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Estados Unidos

“Desfinanciar la policía”: la peligrosa campaña de los demócratas que quieren convertir en ley

Tras el caso George Floyd, algunas de las voces más prominentes del Partido Demócrata se han hecho eco de un histórico reclamo del anarquismo de extrema izquierda: desfinanciar y abolir las fuerzas policiales. Los lugares que ya la han puesto en marcha, y sus consecuencias.

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Tras una semana de violencia en las calles por parte de la izquierda, las repercusiones por el asesinato de George Floyd están lejos de acabar. 
Ahora, defund the police” (“desfinancien a la policía”) es el cántico de moda en las manifestaciones, enmarcadas bajo el movimiento de Black Lives Matter y la organización terrorista Antifa. La campaña, apoyada por líderes comunales y políticos, se centra en abolir la policía como la conocemos y reformar su rol en la sociedad.
Las exigencias de estos manifestantes van desde recortar los fondos para las fuerzas policiales, hasta la abolición total de las mismas, reemplazándolas por un esquema de trabajadores sociales enfocados en las comunidades afroamericanas.
Una de las primeras personas con peso político en adherirse a la campaña fue Brian Fallon, jefe de prensa de la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016. Horas después, múltiples miembros del Partido Demócrata se encolumnaron bajo el eslogan, y rápidamente, la propuesta paso de ser una campaña twittera a convertirse en una realidad.

La ciudad de Los Angeles fue pionera al respecto: a través de su alcalde, Eric Garcetti, informó que planean recortar hasta 150 millones de dólares del presupuesto de la policía. El timing de dicho anuncio no fue el mejor, ya que ese mismo día, el Departamento de Policía de esa ciudad reportó en su informe semanal un incremento del 250% en los homicidios como secuelas de las violentas protestas.

El caso de la ciudad de Minneapolis, en Minnesota, es uno de los más particulares y bochornosos. El Departamento de Policía de esa ciudad era el lugar donde se desempeñaban los 4 oficiales, hoy encarcelados y a la espera de un juicio, involucrados en el asesinato de George Floyd. 

9 de los 12 miembros del Concejo Municipal de Minneapolis ya se manifestaron a favor de desfinanciar y desmantelar a dicho departamento, y están trabajando en un plan al respecto. El Concejo está controlado por el ala más radical del Partido Demócrata.

De acuerdo a Jeremiah Ellison, miembro del Concejo Municipal, la idea del plan es que todos los recursos de la fuerza policial sean destinados a trabajadores sociales y de la salud, como así también incluir a líderes comunales en el nuevo sistema.

El Concejo se expresó de tal manera a pesar de que Jacob Frey, el alcalde demócrata de extrema izquierda y quien tenía un importante control del órgano legislativo, haya anunciado que estaba en contra de esta idea.

Su forma de anunciarlo fue la peor de todas: Frey, de 38 años, estaba asistiendo a una de las protestas de Black Lives Matter. Luego de la manifestación, que incluyó destrozos de propiedad privada, bailes y concursos de canto, fue abordado por los manifestantes que le preguntaron si le daba su apoyo al desfinanciamiento de la policía.

Luego de mucho pensarlo y a pesar de estar rodeado de una multitud furiosa, el joven alcalde se negó a apoyar esta causa abolicionista tras lo cual fue echado de la manifestación entre abucheos y gritos de “vergüenza”, mientras le arrojaban cosas.

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Otro de los casos, aún más incomprensibles es el de la ciudad de Chicago, Illinois, donde la alcaldesa Lori Lightfoot, demócrata, ya anunció que presentará un plan con “monumentales reformas” sobre el sistema policial.

La ciudad de Chicago está catalogada como una de las más peligrosas dentro del territorio estadounidense. Tan solo en el período enero-mayo de 2020, la ciudad registró un total de 245 asesinatos y 1.127 heridos de bala, un incremento del 25% y 30% respectivamente frente al mismo período de 2019. 
Tan solo el pasado fin de semana, Chicago reportó la escalofriante cifra de 25 muertes y 85 heridos de bala, uno de los peores registros en los últimos años.
Otra de las ciudades que se unió a esta nueva corriente fue Nueva York, comandada por el ultra-demócrata Bill de Blasio. 
Miembros del Concejo Municipal plantean recortar alrededor del 7% del presupuesto de la policía de esa ciudad. De Blasio explicó que espera que el dinero ahorrado con el recorte sean transferidos a servicios sociales y a programas de reinserción juvenil.

De Blasio, pese a sus inconcebibles esfuerzos para contentar a su electorado, no parece ser muy bien recibido. La semana pasada corrió con la misma suerte que su par de Minneapolis: fue abucheado e insultado tras dar su discurso en una protesta.

Múltiples otras ciudades, entre ellas Seattle, en el Estado de Washington, y Austin, en el Estado de Texas, ya anunciaron que iniciarán gestiones para tratar una posible reforma policial. Si avanzan, se espera que aún más localidades sigan su ejemplo.

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Es posible, entonces, concluir que todas las ciudades que se sumaron a esta campaña de desfinanciar y desmantelar la policía, o al menos, que ya han puesto el tema en debate, comparten las mismos denominadores: son bastiones demócratas desde hace décadas, fueron las más afectadas por los saqueos y los destrozos en las protestas de los últimos días, y poseen cifras alarmantes de inseguridad y crimen que se incrementan año tras año.

Estas ciudades deberían estar enviando más recursos para su policía en vez de desfinanciarla o abolirla.

El candidato presidencial por el Partido Demócrata, el ex-vicepresidente Joe Biden, tras una serie de contradicciones en su discurso en los últimos días, salió a intentar calmar las aguas afirmando que él no defiende completamente un posible desfinanciamiento de la policía, y hasta llegó a decir entre sus balbuceos que aumentaría 300 millones de dólares su financiamiento.

Sin embargo, lejos de generar calma, la postura de Biden solo demuestra lo alejado que se encuentra el candidato presidencial con la verdadera agenda de su partido, y de su base electoral, cada días más empujada hacia la izquierda. 
Como si fuera poco, este lunes 8 de junio la líder del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que sí parece estar al día en las demandas de la ultra-izquierda norteamericana, presentó una ambiciosa reforma policial para ser debatida en el Congreso estadounidense.
Es un primer paso, vendrá mucho más, afirmó Pelosi luego de presentar una reforma que incluye, entre otras cosas, desfinanciación, prohibiciones a maniobras de defensa de los oficiales, y que establecería una base de datos nacional para monitorear casos de abusos policiales, y facilitaría acciones legales frente al excesivo uso de la fuerza, concepto de dudosa definición.
Para colmo, luego de hacer la presentación, los principales líderes demócratas en el Congreso se arrodillaron e hicieron 8 minutos de silencio por la muerte de Floyd, con bufandas adornadas con ornamentos y diseños de “orgullo africano”.

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El presidente Donald Trump no escatimó en rechazar tajantemente cualquier posibilidad de desfinanciamiento de la fuerza policial. El republicano afirmó:

“No desfinanciarán ni desmantelarán nuestra policía. Estoy orgulloso de su trabajo, nos permiten a todos vivir en paz. También queremos asegurarnos que en nuestra fuerza no haya malos actores”

Tal es así que la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, afirmó que el presidente “está horrorizado viendo como tantas personalidades del Partido Demócrata apoyan esta iniciativa“.

Si una ley así pasara por el Congreso, Trump la vetaría y la dejaría sin efecto.

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Las ciudades que desfinancien a la policía verán un incremento exponencial en el crimen“, afirmó el jefe de la Policía de Houston, Art Acevedo, al ser consultado. 

No solo Acevedo alzó su voz dentro de las fuerzas policiales: los departamentos policiales de distintas ciudades se unieron para rechazar la medida y expresar su desilusión y enfado por el pobre trato brindado hacia ellos.

Sin lugar a dudas, la muerte de George Floyd será explotada al máximo por el Partido Demócrata para su uso político, y no se detendrán hasta, como mínimo, las elecciones a realizarse en noviembre de este año. 

Pero las élites partidarias que promueven estas peligrosas medidas no serán quien sufran sus consecuencias, sino que serán absorbidas por los vecindarios de clase media-baja que verán un incremento exponencial en el crimen e inseguridad, frente al cual dejarán de estar protegidos, ya que irónicamente todas las ciudades que quieren abolir la policía, también prohíben la tenencia de armas por parte de la población civil.
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Economía

¿Nueva guerra comercial con China? Biden apunta a triplicar los aranceles para la importación de acero y aluminio

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La administración Biden amenaza con lanzar una nueva ofensiva arancelaria contra el ingreso de productos chinos, una maniobra que podría conducir a una pronta respuesta por parte del gigante asiático.

El giro proteccionista de la Casa Blanca bajo la presidencia de Joe Biden se hace cada vez más evidente. Pese a prometer lo contrario en su campaña electoral, Biden promete redoblar los aumentos tarifarios contra China y otros países del mundo.

Hasta ahora, las medidas proteccionistas del Gobierno se focalizaron en subsidios encubiertos, como por ejemplo los dispuesto en la llamada “Ley de Reducción de la inflación” del 2021. Pero esta vez se estudia abiertamente un nuevo rediseño del sistema arancelario.

El Presidente Biden propuso triplicar el arancel de importación para el acero y el aluminio provenientes de China, del 7,5% al 25%. Esta resolución amplía una anterior que ya había adoptado el expresidente Donald Trump, en virtud de la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial (establecida en 2018). Pero la ley sancionada durante la administración anterior sólo alcanzaba a unos productos específicos, y la propuesta de Biden es generalizar el aumento arancelario sin excepción en todo el sector.

Estados Unidos se constituye actualmente como el cuarto productor mundial de acero, mientras que China ocupa el primer lugar. Semejante participación en el mercado haría muy efectivo el impacto de un arancel sobre la importación de China (con beneficios positivos para la industria local), pero este tipo de medidas resultan en su mayoría estériles, debido a que se espera una pronta respuesta por parte de China y la situación volvería al punto de inicio (o aún peor debido a la persistente volatilidad).

Siguiendo el mismo patrón, la administración Biden intervendrá deliberadamente en la adquisición de US Steel por parte de inversores japoneses, un acto populista y desesperado en medio del clima de la campaña electoral.

Asimismo, el Presidente Biden propuso incrementar los aranceles para la importación de madera canadiense del 8% al 14%, sin ningún tipo de justificación convencional. Esto supone un golpe hacia uno de los mayores socios comerciales de Estados Unidos en la región.Queda en evidencia que la política comercial de Biden no se limita exclusivamente a China.

Biden despliega este paquete de propuestas como respuesta a las medidas prometidas por Trump, entre las cuales se encuentra el establecimiento de un arancel universal del 10% sobre todas las importaciones, y una tasa especial del 60% sobre todas las importaciones de China.

Como es de amplio conocimiento, la dictadura comunista en China se negó a cumplir con la liberalización total de su mercado de divisas, un requisito al que se había expresamente comprometido tras su ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2000. En lugar de ello, solo se dio lugar a una serie de desregulaciones parciales y progresivas que, hasta el momento, no llegaron a desembocar en un mercado libre.

Las políticas proteccionistas se utilizaron como una medida coercitiva para forzar la liberalización cambiaria de China durante la administración de Donald Trump, aunque una vez finalizada la guerra comercial (2018-2020) se llegó a un nuevo status-quo sin mayores cambios en esta materia y con aranceles más elevados entre ambos países (la relación final entre ellos favoreció ligeramente a Estados Unidos).

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Estados Unidos

Tras fracasar en las negociaciones con Maduro, Biden restableció las sanciones contra el petróleo y el gas de Venezuela

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En un intento por garantizar elecciones libres en Venezuela, Biden había quitado todas las sanciones que había impuesto Trump contra el régimen chavista. Sin embargo, Maduro inhabilitó a toda la oposición y se cayó el Acuerdo de Barbados.

La gran apuesta de Joe Biden en Venezuela se convirtió en otro gran fracaso de su administración en materia de política internacional. Estados Unidos confirmó que no renovará las licencias que expirarán el jueves y volverán a entrar en vigencias las sanciones petroleras a Venezuela.

Luego de criticar la postura que había adoptado Estados Unidos durante la presidencia de Trump, cuando el republicano sancionó masivamente al régimen chavista, Biden ingresó a la Casa Blanca e implementó una estrategia de disuasión, levantando sanciones a cambio de garantías institucionales por parte de Maduro.

De esta manera, Biden llegó a levantar todas las sanciones contra el petróleo y gas, y alcanzó en 2023 el Acuerdo de Barbados, donde Maduro se comprometió a tener elecciones libres y democráticas a cambio de que le levantaran las prohibiciones.

Pero en vez de hacer un levante gradual y condicionado al proceso electoral, Biden levantó todas las sanciones y le dio un año de regalías petroleras a Maduro. Recién a unos meses del proceso electoral, el dictador chavista reveló su plan maestro, inhabilitó a toda la oposición y ahora irá a unas elecciones que legitimarán su régimen.

En este año sin sanciones, donde Chevron pudo operar abiertamente en Venezuela dejando enormes caudales de dinero que terminaron en las arcas del régimen, Maduro potenció su control del país, y no está ni cerca de ser removido del Palacio de Miraflores.

Washington había amenazado repetidamente en los últimos meses con restablecer las sanciones energéticas a menos que Maduro cumpliera sus promesas electorales que llevaron a un alivio parcial de las medidas desde octubre, pero el astuto dictador aprovechó todo el tiempo que pudo conseguir para llenar el Tesoro de petrodólares.

Biden también aprovechó el petróleo venezolano en los últimos años como una alternativa al petróleo y el gas ruso, que sí está fuertemente sancionado por Estados Unidos y que cada vez cuesta más que llegue a Occidente.

En Estados Unidos temen que las sanciones a Venezuela lleven a un nuevo recorte en la oferta mundial de barriles y que esto presione a la suba el precio del petróleo justo en un año electoral. Es por eso que Anthony Blinken, Secretario de Estado de Biden, ha dejado en claro que reinstaurar las sanciones no quiere decir que vuelvan al escenario de máxima presión contra el régimen chavista, y que seguirán permitiendo que el sector privado pida licencias específicas para operar en Venezuela.

Cualquier actividad bajo la licencia vencida deberá completarse antes del 31 de mayo, pero las empresas aún pueden volver a solicitar individualmente licencias específicas, aseguraron desde Washington. Obtener la aprobación dependerá de qué tan permisivo decida ser Estados Unidos.

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Estados Unidos

Un informe revela el lado oscuro de Powell en la Reserva Federal y expone sus intentos por bloquear las medidas de Trump

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Un nuevo archivo videográfico del periodista James O’Keefe revela como la máxima autoridad de la FED junto a otros empleados de la banca central colaboraron para impedir el éxito del expresidente.

En la última semana, un nuevo proyecto investigativo de James O’Keefe logró sacar a la luz las verdaderas intenciones del actual presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, para entorpecer las políticas monetarias que el presidente Donald Trump propuso durante su mandato con el fin de imposibilitar su reelección.

Conjuntamente con otros empleados de la máxima autoridad monetaria en el país, Powell buscaba posicionarse como una figura moderada, bloqueando todas las medidas que tomaba Trump desde el Poder Ejecutivo, a lo largo de sus 4 años de gestión.

Si bien Powell fue designado por el propio Trump al principio de su mandato, el funcionario fue elegido por la cúpula del Partido Republicano, que en aquel entonces era anti-trumpista. Así, el entonces presidente debió lidiar todo su mandato con un “rebelde” en el Banco Central estadounidense. Hoy, permanece en sus funciones y fue ratificado en el cargo por Joe Biden, con quien colabora de cerca y sin rispideces.

La cámara oculta

A partir de una cámara oculta a la que fue sometido uno de estos altos empleados del órgano gubernamental, se descubrió un entramado de corrupción detrás de las políticas de la FED.

a la construcción de un relato asociado a políticas progresistas vinculadas a temáticas como teoría racial; feminismo y políticas medioambientales, las cuales nada tienen que ver con la estabilidad económica de un país.

Aurel Hizmo, quien se desempeña como economista en jefe de la Reserva Federal, es el encargado de elaborar los discursos de Jerome Powell en sus declaraciones públicas. También trabajó en el mismo rol durante la presidencia de Janet Yellen, quien hoy se desempeña como Secretaria del Tesoro de Biden.

Durante la cámara oculta, Hizmo aseguró que durante la administración de Trump, el presidente buscaba mantener una política de estabilidad económica, pero que Powell desde la Reserva Federal entorpecía a propósito los objetivos macroeconómicos del gobierno.

Hizmo es un especialista en finanzas pero mantiene una ideología de izquierda muy marcada, de corte progresista en sus visiones sociales y dentro del espíritu de su profesión, aboga por políticas que se relacionan con las visiones socialistas de la economía.

En la conversación que no pensaba que estaba siendo grabada, se rio de que todo esto se hablaba libremente en las reuniones de la FED, pero que nunca había salido a la luz ya que todo lo relacionado a la Reserva Federal se encuentra bajo el concepto de “información clasificada“.

La relación entre Trump y Powell

El economista de la FED tildó a Trump de ser una ”persona loca” y lo caracterizó con términos peyorativos, antes de admitir que es un fanático de Joe Biden, en relación a sus ideas económicas.

Para describir la relación entre Trump y Powell, Hizmo aseguró que ambos se llevaban extremadamente mal entre sí, al punto de que el expresidente intentó en múltiples ocasiones despedirlo del cargo, pero no podía ya que no contaba con los suficientes votos en el Senado para nombrar un reemplazo.

Según contó, en la reunión que tuvieron previo a la nominación de Powell, Trump le dijo que buscaba a alguien que sea capaz de subir las tasas de interés al principio del mandato para luego ir relajándolas a medida que creciera la economía. Sin embargo, Powell boicoteó esta visión macro de Trump ni bien llegó a la FED.

En una sintonía contraria a las intenciones de Trump por mantener una economía estable, la gestión de Joe Biden busca constantemente mantener las tasas de interés elevadas con el objetivo adicional de mantener los índices inflacionarios bajos, luego del bochornoso accionar de Powell durante la pandemia.

Hizmo incluso llegó a mencionar que Powell tiene el deseo de pasar a la historia como una clase de ”mártir que intentó detener a Trump a toda costa” mediante la desobediencia en sus políticas y establecerse él como quien reflotó la economía luego de la crisis del coronavirus.

Ante los preocupantes índices de inflación que los Estados Unidos han tenido durante toda la administración Biden, Powell ahora busca impedir la recesión para beneficiar a Biden en las elecciones de noviembre y evitar que Trump regrese a la Casa Blanca.

En otra parte de la conversación, Hizmo aseguró que los sectores conservadores son ”estúpidos” y aseguró que no existen personas con dicha ideología en el campo de la economía, a pesar de que el propio Powell se considera un conservador.

Entre risas, el desubicado economista de la FED dijo con mucha confianza que si Trump regresa a la presidencia este año, todos los empleados de la entidad monetaria buscarán nuevamente entorpecer las políticas económicas del Ejecutivo.

Cambio climático y políticas de género

Hizmo destacó que Powell, a pesar de ser un conservador, hoy mantiene una excelente relación con Biden y con los sectores más progresistas del Partido Demócrata, y que en los últimos 3 años ha implementado cambios en favor de la promoción de políticas medioambientales, políticas de género y temáticas raciales.

Uno de los mayores cambios que Powell ha implementado en la Reserva Federal desde la llegada de Biden, ha sido la promoción de espacios dentro del banco central en el cual solo se discuten temas relacionados al cambio climático y a cuestiones de género.

Powell además se ha gastado millones en un programa a través del cual la Reserva Federal contrata a “científicos” ecologistas, especializados en género o expertos en cuestiones raciales, para que “estudien maneras de enriquecer las discusiones del directorio de la Reserva Federal“.

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