos.

Mientras la mayoría de naciones occidentales se posicionaron del lado de Israel, o en todo caso, mantuvieron la neutralidad pero expresando su apoyo a la única democracia liberal de Medio Oriente ante los ataques de Irán, el gobierno socialista de Brasil mantuvo una postura completamente distinta.

En línea con Rusia, el presidente Lula da Silva responsabilizó a ambos países por el conflicto, y puso al mismo nivel las acciones de defensa de Israel con los ataques de la teocracia represiva y sanguinaria del dictador chiíta Ali Jamenei.

En el comunicado del gobierno del PT, Lula evitó condenar a Irán por el ataque y exhortó a todas las naciones del mundo a movilizar esfuerzos para evitar una escalada de la confrontación, sin decir que es el régimen del ayatolá el que atacó indiscriminadamente a Israel.

Estos comentarios, muy desalineados al G7 y a otras naciones latinoamericanas como Argentina o Uruguay, le ligaron un fuerte reproche de la comunidad judía brasileña, una de las más grandes del mundo.

La Confederación Israelí de Brasil tildó este domingo de “lamentable” y “frustrante” la posición de Lula en el conflicto al negarse a condenar de manera explícita el ataque de drones y misiles de Irán contra Israel.

El mundo democrático y varios países de Oriente Medio se han unido a Israel en la condena y la lucha contra el ataque de Irán, pero la actual política exterior de Brasil ha optado por ponerse del lado de la teocracia iraní”, afirmó el presidente de la entidad Claudio Lottenberg.

Las relaciones entre Israel y Lula vienen deteriorándose desde que el pasado 18 de febrero, cuando el mandatario socialista equiparó la ofensiva israelí en Gaza con el Holocausto, el exterminio de judíos promovido por Adolf Hitler.

“No es una guerra de Israel contra Palestina, es un genocidio como el Holocausto”, declaró Lula sobre el conflicto palestino israelí a la prensa en Adís Abeba, la capital de Etiopía, donde asistió en su momento a una cumbre de la Unión Africana (UE).

Y agregó: “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ha ocurrido en ningún otro momento de la historia. En realidad, si ocurrió una vez, ha ocurrido cuando Hitler decidió matar a los judíos“.

En consecuencia, Israel decidió romper relaciones diplomáticas con Brasil y declaró a Lula persona non grata, prohibiéndole el ingreso al país. En respuesta, Brasil retiró a su embajador de Tel Aviv. Este deterioro de relaciones fue fugaz, y ocurrió apenas un año después de que Israel y Brasil llegaran al punto más cercano de sus relaciones, de la mano del expresidente Jair Bolsonaro.

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