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Estados Unidos

Trump firmó la Ayuda Económica con un artilugio legal para presionar al Congreso que elimine las transferencias al exterior e investigue el fraude electoral

El Presidente Trump firmó este domingo por la noche la Ley de Ayuda Económica pero a cambio le exige al Congreso reformule una serie de artículos que llamó “legislación basura”.

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El presidente Donald Trump anunció el pasado domingo en la noche mediante un comunicado de prensa que finalmente firmó la ley de Ayuda Económica destinada a paliar los efectos de la crisis por el COVID-19.

Esta ley había sido redactada por los cabecillas tanto del Partido Demócrata y Republicano, luego de descartar un proyecto de ley que había enviado Trump.
A cambio de aprobar este texto distinto al que él envió, Trump hizo uso de la Ley de Control de Incautación de 1974 para “sugerirle” al Congreso que se comprometa a realizar algunos cambios en la ley: entre ellos aumentar las transferencias a las personas de US$ 600 a US$ 2.000, recortar transferencias al exterior priorizando los subsidios locales, formar una comisión para investigar el fraude ocurrido en la elección presidencial, y someter a voto en el recinto la reforma o eliminación de la Sección 230, una ley aprobada en 1994 que le otorga inmunidad legal a las empresas de redes sociales.
Cabe aclarar que el presidente Trump estaba acorralado en aceptar esta ley, ya que había sido aprobada en el Senado por más de 2/3 de los votos y su veto podría ser anulado. El uso de este artilugio legal le garantiza a la Casa Blanca poder presionar al Congreso en hacer cambios.
Si bien el Congreso no tiene la obligación de votar por estos cambios sugeridos por el Presidente, todo indica que lo hará. De hecho, este lunes 28 la Cámara de Diputados votó para aumentar los pagos a 2.000 dólares y fue aprobada por una apabullante diferencia.

Este aumento fue enviado para su voto al Senado, donde en un giro totalmente inesperado los demócratas salieron en defensa de los cambios propuestos por Trump, mientras los republicanos son los que se oponen.

Días atrás, el Presidente había vetado la Ley de Autorización de Defensa Nacional, la cual también se había convertido en un tema de debate para la aprobación de la Ayuda Económica ya que dicha ley contiene la Sección 230, que otorga inmunidad legal para que las redes sociales censuren y prohíban contenido contrario a su ideología.
El senador Bernie Sanders, uno de los políticos más críticos de Trump y que más alejado está de su ideología, prometió usar el filibuster para frenar la aprobación de la Ley de Defensa hasta después de año nuevo si no se aceptan los cambios que propuso el Presidente

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Separado de lo que votó la Cámara Baja, Trump también expresa en el comunicado que enviará al Congreso una versión mejorada del paquete económico, que incluirá una corrección punto por punto del paquete anteriormente aprobado y ahora estampado con la firma presidencial. 

De todos modos, si el Congreso no aprueba estos cambios, la Ley de Control de Incautación que fue aprobada por el ex presidente Nixon en los 70s para darle más control al Poder Ejecutivo de las partidas que aprueba el Congreso, le permite a Trump retener los fondos destinados a ese paquete económico por un mes y medio.

De este modo, si las correcciones presentadas por el Presidente no ven la luz verde en el Congreso, Trump les podría conceder a los legisladores 45 días de margen de maniobra para que se negocie una ley mejor armada y que deje a todos los arcos políticos satisfechos.

Anteriormente, el Presidente Trump ya había enviado al Congreso un nuevo paquete de ayidas económicas para ser aprobado a mediados de octubre, pero la dirigencia demócrata bloqueó este proyecto para no darle una victoria a Trump tan cerca de las elecciones, dejando a millones de estadounidenses sin la ayuda prometida.

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La Ley de Ayuda Económica escrita por los equipos técnicos tanto del líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, como de la líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, había sido aprobada sin inconvenientes por ambas cámaras: 382 a 53 en Diputados y 94 a 6 en Senadores.

El paquete aprobado el 21 de diciembre como producto de este acuerdo político contiene cientos de artículos de legislación basura y gasto público innecesario y superfluo, además de ayudas millonarias a países extranjeros.

Entre tanta legislación basura, se puede encontrar por ejemplo 25 millones de dólares destinados a estudios de género en Pakistán o subsidios al sector militar de países como Egipto o Sudán.

Hay diversas razones que explican el porqué Trump finalmente firmó la ley. La principal es que, al ser un acuerdo bipartito, el Congreso fácilmente puede actuar para que el paquete sea igualmente convertido en ley. 

En una forma de mitigar el hiperpresidencialismo, la Constitución de los Estados Unidos prevé de que el Presidente del país puede vetar a discreción cualquier ley aprobada por el Congreso, pero este veto puede ser anulado por el Congreso si es votado afirmativamente por 2/3 de los miembros de ambas cámaras, como ocurrió.

Como mencionamos anteriormente, la legislación fue aprobada por un amplio consenso, por lo cual ese mismo consenso entre partidos puede ser usado para anular el veto presidencial. 

Otro justificante importante es la necesidad que tenía Trump de evitar un cierre total del Gobierno, ya que la masiva legislación aprobada por el Congreso contenía los fondos necesarios para financiar las agencias gubernamentales hasta el mes de septiembre del próximo año. 

Con esta jugada política de Trump, el futuro de la Ayuda Económica necesaria para contrarrestar los últimos coletazos de la crisis económica producida por las cuarentenas depende nuevamente de los legisladores republicanos y demócratas, los cuales deberán afrontar por ellos mismos el costo político que producirá mantener su propio paquete económico y negarle una mayor ayuda económica a las familias estadounidenses. 

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Economía

¿Nueva guerra comercial con China? Biden apunta a triplicar los aranceles para la importación de acero y aluminio

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La administración Biden amenaza con lanzar una nueva ofensiva arancelaria contra el ingreso de productos chinos, una maniobra que podría conducir a una pronta respuesta por parte del gigante asiático.

El giro proteccionista de la Casa Blanca bajo la presidencia de Joe Biden se hace cada vez más evidente. Pese a prometer lo contrario en su campaña electoral, Biden promete redoblar los aumentos tarifarios contra China y otros países del mundo.

Hasta ahora, las medidas proteccionistas del Gobierno se focalizaron en subsidios encubiertos, como por ejemplo los dispuesto en la llamada “Ley de Reducción de la inflación” del 2021. Pero esta vez se estudia abiertamente un nuevo rediseño del sistema arancelario.

El Presidente Biden propuso triplicar el arancel de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, del 7,5% al 25%. Esta resolución amplía una anterior que ya había adoptado el expresidente Donald Trump, en virtud de la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial (establecida en 2018). Pero la ley sancionada durante la administración anterior sólo alcanzaba a unos productos específicos, y la propuesta de Biden es generalizar el aumento arancelario sin excepción en todo el sector.

Estados Unidos se constituye actualmente como el cuarto productor mundial de acero, mientras que China ocupa el primer lugar. Semejante participación en el mercado haría muy efectivo el impacto de un arancel sobre la importación de China (con beneficios positivos para la industria local), pero este tipo de medidas resultan en su mayoría estériles, debido a que se espera una pronta respuesta por parte de China y la situación volvería al punto de inicio (o aún peor debido a la persistente volatilidad).

Siguiendo el mismo patrón, la administración Biden intervendrá deliberadamente en la adquisición de US Steel por parte de inversores japoneses, un acto populista y desesperado en medio del clima de la campaña electoral.

Asimismo, el Presidente Biden propuso incrementar los aranceles para la importación de madera canadiense del 8% al 14%, sin ningún tipo de justificación convencional. Esto supone un golpe hacia uno de los mayores socios comerciales de Estados Unidos en la región.Queda en evidencia que la política comercial de Biden no se limita exclusivamente a China.

Biden despliega este paquete de propuestas como respuesta a las medidas prometidas por Trump, entre las cuales se encuentra el establecimiento de un arancel universal del 10% sobre todas las importaciones, y una tasa especial del 60% sobre todas las importaciones de China.

Como es de amplio conocimiento, la dictadura comunista en China se negó a cumplir con la liberalización total de su mercado de divisas, un requisito al que se había expresamente comprometido tras su ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2000. En lugar de ello, solo se dio lugar a una serie de desregulaciones parciales y progresivas que, hasta el momento, no llegaron a desembocar en un mercado libre.

Las políticas proteccionistas se utilizaron como una medida coercitiva para forzar la liberalización cambiaria de China durante la administración de Donald Trump, aunque una vez finalizada la guerra comercial (2018-2020) se llegó a un nuevo status-quo sin mayores cambios en esta materia y con aranceles más elevados entre ambos países (la relación final entre ellos favoreció ligeramente a Estados Unidos).

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Estados Unidos

Tras fracasar en las negociaciones con Maduro, Biden restableció las sanciones contra el petróleo y el gas de Venezuela

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En un intento por garantizar elecciones libres en Venezuela, Biden había quitado todas las sanciones que había impuesto Trump contra el régimen chavista. Sin embargo, Maduro inhabilitó a toda la oposición y se cayó el Acuerdo de Barbados.

La gran apuesta de Joe Biden en Venezuela se convirtió en otro gran fracaso de su administración en materia de política internacional. Estados Unidos confirmó que no renovará las licencias que expirarán el jueves y volverán a entrar en vigencias las sanciones petroleras a Venezuela.

Luego de criticar la postura que había adoptado Estados Unidos durante la presidencia de Trump, cuando el republicano sancionó masivamente al régimen chavista, Biden ingresó a la Casa Blanca e implementó una estrategia de disuasión, levantando sanciones a cambio de garantías institucionales por parte de Maduro.

De esta manera, Biden llegó a levantar todas las sanciones contra el petróleo y gas, y alcanzó en 2023 el Acuerdo de Barbados, donde Maduro se comprometió a tener elecciones libres y democráticas a cambio de que le levantaran las prohibiciones.

Pero en vez de hacer un levante gradual y condicionado al proceso electoral, Biden levantó todas las sanciones y le dio un año de regalías petroleras a Maduro. Recién a unos meses del proceso electoral, el dictador chavista reveló su plan maestro, inhabilitó a toda la oposición y ahora irá a unas elecciones que legitimarán su régimen.

En este año sin sanciones, donde Chevron pudo operar abiertamente en Venezuela dejando enormes caudales de dinero que terminaron en las arcas del régimen, Maduro potenció su control del país, y no está ni cerca de ser removido del Palacio de Miraflores.

Washington había amenazado repetidamente en los últimos meses con restablecer las sanciones energéticas a menos que Maduro cumpliera sus promesas electorales que llevaron a un alivio parcial de las medidas desde octubre, pero el astuto dictador aprovechó todo el tiempo que pudo conseguir para llenar el Tesoro de petrodólares.

Biden también aprovechó el petróleo venezolano en los últimos años como una alternativa al petróleo y el gas ruso, que sí está fuertemente sancionado por Estados Unidos y que cada vez cuesta más que llegue a Occidente.

En Estados Unidos temen que las sanciones a Venezuela lleven a un nuevo recorte en la oferta mundial de barriles y que esto presione a la suba el precio del petróleo justo en un año electoral. Es por eso que Anthony Blinken, Secretario de Estado de Biden, ha dejado en claro que reinstaurar las sanciones no quiere decir que vuelvan al escenario de máxima presión contra el régimen chavista, y que seguirán permitiendo que el sector privado pida licencias específicas para operar en Venezuela.

Cualquier actividad bajo la licencia vencida deberá completarse antes del 31 de mayo, pero las empresas aún pueden volver a solicitar individualmente licencias específicas, aseguraron desde Washington. Obtener la aprobación dependerá de qué tan permisivo decida ser Estados Unidos.

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Estados Unidos

Un informe revela el lado oscuro de Powell en la Reserva Federal y expone sus intentos por bloquear las medidas de Trump

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Un nuevo archivo videográfico del periodista James O’Keefe revela como la máxima autoridad de la FED junto a otros empleados de la banca central colaboraron para impedir el éxito del expresidente.

En la última semana, un nuevo proyecto investigativo de James O’Keefe logró sacar a la luz las verdaderas intenciones del actual presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, para entorpecer las políticas monetarias que el presidente Donald Trump propuso durante su mandato con el fin de imposibilitar su reelección.

Conjuntamente con otros empleados de la máxima autoridad monetaria en el país, Powell buscaba posicionarse como una figura moderada, bloqueando todas las medidas que tomaba Trump desde el Poder Ejecutivo, a lo largo de sus 4 años de gestión.

Si bien Powell fue designado por el propio Trump al principio de su mandato, el funcionario fue elegido por la cúpula del Partido Republicano, que en aquel entonces era anti-trumpista. Así, el entonces presidente debió lidiar todo su mandato con un “rebelde” en el Banco Central estadounidense. Hoy, permanece en sus funciones y fue ratificado en el cargo por Joe Biden, con quien colabora de cerca y sin rispideces.

La cámara oculta

A partir de una cámara oculta a la que fue sometido uno de estos altos empleados del órgano gubernamental, se descubrió un entramado de corrupción detrás de las políticas de la FED.

a la construcción de un relato asociado a políticas progresistas vinculadas a temáticas como teoría racial; feminismo y políticas medioambientales, las cuales nada tienen que ver con la estabilidad económica de un país.

Aurel Hizmo, quien se desempeña como economista en jefe de la Reserva Federal, es el encargado de elaborar los discursos de Jerome Powell en sus declaraciones públicas. También trabajó en el mismo rol durante la presidencia de Janet Yellen, quien hoy se desempeña como Secretaria del Tesoro de Biden.

Durante la cámara oculta, Hizmo aseguró que durante la administración de Trump, el presidente buscaba mantener una política de estabilidad económica, pero que Powell desde la Reserva Federal entorpecía a propósito los objetivos macroeconómicos del gobierno.

Hizmo es un especialista en finanzas pero mantiene una ideología de izquierda muy marcada, de corte progresista en sus visiones sociales y dentro del espíritu de su profesión, aboga por políticas que se relacionan con las visiones socialistas de la economía.

En la conversación que no pensaba que estaba siendo grabada, se rio de que todo esto se hablaba libremente en las reuniones de la FED, pero que nunca había salido a la luz ya que todo lo relacionado a la Reserva Federal se encuentra bajo el concepto de “información clasificada“.

La relación entre Trump y Powell

El economista de la FED tildó a Trump de ser una ”persona loca” y lo caracterizó con términos peyorativos, antes de admitir que es un fanático de Joe Biden, en relación a sus ideas económicas.

Para describir la relación entre Trump y Powell, Hizmo aseguró que ambos se llevaban extremadamente mal entre sí, al punto de que el expresidente intentó en múltiples ocasiones despedirlo del cargo, pero no podía ya que no contaba con los suficientes votos en el Senado para nombrar un reemplazo.

Según contó, en la reunión que tuvieron previo a la nominación de Powell, Trump le dijo que buscaba a alguien que sea capaz de subir las tasas de interés al principio del mandato para luego ir relajándolas a medida que creciera la economía. Sin embargo, Powell boicoteó esta visión macro de Trump ni bien llegó a la FED.

En una sintonía contraria a las intenciones de Trump por mantener una economía estable, la gestión de Joe Biden busca constantemente mantener las tasas de interés elevadas con el objetivo adicional de mantener los índices inflacionarios bajos, luego del bochornoso accionar de Powell durante la pandemia.

Hizmo incluso llegó a mencionar que Powell tiene el deseo de pasar a la historia como una clase de ”mártir que intentó detener a Trump a toda costa” mediante la desobediencia en sus políticas y establecerse él como quien reflotó la economía luego de la crisis del coronavirus.

Ante los preocupantes índices de inflación que los Estados Unidos han tenido durante toda la administración Biden, Powell ahora busca impedir la recesión para beneficiar a Biden en las elecciones de noviembre y evitar que Trump regrese a la Casa Blanca.

En otra parte de la conversación, Hizmo aseguró que los sectores conservadores son ”estúpidos” y aseguró que no existen personas con dicha ideología en el campo de la economía, a pesar de que el propio Powell se considera un conservador.

Entre risas, el desubicado economista de la FED dijo con mucha confianza que si Trump regresa a la presidencia este año, todos los empleados de la entidad monetaria buscarán nuevamente entorpecer las políticas económicas del Ejecutivo.

Cambio climático y políticas de género

Hizmo destacó que Powell, a pesar de ser un conservador, hoy mantiene una excelente relación con Biden y con los sectores más progresistas del Partido Demócrata, y que en los últimos 3 años ha implementado cambios en favor de la promoción de políticas medioambientales, políticas de género y temáticas raciales.

Uno de los mayores cambios que Powell ha implementado en la Reserva Federal desde la llegada de Biden, ha sido la promoción de espacios dentro del banco central en el cual solo se discuten temas relacionados al cambio climático y a cuestiones de género.

Powell además se ha gastado millones en un programa a través del cual la Reserva Federal contrata a “científicos” ecologistas, especializados en género o expertos en cuestiones raciales, para que “estudien maneras de enriquecer las discusiones del directorio de la Reserva Federal“.

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