Opinión
El popular resurgir del liberalismo: Milei y Espert expresan un cambio más profundo
Las ideas liberales parecen estar llegando a todas las dimensiones de la sociedad y promoviendo un cambio de verdad.

En los últimos años comenzó a gestarse un renacimiento de las ideas liberales en la Argentina. De la mano de distintos personajes que iban a expresar dichas ideas a la televisión, el liberalismo pasó de ser un concepto oxidado, perdido en el olvido de la historia de nuestro país, a un movimiento político-cultural con grandes aspiraciones nacionales.
Esto último se vio reflejado especialmente en la candidatura de José Luis Espert tanto para las elecciones presidenciales del 2019 como las legislativas del 2021 y en la de Javier Milei también para estas últimas.
Históricamente en la Argentina se relacionó socialmente al liberalismo con las clases altas y, en política, con los gobiernos de fines del siglo XIX, la dictadura militar de 1976-1983 y el Gobierno de Carlos Menem. Hoy por hoy, el resurgir de estas ideas viene a romper con ese pensamiento inexacto.
Digo inexacto porque si bien los gobiernos de Roca, Sarmiento, Avellaneda, etc. fueron liberales, y el gobierno menemista ejecutó ciertas políticas liberales, el liberalismo nada tuvo que ver con la dictadura encabezada por los grupos de las Fuerzas Armadas argentinas.
Ni las políticas económicas encabezadas por Martínez de Hoz ni las decisiones políticas-sociales de la Junta Militar tuvieron que ver con las convicciones liberales. Tal es así que el referente liberal de esa época, Álvaro Alsogaray, fue de los pocos políticos que condenó la irrupción militar semanas antes de que ocurriera en marzo de 1976.
Pero, ¿y por qué viene a romper? Porque este rebrote liberal está ocurriendo de una manera completamente transversal en la sociedad. Jóvenes cansados de que les digan que en este país no hay futuro, adultos cansados de vivir con la soga al cuello y ancianos queriendo que sus nietos no tengan que vivir lo que ellos vivieron.
Uniendo desde personas con un pobre nivel de vida socioeconómico a personas a las que el dinero no les representa un problema mayor. Gente de todas las orientaciones sexuales y de todas las creencias religiosas. Todos unidos por una convicción, la de vivir libres.
Las caminatas de Espert por la provincia de Buenos Aires y las clases de economía de Milei en la Ciudad de Buenos Aires tuvieron dos cosas en común. El deseo de libertad y la diversidad social por parte de quienes acompañaban.
Dicha diversidad es uno de los bastiones del liberalismo, siempre lo fue, pero nunca se supo como aglomerar bien esas diferencias, llevando a que las uniones políticas que hubo duren muy poco. Será labor fundamental de todos los liberales respetar ese famoso principio de respeto hacia el proyecto de vida del prójimo para que este movimiento pueda perdurar política y culturalmente a través del tiempo.
Se puede estar horas, días y hasta meses discutiendo sobre quién o qué es más liberal, pero se está viendo que eso no le importa a este resurgir. O por lo menos no actualmente.
Ahora lo que se busca es sentar las bases (esas de las que tanto hablaba Alberdi) para así después poder comenzar a discutir y ver como ejecutar todo lo que el liberalismo conlleva. Hoy lo que se busca es seguir llegándole a la gente, llevar estas ideas desde el barrio más rico hasta el barrio más pobre, que dejen de ser demonizadas y mal asociadas con el “neoliberalismo”.
Actualmente en todos los grupos de la sociedad hay un liberal expresando su opinión. Y es que, con el contexto actual, sumado a lo ocurrido durante los últimos años y la aparición de numerosos referentes, se le hace mucho más fácil a las personas identificarse con estas maneras de pensar. Ya nadie puede concebir a estas ideas como “elitistas” (por más que nunca lo fueron), este es un pensamiento que recorre todo el país sin ningún tipo de discriminación a ningún grupo de personas.
Justamente eso es el liberalismo. Es algo inherente a los seres humanos, sin exclusión alguna. Nadie quiere vivir siendo esclavo, todos queremos ser libres.
Por Francisco Pirovano, para La Derecha Diario.
Opinión
Messi, Antonella y el valor de la Familia: Cómo se construyó el máximo héroe del Fútbol Argentino
En los festejos de la Copa del Mundo, los argentinos vieron algo que no se había visto en las anteriores dos copas: los jugadores celebrando junto a sus esposas e hijos.

Argentina y el resto del mundo están viviendo tiempos de cambio. Para bien o para mal, la sociedad de ahora es muy distinta a la que había tan solo cinco o diez años atrás.
Esto es perceptible a través de simples hechos que nos parecerán detalles menores, pero que en realidad son la clave. Tal como decía William McRaven, un Almirante retirado de la Marina de los Estados Unidos, que si queres cambiar el mundo, tenés que empezar por tender tu cama. “Las pequeñas cosas en la vida importan, si no puedes hacer bien las pequeñas cosas, nunca harás bien las cosas grandes”, resaltaba.
En el festejo post partido, del amistoso de la selección Argentina contra Panamá, pudimos presenciar algo que no veíamos reivindicar hace tiempo, en ningún lugar del mundo, que es el valor de la familia y la importancia de la misma en la construcción, transformación, redención y éxito de los héroes. Ni hablar de la importancia de la familia para el futuro de una sociedad.
Los jugadores consiguieron el logro más importante de sus carreras, porque justamente hicieron bien esas aparentemente pequeñas cosas como es el cuidado y valoración del grupo entre ellos y con sus respectivas familias (salvo alguna que otra excepción…).
Ver a Lionel con Antonella, Thiago, Mateo y Ciro, dando esa vuelta olímpica con la Copa del Mundo es algo pocas (o quizás nunca) visto en las competiciones deportivas. El trabajo, el esfuerzo, la pasión y la perseverancia que necesita tener el Messi que tanto admiramos, no podría ser posible sin el sostén de su familia.
Y cuándo hablamos de familia, decimos que no sería nada sin su poder y guía primordial, la mujer, la esposa, la madre, la jefa y la héroe oculta de esta historia. Se puede decir que ese camino del héroe es también el camino que recorrió Antonella.
Solo ella sabe la carga que representa poder caminar junto a un ídolo mundial como Messi, acompañarlo, sostenerlo, en las buenas y sobre todo en las malas, resistiendo a través del tiempo y la distancia. Cuánto le debemos de nuestra alegría a ella y que poco se lo reconoce.
Así lo mencionaba Lio en una entrevista: “Nos conocemos hace muchísimo tiempo, me conoce a la perfección, sabe cómo entrarme a cada momento y sobre todo en los malos. No solo dieciséis años de amor, compañía, esfuerzo y lucha incansable, sino ha una vida entera“.
“Todos los santos deben su grandeza a un conjunto de pequeñeces, que ellos supieron admirablemente aprovechar“, asegura el autor Ildefonso Rodríguez Villar en sus textos de meditación. “Al contrario, todas las grandes caídas han tenido su origen en cosas tan pequeñas e insignificantes, que pasaban inadvertidas… y, sin embargo, esto es de fe y comprobado con la más vulgar y cotidiana experiencia que el que desprecia lo pequeño poco a poco caerá”.
No precisamente en los hechos extraordinarios, sino en la fidelidad y exactitud de nuestros pequeños deberes diarios, está nuestra perfección… Así es como se forman las virtudes sólidas y macizas que hacen santos. Esto describe a Messi mejor que a otros ídolos que ha tenido Argentina y el deporte.
Estas palabras también describen a Antonella, en aquellas aparentemente pequeñas acciones como el de construcción, formación y sostén de la familia. Grandiosas y valiosas acciones, con fidelidad y constancia fuente verdadera de sacrificios, voluntad firme y enorme corazón.
En la Odisea de Homero, decía: “Quién no sabe que Penélope, la paciente y fiel esposa del héroe, tejía de día una larga tela blanca y luego, por la noche, la destejía, para así ganar tiempo”. El mundo no sabe que Antonella, esa paciente y fiel esposa, seguramente pasó largos días y noches de gran trabajo emocional y espiritual, bancándose la difamación, las mentiras y el odio de muchos que ahora quieren borrar sus palabras.
Gracias Antonella, por no dejar caer al grande, y poner de moda a la familia nuevamente, el futuro del mundo te lo agradece. Y por ahí, si esta moda continúa, Dios, Patria y Familia volverá a ser lo más importante para nuestros héroes.
Opinión
Qué se puede aprender de las tomas de los Capitolios: ¿Esta Democracia no sirve?
Los acontecimientos en Brasil durante los últimos meses pusieron al descubierto fisuras dentro del sistema de gobierno que rige en nuestro país y el resto de la región. Esta crisis interpone nuevos desafíos para una derecha que aún tiene dificultades para desarrollarse.

En la campaña de las PASO 2011, el por aquel entonces precandidato a presidente José Alejandro Bonacci, un fascista confeso también conocido como “El Señor de los Sellos” por su amplia cartera de sellos partidarios en alquiler, había lanzado un spot propagandístico donde se pronunciaba de una manera bastante controversial sobre el sistema democratico.
“Esta democracia no sirve, es necesario un nuevo acuerdo”, declaraba Bonacci con descaro. En ese momento, el anuncio prácticamente no tuvo alcance, pero en Taringa y Twitter con el correr del tiempo se terminaría consolidando como un clásico meme político.
Mirando críticamente los sucesos del fin de semana en Brasil al tiempo que contemplamos nuestras propias miserias, quizás podamos concluir que en el fondo la premisa de Bonacci no estaba del todo equivocada.
Según establece la Constitución (con mayúscula adrede), somos una República soberana que adopta una forma de gobierno republicana, democrática, representativa y federal. Otros países, como Reino Unido, carecen de dichos papeles y su forma de gobierno no se encuentra codificada a través de documentos específicos. No obstante, todos los actores políticos entienden a grandes rasgos cómo funcionan las cosas, los balances de poderes, y demás pormenores. Esa sería su constitución (con minúscula).
En Argentina se nos enseña desde muy chicos la Constitución, aprendemos a recitar su preámbulo, nos preguntan en exámenes los artículos añadidos en 1994, etc. Sin embargo, muchos puntos de dicha Constitución pueden ser de aplicación laxa. Tal es el caso de los requisitos impuestos a los candidatos a legisladores, quienes deberían ser residentes de los distritos donde se presentan. Como gozan de “buenas conexiones” pueden cambiar de domicilio varias veces entre elecciones o incluso ser elegidos Legisladores por CABA con domicilio en Vicente López. Dice Curtis Yarvin: “Si la Constitución es idéntica a la constitución, es superflua. Si la Constitución no es idéntica a la constitución, es un engaño”.
Según explicita el artículo 22 de la Constitución Nacional Argentina, “el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución”. En éste caso, se cumple de forma y de facto.
La política tiene una altísima barrera de entrada: para participar se necesita, al menos, mucho tiempo. Lidiar con autoridades y representantes puede ser demasiado desgastante y poco fructífero para que un ciudadano sin “buenas conexiones” pueda tener un impacto relevante en la agenda, o evacuar sus reclamos. Cultivar dichas amistades y habilidades sociales lleva todavía más tiempo.
Un grupo de ciudadanos organizados y con una agenda común deberá enfrentar auténticas corporaciones formadas dentro del sistema político, con sus respectivas cajas millonarias, “buenas conexiones”, experiencia y formas de neutralizar a sus rivales. Pensar que cualquiera es capaz de canalizar un fenómeno colectivo simplemente yendo a las urnas requiere un nivel avanzado de ingenuidad. Ésto genera una serie de problemas con la democracia representativa, y dificulta que las personas puedan involucrarse para “cambiar algo”.
Incluso si alguien se siente representado por un político, existen altísimas probabilidades de que tampoco pueda hacerle llegar sus opiniones e inquietudes o que éste defraude sistemáticamente a su votante. Brevemente, enumero otros motivos por los cuales resulta evidente lo fallido del sistema representativo:
- A veces es difícil conocer realmente a nuestros representantes. Es un recurso bastante común utilizar a candidatos de otras jurisdicciones para que su imagen “arrastre” votos en una elección distrital. Si representan genuinamente a la población de su provincia, no hay forma real de saberlo. A ésto se le suman fenómenos como listas sábana, partidos “fantasma” que se presentan para hacer caja con el dinero que otorga la Cámara Nacional Electoral, dinero de boletas, etc
- Los partidos cada vez tienen menos vida interna democrática, el caso más destacado es el del Partido Justicialista pero de los sectarismos no se salva ni el FIT. El intento por utilizar las PASO como mecanismo para suplir ésto no hizo más que agravar el problema y añadir una instancia más para hacer caja con sellos fantasma. Por ejemplo, Bonacci, viejo abonado al negocio, hizo escuela alquilando, vendiendo y “prestando” sellos para que los más variados políticos puedan presentarse a elecciones. Ésto habla bastante más de sus clientes que del propio Bonacci.
- El poco control que hay sobre la dirigencia los vuelve bastante baratos y fáciles de corromper. Arribistas y valijeros sobran. Tanto al momento de conformar listas como una vez sentados en una banca o cargo público. ¿Los votantes del Fdt realmente “eligieron” al ex-CEO de Syngenta para que sea jefe de asesores presidencial? A ésto podemos sumar casos obscenos de transfuguismo y gente que se baja misteriosamente de sus candidaturas.
Acá la corto pero creo que se entiende el espíritu general, es bastante fácil darse cuenta que la Democracia no sólo está retroalimentando sus imperfecciones, sino que el modo en que ésto impacta en la vida diaria de las personas es muy simple de ver. Ésto no es una apología a plebiscitar cada decisión política alla Suiza, pero en algunas cuestiones sorprende cómo se deja de lado la voz de los interesados. El concepto de “crisis de representatividad” además de ser un latiguillo de panelistas e intelectuales, es algo bastante tangible.
Un ejemplo de ésto puede ser el asunto de las grúas y fotomultas en la Ciudad de Buenos Aires. Concesiones fraudulentas, mecanismos hechos para recaudar y molestar a la gente en lugar de solucionar problemas reales, dirigentes y periodistas que hacen oídos sordos y que validan año a año esos curros. Es indudable que esto alimenta la frustración de amplios sectores de la población con un sistema político, que, a priori cultiva expectativas difíciles de cumplir.
Por eso resulta insólito atribuirle a una manifestación masiva contra un edificio gubernamental el carácter de “golpe de estado” cuando se parece más a un berrinche furioso e impotente contra un sistema que no puede ni siquiera tolerar a alguien quejarse por los altos impuestos.

Y es que no hay forma realista de que la turba que entró al congreso de Brasilia el domingo tuviera capacidad alguna de hacerse con el control del gobierno. Claramente “el poder” es mucho más que un edificio y unos asientos en un Parlamento; creer que se puede dar un golpe de estado copando un edificio es una idea arcaica, pre-moderna. También es bastante útil para la izquierda que puede, con costo cero, hacer un teatro de victimización durante meses.
Ellos pueden quemar ciudades enteras, saquear comercios, incendiar edificios, con el fin de cambiar una Constitución o para protestar por un asesinato policial. Pero en el momento en que “la derecha” pone un pie en los lugares sagrados del “poder”, todos tenemos que preocuparnos porque la democracia está en peligro. Sin embargo, no debemos caer en la trampa de denunciar la doble moral de la izquierda y quedarnos ahí.
Las experiencias de Trump y Bolsonaro deberían enseñarnos a maniobrar con más sutileza. A entender que el caos, la envidia y el resentimiento son herramientas que la izquierda puede usar porque expresan su verdadera esencia. Nosotros no somos eso.
Debemos aspirar a ser una expresión política inteligente, que sepa canalizar las demandas insatisfechas desde lo material y desde lo espiritual, de una población que está obviamente harta de no verse representada en la dirigencia. Debemos abandonar las ingenuidades, dejar atrás el “nos cagaron de vuelta”, cortarla con ser denunciadores seriales, y aprender a operar en un juego arreglado. Podemos, por ejemplo, aprender a combatir la influencia de ONGs, organismos internacionales y corporaciones que perviertieron la democracia.
El pueblo quiere explotación petrolera, minería, agricultura y carne, no miseria decrecionista. Si la izquierda defiende una democracia pervertida y viciada, demostrémosle que el pueblo no votó a Greenpeace.
Opinión
El terrorismo legislativo feminista de la Triple E: Estalinismo, Estupidez, Elitismo
La ola de propuestas de legislación en favor de promover la agenda feminista en la sociedad tiene una explicación en los tres pilares que sostienen la organización estatal y paraestatal de género.

En el plazo de 48 horas, por el Congreso han entrado dos nuevos proyectos de ampliación de la Ley Micaela, uno para decretar la obligatoriedad de la capacitación de género para estudiar cualquier carrera universitaria o terciaria y otro para obligar a todos los directivos y dirigentes de los clubes de AFA a ser adoctrinados anualmente. Asimismo, la Ministra de Género junto a la Senadora Catalfamo, realizó una jornada sobre la Ley de Gestión Menstrual con distintas activistas del colectivo feminista. Todo esto solo en cuarenta y ocho horas.
Cualquiera pensaría que en Argentina faltan problemas o sobran recursos. Lo que evidentemente abunda es un ejército de personas dedicadas a la politiquería barata. Nos sobran prebendas y nos sobra paciencia, porque vienen destruyendo todo a su paso hace años.
Ya vimos a la ministra Gomez Alcorta capacitar a los diputados denunciando cosas tales como que “hoy todavía muchísimos utilizan el concepto de ‘mi mujer’ para referirse a su compañera o a su esposa, o a su pareja” o solicitando que “esperamos que no sea más llamado Cámara de Diputados porque llevó ese nombre cuando solamente eran diputados”. La agenda de la Ministra tiene un nivel de urgencia realmente abrumador, ¿no?
Por eso se percibe en el aire que hace años estamos a merced del terrorismo psicológico, cultural y económico de una organización estatal y paraestatal de género: la Triple E. Cada sigla es programática, es un norte de acción. Porque nada se presenta o se hace sin pasar por el filtro de la “orga”.
Estalinismo
Cada proyecto necesita ser lo más ideológicamente perverso y obligatorio posible. La izquierda de antaño vendía o regalaba libros, popularizando sus ideas a través de la distribución masiva de contenido marxista. Ahora parecería que no hay tiempo para eso, nadie quiere leer. Por lo tanto, hay que utilizar con toda violencia la fuerza estatal para que las ideas entren hasta con tirabuzón en cada cabeza más o menos apta para recibirlas.
No es casual que vayan por los pocos alumnos argentinos que logran llegar a la educación superior, ya que en una batalla de ideas son los pocos que podrán (o no) sostener ideológicamente al régimen político “de la orga” de género.
Vale mencionar que el feminismo de género es descrito por Judith Butler, filósofa y principal referente en la materia, en su bestseller “El género en disputa” como una teoría política, no como una teoría sociológica o un cambio cultural por la vida y la dignidad de las mujeres o el colectivo LGBT+.
Ya no alcanza que en los distintos niveles del Estado, donde hay más de tres millones y medio de personas trabajando, sea obligatorio capacitarse en cuestiones de género en función de una ideología impuesta por un colectivo. No. Ahora van por los estudiantes que ya han sido machacados con estos contenidos durante el secundario a través de la ESI.
Aproximadamente la mitad de los alumnos que egresan anualmente del secundario se inscriben en carreras de pregrado o grado y sólo 1 de cada 4 culmina los estudios superiores. No es casual que quieran imponer la capacitación como condición de ingreso, ya que cuadruplican el alcance que tendrían si lo exigieran para recibirse. Más es más para el dogma estalinista.
Estupidez
La etimología de la palabra “estupidez” nos lleva al verbo latino stupere que quiere decir quedar paralizado o aturdido, o sea, quedar fuera de juego.
Con este tipo de iniciativas realmente podemos sentirnos condenados por la clase dirigente a quedar absolutamente inmovilizados, golpeados, aturdidos ante la realidad que pega, y pega fuerte, mientras estamos quietitos discutiendo a quiénes obligamos a ser adoctrinados aquí o allá.
El feminismo se ha transformado en el perro del Hortelano de la política, no hacen nada por los problemas concretos de nadie y tampoco dejan hacer, encadenando recursos y tiempo de debate público en planteos inconducentes. Han transformado al Congreso en un teatro de operaciones para conseguir caja y prebendas. Mucha rosca, mucho tiempo y mucha plata dedicada a fortalecer causas sobrerrepresentadas en el ámbito legislativo.
Elitismo
El bochorno se agudiza si pensamos el contexto, sólo el 14% de los jóvenes de entre 25 y 29 años ha finalizado una carrera universitaria en Argentina. Es decir, ser un joven profesional es prácticamente un privilegio. A esa minoría privilegiada intelectual y/o económicamente se le dedica gran parte del tiempo y la atención de la agenda.
Es sujeto y objeto de la imposición cultural de género, de la discusión sobre las copas menstruales y de delirios varios. Son quienes, normalmente, acceden a los puestos de dirección de los distintos sectores económicos.
Cualquiera pensaría que el fútbol implica acercarse a un sector popular pero ¿a quién le cabe dudas que es una industria millonaria? Los contenidos de la triple E son absurdos en contextos populares, no cuajan. Por eso sus cañones están apuntados a las élites tanto intelectuales como económicas.
Así vivimos en el medio de una brecha de agenda cada vez más grande, élites progresistas que vociferan que “amplían derechos” cada vez que consiguen un nuevo capricho cubierto por la prepaga mientras, hipócritamente, gastan el dinero de los pobres en hegemonizar culturalmente a la sociedad con jornadas, capacitaciones y leyes de cumplimiento obligatorio.
El ahogo social de sentirse atrapado en este laberinto se transforma en indignación y recelo. Según la encuesta publicada este año por la Universidad de San Andrés, el movimiento feminista tiene un 59% de imagen negativa, siendo un 14% mala y un 45% muy mala. Este divorcio de la clase dirigente parecería profundizar cada vez más el hartazgo social. Aunque el kiosko elitista de la Triple E pareciera no tener fin, la realidad golpea cada vez más fuerte las puertas de una dirigencia que no da señales de acusar recibo.
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