Opinión
Menem, el legado: A un año de su muerte, desde la convertibilidad hasta nuestros días
#Opinion Facundo Torres brinda un recuento histórico y una explicación filosófica de los que fueron los años en los que Menem gobernó: Bonanza económica, hedonismo, libertad y una Argentina que encontró su lugar en el mundo.

Brillantes corbatas de seda natural, viajes a Miami, suntuosos trajes cruzados, pizza y champagne. Esos pocos son quizás algunos de los tantos elementos significativos que marcaron una época en la Argentina, una época que representaría un antes y un después para nuestra Nación: Los años 90’.
En un contexto internacional signado por la transición de un mundo bipolar –capitalismo vs. comunismo– hacia uno globalizado y dominado por los vientos de cambio, Estados Unidos consolidaba su victoria estratégica, así como su posición de única e indiscutida superpotencia. De este modo nacía entonces la necesidad imperiosa de “ordenar” la escena global mediante un acuerdo común para la correcta integración de todas las naciones del mundo en el marco de la economía de mercado. Entra en escena el Consenso de Washington.
En Argentina, el final de la década del 80’ gravitaba en el marco de un panorama desolador: la inestabilidad política y una galopante hiperinflación obligaban al gobierno radical de Raúl Alfonsín a adelantar cinco meses las elecciones presidenciales. El gobierno sostenía la candidatura de Eduardo Angeloz, mientras que el justicialismo había consagrado como candidato un año antes, al gobernador riojano Carlos Saúl Menem. El desenlace del proceso electoral consagra a Menem como presidente electo y, tras la anticipada salida de Alfonsín, el riojano se ve obligado a hacerse cargo de la Argentina el 8 de julio de 1989, 6 meses antes de lo previsto.
El Dr. Menem asume la primera magistratura en medio de un difícil contexto, el mal mayor, la hiperinflación, tardó casi tres años en erradicarse. Sólo tras pruebas y errores fue que a partir de la llegada del Dr. Domingo Felipe Cavallo al Ministerio de Economía en marzo de 1991, la Argentina gozó de estabilidad mediante la nave insigne del nuevo ministro: la convertibilidad, que equiparó el precio del dólar con el del peso argentino. Cavallo contó con la enorme espalda política de Carlos Menem, así como de todo el Congreso Nacional y Poder Judicial de la Nación para llevar adelante el proceso de estabilización.
Dejando de lado la situación histórica, cabe explayarse acerca de “esas cosas” que el gobierno de Carlos Menem marcó a fuego en la Argentina. A punto tal, de que nuestro actual modo de vida o nuestra idiosincrasia aspiracional es puro legado del riojano y, la profundización de esa cultura, así como de determinados instrumentos gubernamentales utilizados para su consolidación, son los que en mi opinión pueden ser de clave ayuda en el proceso de “salir adelante” que la Argentina necesariamente debiera experimentar más temprano que tarde.
Lejos de una lista taxativa, lo bueno de la dorada década menemista era directamente un modo de vida, una forma de ver y entender el mundo. Se trataba de un conjunto de virtuosos elementos que daban como resultado una dinámica hedonista y de palpable sensación de bonanza. El gobierno entendió que, para lograr la felicidad del pueblo –concepto vertebral del ideario justicialista– era imprescindible la existencia del más amplio marco de libertades posible.
Es por eso que se centraron los esfuerzos en la creación de un verdadero equipo económico con el Dr. Cavallo a la cabeza, que demostraba la capacidad de hacer operativas todas las ideas y los lineamientos gubernativos en pos de esa anhelada libertad económica.
De este modo, muchas cosas que en nuestros días nos parecen básicas y que para 1989 ya lo eran en gran parte del mundo occidental pero que en la Argentina todavía parecían inalcanzables, comienzan a ser posibles de materialización: la televisión, los servicios de telefonía fija y móvil, incluso el correcto funcionamiento del transporte público metropolitano. Todo ello gracias a que la mencionada operatividad del equipo económico dio génesis e impulsó a la consagración de las leyes de Reforma Económica y de Reforma del Estado, que la envergadura política de Menem y los bloques del Congreso pudieron llevar a cabo.
Es dable destacar que el mencionado marco de libertades y la consecuente vorágine económica tuvieron un perfil popular, “popular de mercado”, como supo decir el entonces presidente. De este modo, fue que la disponibilidad económica pasó a ser común para todas las clases sociales, sin distinción alguna. El menemismo arrasó con el resentimiento ideológico, discursivo. Un presidente que hizo campaña parafraseando un fragmento de un poema de Antonio Esteban Agüero: “por el hambre de los niños pobres, y por la tristeza de los niños ricos”. Una Argentina para todos, sin barreras, inmensa.
En ese marco, es que comenzó un virtuoso proceso de empoderamiento económico natural producto de las inversiones privadas nacionales e internacionales y los pocos obstáculos que ellas encontraban en el suelo argentino, tierra en la cual cada uno podía disponer de su dinero como mejor le conviniese y, fundamentalmente, poseía la garantía de ahorro producto del respaldo cambiario que la convertibilidad ofrecía.
A la hora del retiro también existía la libertad: el sistema de Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones o AFJP que la Reforma Previsional de 1993 había instaurado, permitió ahorrar de modo privado, con garantía de observación de la evolución de los fondos, un canon del sueldo hasta proceder a la jubilación para luego cobrarlo progresivamente, fue en este marco de jubilaciones privadas que por primera vez las arcas estatales no fueron deficitarias en cuanto a materia previsional refiere.
En materia de política exterior, a modo de complementación del gran compendio económico de la política doméstica menemista, se enaltece la siempre vigente imagen del Ingeniero Guido Di Tella, ministro de Relaciones Exteriores desde 1991 hasta 1999.
Bajo su tutela, el gobierno argentino logró trenzar las más vigorosas relaciones internacionales que nuestra Nación vio en toda su historia. La Argentina volvió a ser relevante en el mundo, ello mediante el alineamiento pleno con el eje occidental encabezado por los Estados Unidos de América, pero sin descuidar el resto de vínculos que la República ya poseía.
Las relaciones “carnales” con EE.UU. facilitaron grandes gestos internacionales tales como la entrada de la Argentina en el G-20 o la consagración como Mayor Aliado extra-OTAN por parte del Dpto. de Defensa de los EE.UU. A partir de estas acciones el pueblo argentino cobra noción de que era importante en el mundo, de que ya no éramos ese trozo de tierra al que las potencias ignoraban, sino que lucíamos la más alta de las consideraciones internacionales por parte de ellas.
El mejor aliado del canciller Di Tella fue el propio presidente: el encanto nato de Menem y su habilidad nata para las relaciones públicas lo convirtieron en una celebridad internacional, sinónimo de protocolo y caballerosidad, pero también de distendimiento y comodidad. Los líderes del mundo disfrutaban de la compañía de Menem y hasta aclamaban su presencia.
Gracias al virtuoso manejo de la política internacional y, complementado con la política doméstica detallada previamente, numerosos productos internacionales ingresaron al mercado argentino, en un pleno marco de libertad de consumo y competencia comercial en el sector privado.
Resumiendo, la gente tenía dinero en el bolsillo, dinero que no se devaluaba. Los precios no subían, existía el fácil acceso al crédito producto de la confianza que la Argentina generaba en el mundo y para con sus inversores domésticos.
El dólar valía lo mismo que la moneda nacional, había orden y paz, la Argentina era importante y reconocida en el mundo. En otras palabras, imperaba la felicidad en el pueblo, y se sentía en las calles una enorme confianza hacia el modelo que el gobierno y puntualmente el presidente ratificaban día a día con resultados y declaraciones.
El ejercicio del poder político alcanzó su máximo desarrollo de la mano no solo del presidente Menem sino también de otros actores de relevancia como los Dres. Eduardo Menem, presidente provisional del Senado de la Nación y Alberto Pierri, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, adalides del gobierno en el avance legislativo clave para las reformas; o el Dr. Julio Nazareno, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que fallo tras fallo refrendaba el rumbo de la transformación y modernización de la Argentina de los 90’.
Grandes cuadros políticos y técnicos como los Dres. Roberto Dromi y Carlos Corach, completaron el gobierno y lo dotaron de una solvencia jurídica de envergadura, que facilitaron el proceso de privatizaciones y contrataciones por parte de la Administración Pública.
Producto de todo lo mencionado, se desarrolla transversalmente de las clases sociales un concepto que bien pudiera resumir a toda la década: el hedonismo. Se define al hedonismo como aquella corriente ética que identifica el bien con el placer, especialmente con el placer sensorial e inmediato, o sea la tendencia a buscar el bienestar de un modo “frívolo”, como los críticos filosóficos de Menem así lo expresaron para referirse al materialismo.
El empoderamiento socio-económico de todas las clases sociales produjo una enorme transformación cultural cuyas vertientes estaban revestidas de hedonismo. El mundo de la televisión y la “farándula”, las revistas de espectáculo, los programas de estilo de vida, los talk show, y toda la gama de contenido televisivo –inclusive los canales desinados únicamente a noticias– surgieron en la década menemista, producto de las transformaciones culturales que la apertura al mundo y el vigor económico traían.
El clima de negocios rebozaba desde los salones de los clubs sociales de cada ciudad y pueblo, hasta los cuantiosos campos de golf que para aquellos entonces abundaban en nuestra Nación y, producto de ello, millonarios desembolsos de capital privado dieron génesis a enormes proyectos inmobiliarios y productivos. Quizás una de las mayores síntesis de los mencionados hechos, fue la consagración de la empresaria Amalia Lacroze de Fortabat como Embajadora Itinerante que, en plena sintonía con el presidente, recorrió el mundo dando testimonio de los nuevos vientos que soplaban en la Argentina.
Sobra mencionar que hubo errores de variable magnitud, nadie pretende negar que el hombre los cometa. Empero, resultaría injusto afirmar que, por dichos errores, el período en que los argentinos ostentamos a Carlos Saúl Menem como primer magistrado hubiere sido opacado o tildado de “malo”. Muy por el contrario, la transformación que Menem llevó a cabo en Argentina no solo la insertó en el mundo y sentó las bases del crecimiento por aquellos años, sino que supo desenmarañar los misterios del ser argentino.
En comunión entre el pueblo y su gobierno, Menem entendió cuáles eran los requisitos de una suerte de “sueño argentino” y los llevó a cabo: estabilidad, seguridad jurídica, acceso a bienes materiales, unión nacional, libertad.
Es así como aquel riojano pasó a la historia. Un hombre que sufrió persecución y no buscó la venganza sino la reconciliación, un hombre cuyas raíces lo remontaban a la eterna disputa con el pueblo hebreo y, por su abrazo hacia éste y a otros pueblos –el armenio, por ejemplo– debió pagar con la sangre de su pueblo. Un riojano que, lejos de amedrentarse por su origen caudillo “fuera de escena”, venció todas las barreras y obstáculos para encontrarse en comunión con su destino y que, ya en el ocaso de sus días batalló con los destratos de la demonización mediática y judicial.
Un hombre que pese a todo lo negativo que se le endilgó, siempre buscó la felicidad para sus conciudadanos. Un hombre a quien la historia, más temprano que tarde, terminará por reivindicar. Se reivindicará lo que hizo. Menem lo hizo.
Opinión
El ridículo argumento de Rossi: La inseguridad en Ecuador no tiene que ver con el dólar, y El Salvador lo demuestra
En el debate de vicepresidentes en A Dos Voces, el candidato a vicepresidente de Massa, Agustín Rossi, dijo que la dolarización fomenta la inseguridad, y dio como ejemplo a Ecuador.

Argentina está a pocas semanas de la elección de un nuevo binomio presidencial, en medio de una de las peores crisis de su historia. Frente a la devaluación del peso argentino, una de las propuestas para rescatar el valor del trabajo de los ciudadanos que ha surgido durante la campaña es la dolarización.
Sin embargo, para denostar esta iniciativa, el candidato a la vicepresidencia por parte del kirchnerismo, Agustín Rossi, intentó desmerecer la idea usando de ejemplo el caso de Ecuador. Según el jefe de Gabinete argentino, Ecuador está asolado por el narcotráfico como consecuencia de la dolarización.
Pero la realidad demuestra que no hay correlación. Es más, basta contrastar con El Salvador; país dolarizado, para darse cuento de ello. Ambas naciones tienen la misma moneda. Sin embargo, los índices de violencia son diametralmente opuestos.
Por un lado, Ecuador está sufriendo el peor año de violencia en su historia y la dolarización está en marcha desde el año 2000, no es algo reciente. Por el otro, El Salvador, que también tiene el dólar hace décadas, rompió este año el récord en la lucha contra la delincuencia y bajó a un nivel histórico el nivel de homicidios. Ya van más de 400 días sin homicidios en el país desde la asunción de Nayib Bukele. Ecuador, en cambio, tiene récord de homicidios y está ocupando el cuarto lugar en la región.
En cuanto a homicidios, El Salvador está incluso por debajo de Uruguay. Ocupa el puesto número 13. Cabe destacar que Honduras, también en Centroamérica, está en el segundo lugar. En contraste, es observable que ha disminuido significativamente el índice de violencia bajo la presidencia de Nayib Bukele. Lo que demuestra que la dolarización no es el problema sino la decisión política de combatir el crimen.
De hecho, el estudio de Insight Crime que revela estas cifras, destaca a Venezuela en primer lugar de homicidios a nivel regional. Dicho gobierno lejos de haber dolarizado la economía, tiene el poder total sobre la emisión de la moneda y vive en una suerte de bimonetarismo, lo cual ha desencadenado en la peor devaluación del continente.
A pesar de tener “su propia moneda”, en Venezuela hay 40,4 homicidios por cada 100.000 habitantes. Esto contradice el enunciado de Agustín Rossi. Para completar el marco de referencia, en Ecuador son 25,9 y en El Salvador 7,8.
Pacto con el crimen organizado, un atenuante
Otro dato a considerar es el pacto del socialismo del siglo XXI con la delincuencia. En el caso del Ecuador, por ejemplo, el gobierno anterior convirtió a pandilleros como los Latin Kings hasta en legisladores. El caso más destacado fue Ronny Aleaga.
Y no termina ahí, tras menguarse la crisis sanitaria por causa del coronavirus, en Ecuador “vacuna” tomó otra connotación. Se refiere a la extorsión. Delincuentes piden a pequeños, medianos y grandes empresarios, además de a individuos y sus familias, dinero a cambio de presunta protección. El crimen organizado que fue normalizado, ahora está a cargo del país.
Asimismo, mientras en décadas pasadas el presidente que vino del Partido Social Cristiano combatió y derrotó al terrorismo (la guerrilla Alfaro Vive Carajo-AVC), el mandatario del socialismo del siglo XXI los condecoró al ritmo de la canción “Comandante Che Guevara” en instituciones públicas.
Ahora, el gobierno de Guillermo Lasso, ha incautado la mayor cantidad de droga en la historia del país, cortando así parte del suministro de las redes del narcotráfico. Lo cual ha desencadenado en una guerra frontal contra el Estado y la nación.
Sin embargo, no lo ha hecho con la contundencia y resolución que tiene su par salvadoreño. Desde el día uno ha pretendido desmarcarse del autoritarismo de su predecesor e incluso al inicio de su gestión, Lasso increpó a Bukele por supuestos abusos contra los Derechos Humanos de los delincuentes. Meses después, cuando Ecuador estaba sumido en la violencia, Bukele le recordó sus declaraciones.
Lasso sumó a las Fuerzas Armadas a la lucha que hasta entonces le correspondía a la Policía, sobre todo a nivel urbano. Pero lo hizo ya muy entrada en su gestión, y la situación ya se le había salido de las manos. Y no es un dato menor que tenía al poder legislativo en su contra, además de una Corte Constitucional híper garantista, de corriente zaffaroniana.
En Sudamérica, ni Jair Bolsonaro, un hombre rudo con bases en la policía militar, tuvo la contundencia de enfrentar al Poder Legislativo que no atendió a su petición reiterada de admitir el voto contable. Tampoco a la Corte Suprema, el Supremo Tribunal Federal, que persiguió a sus defensores.
Si ni Bolsonaro pudo, mucho menos Lasso, y esos son los resultados se ven. Adoptaron una postura “democrática”, jugaron acorde al manual (by the book), a diferencia de la izquierda que no tienen problemas en tomar las instituciones.
Bukele, por el contrario, “pateó el tablero” y propuso una reforma total del Gobierno salvadoreño. Es más, su reelección es anticonstitucional. Sin embargo, ante su inmensa popularidad, se ha propuesto cambiar las reglas fallidas del Estado y muy probablemente siga siendo el presidente. A diferencia de Bolivia, donde Evo se relanzó contra la voluntad del pueblo, lo que desencadenó su salida del poder.
Por último, Ecuador está dolarizado desde el año 2000 y no sufrió su peor año de violencia sino hasta el 2022. Es decir, si la dolarización fuese el problema, ¿por qué tardó tanto en aparecer?.
El alza de la criminalidad responde a muchos factores, entre ellos el retiro de la Base de Manta (también durante el gobierno del socialismo del siglo XXI), que unía a Ecuador a la lucha contra el narcotráfico en coordinación con EE.UU. y Colombia.
Finalmente, desde la sátira, personas de la izquierda y tercera posición (particularmente de inspiración kirchnerista) usaron la imagen de San Martín para señalar como anti-patriótico el uso del dólar en Argentina, como respuesta a la propuesta del candidato Javier Milei de eliminar el Banco Central y permitir la libre competencia de monedas.
Pero la historia muestra que en el tiempo de San Martín había, como propone Milei, libre competencia de monedas y no había Banco Central. Es decir, contrario al relato de los sectores contrarios a la derecha, su propuesta se remonta a los tiempos del “padre de la Patria”.
Para concluir, respecto a si la dolarización es viable y recomendable en Argentina, contrario a lo dicho por el candidato Rossi, el economista y profesor universitario Luis Espinosa Goded, español residente en Ecuador y referente en el tema, ha explicado extensamente en sus redes sociales por qué esto es posible e incluso, la mejor opción para eliminar la inflación.
Opinión
No, no son lo mismo: Argentina tiene la oportunidad de elegir a los mismos de siempre o apostar por algo distinto
Fernando Cerimedo, consultor político, asesor de Javier Milei y responsable tecnológico de La Libertad Avanza: “Tenemos que mirar hacia adelante, y darnos cuenta que no son todos lo mismo”.

En unas semanas, Argentina tendrá una oportunidad que no ocurre desde hace décadas: elegir a los mismos de siempre o ir por algo distinto. Suena simple, pero no lo es.
Lamentablemente vivimos en una cultura donde lo distinto, lo nuevo, asusta (por el miedo infundado que promueven los mismos de siempre), y nos hace tomar decisiones que parecen ser confortables, sin riesgos, pero que sin darnos cuenta nos hunden cada vez un poco más en el barro de la pobreza, el hambre, la inseguridad.
Pero esta vez, tenemos que mirar hacia adelante, y darnos cuenta que no son todos lo mismo. Que no todos son capaces de mentirnos en la cara con promesas y “modos” correctos para después volver a hacer lo mismo una y otra vez, de una forma más impune o linda, pero al fin y al cabo, lo mismo.
No son todo lo mismo, no ésta vez. No es igual que siempre, no ésta vez. Quiero contarles, desde mi punto de vista, por qué ésta vez no es lo mismo.
Tal vez no coincidas, pero te lo voy a decir de ciudadano a ciudadano, de laburante a laburante, de padre de familia, a padre de familia. De argentino, a argentino.
Conocí a Javier hace algunos años por medio de mi esposa, Natalia Basil, fiel seguidora de Javier y de Benegas Lynch, y quien, desde que me conoció, me insistió en darle una mano, de sumarnos al movimiento libertario, por supuesto desde mi experiencia y poniendo nuestros recursos a disposición. Por diferentes motivos, siempre tuve una conversación muy amena con Javier hasta que finalmente nos dimos la oportunidad de conocernos mejor, y es ahí donde decidimos ser parte.
Tuve la oportunidad de subirme a un barco que venía navegando desde antes de 2021, capitaneado por Karina Milei, con firmeza y con mucha convicción. Me subí para aportar mi experiencia y lo que sea necesario para darle a los Argentinos, desde mi humilde lugar, una verdadera oportunidad de cambio.
Cuando uno comienza a interactuar con un grupo de personas y empieza a ver la calidad humana, las convicciones y el compromiso que tienen, uno se da cuenta el valor de los verdaderos liderazgos, como el de Javier y Karina.
No son todos lo mismo, y esa es la primera premisa que debemos entender antes de tomar una decisión. Incluso antes de informarnos. Abrirnos a esa oportunidad.
No todos formaron parte o apoyaron organizaciones terroristas que mataron miles de inocentes y se vanagloriaban de eso. No todos fueron parte del 2001 y se les pidió que se vayan, y no se fueron.
No todos son parte del peor gobierno de la historia y responsables de una de las peores crisis económicas y sociales de los últimos 20 años. No todos pasaron por 13 partidos políticos y llevan 40 años viviendo del Estado en diferentes puestos o candidaturas. No todos prometieron terminar con el kirchnerismo y los ñoquis de La Cámpora, y hoy son socios en el poder y en las listas.
No todos quieren mantener el status quo para cuidar sus cajas, sus contratos o los contratos de sus obsecuentes. No a todos les conviene que sigamos así, no todos quieren que sigamos así.
¿No te hace pensar, o al menos dudar, que siempre, pero siempre son los mismos? ¿Qué nos hicieron para borrar cinta cada vez que viene una elección y creer que quien se postula, está exculpado de todo lo que pasa? No se trata de perdonar, perdoná a quien quieras, pero ¿volver a elegir a los mismos una y otra vez? ¿Que tan dañado estamos como sociedad que no podemos mirar un poco más allá de los fanatismos partidarios y darnos cuenta que estamos votando a nuestros propios verdugos?
Son siempre los mismos, excepto esta vez. Tenemos una nueva oportunidad, pero esta vez, hay alguien que no es igual a todos. Que no es más de lo mismo. Alguien, que de por sí pasó inadvertido, que viene soportando todo tipo de ataques, difamaciones, operaciones, y sin embargo, se mantiene firme. Dando la batalla.
Y que para hablar de orden, carácter, coraje, cualidades que se usan como eslogans de campaña, te cuento que hay personas que sí las tienen de verdad, y se tuvieron que bancar todo tipo de difamaciones y de las peores calañas, como fue el caso de Javier y Karina Milei, y todo su equipo.
¿Las recordás? Que se acuesta con la hermana, que habla con los perros, que los padres, que no sabe nada de política, que no van a llegar a meter un diputado, que no van a poder armar ni una provincia, que no van a poder presentarse, que es nazi, y cuanta posible operación pudieron inventar. Sin embargo, ahí están, más firmes que nunca.
A pesar de todas esas bajezas externas e internas, se mantuvieron firmes, trabajando, sin decaer y con la verdad en la mano, por el único objetivo que los motiva: hacer a la Argentina grande de nuevo.
A pesar de todo, Javier y Karina Milei lograron armar una alianza y tener presencia en 21 provincias, y en 117 municipios de la provincia de Buenos Aires. A pesar de los embates que recibieron Carlos Kikuchi y Sebastián Pareja, que guste o no, con las formas de cada uno, cumplieron la misión, bajo el liderazgo de Karina, que a pesar de todo tipo de dificultades, mantuvo el norte.
Y ese liderazgo estaría logrando llevar al Congreso 45 diputados nacionales, 8 senadores y decenas de concejales, si se mantiene el resultado de las PASO. Si es mayor, serían incluso más.
Cuesta mensurar todo el daño que quisieron causarles, pero cuando hay convicción y amor por lo que se hace, los resultados salen a la luz. Y me detuve en esto, porque también es parte de demostrar que no son lo mismo. Los partidos tradicionales tranzaron por años solo con fines electorales y no se aguantan ni el 1% de lo que le hicieron a La Libertad Avanza.
¿Y sabes que significa eso? Que esa convicción, esa firmeza, ese coraje, es el que va a tener un eventual gobierno de Javier Milei y su equipo. No habrá apriete, extorsión u opereta que corra del eje a su gobierno. No es poco, porque esta es la verdadera gobernabilidad.
En toda la campaña vimos solo a un candidato que te dijo qué y cómo será su gobierno. Podes no estar de acuerdo, pero nunca vimos ese nivel de detalle, nunca se enfocó en eslogans o aspiracionales. Es un plan, un plan verdadero. No hubo otro, y eso también lo hace diferente.
Hemos sido rehenes de periodistas y medios que ven con miedo a políticos como Bolsonaro, Bukele, Trump o Milei, y tratan como héroes y estadistas a personajes como los del Foro de Sao Pablo, Lula da Silva (aplaudido en primera línea por la mano derecha de Bullrich, Federico Pinedo), o Maduro, los Castro, Boric, Petro. Quienes promueven y practican socialismo, y que son fabricantes crónicos de pobres y corrupción.
Lo hacen por dinero, porque los medios, les guste o no, viven de la pauta pública, por eso en Brasil cuando Bolsonaro comenzó a reducirla los medios lo comenzaron a demonizar.
Como dijo el gran Alfredo Casero, “comienzan a ver Mandelas por todos lados”,como hicieron con el inutil e incapaz de Alberto Fernadez, a sabiendas de que era un personaje nefasto.
Criticaron a Melconian por las barbaridades que hizo en materia económica durante sus gestiones, pero ahora es el salvador de la campaña de Bullrich. Aplauden a Massa por las propuestas económicas, siendo el ministro de economía de la peor crisis económica en décadas.
No son inocentes, por dinero o ideología, son cómplices de que estemos así. Son los verdaderos responsables de que creas que son todos iguales y de que creas que tenes que elegir el menos peor.
Bueno, esta vez no. Esta vez tenemos la oportunidad de votar al mejor, al mejor liderazgo, al mejor Plan, y de una vez y por todas, desechar por completo a los mismos de siempre.

No te gustan las formas, ya lo sé. Pero las formas que te gustan son las que te engatusaron durante décadas y luego te traicionaron de la peor manera, para luego cada dos años pedirte perdón y decirte que esta vez vienen mejores.
Esta vez no, esta vez se van a ir todos, porque Argentina necesita ese gran reseteo de políticos nefastos, traidores, corruptos y déspotas… y te garantizo que aunque veas a alguna candidata como corajuda, no son buenas personas y están rodeadas de progres con sed de venganza.
El 22 de octubre, nosotros, los argentinos de bien, los laburantes, los que quieren salir adelante, vamos a poder elegir una opción que nos represente. Que nos traiga paz. Una paz para poder reconstruir un país en ruinas, y que los mismos que los destruyeron no te digan más que lo van a poder arreglar.
No importa a quién vota tu vecino o tu amigo, acompañalo, explicale, y vote por quien vote el 22 de octubre, ese día abrazalo, porque va a triunfar la libertad, se van a terminar las divisiones ideológicas, (porque la verdadera grieta es moral), y vamos a comenzar a sanar, confiar y salir adelante.
No son todos lo mismo, Javier Milei es distinto, por primera vez, ese loco lindo, va a devolvernos la libertad que los Argentinos anhelamos.
Por Fernando Cerimedo, para La Derecha Diario.
Opinión
Argentina y un giro transcendental en su historia: El voto a Milei es la búsqueda de la cura para la enfermedad
El diputado nacional fue el candidato más votado en las primarias y agradeció “a todos los que vienen apostando desde el 2021 en crear un proyecto liberal, con proyección nacional y que llegue a ser gobierno”.

Los comicios del pasado domingo 13 de agosto en Argentina no pasarán desapercibidos en su historia. Sucede que el candidato libertario Javier Milei dio el batacazo imponiéndose en las urnas por encima de las dos fuerzas políticas hegemónicas, Juntos por el Cambio, respaldado por la UCR, y Unión por la Patria, respaldado por el PJ.
Si bien es cierto que esto no es algo definitivo dado que se trata de elecciones primarias y la distancia entre los tres primeros candidatos no es significativa, no deja de representar un hito histórico en una sociedad víctima de una serie de mitos y construcciones sociales que afectaron severamente su moral.
Argentina es un país que ha naufragado por terribles vaivenes políticos, institucionales y económicos a lo largo de su historia reciente: golpes de estado, dictaduras, dos hiperinflaciones, una guerra, crisis económicas recurrentes, etc. Estos antecedentes no son menores porque son los encargados de enmarcar los valores morales de una sociedad.
Históricamente los argentinos fueron víctima del saqueo institucionalizado donde los gobernantes los han engañado de forma sistemática y permanente. Entre los tantos ejemplos que vienen a mi mente lo constituye el Banco Central y varios impuestos que fueron creados de “forma transitoria” con la promesa de ser “eliminados” en el “corto plazo” para convertirse en definitivos conviviendo con la gente incluso hasta nuestra actualidad. Se les confiscaron a las personas sus ahorros sin piedad alguna, la pobreza y la inseguridad se volvieron moneda corriente y la libertad se convirtió en una expresión vacía de contenido.
Argentina es un país donde una gran cantidad de gente no cree en la propiedad privada, pilar fundamental de la civilización. Esta última es solo una “cuestión relativa”, algo que puede prostituirse en función a las “necesidades políticas” del momento, para muchas personas.
Es por ello que el argentino promedio está enfermo, ya que está infectado de mentiras y discursos que le hicieron creer que todos los males son culpa de los “inescrupulosos y codiciosos empresarios” que solo quieren “cagar a la gente”. Mientras que en realidad el Estado (ellos, los burócratas estatales) son el mesías al cual deben confiarle todo: la salud, la educación, la seguridad, la vivienda, etc.
A lo largo de generaciones se habló de esto, de la “justicia social”, caracterizada por un fuerte y marcado paternalismo estatal. La justicia social, por más “bonito” que pueda sonar en términos semánticos, no es justicia ni es social.
Esto es porque consiste en un trato desigual ante la ley, castigando la propiedad privada de quienes mejor se desempeñan en el proceso productivo para financiar la maquinaria de “derechos” convirtiendo en rehenes a quienes son esquilmados a impuestos y a quienes son “beneficiarios de los derechos” generándose así un círculo vicioso de dependencia estatal permanente.
Si hacemos un análisis profundo y racional del mensaje que se oculta detrás de la justicia social podremos concluir que es el siguiente: “como vos nunca serás capaz de pagarte la salud, la educación, la seguridad y la vivienda por vos mismo, nosotros, representantes iluminados del Estado, ente supremo y superior a vos, haremos que puedas acceder. Me encargare de dirigir tu vida por siempre porque tu incapacidad no te permitirá progresar, necesitaras siempre de nosotros”.
Desde nuestros abuelos este adoctrinamiento en la religión del estado se hizo institucional “encarnandose” en el ideario popular. Hace casi un siglo que las personas no confían en sí mismas. El individuo fue degradado a la mínima expresión.
La sociedad decidió delegar sus propias responsabilidades individuales en el colectivo con la creencia falaz de que los gobernantes se encargarían de trabajar en pos del “bienestar general”. Es por lo que, con toda lógica, hablar hoy de “vouchers educativos” o “seguro de salud universal” o de “libre mercado” suena como una broma de mal gusto o “mala palabra”. Es a partir de esta lógica que la clase política lucró, lucra y seguirá lucrando hasta tanto sepamos reaccionar.
Estamos ante verdadero despertar de la sociedad, donde Milei será solo un mero protagonista pasajero. Por ello, será importante que comprendamos que los verdaderos cambios no vendrán a través de Milei (ni de ningún político) en democracia, sino más bien a través de nosotros mismos, los verdaderos protagonistas, los individuos.
Existe hoy en la sociedad un fenómeno disruptivo de individuos que comienzan a creer en ellos mismos, en su libertad, en su razón, en sus capacidades y que, con el tiempo, nada ni nadie les podrá arrebatar su libertad bajo ningún tipo de engaño colectivista.
¡Despertad, aún no hemos roto nuestras cadenas!
Por Hernán Vionnet, para La Derecha Diario.
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