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Estados Unidos

El Presidente de las corporaciones: Biden eliminó el plan de Trump para combatir la adicción a las drogas y bajar los precios de los medicamentos

A tan solo una semana de asumir la presidencia y luego de haber firmado cerca de 40 ordenes ejecutivas, canceló el plan con apoyo bipartidario del ex presidente Trump para combatir la adicción a la heroína y bajar el precio de la insulina. 

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En los últimos días, con menos de dos semanas en la Casa Blanca, Joe Biden anunció que cancelaría el proyecto destinado a frenar la crisis sanitaria y social causada en los Estados Unidos por la adicción a las drogas, que había sido introducido por el ex presidente Trump y había obtenido apoyo de ambos partidos.

El plan de la administración Trump fue anunciado el 14 de enero de este año por el Departamento de Salud después de largos meses de negociaciones, y formaba parte de una de sus últimas promesas de campaña no cumplidas. 

El mismo consistía en promover la prescripción de la buprenofrina, una droga proveniente de la familia de los opiáceos que es utilizada para combatir las adicciones a otras drogas de carácter más adictivo y mortal, como lo son la morfina y la heroína

El plan se basaba fundamentalmente en la desregulación y desburocratización de largos segmentos de la medicina norteamericana y del sistema de salud federal. 

Bajo esta idea, se permitiría que los profesiones de salud que legalmente se encontraban ejerciendo la medicina puedan prescribir la buprenofrina sin una licencia federal llamada “Waiver X”, que era entregada sólo a las grandes clínicas. También se pretendía eliminar el requisito gubernamental de que sólo ciertos médicos con cursos estatales realizados sobre el tema podían aplicar este tratamiento.
De esta forma, se buscaba darle mayor libertad a los médicos de todo el país para que puedan atender a los adictos con un tratamiento cuya efectividad ha sido probada en los últimos años.

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A pesar de lo beneficioso que era este plan para la gente que sufría de desordenes relacionados a la adicciones, y del amplio apoyo que había recibido de la comunidad científica, la administración Biden-Harris decidió cancelar el paquete de desregulaciones.

Curiosamente, quienes más se quejaban de este plan impuesto por Trump eran las grandes farmacéuticas nacionales y multinacionales (apodados “Big Pharma” en Estados Unidos). Estas empresas fueron de los donantes corporativos más grandes de la campaña de Biden. 

A pesar de ganarse varias criticas por esta decisión —incluso las desde su propio partido— Biden no planea dar marcha atrás y su Secretaria de Prensa se negó a responder las preguntas que los medios le hicieron sobre este tema en la última conferencia.

La senadora demócrata por el Estado de New Hampshire, Maggie Hassan, una de las mayores aliadas de Biden, criticó duramente esta decisión del nuevo Presidente: “Los tratamientos con medicación asistida pueden salvar vidas. Las trabas a la buprenofrina deben ser eliminadas para que los médicos puedan prescribirla a quienes la necesitan’.

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La llamada “epidemia de los opiáceos” en los Estados Unidos constituye una de las más sangrantes crisis silenciosas en la historia del país. 

Según los últimos datos disponibles, desde junio de 2019 hasta junio de 2020 más de 80 mil personas han muerto por sobredosis de drogas —lo que equivale a un aumento del 23% comparado a los datos de la última etapa.

La “Guerra contra las Drogas” que lanzó el Presidente Nixon en la década del 70 fue un rotundo fracaso, y hoy los políticos de ambos partidos entienden que la drogadicción debe ser tratada, no combatida. Algo que Joe Biden y los altos funcionarios de este nuevo gobierno no quieren aceptar, o no les conviene hacerlo.

Las grandes corporaciones farmacéuticas están siendo multitudinariamente demandadas ante la Justicia, tanto por particulares como por los gobiernos estatales. Un ejemplo de esto es el caso de Perdue Pharma —una de las corporaciones farmacéuticas más grandes del mundo— que ha acordado recientemente pagarle en un arreglo legal al Departamento de Justicia de los Estados Unidos la suma de 8.000 millones de dólares por su rol en esta crisis. 

La firma admitió haber violado las leyes anti-soborno, conspirar para defraudar al Estado y facilitar la dispensación de la droga OxyContin sin una razón médica válida.

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En otro guiño a las grandes farmacéuticas, Biden también anuló todas las medidas tomadas por el ex-presidente Trump para bajar los precios de la insulina, una droga esencial para quienes padecen diabetes. 

El 21 de enero, a sólo un día de haber asumido la presidencia, Biden decidió suspender un decreto de Trump que cerraba un vacío legal que le permitía a las grandes farmacéuticas recibir ayudas del Estado y no bajar los precios de sus drogas más esenciales.
Por el programa estatal “Medicare“, enfocado en proveer asistencia de salud a los mayores de 65 años y personas con discapacidades, las empresas del “Big Pharma” recibían enormes créditos fiscales del Gobierno federal, pero en la ley aprobada por los demócratas no se le exigía a las farmacéuticas que bajen los precios a cambio de estas ayudas estatales. Trump había cambiado esto pero ahora Biden dio marcha atrás.
Quienes se beneficiarán con estas medidas serán las tres mayores productoras de Insulina en el mercado —Eli Lilly and Co, Novo Nordisk y Sanofi S.A— las cuales entre ellas dominan una cuota mayor al 90% del mercado y tendrán libertad para volver a aumentar sus precios de esta droga tan indispensable para una enfermedad que padecen millones de estadounidenses. 
Entre estas empresas beneficiadas, Eli Lilly and Co. otorgó una suma de $138.880 dólares a la campaña de Biden. 

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Economía

¿Nueva guerra comercial con China? Biden apunta a triplicar los aranceles para la importación de acero y aluminio

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La administración Biden amenaza con lanzar una nueva ofensiva arancelaria contra el ingreso de productos chinos, una maniobra que podría conducir a una pronta respuesta por parte del gigante asiático.

El giro proteccionista de la Casa Blanca bajo la presidencia de Joe Biden se hace cada vez más evidente. Pese a prometer lo contrario en su campaña electoral, Biden promete redoblar los aumentos tarifarios contra China y otros países del mundo.

Hasta ahora, las medidas proteccionistas del Gobierno se focalizaron en subsidios encubiertos, como por ejemplo los dispuesto en la llamada “Ley de Reducción de la inflación” del 2021. Pero esta vez se estudia abiertamente un nuevo rediseño del sistema arancelario.

El Presidente Biden propuso triplicar el arancel de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, del 7,5% al 25%. Esta resolución amplía una anterior que ya había adoptado el expresidente Donald Trump, en virtud de la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial (establecida en 2018). Pero la ley sancionada durante la administración anterior sólo alcanzaba a unos productos específicos, y la propuesta de Biden es generalizar el aumento arancelario sin excepción en todo el sector.

Estados Unidos se constituye actualmente como el cuarto productor mundial de acero, mientras que China ocupa el primer lugar. Semejante participación en el mercado haría muy efectivo el impacto de un arancel sobre la importación de China (con beneficios positivos para la industria local), pero este tipo de medidas resultan en su mayoría estériles, debido a que se espera una pronta respuesta por parte de China y la situación volvería al punto de inicio (o aún peor debido a la persistente volatilidad).

Siguiendo el mismo patrón, la administración Biden intervendrá deliberadamente en la adquisición de US Steel por parte de inversores japoneses, un acto populista y desesperado en medio del clima de la campaña electoral.

Asimismo, el Presidente Biden propuso incrementar los aranceles para la importación de madera canadiense del 8% al 14%, sin ningún tipo de justificación convencional. Esto supone un golpe hacia uno de los mayores socios comerciales de Estados Unidos en la región.Queda en evidencia que la política comercial de Biden no se limita exclusivamente a China.

Biden despliega este paquete de propuestas como respuesta a las medidas prometidas por Trump, entre las cuales se encuentra el establecimiento de un arancel universal del 10% sobre todas las importaciones, y una tasa especial del 60% sobre todas las importaciones de China.

Como es de amplio conocimiento, la dictadura comunista en China se negó a cumplir con la liberalización total de su mercado de divisas, un requisito al que se había expresamente comprometido tras su ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2000. En lugar de ello, solo se dio lugar a una serie de desregulaciones parciales y progresivas que, hasta el momento, no llegaron a desembocar en un mercado libre.

Las políticas proteccionistas se utilizaron como una medida coercitiva para forzar la liberalización cambiaria de China durante la administración de Donald Trump, aunque una vez finalizada la guerra comercial (2018-2020) se llegó a un nuevo status-quo sin mayores cambios en esta materia y con aranceles más elevados entre ambos países (la relación final entre ellos favoreció ligeramente a Estados Unidos).

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Estados Unidos

Tras fracasar en las negociaciones con Maduro, Biden restableció las sanciones contra el petróleo y el gas de Venezuela

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En un intento por garantizar elecciones libres en Venezuela, Biden había quitado todas las sanciones que había impuesto Trump contra el régimen chavista. Sin embargo, Maduro inhabilitó a toda la oposición y se cayó el Acuerdo de Barbados.

La gran apuesta de Joe Biden en Venezuela se convirtió en otro gran fracaso de su administración en materia de política internacional. Estados Unidos confirmó que no renovará las licencias que expirarán el jueves y volverán a entrar en vigencias las sanciones petroleras a Venezuela.

Luego de criticar la postura que había adoptado Estados Unidos durante la presidencia de Trump, cuando el republicano sancionó masivamente al régimen chavista, Biden ingresó a la Casa Blanca e implementó una estrategia de disuasión, levantando sanciones a cambio de garantías institucionales por parte de Maduro.

De esta manera, Biden llegó a levantar todas las sanciones contra el petróleo y gas, y alcanzó en 2023 el Acuerdo de Barbados, donde Maduro se comprometió a tener elecciones libres y democráticas a cambio de que le levantaran las prohibiciones.

Pero en vez de hacer un levante gradual y condicionado al proceso electoral, Biden levantó todas las sanciones y le dio un año de regalías petroleras a Maduro. Recién a unos meses del proceso electoral, el dictador chavista reveló su plan maestro, inhabilitó a toda la oposición y ahora irá a unas elecciones que legitimarán su régimen.

En este año sin sanciones, donde Chevron pudo operar abiertamente en Venezuela dejando enormes caudales de dinero que terminaron en las arcas del régimen, Maduro potenció su control del país, y no está ni cerca de ser removido del Palacio de Miraflores.

Washington había amenazado repetidamente en los últimos meses con restablecer las sanciones energéticas a menos que Maduro cumpliera sus promesas electorales que llevaron a un alivio parcial de las medidas desde octubre, pero el astuto dictador aprovechó todo el tiempo que pudo conseguir para llenar el Tesoro de petrodólares.

Biden también aprovechó el petróleo venezolano en los últimos años como una alternativa al petróleo y el gas ruso, que sí está fuertemente sancionado por Estados Unidos y que cada vez cuesta más que llegue a Occidente.

En Estados Unidos temen que las sanciones a Venezuela lleven a un nuevo recorte en la oferta mundial de barriles y que esto presione a la suba el precio del petróleo justo en un año electoral. Es por eso que Anthony Blinken, Secretario de Estado de Biden, ha dejado en claro que reinstaurar las sanciones no quiere decir que vuelvan al escenario de máxima presión contra el régimen chavista, y que seguirán permitiendo que el sector privado pida licencias específicas para operar en Venezuela.

Cualquier actividad bajo la licencia vencida deberá completarse antes del 31 de mayo, pero las empresas aún pueden volver a solicitar individualmente licencias específicas, aseguraron desde Washington. Obtener la aprobación dependerá de qué tan permisivo decida ser Estados Unidos.

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Estados Unidos

Un informe revela el lado oscuro de Powell en la Reserva Federal y expone sus intentos por bloquear las medidas de Trump

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Un nuevo archivo videográfico del periodista James O’Keefe revela como la máxima autoridad de la FED junto a otros empleados de la banca central colaboraron para impedir el éxito del expresidente.

En la última semana, un nuevo proyecto investigativo de James O’Keefe logró sacar a la luz las verdaderas intenciones del actual presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, para entorpecer las políticas monetarias que el presidente Donald Trump propuso durante su mandato con el fin de imposibilitar su reelección.

Conjuntamente con otros empleados de la máxima autoridad monetaria en el país, Powell buscaba posicionarse como una figura moderada, bloqueando todas las medidas que tomaba Trump desde el Poder Ejecutivo, a lo largo de sus 4 años de gestión.

Si bien Powell fue designado por el propio Trump al principio de su mandato, el funcionario fue elegido por la cúpula del Partido Republicano, que en aquel entonces era anti-trumpista. Así, el entonces presidente debió lidiar todo su mandato con un “rebelde” en el Banco Central estadounidense. Hoy, permanece en sus funciones y fue ratificado en el cargo por Joe Biden, con quien colabora de cerca y sin rispideces.

La cámara oculta

A partir de una cámara oculta a la que fue sometido uno de estos altos empleados del órgano gubernamental, se descubrió un entramado de corrupción detrás de las políticas de la FED.

a la construcción de un relato asociado a políticas progresistas vinculadas a temáticas como teoría racial; feminismo y políticas medioambientales, las cuales nada tienen que ver con la estabilidad económica de un país.

Aurel Hizmo, quien se desempeña como economista en jefe de la Reserva Federal, es el encargado de elaborar los discursos de Jerome Powell en sus declaraciones públicas. También trabajó en el mismo rol durante la presidencia de Janet Yellen, quien hoy se desempeña como Secretaria del Tesoro de Biden.

Durante la cámara oculta, Hizmo aseguró que durante la administración de Trump, el presidente buscaba mantener una política de estabilidad económica, pero que Powell desde la Reserva Federal entorpecía a propósito los objetivos macroeconómicos del gobierno.

Hizmo es un especialista en finanzas pero mantiene una ideología de izquierda muy marcada, de corte progresista en sus visiones sociales y dentro del espíritu de su profesión, aboga por políticas que se relacionan con las visiones socialistas de la economía.

En la conversación que no pensaba que estaba siendo grabada, se rio de que todo esto se hablaba libremente en las reuniones de la FED, pero que nunca había salido a la luz ya que todo lo relacionado a la Reserva Federal se encuentra bajo el concepto de “información clasificada“.

La relación entre Trump y Powell

El economista de la FED tildó a Trump de ser una ”persona loca” y lo caracterizó con términos peyorativos, antes de admitir que es un fanático de Joe Biden, en relación a sus ideas económicas.

Para describir la relación entre Trump y Powell, Hizmo aseguró que ambos se llevaban extremadamente mal entre sí, al punto de que el expresidente intentó en múltiples ocasiones despedirlo del cargo, pero no podía ya que no contaba con los suficientes votos en el Senado para nombrar un reemplazo.

Según contó, en la reunión que tuvieron previo a la nominación de Powell, Trump le dijo que buscaba a alguien que sea capaz de subir las tasas de interés al principio del mandato para luego ir relajándolas a medida que creciera la economía. Sin embargo, Powell boicoteó esta visión macro de Trump ni bien llegó a la FED.

En una sintonía contraria a las intenciones de Trump por mantener una economía estable, la gestión de Joe Biden busca constantemente mantener las tasas de interés elevadas con el objetivo adicional de mantener los índices inflacionarios bajos, luego del bochornoso accionar de Powell durante la pandemia.

Hizmo incluso llegó a mencionar que Powell tiene el deseo de pasar a la historia como una clase de ”mártir que intentó detener a Trump a toda costa” mediante la desobediencia en sus políticas y establecerse él como quien reflotó la economía luego de la crisis del coronavirus.

Ante los preocupantes índices de inflación que los Estados Unidos han tenido durante toda la administración Biden, Powell ahora busca impedir la recesión para beneficiar a Biden en las elecciones de noviembre y evitar que Trump regrese a la Casa Blanca.

En otra parte de la conversación, Hizmo aseguró que los sectores conservadores son ”estúpidos” y aseguró que no existen personas con dicha ideología en el campo de la economía, a pesar de que el propio Powell se considera un conservador.

Entre risas, el desubicado economista de la FED dijo con mucha confianza que si Trump regresa a la presidencia este año, todos los empleados de la entidad monetaria buscarán nuevamente entorpecer las políticas económicas del Ejecutivo.

Cambio climático y políticas de género

Hizmo destacó que Powell, a pesar de ser un conservador, hoy mantiene una excelente relación con Biden y con los sectores más progresistas del Partido Demócrata, y que en los últimos 3 años ha implementado cambios en favor de la promoción de políticas medioambientales, políticas de género y temáticas raciales.

Uno de los mayores cambios que Powell ha implementado en la Reserva Federal desde la llegada de Biden, ha sido la promoción de espacios dentro del banco central en el cual solo se discuten temas relacionados al cambio climático y a cuestiones de género.

Powell además se ha gastado millones en un programa a través del cual la Reserva Federal contrata a “científicos” ecologistas, especializados en género o expertos en cuestiones raciales, para que “estudien maneras de enriquecer las discusiones del directorio de la Reserva Federal“.

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