Fotografía de la fachada de una casa con dos imágenes superpuestas en la parte superior que muestran retratos antiguos de una mujer vestida con ropa de época, una en blanco y negro y otra enmarcada en color.
SOCIEDAD

El misterio del cuadro nazi terminó en Mar del Plata con un giro inesperado

La pintura robada fue entregada en tribunales y ahora la causa se centró en la familia Kadgien.

Durante décadas, el paradero de Retrato de una dama, del pintor italiano Giuseppe Ghislandi, fue un misterio. La obra, sustraída por los nazis en Países Bajos durante la Segunda Guerra Mundial, terminó colgada en una casa de Mar del Plata hasta que una foto en un aviso inmobiliario reveló su ubicación.

El hallazgo derivó en una causa judicial que involucró a descendientes de Friederich Kadgien, un alto funcionario del Tercer Reich. Este miércoles, el abogado de la familia entregó el cuadro en la sede del Ministerio Público Fiscal, según confirmó el fiscal general Daniel Adler.

La causa judicial y los cargos por encubrimiento

Con la recuperación de la pintura, el proceso penal apuntó a Patricia Kadgien  y su esposo, acusados de “encubrimiento de robo en contexto de genocidio”. Ambos permanecían bajo arresto domiciliario.

Este jueves, a las 11:30, estaba prevista la audiencia de formalización del caso. Allí, el juez escucharía la exposición del fiscal sobre los hechos atribuidos, la calificación legal y las pruebas reunidas.

El debate giró en torno a la prescripción del delito. Aunque un robo común ya no podría juzgarse tras tantos años,  el saqueo de arte por parte del nazismo fue considerado un crimen de lesa humanidad  según la Carta de Londres de 1945, por lo tanto imprescriptible.

El abogado Jorge Taiah  aclaró que esa figura aplicaba solo a los autores originales, no a quienes conservaron u ocultaron las piezas con posterioridad. Sin embargo, explicó que el encubrimiento se renovaba “día a día” mientras la obra permanecía oculta, por lo que nunca prescribía. La pena máxima establecida por el Código Penal para ese delito era de tres años.

Sala de estilo vintage con sofá verde, sillón beige, mesa de centro de vidrio, lámparas de pie y de mesa, y un cuadro antiguo de una mujer en la pared.
El living de la casa de la hija de Friederich Kadgien, en donde se veía el cuadro que luego fue ocultado. | Redacción

Qué sucedería con la pintura y la aparición de otra obra

El cuadro pertenecía a Jacques Goudstikker,  un comerciante de arte judío-neerlandés, y figuraba en los listados internacionales de piezas desaparecidas. Tras ser asegurada por la Justicia argentina, quedará bajo resguardo hasta su restitución a los herederos, quienes serían los encargados de decidir su destino.

Los familiares del galerista ya habían anunciado acciones legales para recuperar la obra. Según explicó Taiah, bastaba con acreditar que pertenecía a sus antecesores y que había sido robada.

En paralelo, investigadores neerlandeses identificaron otra pintura vinculada a la familia Kadgien. Se trataba de una obra del pintor Abraham Mignon, reportada como desaparecida en la base de datos de patrimonio cultural de los Países Bajos.

Expertos convocados durante los allanamientos detectaron además otros cuadros posiblemente fechados en 1800. Una de las hermanas Kadgien había publicado imágenes en redes sociales donde la pieza de Mignon aparecía de fondo.

El corresponsal del diario de Rotterdam, Peter Schouten,  afirmó que intentó contactar a las mujeres investigadas sin obtener respuesta. “Ochenta años después de la Segunda Guerra, Países Bajos buscaba mantener viva la memoria y restituir cada bien cultural a sus dueños legítimos”, señaló.

Fotografía en blanco y negro de un hombre de mediana edad con cabello corto y frente amplia, vistiendo saco y camisa clara
Retrato de Friederich Kadgien. | Redacción

La figura de Friederich Kadgien

De acuerdo con medios neerlandeses, Friederich Kadgien había sido miembro de las SS y colaborador de Hermann Göring en los Planes Cuatrienales, que buscaban financiar la maquinaria bélica alemana. En Ámsterdam habría extorsionado a comerciantes judíos de diamantes como parte de esa estrategia.

Reconocido como  “el mago de las finanzas” del nazismo,  manejó fondos millonarios del Tercer Reich. Tras la guerra, huyó a Suiza y fue interrogado por agentes estadounidenses, quienes lo describieron como “una serpiente de la más baja calaña” y sospecharon que conservaba bienes valiosos. Nunca fue detenido.

En la década del 50 se trasladó a Brasil y luego a la Argentina,  donde fundó una empresa, formó una familia y vivió sin rendir cuentas por su pasado. Falleció en 1978 y estaría sepultado en el cementerio alemán de Buenos Aires.

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